El canon en la Ley del libro

24 enero 2007 10:10

El Proyecto de Ley de la lectura, del Libro y de las Bibliotecas está recibiendo la atención minuciosa de los blogs del sector, y con razón, porque afecta a un sector en constante movimiento, y en el que casi cada modificación tecnológica remueve las bases de prácticas comerciales y jurídicas arraigadas. Invito a leer las reflexiones de Joaquín Rodríguez y Txetxu Barandiarán que acabo de enlazar.

Pero ahora quiero centrarme en uno de los aspectos más dañinos y anormales de todo el proyecto de ley: el canon que fija para CDs y DVDs vírgenes, impresoras multifunción (fotocopiadoras), reproductores de MP3, tarjetas de memoria, y hasta móviles… (He aquí un buen resumen hecho por Darío Pescador). ¿Por qué?: porque son dispositivos idóneos para la copia no autorizada de material sujeto a derechos de autor. Y esto fue aprobado por unanimidad; como dijo Ignacio Escolar:

La crispación entre los principales partidos políticos ha llegado a un nivel intolerable, desconocido. Son incapaces de pactar cuestiones básicas, como el modelo de estado, la ley de educación o los planes sobre vivienda. ¿Todo está perdido? No. Hay algo en lo que casi todos los partidos del arco parlamentario sí han sido capaces de ponerse de acuerdo, pese a que se trata de una decisión tremendamente impopular. Casi todos han aparcado sus diferencias para aprobar el canon, ese impuesto privado que pagamos con cada CD virgen, con cada DVD grabable y, ahora, también con cada reproductor de MP3 o con cada móvil con música.

El canon lo paga no quien más copias ilegales hace, sino quien más tiene necesidad de copiar, con lo que se da la paradoja de que el mismo Estado, obligado por ley a grabar los juicios, es uno de los máximos pagadores del canon, como recuerda hoy Javier de la Cueva:

En la actualidad y en virtud de la vigente Ley de Propiedad Intelectual, cada juicio que se celebra en nuestro país paga canon puesto que es obligatorio grabar las vistas orales en formato audiovisual. Pero no sólo pagan canon los juicios sino toda la actividad estatal cuando se soporta en CD o DVD virgen.

La recaudación del canon las hacen las sociedades de gestión, entidades privadas, cuyo reparto de la recaudación entre sus miembros ha sido objeto de muchas críticas. Continúo citando a de la Cueva:

Desde un nacimiento del derecho que pudo ser justo, el canon ha devenido un robo del derecho de los autores no asociados a las entidades de gestión, autores que como no son socios nunca cobrarán el importe que les corresponde, importe por otra parte imposible de calcular para nadie: el reparto del canon se realiza en función del número de ventas que realiza un autor, presumiéndose que los que más venden son los que más pierden por copias privadas, por lo que son los más indemnizados.

Baste un ejemplo para demostrar el sofisma: un catedrático que no vende un solo libro porque sus alumnos lo fotocopian y se lo pasan entre sí, debiera ser el más indemnizado pero como no vende, no recibe compensación alguna.

Bajo la apariencia de compensación digital recaudada de forma no transparente a través de entidades de gestión en la que los autores no tienen voto (únicamente 5.000 de los 85.000 socios de la SGAE pueden votar), lo que se está haciendo es subvencionar a unas entidades no democráticas y que fundamentan la ausencia de voto de los autores con los mismos argumentos que los del voto censitario del siglo XIX: si no tienen fincas, no pueden votar.

Por otro lado, la voracidad recaudatoria puede no tener límites: ya se empezó a hablar de gravar también los discos duros y a las conexiones ADSL…

El canon nació ligado a soportes analógicos, como cassetes, pero ampliarlo a toda una serie de medios digitales conduce al absurdo, y por tres motivos. En primer lugar, la flexibilidad de la tecnología digital hace que sobre el mismo soporte se pueda grabar música, texto, programas, fotografías, películas, juegos… incluyendo los que produce el propio usuario (y por los que por tanto no tendría que pagar compensación alguna). En segundo lugar, el ciudadano de a pie, y no sólo el profesional de la informática, es hoy día también autor: de fotos, películas, etc., y es absurdo que se le penalice por guardar sus obras. Y en tercer lugar, una gran cantidad de obras de todo tipo hoy circulan sujetas a una licencia Creative Commons (o similar) que permite su copia y distribución libre (por ejemplo, sin usos comerciales): la acción de quienes distribuimos material con licencias abiertas ¡está conduciendo en la práctica al enriquecimiento de los artistas que más venden!

Recuerda Darío Pescador que

las credenciales de los diputados españoles en la sociedad de la información son escasas. En un estudio de la Universidad Complutense de 2005 se pudo comprobar que, a pesar de que el 87% de los diputados disponían de una cuenta de correo electrónico institucional, sólo el 17% respondía cuando se le mandaba un mensaje.

Legislar sobre lo que no se conoce bien, consultando imperfectamente a las partes implicadas, y resolver en favor de los lobbies más poderosos en contra del desarrollo de un país que se está convirtiendo casi exclusivamente en un consumidor digital, éste es el resumen de lo ocurrido.

No hace falta añadir mucho más: ¡todos contra el canon!

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2 comentarios

Sheridan dijo...

Pagar un canon por los libros ya me parece excesivo… no se donde vamos a llegar. Animo y gracias por el articulo !

03 junio 2008 13:40
Tribal dijo...

Esto de los cánones que se están sacando de debajo de las piedras nos va a terminar cansando. Siempre van a querer sacarnos algo si no ponemos medios…

03 junio 2008 13:42