Dos cubos de letras

02 octubre 2006 8:08

Fotografía, Rafael Millán

El último número (34) de Vasos comunicantes, revista de la Asociación Colegial de Escritores, Sección Autónoma de Traductores de Libros, recoge un artículo sobre “Los sistemas de cómputo y el rendimiento del trabajo de traducción en el sector editorial”, por Carlos Milla y Marta Pino (aunque los numeros de Vasos comunicantes.están colgados en la web de la Asociación, éste todavía no lo está). Hay que comenzar por explicar que en las tareas de la edición siempre ha habido que medir el texto: por ejemplo, en la imprenta manual se calculaba la extensión de cada parte de una obra para poder repartir la composición y la tirada entre varios equipos. En el caso de ciertos autores, su remuneración también dependía de la extensión de la obra: los escritores de novelas populares, o los colaboradores de obras de referencia como enciclopedias, cobraban según el tamaño de su original. La unidad de medida era el folio, o página mecanografiada, y precisamente este hecho (junto al deseo de facilitar la lectura) es lo que hizo que las novelitas del Oeste y otros géneros populares abundaran en diálogos y sucesiones de párrafos de una sola frase.

Pues bien: los traductores también cobraron siempre por folio, medida que llevaba décadas identificada como la página mecanografiada de treinta líneas por setenta espacios. Sin embargo la llegada de los programas de procesamiento de textos hizo que las obras no se entregaran ya en papel, sino en un archivo del programa correspondiente, y a algún genio ahorrativo de alguna editorial se le ocurrió que la tarifa pasaría de los XX euros por folio a XX euros por cada 2.100 caracteres (letras y espacios) o por cada 330 palabras. Lógicamente, y dependiendo del género traducido, el folio, con sus diálogos y puntos y aparte, no está nunca completamente cubierto de letras. Milla y Pino han pedido muestras de traducciones a sus coasociados, y han estudiado la merma en ingresos que supone esta forma de cómputo:

Según la muestra en que se basa este estudio […] la conversión del cómputo de folios al recuento de palabras supone un 77% de casos de pérdida, un porcentaje máximo de pérdida del 20% (con casos residuales del 25%-30%) y un promedio de pérdida del 11%.

Según calculan los autores, un traductor con cierta experiencia y trabajo continuado perderá por esta forma de aplicar la tarifa más de 3.000 euros anuales, mientras que un editor que publique 40 traducciones al año, puede ahorrarse hasta 24.000 euros en ese periodo de tiempo…

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2 comentarios

Silvia Senz dijo...

Ocurre lo mismo con todos los demás cómputos editoriales: sólo los editores con oficio y tradición siguen contando manualmente, mediante promedio de matrices ((que no caracteres) por línea, multiplicado por número de páginas impresas (esto es, tomando las páginas cortas como páginas enteras). Esta práctica había sido siempre una medida compensatoria por las bajas tarifas de traductores, redactores, correctores. Se pierden los oficios y las buenas maneras…

02 octubre 2006 10:01
Anonymous dijo...

Hace unos meses estuve haciendo una traducción. Saqué la cuenta, y la señora de la limpieza gana lo mismo en el mismo tiempo. Contado así, justa indignación del traductor.Pero resulta que la traducción le va a costar al editor entre 3.700 y 4000 euros. Tanto como el papel más la impresión, si la tirada es corta. Para sólo recuperar la inversión, sin tener en cuenta los gastos fijos, la promoción, la compaginación, etc., el dicho editor debe vender 1500 ejemplares, lo que en España no es nada fácil hoy en día. Entonces, el editor también tiene razón.Detesto las reivindicaciones de los colectivos agremiados o colegiados, porque hacen una lectura deformante de la realidad. Para que sus reivindicaciones fueran justas, deberían estudiar el salario mínimo interprofesional en España, que es de 540 euros, por debajo de Grecia y sólo por encima de Portugal. Es un tercio del salario mínimo interprofesional de Francia y algo menos del de Alemania. Entonces, no es sólo el trabajo intelectual el que está mal pagado en España. Por otro lado, Catalunya (desde donde escribo) está por debajo de casi todas las comunidades autónomas en salarios, que un médico de la Seguridad Social gana casi el doble en Andalucía que aquí. Entonces, la lectura empieza a cobrar sentido. Porque la reducción escandalosa del precio de trabajo empezó en los últimos años de González, se comprimió de manera aterradora durante los años del PP y, de momento, ZP no piensa hacer nada al respecto. Mucho matrimonio homosexual para ir de progre, pero su política de reparto de la renta es de derechas. El beneficio de las empesas de producción se ha reducido de un 23 % a un 3,5. Ganan los bancos y los promotores de viviendas en secanos. La pasta negra es la pasta gansa.Si los traductores tomaran todo esto en cuenta, entonces serían dignos de ser escuchados. De lo contrario, no es una reivindicación sino una pataleta. Y estoy harta del país de los cabreados. Todo el mundo va con cara de oler mierda, pero actuaciones serias que canalicen el cabreo no hay por ningún lado.Y además, el sector de la traducción está lleno de gente que aprobó su First Certificate, nunca lee nada, no sabe escribir castellano y domina muy mal la lengua de partida. Muchos, cuando se enteran de que quien les encarga la traducción sabe inglés (o francés, o italiano o lo que fuere) rechazan el trabajo con excusas. Es un tema complicado.jybaro

18 octubre 2006 11:44