50 años (o así) de oficio editorial
22 febrero 2011 9:09
En el 2009 se festejó el cincuentenario de Anaya, y me pidieron una contribución al volumen colectivo El libro del 50. Así nació el texto “50 años (o así) de oficio editorial”:
Mi edad no me permite, francamente, tener cincuenta años de experiencia editorial, pero ustedes me disculparán la licencia… Allá por 1974, siendo todavía estudiante de la Facultad, hice mi primera traducción, precisamente para el Grupo Anaya. Gustavo Domínguez (que había sido mi profesor), me encomendó la versión española de Las lenguas y su enseñanza, de W.A. Bennett para Cátedra.
Y esa fue mi puerta de entrada en la edición. El primer contacto fructificó en otras traducciones y a partir de ahí —y salvados el inevitable remate de mi carrera y el casi más inevitable servicio militar— en 1977 empecé a trabajar en Editorial Fundamentos.
Etiquetas: Control de calidad, Editoriales, Grandes lecciones del pasado
10 comentarios
Una vida fascinante, espero que seas consciente de ello.
Un regalo para tu colección, me parce increible que no la tengas pues es conocida desde la antigüedad, a mí me la contó un tío abuelo mío hace ya medio siglo por lo menos.
“Dabale arroz a la zorra el abad”
Y um pueblo de nombre palíndromo “Polop” en la provincia de Alicante cerca de Benidorm
Precioso texto, José Antonio. Sólo el amor por el “oficio” (y lo pongo entre comillas, porque en realidad es toda una cultura) permite que quien dirige una mirada tierna y algo nostálgica sobre un pasado cuasiartesanal y ya irrepetible (y me atrevo a suponer que algo edulcorado en el recuerdo) sepa precisamente uno de los más avanzados batidores en el terreno aún inexplorado de la edición en la era de las nuevas TIC.
Sin embargo, en la entrada, que no en el texto en sí, aparecen un par de errores que llaman la atención porque pueden ser interpretados en clave freudiana. Por dos veces (en la entrada y en el margen del texto) pones 1999 como fecha del cincuentenario de Anaya, en ligar de 2009; y el enlace en “Anaya” no remite a la página web del grupo, sino a la de Editorial Fundamentos, en la que trabajaste antes, pero que nunca ha sido parte del Grupo Anaya.
Apasionante. Yo también he vivido esas drásticas transformaciones del quehacer editorial y me ha gustado mucho ver la experiencia de todo un sector reflejada en tu texto.
Un abrazo,
Mª Antonia
Gracias, Solitarius, por las correcciones a mis errores, no sé yo si freudianos, pero sí bastante curiosos…
María Antonia: !y tan drásticas!
Gorki: la zorra fue el primer palíndromo que oí también en mi vida.
Me han consultado distintas personas sobre la palabra ferros, que usaba en mi artículo. ¡Pocas cosas como la obsolescencia de nuestro vocabulario nos informan sobre el paso del tiempo…!
Ferro es apócope de ferroprusiato, para la RAE: “Copia fotográfica obtenida en papel sensibilizado con ferroprusiato de potasio, de color azul intenso, que se usó en la reproducción de planos y dibujos y en trabajos de imprenta”.
Con la debida precisión, dice José Martínez de Sousa en su Diccionario de bibliología y ciencias afines, Gijón, Trea, 2004, s.v.: “ferro: prueba del montaje de ófset obtenida con cianotipo”, y remite a prueba ozálida.
Dejo aquí una dirección URL donde los interesados pueden encontrar una ampliación sobre “ferro”:
http://www.glosariografico.com/ferro
…Y para quién se pregunte qué diantres será una “prueba ozálida”, parece ser un sinónimo de “ferro”. El exótico adjetivo (que no figura en el DRAE) viene del inglés “ozalid”que era en su origen una marca registrada para el proceso en cuestión. Véase Wikipedia: http://en.wikipedia.org/wiki/Ozalid_process
Y también una página de formación profesional con información al respecto y una imagen:
http://recursos.cnice.mec.es/fp/artes/ut.php?familia_id=5&ciclo_id=1&modulo_id=1&unidad_id=135&menu_id=1614&pagina=&pagestoyen=9&submenu_id=3899&ncab=4.1&contadort=23
Añado a las precisiones de José Antonio y de Solitarius sobre “ferros” y “ozálidas” una curiosidad: el primero solía uilizarse en las editoriales sitas e Madrid, mientras que para las barcelonesas “ferros” solía referirse a las estampaciones del lomo y cubierta (para las tapas duras, aquellas que iban recubiertas de geltex) y para las pruebas del interior se reservaba “ozálidas”.
Casi arqueología, oigan.
M.ª Antonia:
1.- ¡Precisiones diatópicas y todo! Deberían nombrarnos colaboradores honorarios del Diccionario histórico.
2.- Arqueología, hasta cierto punto. Quien tenga la curiosidad de seguir leyendo la página de F.P. a la que enlaza mi apostilla anterior podrá ver que, todavía hoy, a las pruebas de las páginas impuestas sobre papel con el formato del pliego de impresión, obtenidas mediante impresoras digitales de gran formato, se las denomina en el propio texto “ferros digitales”. Se trata, o casi, de una de las metonimias fósiles que le gustan a JAM, porque, como es obvio, el ferroprusiato no desempeña ya ningún papel (y nunca mejor dicho lo de “papel”).
Perdonad todos que siga desviando este hilo hacia mis manías lexicográficas.
Gracias, María Antonia (por sus precisiones) y Solitarius (por sus enlaces). Añadiré que el olor del ferroprusiato, si volviera a percibirlo sería mi magdalena de Proust profesional…