Lecturas pendientes

07 junio 2011 9:09

¿Por qué nunca acabamos de leer los e-books que tenemos? Llego a la respuesta a través de @JulietaLionetti, que recomienda un post de Wired: “5 razones por las que los e-books aún no están ahí“. Estas son las mejores (dice Julieta y comparto):

1) Un e-book inacabado no es un recordatorio constante de que hay que acabar de leerlo.

2) No puedes poner todos tus libros [electrónicos] en el mismo sitio: están dispersos por las aplicaciones a las que pertenecen, y estas pueden pertenecer a distintos dispositivos.

¡Exacto!: como prueba aporto mi propio rincón de “lecturas (digamos) profesionales pendientes” (el otro es la mesilla de noche). Estas pilas mudas están diciendo “¡Léenos!”, y lo seguirán diciendo…

7 comentarios

María Antonia de Miquel dijo...

Si es que donde esté una buena pila de libros… Aprecio mucho la comodidad del e-reader, y la facilidad para llevarlo conmigo, pero estoy de acuerdo: ahí dentro, los libros pueden acumularse y acumularse, y nunca tienes esa sensación de culpabilidad que te producen las pilas de libros no leídos. Por lo tanto, no los lees.

07 junio 2011 13:46
Gorki dijo...

Me superas por goleada. Mi despacho es una leonera, pero no alcanza el nivel de la tuya. Mis torres de papeles y libros a medio leer no alcanza los 20 cm. de espesor en ningún punto.

Centrándonos en lo difícil que resulta leer en el dispositivo e-book, opino, que la lectura de un libro necesita un cierto recogimiento, en mi caso, tengo que apagar la radio que como música/ruido ambiental me acompaña casi siempre, colocar correctamente la luz y estar sentado en un sitio cómodo. Así me sumerjo en una especie de estado semihipnótico que me facilita la indudablemente dura labor de recrear en mi mente, lo que el autor ha creado en su mente y transmitida en el texto.

Creo que el e-nook no es el dispositivo adecuado para leer textos pensados para libros y que solo actúa como sucedáneo del mismo, en circunstancias puntuales, como puede ser el viaje en transporte público, espera en el dentista y circunstancias similares.

Creo que al e-book se le deben suministrar contenidos específicamente pensados para el aparato, tanto en la longitud del mensaje, como en el lenguaje utilizado, (entendido por “lenguaje” lo que se entiende al decir “lenguaje cinematográfico”), asi como posiblemente haya diferencias en el tratamiento de los asuntos y la temática adecuada al medio.

Todos tenemos la experiencia de encontrar dificultades para acabar un texto de libro en un e-book, no reconocer que ese dispositivo no es adecuado para leer libros escaneados es absurdo.

07 junio 2011 14:21
Isabel dijo...

Últimamente me estoy volviendo una ludita, con permiso de Gorki.
Esa imagen se parece a mi habitación-estudio…El ereader es muy cómodo, sí, y es el futuro…pero…

07 junio 2011 19:41
Julieta Lionetti dijo...

Gracias por la mención, JAM.

Los que tenemos bibliotecas privadas (una costumbre de muy pocos siglos y reservada a una minoría muy minoritaria)las construimos también con los libros que imaginamos que algún día leeremos. Se incorporan libros pensando en una lectura futura; en un deseo antiguo no satisfecho; en la propia vejez, que fantaseamos vendrá con tiempo bajo el brazo. Los libros no leídos son connaturales a la idea de biblioteca. No es que nos causen culpa ni nos llamen, ¡es que están allí! Con el color de su lomo, su grosor, su tipografía. Y ocupan *un lugar*, por caprichoso que sea.

Son pocos quienes organizan la lectura de su biblioteca leyendo las fichas que la catalogan.

Las bibliotecas de anaqueles son palacios de la memoria. Recorremos sin intención sus baldas y, de pronto, un lomo nos trae el recuerdo vívido de por qué quisimos ese libro… y volvemos a quererlo.

Una base de datos es un fichero, capaz de recuperar todo, pero incapaz de desatar el proceso afectivo de la memoria humana.

Y un sistema de lectura (un software de lectura como el de Kindle o el de Nook)no es ni una base de datos ni un palacio. Allí naufragan nuestros deseos olvidados, porque nada nos desencadena el recuerdo por qué adquirimos tal o cual libro, que permanece escondido y eternamente ligado al proveedor del servicio, no a nuestra experiencia sensorial del espacio, guardián de la memoria del hombre.

Nuestros deseos olvidados son nuestros libros olvidados. En el anaquel tienen una segunda oportunidad, en el sistema lector, tal vez ninguna.

Nunca he sentido culpa por no terminar un libro. Los libros no están para ser “terminados”, “consumidos”. Son una compañía a lo largo de la vida.

Y es cierto lo del punto 2). Sería como tener los libros en diferentes casas, según hayamos comprado los anaqueles en Ikea o los hayamos mandado hacer a medida en caoba por el mejor ebanista de la ciudad.

Los ebooks están en pañales. Y los pañales están cagados.

08 junio 2011 02:40
Gorki dijo...

Me confieso de haber comprado libros, que luego ni siquiera he llegado a ojear y sé que no soy el único con ese defecto.

08 junio 2011 10:57
precarisimo dijo...

Una de las buenas cosas de la digitalización de los libros, es que abortará tanta literatura nostálgica sobre el objeto y sus (vamos a decirlo así) irradiaciones sentimentales.

En la nube, seremos libres, ¡al fin!, de la horrible manía del fetichismo… de la mercancía.

(Es broma, por supuesto)

09 junio 2011 03:17
jamillan dijo...

Precarísimo: con esas cosas no se juega…

09 junio 2011 11:08