Aparece Eleupedia

29 octubre 2010 13:13

¿Es perfecta la Wikipedia? Sabemos que no: hace un par de años recogimos la crítica de Nicholson Baker sobre la desaparición de artículos. Abundan las noticias sobre censura aplicada a determinados temas.

Pero por suerte (y por el momento) estamos en una Internet libre, de modo que puede aparecer otra enciclopedia en wiki destinada a albergar varios de los contenidos que no encuentran acomodo en Wikipedia. Se ha abierto Eleupedia, nombre inspirado en la palabra griega Eleutheria (Ελευθερία), que significa “Libertad” (gracias, Silvia, por la noticia).

Eleupedia intenta acoger diversas informaciones biográficas, políticas y sobre ONG que no están entrando en su antecesora:

Por ejemplo, en el artículo sobre Estados Unidos de la Wikipedia, nadie conseguirá que haya un epígrafe que se llame “Países contra los que ha entrado en guerra”, ya que será juzgado como irrelevante por bibliotecarios y autores. Podéis hacer la prueba.

Como afirma la declaración programática de Eleupedia, “las alternativas son buenas”.

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Carta abierta a J. K. Rowling

28 octubre 2010 9:09

Un conocido mío se estuvo dedicando a la ingrata tarea de captar editores que se incorporaran a su proyecto de libros electrónicos. Ante su reticencia, por la posibilidad de que los libros acabaran circulando sin permiso, decía: “No te preocupes: dame sólo los derechos electrónicos de libros que ya estén presentes en P2P o en sitios de descarga…” (¡había un montón!).

Me he acordado de esta anécdota porque ha aparecido en TeleRead una “Carta abierta a J. K. Rowling”. La autora del mundialmente famoso Harry Potter (quien, por cierto, tiene un curioso sentido de los límites de su derecho de autor) nunca había querido que sus libros aparecieran en versión electrónica, hasta que en mayo pasado apareció la noticia de que accedería a ello. Estamos en octubre, y no llevan trazas de aparecer.

El autor recuerda que el hecho de que la autora no hubiera dado su permiso no había impedido que su libro anduviera por las redes P2P: una búsqueda de “‘Harry Potter’ e-book torrent” en Google dio 690.000 resultados, en todos los formatos de e-book habdos y por haber. ¿No sería mejor, dice, permitir que quienes quieran leer el libro en su versión digital legal lo puedan hacer (con el consiguiente beneficio para la autora)?

Veremos si responde…

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“La vocación del pequeño editor es descubrir”

27 octubre 2010 9:09


Lo que yo creo es que, cuando uno se define o no tiene más remedio que definirse como pequeño editor, además de independencia –que se le supone– está haciendo declaración de vocación. Y la vocación del pequeño editor es descubrir. Es mucho más que un ojeador, es un descubridor. Y el que descubre, saca a la luz. Demos un paso más: el que saca a la luz, ilumina; el que ilumina, llena de conocimiento e inquietud y satisfacción a quien puede ver; pero el paso que sigue, el del aprovechamiento del descubrimiento, es tan lógico como la existencia de las oficinas de patentes. La explotación a futuro de su descubrimiento, que puede exigir con todo merecimiento, es harina de otro costal. Quien ha decidido dar la luz corre el riesgo de ser visto; es más: es visto.

(José María Guelbenzu, 2001)
Recopilación de José Antonio Sánchez Paso

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El “Spotify” de los libros

25 octubre 2010 9:09

Se ha dicho muchas veces que una de las soluciones que tiene el mundo del libro es seguir alguno de los modelos de negocio de la música. Por ejemplo: ¿qué tal Spotify?

Se anuncia la aparición de una iniciativa creada en España: 24symbols, cuyo sitio web (aún sin funcionalidades) ya está abierto. Citamos de él:

24symbols es una solución para leer y compartir libros digitales, que funciona en cualquier dispositivo de lectura con conexión a internet y que permite a cualquier usuario disponer de un catálogo internacional y multi-editorial de contenido.

[…] Mediante un modelo freemium: El modelo free permite a los usuarios leer gratis a cambio de la presencia de publicidad contextual no intrusiva, y el modelo premium permite disponer de funcionalidades avanzadas y lectura sin conexión mediante una cuota de suscripción.

Lo dicho, es el modelo Spotify que, por cierto: ¿por qué no podría funcionar aplicado a los libros? Lo único que hace falta son editores… o autores que cedan sus derechos para esta aventura, por una parte, y anunciantes que quieran apostar por el público lector. El principio de lectura “en streaming”, sin descarga del archivo, parece similar al que aplicará Google Editions, y reduce el peligro de la circulación no autorizada de libros. Y, como no podía faltar en los proyectos contemporáneos, se complementará con una red social propia más conexión a las existentes.

El nuevo sitio, sobre cuyos orígenes y participantes nos cuenta Expansión, estará en funcionamiento a principios del 2011.

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Cultura escrita & sociedad, 10: la génesis editorial del Casares

22 octubre 2010 9:09

Ha aparecido el último número de Cultura escrita & sociedad, excelente, como de costumbre, y cuyo índice listo al final del post. Pero no quiero dejar de comentar uno de sus artículos, que une dos temas gratos a esta web: la edición y los diccionarios.

Se trata de “El Casares. Historia de un diccionario, 1915-1942”, de Philippe Castellano. Castellano es también autor de Espasa; una aventura editorial, historia de la génesis de la famosa enciclopedia, que fue su tesis doctoral en 1994, y se publicó en España en el 2000.

Castellano aborda en este artículo de Cultura escrita & sociedad otra gran proeza editorial, en este caso de una sola persona trabajando cerca de tres décadas, y en la que intervinieron distintas editoriales e instituciones, hasta la publicación final por Gustavo Gili en 1942: el Diccionario ideológico de la lengua española: desde la idea a la palabra desde la palabra a la idea, de Julio Casares. Es un diccionario que todos hemos usado, que se reimprime constantemente y del que sólo se puede lamentar que no se haya reformado y puesto al día y que no cuente con edición electrónica…

Su creador, Julio Casares, músico y políglota (llegó a dominar 18 lenguas), concibió su diccionario en fecha tan temprana como 1915. Esta era su idea (citada a través de un artículo de Concha Soler):

hay que crear, junto al actual registro por abecé, archivo hermético y desarticulado, el diccionario orgánico, viviente, sugeridor de imágenes y asociaciones, donde, al conjuro de la idea, se ofrezcan en tropel las voces, seguidas del utilísimo cortejo de sinonimias, analogías, antítesis y referencias; un diccionario comparable a esos bibliotecarios solícitos que, poniendo a contribución el índice de materias, abren camino al lector más desorientado, le muestran perspectivas infinitas y le alumbran fuentes de información inagotables

La referencia a un índice de materias no era baladí: Casares trabajó en la comisión internacional que dio forma a la CDU, de la que hemos hablado en un post anterior sobre la clasificación por materias.

La historia de la compilación del diccionario, de los vaivenes editoriales e institucionales, del apoyo final de la editorial Gustavo Gili, de cómo la Guerra Civil lo puso al borde de la pérdida, y muchas cosas más ha sido posible gracias al archivo que los actuales gestores de la editorial, Mónica y Gustavo Gili, han prestado al investigador. Sí: este sello centenario, que ha permanecido en manos de la misma familia, conserva sus archivos y por tanto puede contribuir a la historia de sus proyectos editoriales, que es la historia de nuestra cultura, de un modo que los sellos caídos en manos de grandes grupos, cuyos archivos han sido casi siempre destruidos, no pueden hacer…

Cultura escrita & sociedad, 10

Ciencia, historia y escritura, coordinado por José Pardo Tomás

“Escrito en la rebotica. Coleccionismo naturalista y prácticas de escritura en el gabinete de curiosidades de la familia Salvador. Barcelona, 1626-1857”, José Pardo Tomás (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Barcelona)

“La ciencia en la esfera pública del siglo XIX: géneros, discursos y apropiaciones”, Agustí Nieto-Galán (Universitat Autònoma de Barcelona)

“La escritura como invención: la Física-texto de Adolphe Ganot y el género ciencia”, Josep Simon (Universitat de València)

“Palabras de química. Oralidad y escritura en la enseñanza de una Ciencia Experimental”, Antonio García Belmar (Universitat d’Alacant) y José Ramón Bertomeu Sánchez (Universitat de València)

“Ciencia en el exilio, una forma de resistencia. La traducción castellana de ‘The Wisdom of the Body’ de Walter B. Cannon (México, 1941)”, Àlvar Martínez Vidal (Universitat Autònoma de Barcelona) y Emma Sallent Del Colombo (Universitat de Barcelona)

Estudios

“El Casares. Historia de un diccionario, 1915-1942”, Philippe Castellano (Université de Rennes 2-Haute Bretagne)

“Diarios masculinos (1972-2004): ¿una práctica de trabajo o la vida por escrito?”, Vania Grim Thies y Eliane Peres (Universidade Federal de Pelotas, Brasil)

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En Fronterad

21 octubre 2010 9:09

¡No he hablado nunca de Fronterad! (bueno, una vez sí, en el blog de al lado). Es una de las revistas más interesantes de nuestra lengua, y es una revista exclusivamente digital.

Muchos escritores excelentes escriben ahí sus blogs (hasta donde sé, de forma gratuita): Ricardo Bada, J. Á. González Sainz, Andrés Ibáñez… También ahí cuelga sus curiosos cómics animados e híbridos una firma que hacía mucho que no veía: El Cubri.

Pues bien: curioseando por ahí he visto la sección “Vida Digital”, en la que se ha inaugurado una “Sala de juegos“:

una sección en la que periódicamente publicaremos creaciones encargadas a artistas programadores que trabajan el videojuego, un medio que va mucho más allá del mero pasatiempo. Una cultura de la estrategia, la  interacción y el descubrimiento, que muestra cómo a menudo la distancia entre realidad y juego es menor de lo que pretendemos.

Para inaugurarla, la obra “El laberinto en la multitud” por The Croopier. Se trata de un laberinto de palabras, transitable y autorreferente, movido por un juego simple, y que refleja muy bien el uso dinámico de las tipografías que la Web está propiciando.

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“Ha de tener el oído atento a lo que lee”

20 octubre 2010 9:09


El corrector (de que hubo antiguamente y hay muchos graduados en las universidades en diferentes ciencias) ha de saber Gramática, Ortografía, Etimologías, Apuntuación, colocación de acentos, tener noticia de las Ciencias y buenas letras, haziéndose capaz de asumpto del libro que se imprime, conocimiento de Autores, de caracteres griegos y hebreos, cifras médicas, astrológicas, abreviaturas escolásticas, reglas de música para libros de canto […], elocución y arte para emendar barbarismos, solecismos y otros defectos que se cometen en latín y romance, saber el comportamiento de las planas, para que salgan en orden, y numerosos, y cuenta para los folios. Demás desto ha de tener el oído atento a lo que lee, la vista a lo que se mira: el entendimiento a la contextura de lo que se corrige para emendar faltas, y tanta atención que cualquiera defecto corre por su cuenta

(Gonzalo de Ayala, siglo XVII)
Recopilación de José Antonio Sánchez Paso

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Traducir antes de Internet

19 octubre 2010 9:09

Durante bastantes años (pero hace ya muchos) viví de las traducciones. Hablo del año Nosecuantos A.G. (antes de Google). Normalmente, sobre todo en ficción pero también en otros géneros, uno avanzaba por la obra desbrozando el terreno y dejando tras de sí, como rocas o tocones de árbol imposibles de retirar, dudas o aspectos enigmáticos del texto.

Acabado el primer borrador, uno se sentaba ante la lista de dudas acumuladas y primero saqueaba la biblioteca de consulta doméstica. Yo, como todos los traductores, había acumulado un conjunto nada desdeñable de diccionarios y enciclopedias. Resueltas algunas cosas, y si parecía que no había otro remedio, uno iría a la Bibioteca Nacional (entonces vivía en Madrid) a ver más obras de referencia y a pedir a lo mejor algún manual de una materia exótica, para averiguar qué demonios querría decir tal palabra. Tras una mañana o un día invertido en este menester todavía podían quedar cosas muy raras. Entonces uno empuñaba el teléfono y daba la lata a varios amigos, que por lo general tampoco podían aclararte nada.

¿Qué quedaba sin resolver? Podían ser muchas cosas: alusiones, frases hechas inencontrables que a lo mejor recogían la letra de una canción, nombres que podían ser marcas comerciales convertidas en genéricos o que podían reflejar un argot local… Era una pesadilla. Cuando se acababa el plazo de entrega o cuando las llamadas del editor se hacían insoportables uno resolvía todo “como Dios le daba a entender”, y entregaba.

Años, a veces décadas después, uno se tropezaba con la frase hecha en un contexto más transparente, averiguaba que en efecto tal nombre era una marca, pero no de lo que había pensado, etc., etc. Y tanto tiempo después aún le recorría a uno un sudor frío…

Me he acordado de todo esto al leer una pieza sobre la retraducción de obras ya traducidas, por J. Massot (a laque llegué vía un post del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires). Allí, un profesor y traductor, Gabriel López Guix, afirma:

tenemos la maravilla de Internet, que nos permite consultar una cantidad ingente de documentación que antes no soñábamos tener ni en la mejor de las bibliotecas. Yo diría que tendrían que retraducirse todas las obras traducidas antes de Internet.

Bueno: todas no, pero casi…

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Organizar por materias: dos elecciones

18 octubre 2010 9:09

Pensemos en la visita a una buena librería, o a una buena biblioteca de las que dan acceso abierto a las  estanterías. Uno llega a la zona de su interés y ahí están: al lado de libros que ya hemos leído, y de otros cuya existencia conocíamos, aquellos de los que ni habíamos oído hablar, y que sin embargo encontramos a nuestra disposición…

Las clasificaciones temáticas permiten explorar lo existente, y por eso son herramientas insustituibles en un universo como el de los libros, complejo y extensísimo. Y en el terreno del acceso digital a las obras son un elemento sencillamente vital. La clasificación temática es uno de los elementos que, como el autor, el título, el editor, el año de publicación y otros metadatos, van a servir para guiar al lector al encuentro del libro. Y quizás será uno de los más importantes para la exploración y la serendipia.

Se encuentran dos orientaciones en este delicado tema: la bibliotecaria (siglos de organización de vastos conjuntos de obras especializadas, orientadas a la consulta) y la librera-editorial (décadas de organización de conjuntos contemporáneos, con miras a la venta).

Pues bien: dos decisiones de sendos mediadores entre los libros y el público muestran el papel creciente que va a tener esta cuestión en el campo de las obras digitalizadas.

Google, para Google Libros (y, suponemos, para las futuras Google Editions) está utilizando el sistema BISAC (Book Industry Standards And Communications), división del Book Industry Study Group. El problema es que BISAC está orientado al comercio: es lo que  “la industria del libro [de Estados Unidos y Canadá] usa para decir a los libreros dónde poner los libros en las estanterías”, como señaló Geoff Nunberg en su post de hace un año, titulado expresivamente: “Google Libros: un descarrilamiento de metadatos”.

Cito a Nunberg:

La pregunta es por qué Google decidió  en primer lugar utilizar estos encabezamientos [los de BISAC]. (Clancy [ingeniero en jefe del proyecto de Google Libros] niega que fueran los editores quienes se lo pidieron, aunque esto podría tener que ver con sus propias ambiciones de competir con Amazon). El esquema BISAC se adapta bien para organizar las estanterías de una moderna cadena de librerías con 10 kilómetros de estanterías, o una pequeña biblioteca pública donde los consumidores ordinarios o los clientes buscan libros en las estanterías. Pero no ayuda particularmente si vuelas a ciegas por una biblioteca  con varios millones de títulos, incluyendo obras académicas, extranjeras, y grandes cantidades de libros de los primeros periodos.

Con la llegada de Google Editions, está todo más claro: Google clasificará sus libros según el estándar comercial, porque quiere venderlos (o que los vendan a través de su servicio). Los muchos errores de clasificación que denunció Nunberg pueden irse subsanando, pero la clasificación de materias seguirá apuntando a compradores o lectores de base, y además de cultura norteamericana, y no a usuarios especializados de cualquier parte del mundo.

La buena noticia paralela es que  un proyecto que agrupa muchas universidades americanas y que se nutre básicamente de las digitalizaciones de Google, Hathi Trust (hablamos de él hace dos años), está trabajando para dar acceso a las obras a un público profesional con herramientas más avanzadas y criterios más bibliotecarios.

Mientras tanto, el servicio de información sobre libros españoles en venta, DILVE, promovido por las editoriales españolas, está trabajando también en la clasificación por materias. Hasta ahora lo único que funcionaba era la clasificación del ISBN, basada en un estándar bibliotecario utilizado desde hace años en España y en otros lugares: el la CDU. Ya fuera por inadecuación progresiva de la clasificación a la realidad cotidiana, o por descuido de las editoriales en la asignación de materia (que de todo hubo, y quizás más de lo segundo), el sistema se ha revelado insuficiente.

Una comisión recién creada, y en la que participan FGEE, FANDE, CEGAL, Grupo Planeta, Grupo SM, Grupo Santillana, Casa del Libro, El Corte Inglés, FNAC, Librerías Bertrand, Librería Diógenes, Troa Librerías y Libranda ha elegido el sistema BIC, Book Industry Communication, también de intención comercial (no bibliotecaria), nacido en la Gran Bretaña y utilizado además en Australia y Nueva Zelanda. El sistema deberá adaptarse en materias concretas a la realidad española.

DILVE funcionará como el eje en torno al que se articulará la información tanto sobre obras en papel como electrónicas, lo que da idea de la importancia de este paso.

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Los libros digitales en números

15 octubre 2010 9:09

Bueno, bueno… Una reciente avalancha de cifras nos aconseja hacer un post de resumen. O sea que:

[NOTA: marco tachadas las enmiendas y <entre ángulos> las adiciones posteriores a la aparición del post. He pedido datos complementarios, que iré incorporando a este post durante unos días, y luego publicaré un nuevo post con el resultado final ]

Obras libres de derechos

Libros digitalizados en Google: 13.000.000

<Internet Archive [muchos provienen de Google]: 2.500.000>

<Volúmenes digitalizados en Hathi Trust [muchos provienen de Google]: 1.583.000>

<Libros digitalizados en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes: 60.000 [fuente: Biblioteca Virtual]>

Libros digitalizados en el Proyecto Gutenberg: 33.000

<Libros disponibles para Kindle: 30.000 [según TUAW, gracias a jjclerici y a Toni Matas]>

Libros digitalizados en la Biblioteca Digital Hispánica, de la Biblioteca Nacional: 14.000

<El Aleph: 3.600 [gracias, Julieta]>

Obras con copyright vigente

Libros digitalizados en Google por acuerdo con editores: 2.000.000

Libros disponibles para Kindle: 700.000 670.000 [corrección según TUAW, gracias a jjclerici y a Toni Matas]

<Libros disponibles en Lulu (distintas lenguas, no autopublicación): 200.000>

<Libros disponibles en Laie: 124.000 [fuente: Laie]>

<Libros disponibles en E-libro.com (para bibliotecas, en español): 38.000 [fuente: E-libro]>

Libros disponibles en iBook (para iPhone o iPad): 30.000 [fuente: TUAW, gracias a Toni Matas]

Libros disponibles en BuBok (autopublicación): 30.000 [fuente: BuBok]

Libros disponibles en Publidisa: 100.000 25.000 [fuente: Publidisa]

<Libros en español en P2P: 25.000 [estimación de Gorki]>

<Libros disponibles en Grammata: 23.000 [comprende también libros sin derechos]>

<Libros en “edición electrónica” editados en España en el primer semestre del 2010: 9.546 [fuente: Boletín del Observatorio del Libro y de la Lectura, nº 1, Agosto 2010]>

Libros que alcanzará Libranda este año: 8.000 4.000-5.000

Libros digitalizados en la Biblioteca Digital Hispánica, de la Biblioteca Nacional de España, a través de Enclave: 2.700 3.300 [fuente: Boletín del Observatorio del Libro y de la Lectura, nº 2, Octubre 2010, borrador]

<Libros en español disponibles en Lulu (autopublicación): 2.885 [haciendo la búsqueda desde España, en la categoría ebooks]>

<Libros disponibles en Edi.cat: 2.400 [1.700 de Libranda, y el resto entre Edi.cat y EdiBooks; fuente: Edi.cat]>

<Libros disponibles en E-libro.net [en español]: 2.000 [fuente: E-libro]>

… Y esto es lo que hay, según las fuentes citadas. Me gustaría oír opiniones al respecto.

(autopublicación)

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