Clubs de lectura

21 abril 2008 13:13


Hace pocos días estuve en Gijón (ciudad que no conocía), dando una conferencia sobre la lectura. La concejala de Cultura no acudió, porque había habido no-sé-qué con las listas electorales, y, claro, lo primero es lo primero… Me acogieron (y muy bien) los responsables de las bibliotecas municipales.

Cuando llegó la hora de la conferencia me dirigí hacia la sala, con esa mezcla de expectación y escepticismo con la que deben dirigirse hacia el ruedo los toreros que estrenan plaza. Al entrar, una primera sorpresa: la sala ?grande? estaba llena, con personas bastante variopintas. Empecé mi charla, y sentí en seguida que aparecía una corriente de interés entre el público. Dije lo que tenía que decir, y algunas cosas más que se me ocurrieron sobre la marcha, y al llegar al turno de preguntas empezaron a levantarse manos, y más manos… Dicen quienes intervienen en foros públicos que no hay preguntas absurdas, sino respuestas inapropiadas, pero debo confesar que el amplísimo abanico de cuestiones que se plantearon (sobre adquisición de la lectura, sobre velocidad y rendimiento de la misma, sobre su fomento y animación, etc.) era pertinente y apropiado.

Al salir de la sala, un par de horas después de haber entrado, pregunté a mi anfitrión: “Y esta gente que había, ¿quiénes eran?”. “La mayoría”, me contestó, “de los clubs de lectura de las bibliotecas”. Alguna otra vez me he encontrado con las actividades de estos clubs, y siempre me ha sorprendido ver lo que están consiguiendo. Hablé un poco con algunos de sus responsables: de ser una actividad en la que no creían especialmente, se ha ido convirtiendo en un importante eje de actuación. Sus normas de participación son un ejemplo de claridad y delicadeza para atraer lectores (por ejemplo la aclaración de que en el club “No es necesario ler en voz alta”). Algunos de ellos tienen incluso blogs complementarios.

Pero el aspecto más importante, a mi modo de ver, es que estos clubs están creando ciudadanos. El profesional o la trabajadora que levantaban la mano ante un auditorio numeroso para preguntar sin tapujos lo que muchos se preguntan (por ejemplo: ¿se leen realmente los críticos de libros todas las obras que se supone que se leen?) estaba haciendo algo muy importante. Estában aprendiendo a hacer un uso cívico de su voz para intervenir públicamente sobre un tema que les atañía. Y yo creo que esa toma de palabra es una consecuencia lateral, pero muy cierta, del ejercicio de crítica y diálogo que aprenden en sus bibliotecas.

Me he acordado de todas estas cosas leyendo este bonito post sobre clubs de lectura.

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2 comentarios

Garvin dijo...

Es bonito ver como se establecen clubs de lectura y personas de gustos similares se reunen para opinar sobre una misma lectura. De esta forma uno se enriquece, conoce otros puntos de vista, aprende a analizar algunas partes que él solo hubiera sido incapaz y sobretodo se fomenta la lectura.

21 abril 2008 13:43
Gonzalo («Darabuc») dijo...

Parte de la gracia está también en que coincidan personas no de gustos similares, sino distintos. Porque así, por simple reparto, uno se obliga a leer autores que el hábito no le lleva por sí solo a leer. O a salir de los géneros que más le atraen y, quizá, le atrapan. Esa es al menos mi experiencia personal.

21 abril 2008 19:13