Añoranza de la biblioteca: ebook y caos

30 enero 2013 11:11

…Y cuando me quise dar cuenta estaba leyendo libros (o artículos, o textos) en todos estos programas:

  • En iBooks (algunos, comprados en iTunes; otros son PDF que  leo en este programa)
  • En Kindle para tableta (comprados directamente en Amazon).
  • En Instapaper (artículos largos que he ido salvando de la Web)
  • Directamente en el navegador (de editoriales que únicamente dan acceso a los libros en un navegador).
  • En el navegador, a través de Delicious, para obras que no he salvado con Instapaper, pero cuyos enlaces he guardado etiquetados.

Por otra parte, utilizo para leer:

  • un ordenador de sobremesa
  • el mi portátil cuando viajo
  • el iPad
  • un e-reader

Mis lecturas son de varios tipos: profesionales, de placer, o ni se sabe: profesionales que me dan mucho placer, y obras placenteras de las que saco ideas profesionales. Esto quiere decir que no puedo conformarme con leer y tirar el libro, como si fuera un best-seller comprado en un aeropuerto para pasar unas horas. Tengo que tener un cierto control de las obras y de lo que he ido sacando de ellas.

Pues bien, el problema empieza con la gestión de los recursos disponibles: allí donde en mi biblioteca personal me basta pasearme por una estantería e ir siguiendo con el dedo los títulos de los lomos (llegando incluso a la curiosa experiencia de serendipia en tu propia casa), ahora debo mirar en no menos de cuatro o cinco sitios antes de recopilar “todo lo que tengo” sobre un tema. Por no hablar de los problemas que tiene anotar y recuperar las anotaciones.

Sí: los libros digitales nos están haciendo la promesa del acceso universal, desde cualquier sitio, pero nos dan poca ayuda para gestionar el caos en que nos sumen. Ciertamente uno puede usar Calibre, aunque a mí no me resuelve todos los problemas producidos por la proliferación de textos y formatos. No sé si los pacientes lectores de este blog (últimamente caracterizado por su aperiodicidad) tienen mejores experiencias que yo al respecto…

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El lugar de la biblioteca pública

25 octubre 2012 10:10

Las siguientes líneas son el resumen de mi intervención en “La cultura de Madrid a debate. Jornadas de reflexión. Hacia el Plan Estratégico de Cultura del Ayuntamiento de Madrid 2012-2015 (PECAM)”, celebradas en Madrid el 24, 25 y 26 de octubre de 2012. Mi intervención se encuadra el jueves 25 dentro de la mesa: “La Biblioteca Pública: lugar de cohesión y conocimiento”.

El punto de partida no puede ser más negro. Como titulaba El País: “La cultura, ante su peor momento“. Y el dato: “En 2013, el Gobierno no pondrá dinero para que la red de bibliotecas públicas compre fondos”. Algo que parece tener que ver con la concepción de cultura como “entretenimiento” del ministerio de Hacienda.

Y sin embargo, afirma El Periódico, Las bibliotecas públicas vuelven a estar de moda. Con la crisis, entre el 2007 y el 2011 los usuarios con carnet en las bibliotecas públicas catalanas se han disparado el 38%, junto a otros datos que vale la pena citar en extenso (los subrayados son nuestros):

El número de personas que participan en actividades también creció el 38% —2.024.300 en números absolutos—; la demanda de internet y de ofimática subió el 31% (3.109.099 en el 2011), y el número de visitantes sumó 24.788.052, el 35% más que en el 2007. Sin embargo, el préstamo solo ha aumentado un 10%.

“Eso significa que vienen a por otros temas”, resume Jordi Cabré, director de Promoció i Cooperació Cultural y responsable de la red pública de bibliotecas. Los números fotografían una realidad social compleja, con más paro, menos dinero, menos recursos, más tiempo libre, más necesidad de formación y, agrega, de “encontrar puntos de referencia en un mundo empachado de información y sin embargo cada vez más desorientado”.

Esta es la situación, y no deja de ser paradójico que en el momento en que más falta hacen las bibliotecas públicas, en el momento en que muchos ciudadanos las están redescubriendo o sencillamente descubriendo, sea cuando en peor situación están. Las bibliotecas públicas están prestando servicios a quienes ya no pueden obtenerlos por sus propios medios: se han convertido en los comedores sociales del espíritu.

He entresacado cuatro áreas que creo pueden permitir acciones concretas:

Acceso a la Red

Un punto interesante, que aflora en cuaquier estudio sobre comportamiento de usuarios en bibliotecas es su utilización como puntos de acceso a Internet. Algunos usuarios los utilizarán para acceder a Wikipedia o a algunas de las bibliotecas virtuales que por suerte abundan (en el mismo Madrid, en la Residencia de Estudiantes he participado en la creación de la de las Revistas de la Edad de Plata).

Pero también hacen un uso extenso de este servicio ciudadanos que sólo quieren consultar el correo, leer la prensa, etc. En este sentido, podríamos pensar que una posible intervención del Ayuntamiento sería ampliar y mejorar la cobertura de wifi gratuito, que amplíen la cobertura que ya proporcionan diversos puntos de wifi gratuito, de iniciativa pública y privada. De esta forma se descargaría a lugares como las biliotecas de una función que puede no ser la suya.

Por cierto: el acceso wifi es hoy como alumbrado público de ayer. Igual que nos choca leer que hace siglos uno iba por las oscuras calles precedido por un criado con una luz, sorprenderá dentro de unas décadas el relato de cuando cada uno se tenía que pagar su acceso a la Red.

Defensa y cultivo del impreso

Pero en paralelo, no hay que olvidar que el universo propio de las bibliotecas es el de los libros de papel. Y cada vez hay más datos que avalan la necesidad y pertinencia de mantener su uso, en paralelo al desarrollo de las publicaciones digitales electrónicos. Parece mentira tener que repetirlo, pero es así: ni el libro digital va a sustituir al de papel, ni queremos que esto ocurra. Entre otras razones, porque dan lugar a tipos de lectura distintos, y porque no queremos caer plenamente en manos de oligopolios con prácticas dictatoriales. Las bibliotecas públicas deberían seguir siendo mayoritariamente, en países como el nuestro, lugares de cultivo de la letra impresa.

Interacción con la escuela

No sé si la interacción escuela/biblioteca pública es lo fuerte que debería ser. Me refiero a si se fomenta lo suficiente el conocimiento y el uso de la biblioteca pública desde la escuela: organizando visitas de los escolares, programando actividades que se deban realizar en ella, etc.

Reutilización de los libros de los particulares

¿Por que no aprovechar estos momentos aciagos para impulsar la circulación de libros por parte de particulares?

Una forma podría ser promocionar las prácticas de bookcrossing, que ya tienen tradición bibliotecaria. Usar las bibliotecas como hubs gratuitos y ciudadanos de redistribución de libros: no parece nada mal.

Y otra, aprovechar la donación de bibliotecas personales. Periódicamente llega a mis oídos o aparece en una Carta al Director la noticia de que un profesor retirado, o un buen lector que sencillamente se debe cambiar a una casa más pequeña, busca una institución que quiera sus libros, y se queja de las dificultades para conseguirlo. En una época de sequía institucional para nuevas adquisiciones quizás sería el momento de racionalizar el procedimiento de adopción de bibliotecas personales.

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Anotar un ebook en iBooks

14 mayo 2012 10:10

Una cosa es leerse un novelón, devorando páginas, y otra bien distinta es leer un libro del que queremos extraer notas, materiales de trabajo… Eso es lo que me encontré haciendo con el interesante libro de Walter Isaacson Steve Jobs, la biografía, que leía en iBooks en un iPad.

La verdad: no había pensado que la obra me aportara tantas cosas interesantes, de modo que me encontré bastante impremeditadamente subrayando pasajes y haciendo anotaciones. Recordaba vagamente haber visto una opción de exportación de notas, y, no menos vagamente, haber leído que no bastaba, pero no lo había experimentado en propia carne.

Al acabar la lectura, tenía un montón de notas. Éstas constaban de una selección de texto, que aparecía como un subrayado, y una zona donde yo escribía mis propias anotaciones.

Un índice me permitió ver, para cada una de mis notas, la cita que yo había subrayado (o su comienzo, si tenía más de un par de líneas), la página donde estaba, la fecha,  y la nota que yo había tomado para caracterizarla. Piénsese que el dato de la página es absolutamente contingente, dado que si uno cambia el tamaño de la letra, o sencillamente la orientación del iPad (de la doble página en horizontal a la página única vertical) varía la numeración.

Y ahí mismo estaba la opción de exportación (“Enviar”).

Pues bien: ésto es lo que se recibe por correo electrónico:

¡Una enjuta relación de las notas que tomé, clasificadas sólo por capítulo y fecha, y sin ningún contenido de texto! O sea: que el día 26 de abril yo tomé dos notas en el capítulo 4, llamadas así y asá, y otras dos en el 5, llamadas asá y así. Punto.

Naturalmente, hay formas de exportar lo que subrayas en iBook, pero son trabajosas, y no quiero ni pensar en interrumpir la lectura doscientas veces para hacerlo. Moraleja: si quiere conservar sus propias anotaciones más le vale no utilizar sistemas propietarios y cerrados como éste…

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IKEA como síntoma

07 noviembre 2011 9:09

#ebook #estantería
Estaba la librería Billy (arriba), que IKEA empezó a hacer en 1979, y que se había convertido en un estándar. La noticia es que desde este año (dice Lauren Collins en New Yorker, accesible sólo a suscriptores) el modelo es más ancho, porque “es lo mejor para exhibir bibelots y fotos de boda en una época en que el material de lectura de la gente reside cada vez más en discos duros”.

He citado con frecuencia a Anne Fadiman, Ex Libris: Confessions of a Common Reader (ed. esp. en Alba), en una frase feliz que traducida pierde el juego de palabras: hablando de sus padres dice que “their selves were on their shelves”: ‘sus yoes estaban en sus estanterías [de libros]’. Pues bien: si eso es así, los yoes contemporáneos han perdido espacio para libros…

El blog Chron resume algunas opiniones que ha despertado este cambio de IKEA: parece que la estantería seguirá siendo amigable, al menos para los coffee table books, o sea para los libros gordos con ilustraciones, o sea, prácticamente para no-libros.

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Cortázar y los libros

21 junio 2011 9:09

Hace cuatro años comentaba una exposición sobre los libros de Cortázar. La había comisariado Jesús Marchamalo, a partir de los fondos de la biblioteca del autor de Rayuela que custodia la Fundación Juan March.

Ahora Marchamalo, aficionado a Tocar los libros, ha condensado sus excursiones por los de Cortázar leídos y anotados, dedicados o dibujados. Cortázar y los libros, un tomo bellamente editado por Fórcola, reúne ejemplos de estas intervenciones con las que Julio jalona sus lecturas (un tajante “¡No!” a una opinión de Octavio Paz sobre Poe). Y también con las palabras por las que  los autores le encomiendan a los hijos de su ingenio (Alejandra Pizarnik progresivamente deteriorada en sus dedicatorias).

La pluma de Cortázar no respeta ni los paratextos, y el colofón de La realidad y el deseo de Cernuda sufre su apostilla irritada, que sustituye “bajo el cuidado tipográfico del poeta Emilio Prados” por “el descuido”…

Ayer me llegó un ejemplar del libro, que abrí con dedos ávidos. Recorrí las primeras páginas buscando la dedicatoria del autor, pero ésta no estaba… Amigo Marchamalo: ¿de esta manera vamos a dar trabajo a los investigadores futuros?

¡Un abrazo!

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Lecturas pendientes

07 junio 2011 9:09

¿Por qué nunca acabamos de leer los e-books que tenemos? Llego a la respuesta a través de @JulietaLionetti, que recomienda un post de Wired: “5 razones por las que los e-books aún no están ahí“. Estas son las mejores (dice Julieta y comparto):

1) Un e-book inacabado no es un recordatorio constante de que hay que acabar de leerlo.

2) No puedes poner todos tus libros [electrónicos] en el mismo sitio: están dispersos por las aplicaciones a las que pertenecen, y estas pueden pertenecer a distintos dispositivos.

¡Exacto!: como prueba aporto mi propio rincón de “lecturas (digamos) profesionales pendientes” (el otro es la mesilla de noche). Estas pilas mudas están diciendo “¡Léenos!”, y lo seguirán diciendo…

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Salvar y compartir nuestras anotaciones

17 marzo 2011 11:11

Siguiendo con un tema que nos es grato (el de las anotaciones en los libros): Open Bookmarks es un proyecto para discutir formas de almacenar y compartir marcas, anotaciones y datos de lectura en ebooks.

Aunque en un principio Open Bookmarks se propuso también crear estándares, parece que por el momento ha renunciado a ello, y se centrará en el debate y las propuestas. Se proclama abierto a colaboración con editores, fabricantes de software, de hardware y vendedores, porque en este mundo de los libros ¿futuros? hay que contar cada vez con más participantes…

Open Bookmarks se lanzó bajo la inspiración de Walter Benjamin: “el futuro del libro radica en su aura, no en sus copias”, como se puede leer en este precioso artículo (e imágenes) de BookTwo.

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Anotar en los márgenes

28 febrero 2011 9:09

Dirk Johnson pasa revista a prácticas de anotación de libros en un reciente artículo en el New York Times. Un ejemplo divertido es el de Mark Twain, anotando un ejemplar de Walter Besant, The Pen and the Book , para enzarzarse en lo que  Johnson llama una “discusión de sentido único” con su autor, indicando que “nada podía ser más estúpido” que usar anuncios para vender  “mercancías esenciales” como “sal” or “tabaco” (inesperados ecos en las reflexiones del editor español Manuel Aguilar).

Donde el autor no parece hilar muy fino es al mencionar el “incierto destino” de la anotación “en un mundo digitalizado”. Protesta Bob Stein en if:book y pone como ejemplo las anotaciones colectivas al margen de la edición digital de The Golden Notebook de Doris Lessing, en uno de los muchos ejemplos que hay en la Red de comentario colaborativo de una obra.

Por cierto: la obra de Besant que anotó Twain, The Pen and the Book (1899), está disponible íntegramente en la Red, en OpenLibrary.org. Es un precioso manual sobre aspectos básicos del negocio editorial que, a un siglo de distancia, sigue valiendo la pena. Sin abandonar esta página, aquí se puede leer un capítulo:

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Aparece Trama y Texturas, 13

13 enero 2011 9:09

El último número de la revista Trama y Texturas presenta el siguiente índice:

Karl Marx & Friedrich Engels: Tribulaciones de un libro
Francisco Rico: Fragmentos y vínculos
Adolfo Castañón: Bibliotecas propias y ajenas
Robert Darnton: ¿Es posible crear una Biblioteca Nacional Digital?
Michael Kandel: Ser editor
María José de Acuña: El rol de las agencias de comunicación editorial en el mundo postdigital
Noé Villaseñor: A propósito de la ley del precio ‘único’ del libro en México
Ramón Cifuentes Pérez: Dichas y desdichas. Una historia de supervivencia en la comercialización del libro importado en México
Enrique Pascual: El entorno digital y las publicaciones jurídicas
Paul Carr: Una humilde propuesta para los autores que quieren librarse de sus editores
Íñigo García Ureta: Arroba
Fco. Javier Jiménez: Aforismos diabólicos del libro y la edición
Juan Ángel Juristo: Una metáfora de nuestro tiempo
Cecilia Tan: Visibilidad: el gran reto del libro
Richard H. Adin: Los editores no leen ‘e-books’
Libros y blogs

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Estampas parisinas V: el libro y el ‘homeless’

21 enero 2010 16:16

Claramente, París es la ciudad de los libros: magníficas librerías, fastuosas tiendas de libros antiguos, bouquinistes (libreros de viejo) junto al Sena…

Lo que no podía imaginar era encontrarme con libros también en el improvisado campamento de unos homeless (o SDF, “sin domicilio fijo”, como los llaman en Francia) bajo un puente. Cabe pensar si estos ejemplares están a la venta, o si se trata más bien de la biblioteca privada de sus moradores…

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