El teclado del iPhone, y otros maltratos a usuarios hispanohablantes

03 febrero 2012 11:11

Dios me libre de todo fetichismo de la ñ, esa letra que, por ser característica de nuestra lengua, se ha cogido como enseña de instituciones de difusión del español, de fundaciones de lo mismo, que da nombre a revistas a un lado y otro del océano, a restaurantes, servicios informáticos e incluso a un superhéroe. Esa letra a la que se ha llegado a calificar de “significativo e irrenunciable blasón” de España.

No: no soy fechitista de la ñ, y sin embargo, tengo que señalar que es una molestia que no aparezca en el teclado del iPhone que se puede comprar en Madrid o en Buenos Aires…

Voy a repetirlo: no aparece en el teclado del iPhone. Claro, claro (se me dirá): es que es un teclado hecho por una compañía extranjera, anglohablante… Pero resulta que es un teclado virtual; es un teclado de software, son sólo instrucciones para pintar líneas en una pantalla. ¿Por qué no se adapta a nuestro tipo de QUERTY? No estamos hablando de que los iPhone para España tengan que apartarse en la cadena de montaje y allí atornillarles una tecla más. No: son sólo instrucciones de software para un aparato que, en todo lo demás, maneja el español.

Esta carencia hace más molesta nuestra escritura, porque para conseguir la ñ hay que mantener pulsada la tecla de la n, hasta que aparecen las variantes ñ y ń (forma esta última que, al parecer, en polaco y otras lenguas representa el mismo sonido ñ). Entonces hay que deslizar el dedo hasta la deseada. Idéntico problema tiene el catalán con la ç, que debe buscarse a partir de la c.

Ocurre lo mismo con la apertura de admiración y de interrogación: deben seleccionarse a partir de sus respectivos cierres, porque tampoco aparecen en el teclado:

Cualquier usuario hispanohablante de teclados físicos en ordenadores sabe que para conseguir una vocal acentuada (á) o con diéresis (ü) debe pulsar dos teclas.  Pero es un disparate exigir lo mismo para signos como ñ, ¡ y ¿.

Nuestros caracteres específicos (entre los que se cuentan las vocales con diacríticos) no sólo provocan problemas en los teclados. Aunque técnicamente hace ya décadas que no deberían ser un problema, siguen provocando desajustes por todas las esquinas del mundo digital. Todos recibimos de vez en cuando correos en los que han desaparecido las eñes y acentos.Y lo mismo ocurre con SMS, o con lectores de RSS:

O los nuevos navegadores, que, como Chrome, no quieren reconocer la codificación de Windows que tienen muchos sitios web (entre ellos, ¡ay!, el mío [aunque estoy en vías de cambiar la codificación]):

O los desaguisados en la alfabetización, que afean las prestaciones de servicios por otra parte tan útiles como Delicious (véase la á alfabetizada después de la u):

Pero el desprecio no se limita a sitios web extranjeros: tenemos también casos en los que webs españolas maltratan a sus usuarios, impidiéndoles utilizar acentos, como este caso de la web de la SGAE:

Y siguen siendo numerosos los casos en que correspondencia de instituciones oficiales refleja que tienen sistemas que no están adaptados para el español.

Hace más de una década ya me quejaba de estas cosas en mi libro Internet y el español, y resulta enojoso tener que volver a mencionarlas…

“Editores avaros, despilfarradores y toderos”

01 febrero 2012 11:11

#lectura

Sin embargo, hay obstáculos que escapan a la voluntad del autor y que los editores colocan para que uno pueda leer confortablemente. Por fortuna ya pasaron las épocas experimentales de los pegantes de los lomos de los libros ─muchos recordamos tiempos idos en que las páginas se iban soltando a medida que pasaban─ pero sobreviven varias especies de editores entre las que recuerdo tres, a saber: los avaros, los despilfarradores y los toderos, todos expertos en hacerle zancadilla al lector vicioso. El avaro ahorra papel, el texto limita con el abismo donde acaba el libro, la caja es casi igual al formato, y la interlínea tan mezquina que la decisión de leer el libro debería ser consultada con el oculista. El despilfarrador es lo mismo pero al revés, el papel brilla tanto que ningún texto podría ser leído allí, el empaque es tan ostentoso que dificulta la manipulación y el contenido suele ser inferior a los lujos y excesos de la forma. Pero el peor editor es el todero. Porque el todero no sabe que existen diseñadores, expertos en tipografía, en fin profesionales que no intentan inventar lo que ya está inventado.

(Darío Jaramillo Agudelo, 1997)
Recopilación de José Antonio Sánchez Paso