110 años de Gustavo Gili

12 marzo 2013 16:16

Una editorial independiente, que dura desde hace más de un siglo, y que dirige la cuarta generación familiar. Si en cualquier lugar del mundo esto sería un acontecimiento, en la convulsa e hiperconcentrada edición española la existencia de la Editorial Gustavo Gili es todo un milagro.

Para celebrar su 110 aniversario, la editorial, que ahora encabezan Mónica y Gabriel Gili Galfetti, ha creado un bellísimo volumen conmemorativo, en edición no venal (es decir: no está a la venta). Se trata de Editorial Gustavo Gili. Una historia 1902-2012. Contiene 336 paginas de cuidada edición a cargo de la propia Mónica Gili, Moises Puente y Marta Rojals, con diseño gráfico de PFP, Quim Pintó y Montse Fabregat. En la imagen superior está la sobrecubierta, y más abajo la cubierta, que representa un adecuado trampantojo de lomos de libros.

Este es su índice:

01. Orígenes y primeros pasos de la Editorial Gustavo Gili, por Philippe Castellano

02. Gustau Gili Roig y Jacques Schiffrin, una amistad de veinte años, por Philippe Castellano

03. La vocación americanista de Gustau Gili Roig, por Philippe Castellano

04. El Casares. Historia de un diccionario (1915-1942), por Philippe Castellano

05. Un “viejo plan” de Gustau Gili Roig: la Historia de la literatura española, de Ángel Valbuena Prat, por David González Ramírez

06. La editorial Gustavo Gili: una escuela de constructores de arquitectura, por Jaume Avellaneda

07. El arte de hacer libros, por Daniel Giralt-Miracle

08. Picasso y los Gili. Breve historia del editor de Picasso en España, por Claustre Rafart

09. Una editorial familiar catalana en América Latina, por María Fernández Moya

10. Exterior e interior: la sede de la Editorial Gustavo Gili (1954-1960) de Joaquim Gili y Francesc Bassó, por Ignasi de Sola-Morales

11. Colecciones, por Juan José Lahuerta

12. De “Punto y línea” y “Comunicación visual” a “GG Diseño”, por Anna Calvera

13. “FotoGGrafía”, por Juan Naranjo

14. Una aportación desde dentro, por Xavier Güell

15. Una cartografía provisional, por Carles Muro

Como se puede ver, el elenco de colaboradores es impresionante, comenzando por Philippe Castellano, el profesor francés al que tanto debe la historia de la edición española, a partir de su obra sobre Espasa.

El primer capítulo de este libro conmemorativo se remonta a la editorial que creara Juan Gili Montblanch en 1891, especializada en libros religiosos (importantísima veta de negocio para las editoriales españolas, prácticamente hasta mediados del siglo XX). Fue su hijo, Gustau Gili Roig, quien fundó en 1902 la Editorial Gustavo Gili, inicialmente también con fondos religiosos, que no perderían su predominio en el catálogo hasta pasada la Gran Guerra, cuando la divulgación científica tomó el relevo (puede verse el caso coetáneo de los Manuales Soler, luego Manuales Gallach).

Un episodio de gran interés es el de la relación entre Jacques Schiffrin, el fundador de la colección de La Pleiade y Gustau Gili Roig, que demuestra que el editor catalán no se limitaba a comprar derechos, sino que intervino como socio y eficaz comerciante en los negocios editoriales de Schiffrin.

El capítulo sobre el diccionario Casares y su peripecia es un resumen del que publicó en su día Cultura Escrita & Sociedad, y que ya reseñamos.

El capítulo dedicado a la Historia de la Literatura de Ángel Valbuena Prat revela materiales inéditos sobre este proyecto, incluyendo el episodio de una edición contrahecha del libro para burlar la censura franquista. El capítulo sobre la edición de obra de Picasso muestra la faceta más espléndida de la edición de bibliofilia de la editorial.

Hay dos capítulos dedicados a América Latina (ya desde los años 20 un puntal fundamental de las ventas de la editorial), y el segundo expone las dinámicas de creación paulatina de sucursales en distintos países, y el diseño del vital flujo de información en las dos direcciones. Hay datos curiosos y significativos, como el hecho de que las oficinas que la editorial ocuparía en América seguían la línea arquitectónica de la casa madre (hay también un bello capítulo de Ignasi de Sola-Morales sobre el edificio barcelonés de ésta, acabado en 1960).

De estos capítulos (los más directamente dedicados a la historia temprana de la editorial) surge la visión de una editorial innovadora, flexible en su adaptación a los cambios del mundo y muy comprometida con la calidad intelectual y formal.

Los últimos capítulos profundizan en dos de las áreas de especialización de la editorial en las últimas décadas: la arquitectura, y el diseño (cuya historia en la editorial se enriquece con los recuerdos de Yves Zimmerman).

Editorial Gustavo Gili. Una historia 1902-2012 está afortunadamente llena de reproduccciones de cubiertas de las obras publicadas a lo largo de más de un siglo; también es notable el acopio de fotografías-documento sobre diversos momentos de los protagonistas de la editorial, sus amigos (en muchos casos, además, autores y cómplices) y los espacios que ocuparon.

En suma: una preciosa lectura que es también un paseo visual y conceptual por un siglo de edición .

Descubrir los libros

04 marzo 2013 12:12

Supongamos que los agentes de autores de lengua española empiezan a separar la venta de derechos digitales de los derechos en papel. Supongamos que en consecuencia pueden surgir auténticos editores digitales, que empiezan a adquirirlos y a publicar libros de calidad en cantidades apreciables. Supongamos incluso que tienen una buena política de precios, y que los colocan en todas las posibles librerías digitales. Entonces quedaría aún la parte más difícil: que los lectores potenciales los descubran.

Si en el mundo del papel uno puede confiar en que los lectores visiten las librerías o lean un suplemento literario, ¿qué ocurrirá con los ebooks? La cuestión es tan acuciante que ya tiene un nombre discoverability, tal vez traducible como descubribilidad.

Los datos parecen indicar que la mitad de las compras en Amazon provienen de búsquedas orientadas. En otras palabras: la gente que entra a comprar ya sabe lo que busca. Eso es lógico: ¿cómo va nadie a hacerse una idea de qué libro comprar navegando desde la portada de Amazon, o de iTunes? La recomendación algorítmica que inició Amazon, tipo “quien ha comprado X ha comprado también Y”, puede funcionar razonablemente… una vez que uno ha llegado a un libro que le interesa, y eso es precisamente lo que no acabamos de saber cómo funciona.

¿Qué se debería y qué no se debería hacer para hacer los libros descubribles? Vamos a centrarnos en el caso de la narrativa, que es el género que se lee predominantemente en ebook, y el más complicado para esta cuestión: la no-ficción (autoayuda, libro práctico, ensayo) tiene las cosas más fáciles, por el acceso temático.

Sí: la recomendación es una de las cosas que mejor funcionan para las lecturas, pero yo diría que las redes sociales de lectores (como Goodreads, sobre la que escribió Actualidad Editorial) son para lectores a) voraces consumidores de muchos libros al año y b) duchos en el ciberespacio. No veo a ese lector de un libro al mes o cada dos meses, que ni tiene cuenta en Facebook y sólo usa esporádicamente el correo electrónico, dándose de alta en una red de recomendación. No le compensaría…

Los sitios de márketing de libros centrados en los autores (como Open Road Media, imagen superior) no sirven, y hay que decirlo muy claramente. La información que suministran sobre ellos sólo interesará a quienes sean ya sus devotos lectores; no despiertan precisamente el deseo de leerlos. Y la información sobre las obras es defectuosa por mal orientada.

Los sitios de márketing centrados en las obras (como Small Demonds) pueden ofrecer un desmenuzamiento interior de las obras más orientador. Veamos qué hace el sitio, con el ejemplo de la novela de Stephen King 11/22/63, sobre el asesinato de Kennedy (imagen de arriba): con una interfaz muy tipo iPad (dan ganas de frotar la pantalla del ordenador con el dedo), y una presentación de datos a la Pinterest (sólo imágenes), nos informa de qué canciones, películas, programas de televisión, libros, etc.,  se mencionan en la novela. Además un mapa sitúa los lugares en que transcurrre la acción (es una pena que no pondere los pesos de cada uno en la trama). Podemos, así, saber que en el libro se habla de West Side Story, y a partir de ahí llegar a las otras 43 obras que hablan de ella. Claro: puede haber un lector que busque libros en que se mencionen ciertas películas, pero me extraña. O (quizás más probable) alguien que busque novelas que transcurran en un lugar al que piensa viajar. Pero tal y como está, veo el sitio mejor para el análisis de las obras (del que se podrían beneficiar los estudiosos de la literatura) que para buscar lectura…

Ah: y los videos no sirven. Una ojeada al canal de Youtube de Open Road Integrated Media muestra videos, sin duda caros de confeccionar, que dudo que atraigan a compradores, y que se han visto un número de veces muy bajo (y ni pensemos en qué proporción se convertirá en compra).

¿Qué podría servir, sin embargo?

Los buenos metadatos pueden mejorar el hallazgo de obras: en el caso de la narrativa, no sólo autor y título, sino además, lengua de origen, traductor, país de origen del autor, época en la que escribe, y género y subgénero si es el caso (para buscar ciencia ficción americana de los 60, o novelistas hungaros de entreguerras). Aunque los metadatos hay que estructurarlos de una manera diferente para cada una de las librerías por línea en que se quieran vender los libros, y son un dolor de cabeza para los editores… Además, recordemos que muchas veces los mejores metadatos de un libro son las mismas palabras que contiene, y en ese sentido Google Play puede hacer mucho por la obra indizándola (cuando el editor permite que se haga).

Aunque parezca algo que ya no se estila, la mejor solución es una buena web editorial, con contenidos generados por los propios editores, que son los que conocen sus libros: ni departamentos de márketing ni algoritmos serán capaces de mejorar ese conocimiento. Lo repito: una buena web editorial que incluya extractos de las obras, sí (aunque esto lo hacen también las librerías por línea); y además que publique información sobre los autores, sobre los movimientos a que pertenecen (información buena: ni copiar solapas ni la Wikipedia); que informe sobre la obra, y sobre su traducción (el lector literario sí agradece esos datos), y sobre todo, que explique por qué alguien debería leer ese libro.

Y no vendría mal una ayuda de algunos viejos conocidos: los suplementos culturales, en papel y en la web. Amigos: ya está empezando a haber, exclusivamente en versión digital, un montón de libros interesantes. ¿Por qué no echáis una mano?