Hacia el libro electrónico de calidad

08 noviembre 2011 12:12

#ebook #tipografía #calidad #editorial #agente #prensa
Dos post del excelente blog “Verba volant, scripta manent” inciden sobre el problema de la calidad tipográfica y editorial de los ebooks. El punto de partida es la nueva colección que ha sacado el diario La Vanguardia. El primero, “Ebooks de vanguardia” critica el excesivo analogismo de los primeros títulos, es decir, el hecho de que sean demasiado analógicos, poco digitales. Resumo los rasgos que se critican:

a/ Abigarrado: innecesariamente denso, apretado. [No] hay motivo para interlineados estrechos, títulos apretados, páginas estresadas.

b/ Plano: pese a contar con algunos enlaces internos, estos son insuficientes.

c/ Cerrado: ensimismado. Los enlaces al exterior están ausentes.

d/ Descuidado: en Viaje al corazón del hambre hay títulos al final de página, con su texto en la siguiente. Inexplicable. Inaudito. Cualquier editor imprime esto y sale despedido en globo al cabo de 5 minutos. […] Parece maquetado en Word, sólo que sin aprovechar todo lo que Word ofrece, que ya es decir.

e/ Poco riguroso: la edición del libro de Aldekoa decepciona en la cita de las fuentes. En un gráfico, en un dato, en un mapa, se limitan a poner Fuente: ONU. ¿Toda la ONU? […] ¿Por qué no se la enlaza?

En un post posterior, “Ebooks de Vanguardia, o para qué sirve un editor“, y gracias a los comentarios dce Mariana Eguaras (¡cuántas veces nuestros blogs se han enriquecido con aportaciones de los lectores!), añade:

a/ Ebooks de Vanguardia contaría con una web propia, no un espacio realquilado en la web de La Vanguardia.

b/ Los archivos en EPUB, PDF y MOBI llevarían, como mínimo, el nombre de la obra. ¿Alguien se imagina un libro de papel con las cubiertas mudas?

c/ Los textos estarían más pulidos y su hipertextualidad se hubiera mejorado mucho. Su diseño gráfico también sería algo mejor, más legible. También se hubieran introducido criterios de colección o, como mínimo, de familiaridad gráfica, ahora ausentes.

d/ El peso de los libros sería racional.

¿De dónde proceden todos estos males? De nuevo Verba… da en el clavo:

Han intervenido uno, dos o más diseñadores gráficos web. Han participado también unos cuantos tecnólogos. Pero no veo a ningún editor, a no ser que fuera un borde y no mereciera ningún agradecimiento. No hay nadie que se haya ocupado de trabajar el texto. Es cierto que está ya bastante pulido, pero el repaso y el enriquecimiento que unos ojos vírgenes pueden darle a una obra es el que ahora se echa en falta.

Aquí vemos claro qué diferencia una empresa perteneciente a la industria cultural de otra perteneciente a los envasadores de contenidos. La Vanguardia no ha puesto en marcha ninguna editorial. No hay ningún trabajo editorial detrás.

En estos tiempos en que los diarios, las tiendas web multiproducto, o los agentes literarios se hacen editores, conviene recordar algo que nuca debió olvidarse: hay un oficio editorial (que incluye una práctica de corrección), que tiene muchas décadas detrás. No está en juego sólo la belleza de la obra, sino aspectos clave de la ergonomía de la información textual. El libro digital no viene a simplificar las cosas, sino a complicarlas. Como prueba este post: “Proofing books in the digital age” (gracias, Silvia, Mario y Anónimos por señalármelo) que indica el complejo, y necesario, proceso que tiene detrás la creación de obras para muy distintas plataformas.

11 comentarios

Gorki dijo...

¡Vaya!, ne alegro que se rompa una lanza a favor de los editores. Mucha gente opina que el en el mundo digital no hacen falta.

Mi opinión es que siguen siendo imprescindibles para las siguientes misiones:

– Descubrir que escritores merecen ser ayudados en el trabajo de darlos a conocer al público.
– Cuidar la producción de su obra y la calidad de la misma
– Hacer llegar la obra producida al conocimiento del público
– Ante el autor, hacer de su sello editorial o de su colección, un marchamo de calidad, que ampare con su prestigio al autor desconocido del público
– Frente al público, ser avalista de la calidad del autor desconocido.

Como siempre, el problema es quien pagará su trabajo en un mundo en el que la copia digital, tiende a ser de valor cero.

08 noviembre 2011 12:31
Jaume Balmes dijo...

Como siempre digo, les hace falta un tipógrafo digital. Como diseñador tampoco estoy de acuerdo que un diseñador web debe haber hecho tal desporpósito, pues cualquier diseñador tiene formación e interés en aspectos que en estos ebooks se han obviado por completo. Como mucho debe ser un puñado de programadores que han aprendido a usar Indesign. Por cierto, estos epubs no pasan el epubcheck.

08 noviembre 2011 13:33
Bernat Ruiz dijo...

Hola,

Ante todo, muchas gracias a José Antonio Millán por los elogios, me he sentido francamente halagado. Gracias también por los enlaces.

Estoy de acuerdo con Gorki en la mayoría de valores que defiende, pero no estoy de acuerdo en que en lo digital el valor tiende a cero. Cierto que puede ser cero, pero no tiene por qué serlo. Hay mercado para libros de pago, otra cosa es ver qué tamaño tiene dicho mercado y cómo debe gestionarse.

En cuanto a lo que apunta Jaume Balmes: estoy de acuerdo en que un diseñador gráfico no tiene por qué haber sido el responsable del despropósito. No pretendía decir eso, sólo poner de manifiesto que no había editor por ninguna parte. Sé por experiencia que, demasiadas veces, por prisa, no se deja a los diseñadores gráficos hacer bien su trabajo, sea este en papel o en digital.

Lo dicho, gracias una vez más,

Bernat Ruiz
(scriptaverba)

08 noviembre 2011 21:40
Gorki dijo...

Como mucho debe ser un puñado de programadores@Jaume Balmes

Como antiguo programador protesto, ese despropósito solo puede haber salido del trabajo no supervisado de unos becarios.

08 noviembre 2011 22:41
César Barba dijo...

No sin cierto sonrojo porque somos nosotros mismos los editores, os recomiendo que miréis las guías de viajes en formato ebook de la página http://www.guiasecos.com. Pero es hemos mirado especialmente de buscar un diseño adaptado al formato digital. Luego solo se trababa de trasladar el contenido del papel (enriquecido) al ebook. Y como sabemos lo que nos ha costado y estamos contentos con el resultado me animo a sugeriros que le echéis una mirada. Allí mismo podéis hojear las guías. Ni que deciros que el trabajo está aún muy lejos de resultar rentable…, pero esta es otra cuestión.

09 noviembre 2011 10:56
Guillermo Schavelzon dijo...

Empresas que creen que el libro electrónico es un producto digital y no un libro, producen este tipo de desastres. Lo curioso es que sea una empresa periodística. Evidentemente, los libros electrónicos hay que dejaros para las editoriales… de libros de papel.

09 noviembre 2011 12:36
jamillan dijo...

Gorki: a cada uno lo suyo… El programador normalmente programa lo que se le encomienda. Pero la visión general en este caso tiene que tenerlo un editor… o un “editor digital”, como me he definido parte de mi vida, que trabaje con tipógrafos digitales (como Jaume Balmes) y diseñadores digitales.

César Barba: miraremos vuestra producción. En este sector nuevo tenemos que ir haciendo una recopilación de buenas (y malas…) prácticas.

Willie Shavelzon, en efecto: ¿qué tiene que ver una empresa periodística con los libros? Un libro no es un periódico más pequeño y con más páginas, aunque ambos puedan tener textos e imágenes…

Bernat: gracias a ti, por haber suscitado estos temas.

09 noviembre 2011 13:09
Mario dijo...

No es por incordiar, porque estoy muy de acuerdo, pero no creen que estas cosas que estamos comentando no las verán los lectores de los libros en cuestión?

09 noviembre 2011 13:18
Silvia Senz dijo...

Me encanta el comentario final de Mario. Porque tiene razón. Mi pareja se compró un Kindl; él es una persona más que cultivada, que vive con una profesional de la edición de textos que le ha comido insistentemente el coco con la defensa de la calidad. Bueno, pues no sólo está entusiasmado por poder leer en el cuerpo de letra que le plazca y en un soporte que no transparente, como según qué papeles, sino que le importan un comino perder, a cambio, calidad textual y (tipo)gráfica. Incluso cuando usa Calibre para ebookearse pdfs, no le importa lo más mínimo que aparezcan signos extraños en lugar de palabras, ni cortes donde no deben. No es el suyo un caso aislado, ni mucho menos. Y además, esta actitud se transmite intergeneracionalmente: mi hijo mayor también lee en el Kindl con igual impasibilidad ante el desastre gráfico.
Digamos que años de dejadez editorial y fraude al lector en la edición de libros han logrado rebajar tanto el nivel de exigencia en el lector, que ya da lo mismo aspectos formales que en otras épocas eran sacrilegio. El editor tradicional se ha cavado su propia tumba digital al privilegiar el lucro o la inmediatez y sacrificar la calidad. Es un vaticinio que llevo mucho tiempo haciendo, y ahí está: cumplido. Recuperar esa exigencia en los lectores va a ser difícil y además la mayoría de editores (viejos y advenedizos) no se tomarán la molestia de desandar el camino para poner en el mercado libros digitales de producción más elaborada y cara, porque si antes la calidad era competitiva y se sacrificó, ahora, que lo es mucho menos, más se va a obviar. Suerte tendremos si los originales se trabajan a fondo.
Perdoneu, però algú ho havia de dir.

10 noviembre 2011 14:25
Gorki dijo...

Cualquier tiempo pasado fue mejor.

Nuestra memoria tiñe de color de rosa los recuerdos. Sin embargo no es precisamente la calidad lo que caracterizaba las ediciones de los años 60, fecha de hace medio siglo.

Cierto es que había ediciones muy cuidadas e incluso encuadernadas en piel, como los clásicos de Aguilar, pero esa no era la norma de la mayoría de las ediciones escritas en un papel infame que amarilleaba rápidamente, con descuidadas tipografías, exentas corrección de errores y con infames encuadernaciones, con todo tipo de defectos, que igualmente hoy podemos encontrar en las ediciones descuidadas, pues también las hay que siguen siendo muy cuidadas.

Me gustaría que echaras una ojeada a la colección Austral, magnífica por los títulos que la componían, pero en ninguna forma un modelo de cuidada edición, o la colección de RTVE, intresantísma labor cultural desgraciadamente no repetida, nira tambien las novelas de ef ¡Ditorial Molino, o las novelas Mihura, Jardiel Poncela y otros autores de éxito del momento, o aun una popular colección de las obras de teatro que se estrenaban en Madrid, que se caracterizaban por su pequeño formato y por tener la tapa de un color detonante con e el título en letras muy grandes blancas que no recuerdo ya de qué Editorial eran. Con mucha frecuencia incluso había que cortar los cuadernillos con un cuchillo, porque había fallado el corte de la guillotina.

Por no hablar de los libros de texto, en los que hoy abundan en ilustraciones y más cuidadas tipografías que nada tiene que ver con los que yo estudié.

No, no todo lo pasado fue mejor, solo es nuestro recuerdo endulzado de melancolía que nos engaña.

11 noviembre 2011 00:17
Silvia Senz dijo...

Gorki: sí ha descendido el cuidado del producto, porque el cambio de sistema de producción y el ingreso de nuevos modelos económicos en el sector editorial lo propiciaron. Al margen de que es una vivencia común entre los que llevamos décadas trabajando en el control de calidad textual en editoriales –vivencia que hemos tenido oportunidad de comentar en foros y encuentros– la aceleración y sobreexplotación sectorial a costa de reducir procesos y costes es un hecho sobre el que han corrido ríos de tinta en todo el mundo occidental.

16 noviembre 2011 10:33