Bellas encuadernaciones

04 septiembre 2007 20:20


De la base de datos de encuadernaciones de la Real Biblioteca, este ejemplar neoclásico de Hommages aux demoiselles / redigée par Mme. Dufrenoy (París, 1820).

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La digitalización como preservativo

04 septiembre 2007 9:09

A través del comentario de un lector de este blog llego a un artículo en El País del domingo (“No toquen el incunable“, subtítulo “La digitalización de fondos podría prevenir los robos en la Biblioteca Nacional”). Al hilo del reciente robo de unos valiosos grabados contenidos en un libro de esa biblioteca, la autora se pregunta algo que, según ella, ronda “por la cabeza de muchos [¿cuántos?] expertos [¿en qué exactamente?]”, aunque tampoco se diga quiénes son:

¿Es sensato prestar estas reliquias a la gente, por muy investigadora que sea, cuando está demostrado que no es posible velar por su seguridad al cien por cien? […] ¿No sería más sensato concentrar las energías en digitalizarlo todo y permitir las consultas sólo en este soporte?

Bueno: por la misma regla de tres habría que desaconsejar el sexo (que nunca tiene “seguridad al cien por cien”), sustituyéndolo por el uso de webcams; etcétera, etcétera…

La alianza de las nuevas tecnologías, la ignorancia y el papanatismo está dando resultados espectaculares, por lo que hay que apresurarse a decir que la consulta de la obra original es con frecuencia insustituible, por muchas razones. La primera es que la digitalización sólo recoge parte de la esencia de la obra: por ejemplo, los elementos materiales, desde el tipo de encuadernación hasta la composición en cuadernillos no los recoge la imagen digital. Luego: las reproducciones tienen con frecuencia errores. Francisco Rico describió en facsímiles impresos del Quijote cambios respecto al ejemplar original, y se han señalado con frecuencia problemas en el control de calidad de facsímiles digitales.

Hay un debate paralelo:

¿cómo gestionar la institución?, ¿con una política de puertas abiertas, ausencia de controles, con todos los riesgos que eso representa, o con una política de rigor, primando la seguridad?

No sé, no sé: se puede tener una política de puertas abiertas (ahora veremos qué significa esto) y aplicar controles: no es contradictorio…

Porque, se nos dice, hay libros que son

joyas que se encuentran a disposición de cualquiera en posesión de un carné de investigador de los que otorga la biblioteca con cierta facilidad

¡Ajá! El problema es que se deja entrar a cualquiera, ¿no? Me gustaría saber, de los robos detectados desde hace décadas en la Biblioteca Nacional y otras instituciones, cuántos son atribuibles a miembros eminentísimos de claustros universitarios (a los que, supongo, y para la periodista, no se debería negar el preciado carnet) y cuántos a esa otra gente que accede “con cierta facilidad”. Me juego una ronda de cervezas en el Café Gijón, sito al lado de la benemérita institución, a que hay más catedráticos chorizos que cualquier otra categoría…

¡Por favor!: no estamos promoviendo la digitalización para que se cierren de nuevo las bibliotecas como en el Medievo, sino para abrirlas. Que cualquiera que demuestre un interés legítimo en la consulta directa de cualquier obra, pueda acceder a ella, aunque no sea profesor de una universidad (cuyos procesos de selección, por cierto, no parecen garantizar automáticamente una gran calidad científica y moral).

Y luego, hay sencillísimos procedimientos de control (como examinar cuidadosamente las obras valiosas prestadas, en el momento de su devolución, y en presencia de quien las acaba de usar). Cinco minutos de trabajo especializado que pueden ahorrar muchos disgustos…

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El futuro de la crítica de libros

01 septiembre 2007 13:13

Un rescate de uno de los posts que se me acumularon en el verano. Un extenso artículo en Tecnocidanos, El giro amateur. Recomiendo su lectura íntegra.

Comienza por comentar el reciente libro de Andrew Keen, The Cult of the Amateur: How Today’s Internet is Killing our Culture and assaulting our Economy, una crítica prejuiciosa contra todo lo que la Internet está haciendo en el terreno de la cultura y de la información: la acusación es que la Red está destruyendo negocios legítimos y los sistemas tradicionales, más fiables que sus equivalentes en Internet.

A continuación se pasa revista a la situación concreta en las reseñas de libros: una serie de medios norteamericanos están suprimiendo las secciones de crítica:

Hace unas semanas, The Atlanta Journal Constitution decidió cancelar la sección de crítica de libros dado que la gente parecía más proclive a dejarse orientar por lo que encontraba en la red que por lo que decían sus críticos (profesionales).

Llovía sobre mojado, explica Art Winslow en The Huffington Post, porque son muchos los periódicos (Los Angeles Times, San Francisco Chronicle y Chicago Tribune, entre otros) que están revisando su estructura y suprimiendo o reduciendo la extensión de las secciones tradicionales. La reacción no se hizo esperar y el National Book Critics Circle, la organización que agrupa a los críticos profesionales, comenzó a publicar un blog Critical Mass y promover una campaña en defensa de la crítica de libros.

¿Sustituirán las recomendaciones y análisis en red a sus equivalentes profesionales? ¿Deberían reaccionar los medios clásicos, o están haciendo dejación de responsabilidades? Por supuestísimo, continuará…

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