La lucha contra el Tiempo

09 noviembre 2007 19:19


Cuando viajo y me enfrento a la elección de algo para leer en el avión, entre la oferta del kiosko escojo casi siempre The Economist. Andando el tiempo, he visto que mucha gente por la que tengo aprecio intelectual hacen lo mismo, incluidas personas que, como yo, no están ni en el mundo de los negocios ni en el de la política internacional que parece el tema central de la revista.

Pues bien: aparentemente una gran parte del público está apreciando la mezcla de claridad, calidad periodística e interés que presenta The Economist, porque, en un universo de ventas decrecientes de la mayoría de las publicaciones, siguen aumentando su difusión.

Esta semana Mediabistro ha presentado una entrevista con el Editor In Chief de la revista, John Micklethwait. A continuación extractamos sus declaraciones. De entrada, la publicación se reconoce plenamente inmersa en la economía de la atención:

Nuestro principal competidor es el tiempo [time]; no la revista [Time], sino el tiempo de la gente. La gente, sobre todo el tipo de personas que tienden a comprar The Economist, tienen una vida muy ocupada. Estás tratando de colarte en su vida, y tienes que hacer que eso les merezca la pena.

Tal parece que además del éxito de ventas, The Economist lo está haciendo bien en Internet:

Un aspecto de laInternet donde lo hemos hecho realmente bien es en audio. Hemos descubierto que el audio funciona especialmente bien para nosotros; nuestro podcast semanal ha tenido mucho éxito . Y además de eso ?y creo que somos los únicos en el mundo que lo hacemos?, ahora ofrecemos una versión audio completa del The Economist por línea. Puedes escucharlo todo leído por locutores de la BBC. Es una forma de acostumbrar a la gente a usar The Economist de modos diferentes: gente que hace jogging, gente que va en coche, gente que está cocinando, gente que está en el gimnasio.

Un par de ejemplos de sus podcast: una entrevista sobre la tecnología en India y China, y un resumen semanal (por cierto, con patrocinio).

Un aspecto muy curioso de The Economist es que sus artículos sobre acontecimientos en todo el mundo no están firmados (hecho antes frecuente en la prensa anglosajona):

Somos realmente los únicos que seguimos esa tradición de no incluir los nombres de los corresponsales y [risas] vemos con envidia a esas publicaciones que tienen grandes fotos de periodistas de cincuenta años mirándote desde sus columnas. […] Tiene que ver con la forma en que trabajamos; hacemos un esfuerzo en colaboración, de modo que si alguien manda algo desde Nigeria, y luego aquí alguien quiere cambiarlo, el hecho de que sea anónimo quiere decir que se puede cambiar, hasta el extremo de disentir de la pieza original, lo que resultaría mucho más duro para el autor original si su nombre aún estuviera allí. […] Y es bueno porque puedes concentrar un montón de cerebros sobre un mismo tema.

Etiquetas: , ,

Los comentarios están cerrados.