(Sigue todo el rato). Bueno: llegó la hora de la verdad; un ejemplar de Nueve veranos ha llegado por fin a mi casa, en un plazo razonable. Abriendo el paquete me entero por qué: el libro que he comprado a Lulu (empresa americana) me lo envía Lulu Londres, desde una empresa sevillana, Publicaciones Digitales, S.A., o sea: Publidisa (que supongo que es quien lo ha producido). ¡Esto es globalización!
El libro, en rústica, 184 págs., 15,6cm x 23,4cm, tiene la calidad de impresión y encuadernación que ya vienen siendo habituales en las plantas de impresión bajo demanda: bastante buena. Quiero decir: parece un libro de verdad, es un libro de verdad. Si uno además ha respetado (en la medida de lo posible) los buenos hábitos de los buenos libros en lo que toca a márgenes y proporciones, se encontrará con un objeto absolutamente respetable, de modo que puedo declarar que Nueve veranos ya es un libro.
Aunque nunca un libro perfecto, claro… Un estudioso del siglo XVII llamó a la imprenta (entendiendo por tal la suma de lo que hoy sería la editorial más la imprenta propiamente dicha), “oficina de los errores”. Y efectivamente: aunque mi libro estuvo mirado y remirado, y yo mismo he sido corrector de pruebas (aunque hace muchos años, ¡ay!), aún se han colado algunas imperfecciones. Éstas, sin embargo, no empañan la edición, por lo que la he puesto a la venta.
Pero mientras tanto iré haciendo algunas correcciones de diseño y ortotipografía. Como ya dije, este libro está desde hace tiempo disponible y abierto en la Red, y precisamente por eso ya ha habido quien lo ha leído, y precisamente una de sus lectoras (profesional del tema, y que me señaló algunos errores) está haciéndole una revisión. Pues bien, Lulu exige que se compre al menos un libro de la obra cada vez que se hagan modificaciones, de modo que la edición revisada tardará algo más. De hecho, creo que una de las fuente de ingresos de Lulu deben ser las ventas ejemplar a ejemplar a los autores picajosos, que no cesan de introducir modificaciones…
Nueve veranos ha engrosado el conjunto de 67.000 títulos que la tienda de Lulu ofrece entre varias lenguas (supongo; el buscador prioriza los resultados en español, pero hurgando un poco en seguida salen también en inglés). Lamentablemente, está en la categoría más poblada, “Literatura de ficción”, que junto con Poesía, Negocios y Religión ocupan casi un tercio de la oferta.
Su precio se construye así: 11,97$ de producción más 3$ (que es el beneficio que me marco), más la comisión de Lulu, que es de 0,75$ (el 20% del royalty que fije el autor). El total son 15,72 dólares, equivalente a 12,16 euros. Los derechos que he escogido son, por tanto, el 19% sobre el PVP. Podía haberlos fijado mayores, pero bueno: este margen (entre el doble y el triple de lo que obtiene un autor de su editorial) puede servir para el experimento. (La siguiente afirmación de Lulu es engañosa: “Esto te deja un 80% de beneficio total a ti, el creador. En las prácticas de la publicación tradicional es raro que el autor vea ni siquiera un 20% del total de beneficios”; Lulu saca también un beneficio en los costes de producción, no sólo en el 20% del royalty). Un poco estúpidamente, la descarga no puede llevar un royalty distinto que el de la obra en papel, de modo que la descarga de la obra costaría 3,75$ (no lleva coste de producción, claro). Como en versión digital está ya disponible en mucho sitios, renuncio a su descarga en Lulu.
Por el envío de mi primer ejemplar a Barcelona, me cobraron 4,25$ (3,28 euros), y, como digo, fue rápido, por mensajería. En total, el libro puesto en casa puede salir por unos 15,42 euritos.
En fin: aquí está a la venta (por algún bug, o quizás un error de mi parte, veo que ahora mismo el PVP no incluye mi royalty; bueno: lo consideraré promoción de lanzamiento…).
En fin: prometo seguir contando los avatares, venturas y desventuras por las que pasa un autor cuando se quiere meter a editor…
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