Los que no leen

11 septiembre 2008 9:09


Marcelo Cohen, Donde yo no estaba, Barcelona, La otra orilla, 2008, pág. 407:

Cerré el libro, lo apreté contra mi pecho y me dio por pensar qué hacen con su ración de tiempos de espera los individuos que no leen.

Uh, los que no leen. Los he visto someterse al balanceo dictatorial de los tranvilianos y los trenes, mordisqueando un sanguchillo o sin mordisquearlo, la mirada largamente sorbida por el paisaje o el techo; los he visto rezongar en las colas de los bancos, las reparticiones públicas y los pasillo de los hospitalios; he supuesto no sin envidia que acaso son inmunes al aburrimiento, o que tienen una vida interior pletórica de historias autocontables, infinitamente recombinables. A mí la savia vital me la agota la poca acción que despliego, y esa poca acción quiere más movimiento, de modo que si debo permanecer quieto, o quiero, pronto me veo desmayando de esterilidad si las ocurrencias ajenas que contienen los libros no vienen a auxiliarme. En el yermo que soy cuando no actúo, todo muere menos mi vida, que entonces se las ve a solas con la espera. Los libros facilitan que el tiempo pase (creo incluso que es para imitar este efecto que escribo), por así decir, disfrazado.

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3 comentarios

Mafi dijo...

Siempre tendría que llevarse un libro, lo malo es cuando el que te estás leyendo pesa mucho… :)

11 septiembre 2008 11:25
Gorki dijo...

Pues en efecto cuando no leo conecto con una radio que tengo en el interior de mi cerebro que no cesa de contarme historias, sueños y anhelos…. Yo he leído mucho, por vicio, soy incapaz de ver algo impreso sin leerlo y por curiosidad, para conocer como eran otras vidas diferentes a la mía, pero nunca lo he necesitado para no aburrirme.

11 septiembre 2008 12:17
sfer dijo...

Siempre que voy al médico me sorprende, dadas las esperas de la sanidad pública, que la gente no se lleve libros, revistas, periódicos… Suelo ser la única que nada más posar mi trasero en el banco o silla correspondiente, saco la lectura del bolso. Nunca cometo el error de ir a una visita médica sin algo para leer. Se me podrá olvidar la targeta sanitaria, pero el libro o la revista, ¡jamás!

11 septiembre 2008 12:43