El libro como prestigio

14 octubre 2007 11:11


El reciente mensaje del Mariano Rajoy, secretario general del partido de la oposición en España, el PP, ofrece una puesta en escena que merece (al menos desde la perspectiva de este blog) un pequeño análisis. Se ha destacado que todo el encuadre refleja la parafernalia con la que se adornan los mensajes de la jefatura del Estado o del Gobierno, pero más a nuestro favor: el uso que vamos a examinar no es sólo el de un político que aspira a ganar las próximas elecciones, sino todo un rito propiciatorio que copia los usos de quienes están ya en el poder.

¿Y cuáles son estos? De entrada, el gesto grave y la corbata al cuello de aquellos en quienes se puede confiar: la efigie personal ocupa un tercio de la imagen. La bandera nacional llena otro tercio. Hay 1/6 residual, pero dominado por fotografías enmarcadas, que podemos adivinar con la imagen del protagonista acompañado por dirigentes hispanos o internacionales. Y por fin llegamos donde queríamos: 1/6 de la imagen la ocupa una estantería con libros.

¡Qué curioso! Podía ser un receptor de televisión, ese medio que preocupa tanto a los políticos que no han encontrado ellos, los de ninguna opción, un momento para crear el estatuto de una auténtica televisión pública, que no esté al servicio del partido en el poder. Podían ser un montón de periódicos, porque sabemos que la primera preocupación de sus gabinetes, aun de madrugada, es ver qué dicen de ellos y de sus contrarios. Pero no: libros.

¿Y qué libros son estos? Las encuadernaciones de presunto cuero, la uniformidad de los tejuelos, los estampados en oro nos hablan o bien de una colección de textos (¡legales, claro!) encuadernados de encargo, o bien, o bien… (vacilo al decirlo) son… ¡una enciclopedia! Tengo varias en casa con ese aspecto.

No son, reconozcámoslo, libros destinados a ser leídos. Son libros que emiten un mensaje: yo respaldo a mi dueño. Si en un momento dado, en medio del discurso, él quisiera comprobar la fecha de un decreto-ley, los hitos de un reinado, se giraría en el asiento, cogería el tomo en cuestión, y todo el saber atesorado por las décadas pasadas, encuadernado en vaca muerta, estaría a su disposición. Claro, tal vez podría ocupar ese lugar de apoyo la pantalla de un ordenador (promesa, no ya de unos pocos cientos de páginas, sino de millones), pero, ¿tiene glamour?, ¿reluce con el cuero y el oro? No.

Sabemos que la política actual es una ciencia del espectáculo. Estamos dispuestos a traficar con símbolos, porque somos animales simbólicos, pero los que usan dicen mucho sobre lo que ellos, los emisores, piensan sobre nosotros, los receptores. Y estos señores piensan: “¡Toma ya librote!, ¡te vas a enterar…!”

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9 comentarios

procopio dijo...

correcto: casi lo más importante del video son los libros. correcto, no son libros para leer, como los que a veces aparecen en alguna locución de Mr. President Bush jr.pero Rajoy en efecto es opositor, es la oposición, y está opositando. quiere decir que está, siempre lo ha estado, preparado.saludos.

14 octubre 2007 14:39
Anonymous dijo...

Yo tengo otra teoría: todo lo que dice es cierto, pero además, es que los libros son falsos.

14 octubre 2007 15:18
Saturnino dijo...

Glorioso: nunca podré volver a ver los libros de fondo de un discurso sin que me dé la risa.

14 octubre 2007 16:02
Anonymous dijo...

No son libros falsos. Son repertorios jurídicos de la revista “La Ley”, normales en muchos despachos de abogados.

14 octubre 2007 19:38
Federico dijo...

Mmmm… Parece que a los abogados les gusta ostentar librotes. Pero conjugando las tesis de ambos Anónimos: podrían ser pseudorevistas La Ley, o sea, carcasa con lomos e interior hueco.

14 octubre 2007 20:04
José Antonio Millán dijo...

Gracias al Anónimo segundo, que confirmaría así la primera de mis hipótesis. Si algún abogado (o pariente) tiene a mano una fila de tomos de La Ley con la misma encuadernación de la de Rajoy, si es tan amable que me envíe una foto, aunque sea de móvil, a portada[ese signo que parece una ensaimada]jamillan.com.

14 octubre 2007 20:10
Morfeo dijo...

Ya ya… Un registrador de la propiedad está desnudo sin su La Ley.

15 octubre 2007 16:21
Raúl dijo...

jajaja, genial este análisis sobre la alocución de Rajoy. Había leído otros, como muy graves y así, pero ninguno tan bueno, je, y encima tratando sobre libros. En fin, yo lo único que hecho en fallta son algún que otro título académico y una foto del jefe del Estado (Aznar… digo… el Rey…)

15 octubre 2007 22:58
Anonymous dijo...

Sea su contenido la revista La Ley, páginas de una enciclopedia en desuso o páginas en blanco, esos libros funcionan como “libros en una estantería” (estuve a punto de escribir “como ornamentos”, pero daría la sensación de gratuidad y, como queda dicho en el análisis de JAM, no es, precisamente, “gratuita” su presencia ni su disposión espacial). “Libros en una estantería”, están ahí para prestigiar a su dueño, nada más. Los libros, en especial los encuadernados en cuero y con dorado en el lomo, tienen ese poder y esa función: dan prestigio. Pero este prestigio ¿de dónde viene? ¿de su contenido? (¿no era que no importaba su contenido?) ¿de la encuadernación misma? Ya lo dijo Bart Simpson, no me acuerdo en qué capítulo: “si está en un libro, debe ser verdad”.

20 octubre 2007 04:19