El archivo de A. A. Knopf

09 septiembre 2007 9:09

1526 cajas constituyen el archivo de la editorial norteamericana Alfred A. Knopf entre 1873 y 1996, que custodia el Harry Ransom Humanities Research Center de la Universidad de Texas en Austin.

Entre otras joyas de la historia cultural e intelectual del periodo, están los informes y las cartas de rechazo de originales, sobre las que hace un reportaje David Oshinsky en el New York Times; “No, thanks, Mr. Nabokov“. Por ejemplo, el informe que calificaba de

aburrido registro de típicas minucias familiares, molestias triviales y emociones adolescentes

al Diario de Ana Frank (rechazado por otros 15 editores antes de su publicación en Estados Unidos, todo hay que decirlo). No se libran de juicios de este estilo Jorge Luis Borges (“completamente intraducible”), Isaac Bashevis Singer (“Otra vez Polonia y judíos ricos”), Jack Kerouac (“Su prosa frenética y mezclada expresa perfectamente los viajes enfebrecidos de la Beat Generation. Pero, ¿es eso suficiente? Creo que no”) y la Lolita de Vladimir Nabokov.

Es fácil escandalizarse por estos rechazos, vistos en el pasado, pero el negocio editorial tiene esos riesgos, aunque nuestro rechazo más famoso, el de Cien años de soledad, parece ser sólo un bulo.

Lo que es realmente escadaloso es que esta posteridad de investigación sobre un sello editorial (y por tanto, sobre la cultura de la época en la que tuvo su actividad) está negado, salvo excepciones, a las editoriales españolas e hispanoamericanas, cuyos archivos están condenados (¿irremediablemente?) a ir a parar a un vertedero.

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2 comentarios

jincho dijo...

Al hilo del lamento de tu última frase, no me puedo resistir a contar una pequeña historia personal. Debió ser hacia 1973 ó 74, de visita familiar a Barcelona, tuve la oportunidad de visitar con mi abuelo un auténtico cementerio de libros. O mejor, un vertedero. Si, era un vertedero, donde habían ido a parar los restos de un incendio, nunca he sabido si era de una editorial ó un almacén. Amontonados de cualquier manera, había cientos, ó tal vez miles de libros, la mayoría de Instituto Gallach, algunos con puntas quemadas, otros mojados, pero la mayoría estaban en buén estado, incluso en muy buén estado. Yo tendría 10 años, y mi abuelo me dijo que cogiera los que quisiera ( No eramos los únicos allí), con la doble condición de que pudiéramos llevárnoslos y de que me comprometiera a leerlos. Creo que cogí 12, de los que aún conservo algunos, por ejemplo “Guerra y Paz”, una “Historia de Roma y de Grecia”, “Novelas ejemplares”, y del Instituto Gallach dos tochos de Ciencias Naturales, uno de Geología y otro de Biologia. Creo que quizás me quede algún otro por ahí escondido. Gracias, abuelo.Saludos.

10 septiembre 2007 00:18
FranciscoJ dijo...

El rechazo de un libro que luego se populariza engorda notablemente la mitomanía sobre ciertos escritores; eso gusta mucho a los medios de comunicación, para contar historias imposibles de gentes hechas a sí mismas (aparentemente).Hoy sin embargo, creo que el vertedero de los libros está en la producción de ejemplares por motivos distintos al de la creación artística o académica, sino libros para el consumo masivo, como si fueran chicles de sabores, sabores sintéticos.Enhorabuena por el blog y el sitio web, son fantásticos. Un cordial saludo.

11 septiembre 2007 18:38