Aparece el informe sobre “Clubs y lectores en la enseñanza secundaria de Galicia”

09 junio 2019 13:13

Con la publicación del informe final (en borrador, pero muy completo: PDF castellano y gallego) culmina la investigación cualitativa comenzada hace más de un año en los clubes de lectura de la enseñanza secundaria de la Comunidad de Galicia, que he realizado para la Asesoría de Bibliotecas Escolares de la Consellería de Educación, Universidade e Formación Profesional.

Por resumir mucho la historia ( y dado que el informe completo está accesible): hace diez años empezaron las ayudas a la creación de clubes de lectura en el sistema educativo gallego, en estrecha relación con las bibliotecas escolares de los centros. Desde entonces han experimentado un crecimiento constante, del que dan fe los siguientes datos, referidos al curso 2017-18:

En el curso 17/18 se constituyeron 847 grupos, moderados por 628 docentes [estos no tienen ninguna retribución complementaria por su trabajo en los clubes]. El alumnado participante fue de aproximadamente 10.150 personas. Además hay que agregar 71 grupos de personas adultas que también formaban parte de los clubs de lectura. En total, los clubs de lectura vincularon a cerca de 11.000 personas.

Los grupos se reúnen fundamentalmente en horario no lectivo, en los recreos (132 clubs). Pero también son numerosos los grupos que se reúnen en horario extraescolar (102 clubs). Uno de los momentos más recurridos es el del mediodía, entre la clase de la mañana y la de la tarde, que permite al club comer y hablar sobre los libros. Pocos clubs utilizan el horario lectivo para reunirse: en la Hora de ler son 9 y en el horario de la materia, otros 9. Hay 19 clubs que se reúnen en otro horario.

En cuanto a la periodicidad, semanal (62), quincenal (54) y mensual (58) son las más recurrentes. Solo 9 se reúnen trimestralmente y otros 15 tienen otras periodicidades [Anexo: Informe clubs de lectura 17/18].

La preparación de los temas y lugares comenzó en febrero del 2018, y el trabajo de campo se llevó a cabo entre los mes de abril y junio del pasado año. Se escogieron clubs con trayectoria y con prácticas de calidad; con variedad geográfica y sociocultural: centros urbanos y de ámbito rural, de la costa y del interior, y de las cuatro provincias (véase el mapa superior). Tuvieron lugar 13 grupos de discusión (8 de estudiantes, 4 de adultos y 1 de coordinadores de clubs), implicando 9 centros de enseñanza. En los grupos se utilizó indistinta y espontáneamente, el gallego o el castellano (en los clubes se leen obras en cualquiera de ambas lenguas, y en algunos, también en inglés u otros idiomas).

Los grupos (de entre cinco y ocho personas cada uno) fueron conducidos por Julio Abalde y Eduardo Estévez sin presencia de los bibliotecarios o coordinadores de clubes. Cada reunión duraba entre hora y media y dos horas. Todas se filmaron (unas veinte horas en total), se transcribieron y se anonimizaron. La trancripción ocupó más de 190.000 palabras en total (aproximadamente igual a los dos primeros tomos de Harry Potter, por poner un ejemplo grato a los jóvenes lectores).

Frame de la filmación de un grupo (anonimizado)

Las intervenciones se repartieron luego por un árbol de temas, y los resultados se resumieron y por fin se procedió a la redacción del informe.

Como anticipo de las conclusiones, he aquí los párrafos dedicados a los estudiantes:

Una de las constataciones más importante ha sido percibir la estructura en red que guía la elección de las lecturas, saltando entre medios y soportes. Por ejemplo: una portada atractiva puede conducir a la lectura de un libro en papel, o la recomendación de un amigo llevar a la búsqueda de un libro en PDF. El circuito puede tener lugar íntegramente de forma digital: una recomendación de Wattpad puede llevar a la lectura en el móvil.

Además, estos circuitos pueden ser de ida y vuelta. La elección de un libro por la portada puede llevar a otros de la misma colección. Una recomendación de un miembro de la familia puede llevar a la recomendación a otro de sus miembros. El visionado de una película llevará a la lectura de un libro, que luego conduzca a otra película de la saga, y así sucesivamente. También se puede transitar de un elemento a otro, a través de distintos recorridos. Por ejemplo, la recomendación de un compañero puede llevar a leer un libro (en papel), que el alumno luego recomienda para su inclusión en un club, y cuya discusión en él conduce por fin a una consulta en Internet. Estudiando la vida de las lecturas en diversas comunidades surgirán sin duda nuevos circuitos, aún más largos y complejos.

Las obras impuestas por los currículos de las asignaturas de lengua y literatura, por el contrario, pertenecen a un circuito de una sola dirección: las “lecturas obligatorias” no parecen crear realimentación hacia otras lecturas de la enseñanza reglada, y de ellas tampoco parece pasar influencia alguna hacia otros entornos (ni se recomiendan a compañeros, ni se comentan en un aplicación…).

El papel del club de lectura aparece como central, por la cantidad de referencias a él que van surgiendo en cualquier esquina de la práctica lectora que ha aparecido en los grupos. Especialmente interesantes son, por una parte la adopción de estrategias de club de lectura en los intercambios privados entre estudiantes, y por otra parte la conceptualización del club como un lugar en el que se puede estar hablando como “en familia. Este movimiento de ida y vuelta de la esfera privada al club demuestra una profunda interacción entre ese apéndice del sistema educativo y la sociedad.

A través de las transcripciones de las intervenciones de los miembros de los clubes se ha dibujado un panorama muy rico. Destacaría, entre otras cosas, la sensibilidad demostrada ante el intercambio de opiniones, la capacidad de elaborar hipótesis y hacer valoraciones en los complejos movimientos transmedia, la sutileza en los juicios intersubjetivos, el conocimiento real de lo que ocurre en el circuito autor-editor-lector…

Pero quizás lo que llama más la atención es el comportamiento cortés y atento en los grupos, el respeto por la palabra ajena (en las antipodas de modelos socialmente extendidos, como las tertulias televisivas), la articulación de la expresión y el pensamiento. Estos clubes están formando lectores (aunque, como hemos visto, no sólo grandes lectores, fácilmente sumergibles en obras caudalosas), pero también están contribuyendo a formar ciudadanos críticos y civilizados.

Confío en que este estudio, y otros que sin duda seguirán, vayan contribuyendo a clarificar el papel central de la lectura y los clubes en la creación de hábito lector y en la formación de nuestros futuros ciudadanos…

 

 

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