Amazon aprieta en su POD

31 marzo 2008 8:08

Siendo, como es , una compañía pionera en el libro en la Web, Amazon tiene también su propia compañía de impresión sobre pedido (printing on demand, POD): BookSurge, que compró en el 2005. Los lectores de este blog conocen bien nuestra opinión (compartida ampliamente) de que la impresión sobre pedido es una solución muy buena y a —veces la única solución razonable— para pequeñas editoriales y autores.

El problema es un reciente movimiento de Amazon, que ha dedidido dejar de vender en su tienda por línea (es decir, en su conocidísima pagina web) los libros impresos sobre pedido que no provengan de BookSurge. Este movimiento lo destapó Angela Hoy hace tres días, en su e-zine Writers Weekly. Los libros que no estén hechos por su filial serán mantenidos en la base de datos de Amazon (al fin y al cabo, la compañía extrae valor de la acumulación y organización de la información bilbiográfica), pero quien llegue a ellos no podrá comprarlos a su editor o autor-autoeditor, sino, todo lo más a algún revendedor.

Muchas pequeñas editoriales en Estados Unidos usan Amazon para vender sus libros, que se imprimen sobre pedido. Sus títulos los publicitan en su propio sitio web, con un botón que indica “Comprar en Amazon”: Amazon obtiene de esta venta su correspondiente comisión, y todos contentos.

La actual medida, que intenta reforzar su BookSurge, puede que resulte lógica para Amazon, pero está creando irritación sin límites entre los editores y autores que vendían sus libros impresos por otras compañías (como Lulu.com) en la librería online.

En el artículo de Writers Weekly citado se resumen las numerosas protestas que ha suscitado la medida. Una de las medidas sugeridas es pasarse al competidor de Amazon Barnes and Noble.

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Conservar o destruir

30 marzo 2008 23:23

Con este título escribe Javier Marías en el El País Semanal de hoy un artículo sobre una cuestión que se suscita con frecuencia: ¿debe publicarse la correspondencia privada de los autores, por más luz que arroje sobre su obra?

Nada que objetar al debate, que dista mucho de estar resuelto, pero ¿a qué vienen estas frases?:

Hoy proliferan las anécdotas apócrifas sobre los escritores vivos y muertos, y poco de lo que se encuentra en Internet [de anécdotas sobre escritores vivos o muertos, supongo] es fiable. Cualquier “bloguero” idiota o megalómano cuenta lo que le viene en gana, y la falacia ya no hay quien la pare.

Hummmm… Si Marías lo dice… Aunque con las mismas pruebas (o el mismo despliegue de facultad opinativa) también podríamos escribir:

Hoy proliferan las anécdotas apócrifas sobre los escritores vivos y muertos, y poco de lo que se encuentra en librerías, bibliotecas y hemerotecas es fiable. Cualquier “escribidor” idiota o megalómano publica lo que le viene en gana, y la falacia ya no hay quien la pare.

Por ejemplo.

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Los encantos de la Wikipedia

29 marzo 2008 17:17

Nicholson Baker es un interesante novelista y ensayista. Me gusta especialmente su novela La entreplanta. Siempre ha prestado gran interés al mundo de la documentación y de la biblioteca: su libro Double Fold. Libraries and the Assault on Paper era un alegato en contra del pase a microfilm y posterior destrucción de fondos bibliográficos (véase mi proto-blog, el 25 de diciembre del 2001).

Pues bien: como no podía por menos de ocurrir, Baker ha dirigido ahora su mirada fascinada a la Wikipedia, esa cosa

realmente increíble. Es inmensamente abarcadora de datos, idiosincrásica, cuidadosa, desordenada, divertida, asombrosa y llena de controversias en ebullición… Y es gratuita, y es rápida.

Así comienza The Charms of Wikipedia, un artículo en la New York Review of Books donde Baker reseña el libro Wikipedia: The Missing Manual, de John Broughton. Brughton es el autor de más de 15.000 intervenciones en el texto de la Wikipedia, y su libro es una guía para gente que quiere intervenir en la obra, cosa compleja, pues en ella conviven “autodidactas y gente con una educación cara”.

Como recuerda Baker, en sus inicios el proyecto absorbió artículos de la edición de 1911 de la Encyclopedia Britannica, que está en el dominio público. También del Dictionary of Greek and Roman Biography de Smith, de la Encyclopedia de Nuttall, de 1906 , la Cyclopedia de Chamber, la General Biography de Aiken’s, el Biographical Dictionary de Rose, el Bible Dictionary de Easton’s y muchos otros. Pero su descomunal éxito parte de la intervención de millares de voluntarios, y ésta se debe a que se trata de algo adictivo:

Todos los grandes éxitos de Internet (e-mail, AOL chat, Facebook, Gawker, Second Life, YouTube, Daily Kos, World of Warcraft) tienen más o menos un componente adictivo: te enganchan porque son formas solitarias de ser social.

Baker nos cuenta su primera impresión cuando decidió editar un artículo:

Hice clic en la solapa de “editar esta página”, e inmediatamente tuve un sentimiento extraño, casi de vértigo, como si hubiera pasado a través del espejo y se me permitiera jugar con una enorme máquina o con una pieza delicada de equipamiento biomédico.

Pero pronto decidió cual sería su misión en la enciclopedia: impedir la desaparición de artículos. Por decisión de los editores internos (todos voluntarios) hay entradas que pueden desaparecer, por ejemplo porque se juzguen irrelevantes. La cuestión es sustantiva, y ha dividido a los colaboradores de la enciclopedia en dos bandos; los eliminacionistas y los inclusionistas: entre estos últimos están, por supuesto, Baker, pero también Jimbo Wales, cofundador de la Wikipedia, que opina que si los usuarios quieren dedicar una entrada a cada uno de los personajes de los Pokemon, pues ¡que lo hagan! Por suerte, el debate inclusión/exclusión se puede seguir en la misma enciclopedia.

Sólo a la extraordinaria bulimia de saber que aqueja a Baker se le puede ocurrir una operación de salvación de artículos. El gráfico superior compara la extensión de los dos millones y cuarto de entradas de la Wikipedia (ojo: sólo en inglés), barra de la izquierda, con el Oxford English Dictionary en veinte volúmenes, centro, y la Encyclopaedia Britannica en treinta y dos tomos, derecha. El gráfico proviene de un artículo de Noam Cohen hablando de la desaparición de las enciclopedias impresas.

(Gracias a Javier Candeira y a Adán Griego por las referencias).

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Los cajones del escritor (digital)

28 marzo 2008 9:09


Estoy en el proceso de promoción de un nuevo libro (como quizás algunos lectores hayan notado), y en medio de él he tenido ocasión de reflexionar sobre lo que podríamos llamar “la huella digital de los libros en papel”. Tengo por costumbre concentrar en un directorio los elementos relacionados con cada libro en el que estoy trabajando (y, si la cosa se complica mucho, creo subdirectorios dentro de él). Pues bien: me he dado cuenta de que su contenido sigue pautas muy similares casi en cada libro que he hecho.

Los primeros archivos (cronológicamente hablando) son la propuesta que he enviado al editor y a mi agente: un libro con este título provisional, de tal extensión, para tal público… En esta fase suelo tener ya un documento Notas.doc donde voy acumulado de forma desordenada ideas, referencias y demás. Puedo tener también un borrador del contrato, que me ha pasado mi agente.

En la siguiente fase ya aparecen borradores de la obra, que voy rotulando con números correlativos (en este caso Manual de urbanidad 1.doc, Manual de urbanidad 2.doc, etc.). Sí, podría trabajar en un solo documento, pero entonces correría el riesgo de no poder encontrar fragmentos o ideas que había descartado en estadios anteriores..

En un momento dado (el borrador 6, o el 12, depende de la obra), empiezo a mandarla a los amigos y parientes que hacen de protolectores, o sea: conejillos de indias. Rotulo con su nombre los envíos, lo que luego me sirve para no olvidarme a nadie en los agradecimientos.

Aparecen a continuación sus respuestas: algunos me devuelven mi original en Word comentado y otros reúnen en un email las cosas principales. Y por fin genero el Manual de urbanidad OK.doc, que es el que mando a mi agente a y a mi editor. Por fortuna (porque mis editores suelen ser puntillosos), me mandan nuevas sugerencias, y estas constituyen un nuevo archivo, por ejemplo: Manual de urbanidad OK tras editor.doc.

Bien, bien: ya estamos en camino. Aparecen entonces PDFs de las pruebas, que leo y contesto, y luego mi documento con el índice de conceptos (mientras pueda, prefiero hacerlo yo). Hay luego otro archivo con mis sugerencias para textos de contraportada y solapas, y por último uno titulado Envíos para prensa.doc: la lista de críticos y personas a quien enviárselo.

El conjunto de documentos que he ido generando en el proceso de escritura, junto con el correo electrónico relacionado y algunos otros elementos (como marcadores de sitios web, y páginas guardadas en mi disco duro, si ha habido un trabajo de investigación), son realmente la radiografía del proceso de creación autorial y del trabajo editorial.

Estos archivos digitales deberían tener un lugar donde custodiarse, igual que hay archivos a donde van a parar los papelotes de los escritores de antaño. Si no, se corre el riesgo de que cuando se quiera revisar esta época, falten los documentos que mejor podrían explicarla. Y no lo digo por mí, sino por los muchos escritores e investigadores de valía que en España y en Latinoamérica hoy trabajan, sobre todo, en soporte digital.

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Novela cartografiada (y viceversa)

25 marzo 2008 10:10

Hay novelas que transcurren en una deambulación constante de los protagonistas. Me vienen a la cabeza, así, de pronto, el Ulysses de Joyce o el Petersburgo de Biely. ¿Podrían montarse sobre mapas? O, todavía mejor, ¿por qué no escribir hoy una obra de ese tipo sobre soporte cartográfico?

Vía el post Inspírate cruzando interfaces, del blog El Cosmonauta llego a la novela de Charles Cumming The 21 Steps, cuyo protagonista deambula por las calles de Londres. Está editada por Penguin Books en su colección de ficción digital We Tell Stories.

The 21 Steps está organizada sobre pantallas con la típica interfaz de Google Maps. Sobre los mapas se marcan los desplazamientos del protagonista, y el texto de la obra va apareciendo en fragmentos encuadrados en las cartelas que apuntan a lugares concretos.

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De librerías (paseo personal por Barcelona)

24 marzo 2008 19:19

(El presente artículo apareció en el suplemento Cultura/s de La Vanguardia, en su número 300, el 19 de marzo).

La tarde invita al paseo, y hacerlo saltando de librería en librería parece una buena forma. Como estoy en Plaza de Catalunya, desciendo por callejuelas hasta la Llibreria Medios, en Valldonzella, 7. Se trata de la típica librería-tubo (nada peyorativo, por favor: sólo es una descripción topológica). Uno se ve absorbido por las paredes convergentes a derecha e izquierda, a través de estanterías dedicadas a materias tan apasionantes como la tipografía, el diseño gráfico, las webs, o el arte de escribir un guión de cine. Porque, gracias a Dios, las “ciencias de la comunicación” (su confesa dedicación) son un concepto muy amplio… Medios existe hace once años, y tiene claro de qué va.

A la salida mis pasos se dirigen imperceptiblemente hacia Loring (Gravina, 8)… ¡Otros que existen hace aproximadamente la misma fecha, y que también lo tienen clarísimo! Loring se especializa en “Arte contemporáneo”, y esto, por suerte, también puede querer decir cualquier cosa. Pero es muy peligroso, porque bajo esa cobertura acumulan joyitas de libro ilustrado, ensayo, libro infantil (la mejor selección de la ciudad) y géneros indefinibles. Si de Medios uno sale pertrechado para la vida moderna, y con la satisfacción del deber cumplido, de Loring se emerge siempre con algún capricho, pero del maravilloso género que nadie, ni un cónyuge puntilloso, ni un amigo sabihondo, te reprochará. Por estructura, Loring es una librería-cajón, cuadrada, abierta (con una deliciosa trastienda al fondo).

Reparo en que mis primeras visitas han sido a lugares de non-fiction, y decido que es una protesta contra el literaturocentrismo dominante (que hizo que a Frankfurt se llevaran sólo novelistas y poetas… ¡hay vida tras la literatura!).

Mucha, y buena, me espera al norte de la plaza, en Laie (Pau Claris, 85). Laie es una librería-campo de fútbol, amplia y profunda, que existe desde hace más de veinte años. Su selección literaria y de Historia siempre ha sido muy buena, aunque la de Fotografía y Arquitectura me ha deparado más de una sorpresa. Y Música, que suele estar mal cubierta en general… De todas formas, aprecio en estas grandes librerías los detalles; a la derecha, bajando una escalerita y bajo un estante hay una preciosa sección de divulgación científica, género editorialmente no muy concurrido, pero que aquí remansa sus dispersos elementos.

Pero quizás es el momento de alejarse del centro, y subir hacia casa. La Central, en Mallorca, 237, me espera con su estupenda oferta de poesía y teatro, aunque confieso que es la zona de Filosofía y Religiones la que me detiene por más tiempo. Tras la última reforma, La Central se ha convertido en una auténtica librería-hojaldre (o milhojas), con sus dos capas crujientes de libros. Precisamente en el piso superior asistí hace años a la aparición de una nueva sección casi vergonzante, en un taburete junto a la ventana, donde se iban acumulando libros sobre la Internet, cultura digital y moderneces por el estilo… ¡Quién lo iba a decir! También tiene doce años de antigüedad, lo que nos llevaría a decidir que, por alguna razón, el optimismo post-olímpico fructificó en el comercio del libro.

Ya de vuelta a casa me dejo llevar por la fascinación, y penetro en Xoroi (Berlinès, 20). Me gustan estas librerías especializadas en temas que desconozco por completo, como en este caso la psicología y el psicoanálisis. Miro los nombres de las secciones y me asalta un sacro temor: Gestalt, Logoterapia, Lacan… Pero junto al escaparate se amontona una pequeña y asombrosa selección de literatura y ensayo, asombrosa porque me interesan todos sus títulos, y me hace pensar en el librero mágico que te ahorra multitud de complicaciones adivinando lo que te gustaría leer. Este notable conjunto yace formando unas pilas inestables porque aún no he dicho que Xoroi (fundada, aunque en otra localización, en 1986) es del imprescindible género librería-caja de bombones, diminuta, atestada y acogedora…

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Adiós a la barra de desplazamiento

24 marzo 2008 16:16

La tensión entre el texto en pantalla y las formas tradicionales de lectura sigue manifestándose en las propuestas de las publicaciones en línea. Triple Canopy es una nueva revista que hace énfasis sobre todo en la puesta en página. Su rasgo más distintivo es la adaptación a la pantalla: cada bloque de texto se sirve adaptado a sus límites, con unos destacados signos de + y de – para pasar página. Ésta está dividida en columnas, con el fin de no crear una línea de lectura demasiado larga (cuestión ergonómica clave, que muchas veces se ignora en la Web). La no necesidad de los botones de desplazamiento (scroll) facilita la concentración en la lectura, y además evita los enojosos problemas que se producen cuando uno pasa página en un documento, como por ejemplo en un PDF en visión ampliada. (Vía If:Book).

Pero el encasillamiento en los límites de la pantalla juega malas pasadas cuando uno quiere aumentar el tamaño o cuerpo de la letra, posibilidad de gran interés para el lector y que ofrece cualquier página web. En ese caso, las preciosas páginas de Triple Canopy se desmandan, y uno pierde fragmentos de la página. El reto de un texto legible, fluido y manejable en pantalla sigue abierto.

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Clarke, in memoriam

20 marzo 2008 19:19

Acaba de morir en su residencia de Sri Lanka el gran escritor de ciencia ficción y tecnología Arthur C. Clarke. Tomé contacto con su obra, como muchos, a través de la película 2001, una Odisea del espacio, del gran Stanley Kubrik. La génesis de la obra es un buen ejemplo de la interacción moderna entre cine y literatura. Según se dice, Kubrik le propuso a Clarke: “Hagamos la proverbial buena película de ciencia ficción”, basada en el relato “The Sentinel” de este último.

Ambos elaboraron juntos el guión, aunque la filmación se prolongó durante tres años, con constantes cambios. El mismo año que apareció la película, 1968, vio también la luz la novela, que no era “el libro de la película” (así como 2001 tampoco era “la película del libro”), sino el destilado del trabajo de guión y filmación.

Uno de los personajes clave de 2001 era el ordenador HAL, quien presuntamente había sido puesto en funcionamiento el 12 de enero de 1997. Al día siguiente de esa fecha de ficción publiqué en El País un artículo sobre el estado de los adelantos científicos que preveía la película, especialmente un ordenador que pudiera hablar y entender…

Clarke no escribió sólo esa novela, claro está, y siempre recomendaré su preciosa Cita con Rama, obra que merece una adaptacion cinematográfica a su altura. Pero tampoco escribió sólo novelas, y ahí está su libro de divulgación El mundo es uno (Barcelona, Ediciones B, 1996), un apasionante relato de cómo los seres humanos han intentado crearse herramientas de comunicación: Clarke fue originariamente un científico, que trabajó en desarrollos como el satélite de comunicaciones.

Los últimos años de su vida Clarke vivió en Sri Lanka (Ceilán), y resulta que el nombre de esta isla llegó a Occidente a través de la forma persa con que se recogió su nombre árabe: Serendip. A través de un escritor inglés del XVIII, este topónimo ha bautizado al arte de encontrar lo que no se busca: serendipia. Un dinosaurio encontrado en Australia fue bautizado precisamente Serendipaceratops arthurcclarkei, en honor del escritor y del hecho de que los investigadores que lo descubrieron buscaban otra cosa…

Para terminar, las palabras con que Clarke saludaba su noventa cumpleaños (vía Papel en Blanco, donde está la traducción).

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Con vestidos diferentes

16 marzo 2008 15:15

Como escribió Juan Ramón Jiménez (que de lectura sabía mucho): “En edición diferente los libros dicen cosa distinta”. Esta semana el New York Times presenta en el artículo Paperback Row, de Elsa Dixler, toda una teoría sobre las distintas ediciones en tapa blanda que están en el mercado americano: el trade paperback (más grande y más caro) y el mass market paperback, que es la edición de bolsillo más como se entiende en Europa. El primero está en librerías, y el segundo en grandes pilas en supermercados y tiendas diversas.

Para ello escoge el caso de Atonement, de Ian McEwan (Expiación en castellano), novela interesante por estar situada en la tierra de nadie entre la “literatura de calidad”y el best-seller, película incluida. La novela apareció en Estados Unidos en el 2002, en tapa dura, como es habitual. El trade paperback apareció un año más tarde, con cubierta, como vemos, en blanco y negro (que incluía una cita de una crítica de John Updike), a casi 15 dólares. El mass market paperback apareció en noviembre del 2007, un mes antes que la película, a casi 8 dólares.

El comprador de la primera, en una librería, adquirió sin duda el prestigio de la Literatura (con mayúscula), nombre del crítico incluido en la cubierta. El segundo, en el supermercado, compró “el libro de la película”, con promesas de pasión y color..

Así es el mundo editorial, así somos los lectores, y así son las obras literarias…

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Atlas de la primera imprenta

16 marzo 2008 13:13

Para explorar interactivamente sedes de imprenta, molinos de papel, ferias del libro, rutas y conflictos hasta 1500: The Atlas of Early Printing de la universidad de Iowa (vía Hispanoamérica Artes del Libro).

…Y este blog disminuirá su ritmo durante la semana que viene.

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