Escribir como boticarios

09 abril 2007 16:16

Me transmite Sandra (en una carta vienesa) diversas alegrías que la han sorprendido. Destaco por el momento una:

La segunda alegría expositiva que me he llevado en esta ciudad tuvo lugar (¿quién me lo iba a decir?) en célebre Palacio de la Secession ideado por Joseph Maria Olblich y en el que los grupos de turistas se apiñan para ver el friso klimtiano dedicado a Beethoven. Casi inadvertida para la mayoría del público que estaba allí esa mañana, me encontré con la muestra “Shandiyismus. Autorschaft als Genre” (Shandiyismus. La autoría como género). Su comisario, Helmut Draxel, ha escogido como lema de la exposición la siguiente cita de Laurence Sterne: “Shall we for ever make new books, as apothecaries make new mixtures, by pouring only out of one vessel into another?”.

A partir de aquí, y tomando como excusa la novela The Life and Opinions of Tristram Shandy, Gentleman de este mismo autor, la exposición gira en torno a la autoría como temática en el arte y la literatura. La muestra incluye desde un recorrido por la novela del XVIII, hasta los dibujos de la Warner, las películas de Hitchcock y algunas obras de Duchamp.

Sí: ¿estaremos condenados a escribir nuevos libros al modo de los boticarios, vertiendo de una vasija en otra? ¿Estaremos siempre trenzando y destrenzando la misma soga? Tal vez… El mismo Sterne (recordaba Mark Ford en la London Review of Books) había cogido estas imágenes de la Anatomía de la melancolía de Robert Burton. En la era del transvase universal y de la venta de vino sin botellas, cuando la comunicación de los textos a través de la Red sobrepasa con mucho la capacidad de detectar las salpicaduras, vale la pena volver a pensar qué hay detrás de esa ficción que llamamos Autor.

Etiquetas: ,

Los 36 argumentos

14 marzo 2007 9:09

¿Alguna vez le ha parecido que la película, novela u obra de teatro que veía/leía se parecía considerablemente a otra? Muchas veces, ¿no? Y es lógico: a partir de una leyenda medieval sobre dos amantes de trágico destino, Masuccio Salernitano escribe una obra, que reescribe Luigi da Porto, que reelabora Matteo Bandello, y en la que se basan para escribir sendas piezas Lope de Vega (Castelvines y Monteses) y Shakespeare (Romeo y Julieta), y luego sobre ese cañamazo se bordan cosas como West Side Story.

Esto son épocas pasadas (se dirá, con razón): el acervo de temas de antes de la aparición del copyright, reelaboradas libremente, y luego las versiones y homenajes a las grandes obras del pasado. De acuerdo. Pero también puede darse el caso de que un autor, sin decir ni pío, le birle el argumento a un más o menos coetáneo…

O bien… O bien es posible (seguro, vamos) que el conjunto de las situaciones dramáticas (de “argumentos” reducidos a su esqueleto) no sea infinito, que la combinatoria de encuentros, tragedias, felicidades y destinos sea en el fondo muy limitada, y que si analizamos formalmente las situaciones posibles lleguemos sólo a un puñado de variantes. ¿Por ejemplo, treinta y seis?

Vía el interesante blog de El Águila Ediciones llego a un post sobre los ingredientes de las obras dramáticas, y por él me entero de que el clásico The Thirty-Six Dramatic Situations de Georges Polti se ha traducido al español, en las ediciones de La avispa (supongo que el enlace anterior conduce a su catálogo, porque es una web de una notable confusión).

Etiquetas: , ,

El canon en la Ley del libro

24 enero 2007 10:10

El Proyecto de Ley de la lectura, del Libro y de las Bibliotecas está recibiendo la atención minuciosa de los blogs del sector, y con razón, porque afecta a un sector en constante movimiento, y en el que casi cada modificación tecnológica remueve las bases de prácticas comerciales y jurídicas arraigadas. Invito a leer las reflexiones de Joaquín Rodríguez y Txetxu Barandiarán que acabo de enlazar.

Pero ahora quiero centrarme en uno de los aspectos más dañinos y anormales de todo el proyecto de ley: el canon que fija para CDs y DVDs vírgenes, impresoras multifunción (fotocopiadoras), reproductores de MP3, tarjetas de memoria, y hasta móviles… (He aquí un buen resumen hecho por Darío Pescador). ¿Por qué?: porque son dispositivos idóneos para la copia no autorizada de material sujeto a derechos de autor. Y esto fue aprobado por unanimidad; como dijo Ignacio Escolar:

La crispación entre los principales partidos políticos ha llegado a un nivel intolerable, desconocido. Son incapaces de pactar cuestiones básicas, como el modelo de estado, la ley de educación o los planes sobre vivienda. ¿Todo está perdido? No. Hay algo en lo que casi todos los partidos del arco parlamentario sí han sido capaces de ponerse de acuerdo, pese a que se trata de una decisión tremendamente impopular. Casi todos han aparcado sus diferencias para aprobar el canon, ese impuesto privado que pagamos con cada CD virgen, con cada DVD grabable y, ahora, también con cada reproductor de MP3 o con cada móvil con música.

El canon lo paga no quien más copias ilegales hace, sino quien más tiene necesidad de copiar, con lo que se da la paradoja de que el mismo Estado, obligado por ley a grabar los juicios, es uno de los máximos pagadores del canon, como recuerda hoy Javier de la Cueva:

En la actualidad y en virtud de la vigente Ley de Propiedad Intelectual, cada juicio que se celebra en nuestro país paga canon puesto que es obligatorio grabar las vistas orales en formato audiovisual. Pero no sólo pagan canon los juicios sino toda la actividad estatal cuando se soporta en CD o DVD virgen.

La recaudación del canon las hacen las sociedades de gestión, entidades privadas, cuyo reparto de la recaudación entre sus miembros ha sido objeto de muchas críticas. Continúo citando a de la Cueva:

Desde un nacimiento del derecho que pudo ser justo, el canon ha devenido un robo del derecho de los autores no asociados a las entidades de gestión, autores que como no son socios nunca cobrarán el importe que les corresponde, importe por otra parte imposible de calcular para nadie: el reparto del canon se realiza en función del número de ventas que realiza un autor, presumiéndose que los que más venden son los que más pierden por copias privadas, por lo que son los más indemnizados.

Baste un ejemplo para demostrar el sofisma: un catedrático que no vende un solo libro porque sus alumnos lo fotocopian y se lo pasan entre sí, debiera ser el más indemnizado pero como no vende, no recibe compensación alguna.

Bajo la apariencia de compensación digital recaudada de forma no transparente a través de entidades de gestión en la que los autores no tienen voto (únicamente 5.000 de los 85.000 socios de la SGAE pueden votar), lo que se está haciendo es subvencionar a unas entidades no democráticas y que fundamentan la ausencia de voto de los autores con los mismos argumentos que los del voto censitario del siglo XIX: si no tienen fincas, no pueden votar.

Por otro lado, la voracidad recaudatoria puede no tener límites: ya se empezó a hablar de gravar también los discos duros y a las conexiones ADSL…

El canon nació ligado a soportes analógicos, como cassetes, pero ampliarlo a toda una serie de medios digitales conduce al absurdo, y por tres motivos. En primer lugar, la flexibilidad de la tecnología digital hace que sobre el mismo soporte se pueda grabar música, texto, programas, fotografías, películas, juegos… incluyendo los que produce el propio usuario (y por los que por tanto no tendría que pagar compensación alguna). En segundo lugar, el ciudadano de a pie, y no sólo el profesional de la informática, es hoy día también autor: de fotos, películas, etc., y es absurdo que se le penalice por guardar sus obras. Y en tercer lugar, una gran cantidad de obras de todo tipo hoy circulan sujetas a una licencia Creative Commons (o similar) que permite su copia y distribución libre (por ejemplo, sin usos comerciales): la acción de quienes distribuimos material con licencias abiertas ¡está conduciendo en la práctica al enriquecimiento de los artistas que más venden!

Recuerda Darío Pescador que

las credenciales de los diputados españoles en la sociedad de la información son escasas. En un estudio de la Universidad Complutense de 2005 se pudo comprobar que, a pesar de que el 87% de los diputados disponían de una cuenta de correo electrónico institucional, sólo el 17% respondía cuando se le mandaba un mensaje.

Legislar sobre lo que no se conoce bien, consultando imperfectamente a las partes implicadas, y resolver en favor de los lobbies más poderosos en contra del desarrollo de un país que se está convirtiendo casi exclusivamente en un consumidor digital, éste es el resumen de lo ocurrido.

No hace falta añadir mucho más: ¡todos contra el canon!

Etiquetas: ,

Ladrones de libros

21 enero 2007 20:20

Bonito artículo en el Mercurio de Chile, que recomienda el librero Michelena. Su título es Ladrones ilustrados, y trata sobre las personas que roban libros en las librerías. Este es su comienzo:

La oportunidad hace al ladrón, dice el refrán. “Uno de los inconvenientes de robar libros sobre todo para un aprendiz como yo , es que la elección está supeditada por la oportunidad”, comprueba un personaje de Roberto Bolaño en Los detectives salvajes, volumen que curiosamente es uno de los más robados en las librerías de Santiago, y cuyo autor, en su juventud, fue uno de los grandes en el “oficio” de apropiarse de libros ajenos.

La tipología del ladrón en librerías es amplia: del que hurta lo que no puede comprar, al que agarra lo primero que pilla (si es caro, mejor) y lo revende, para acabar con el que actúa por encargo. Yo recuerdo en mi juventud madrileña un personaje que vivía de esta última modalidad, y que por cierto, acabó escribiendo una novela, que se publicó, aunque no creo que nadie encargara su robo… Es curioso: no conozco gente que haya robado otras cosas, pero depredadores de libros, bastantes. ¿Se pensará que es una mercancía diferente? En cualquier caso, el artículo recalca los costes añadidos que supone para el librero poner las medidas para evitar esta rapiña.

Etiquetas: ,

¿Qué es el plagio?

14 enero 2007 8:08

Unas bonitas reflexiones sobre el plagio en La Petite Claudine. La cosa se plantea así:

Hace 27 años, Jacob Epstein copió y pegó 53 párrafos de Martin Amis en su primera novela “Wild Oats” y la firmó con su nombre. Hace un año, Ian McEwan tomó dos párrafos de las memorias de Lucilla Andrews y los añadió a su propia novela con unos ligeros retoques. McEwan incluyó una nota al final citando a Andrews como inspiración y ha reconocido su deuda con la escritora en entrevistas y lecturas públicas; Jacob Epstein no dijo nada.

El problema del manejo de las fuentes irá aumentando en un universo textual tan interconectado, y con capacidades crecientes de detectar los transvases. De ahí la necesidad de que surjan éticas o prácticas de gestión de las palabras o las ideas del otro. No es extraño que surjan ya, como vimos, novelas con bibliografía, o que incluso el trabajo de documentación sobre una ficción histórica, dé lugar a un nuevo libro, como acaba de ocurrir con José Luis Corral.

Etiquetas:

Detector de plagios

12 diciembre 2006 17:17

Vía Documenea llego a este detector de plagios (o “reutilización de textos”). Lo gracioso es que cuando introduzco su propio texto de presentación en su caja de búsqueda:

Nuestro software consultará distintas fuentes y le brindará un informe. A partir de esta instancia usted deberá contrastar el texto con las fuentes sugeridas a los efectos de verificar si la reutilización es válida o no. Nos gustaría recibir sus opiniones acerca de de este software, nuestro interés es mejorarlo y generar una versión pública para ser distribuida gratuitamente en instituciones educativas

me dice que la frase que he marcado de cursiva proviene de otra fuente. La miro y veo que es cierto: ¡alguien ha citado al detector de plagios en un foro, usando su propias palabras! El software localiza cadenas de texto iguales, sí, pero no sabe nada sobre cuál fue puesta antes en la web. Sugiero que en vez de plagio (que indica ánimo delictivo) o reutilización (que implica una secuencia temporal) se diga simplemente coincidencia. Y que el lector juzgue…

Por cierto, y como decía nuestro Juan Valera:

Lo difícil, lo casi imposible es sacar de ningún autor, por original que sea, por raro y peregrino que se muestre en pensamientos, estilo y lenguaje, cien pensamientos o cien frases que tengan una verdadera y completa originalidad.

Etiquetas: ,

Y ahora… novelas con bibliografía

05 diciembre 2006 14:14

Julie Bosman, colaboradora del New York Times, a quien ya conocemos por alguno de sus curiosos artículos sobre el mundo del libro, publica hoy su pieza Loved His New Novel, and What a Bibliography.

Para nadie será una sorpresa saber que los novelistas se documentan (algunos muy bien y mucho), para escribir sus ficciones. Los novelistas policiacos leen tratados de toxicología, los de ciencia ficción el Scientific American, los autores de novelas históricas leen… otras novelas sobre el periodo, y los autores de cosas como el Código Da Vinci la sección de astrología de los diarios. Lo que no era frecuente hasta ahora era que los novelistas publicaran una bibliografía de su obra. Pues bien: la última novela de Norman Mailer viene con una lista de cientoveintitantos títulos utilizados para escribirla.

En los Estados Unidos, además, con una sensibilidad a flor de piel para las apropiaciones indebidas, la declaración de las fuentes podría evitar futuras susceptibilidades acerca de quién ha cogido qué de dónde. Por ejemplo, Ian McEwan ha sido acusado recientemente (recuerda Julie Bosman) de haber aprovechado el material de una autobiografía. Todo eso lo evitaría la mención explícita de las fuentes utilizadas. Y, ¿se imaginan qué delicia comparar las lecturas de dos autores que han coincidido en crear una historia de detectives situada entre los neandertales?

Etiquetas: ,

Realmente un agujero negro

29 septiembre 2006 11:11

    Hay en la red numerosos sitios con e-books o libros electrónicos que no cuentan (digo yo) con el permiso de sus editores o autores. Quizás ninguno tan curioso como Alexandria, la web gratuita del Agujero Negro, que conozco gracias a una alerta de JM Gimeno. Alexandria contiene cientos, quizás miles de obras; unas en el dominio público (aunque vaya usted a saber si sus traducciones lo están), y otras claramente vivas, como novelas de Rosa Montero o Pérez Reverte. Para acceder a cualquiera de ellas hay que registrarse. Lo más raro quizás de todo el asunto es esta “nota legal”, que cito textualmente:

    Aquí tienes una selección de libros y manuales para descargar a tu PC y leerlos gratis. Todos los libros pertenecen a sus respectivos autores y en determinados están sujetos a ‘copyright’. Esta biblioteca tiene como fin la promoción de la lectura y de las obras expuestas, respetando la autoría de las obras. Por ello, una vez leido el libro debes eliminarlo.

    Etiquetas:

    Dudosos CDs con libros

    06 julio 2006 8:08

    • Recibo mezclado entre el spam genital un correo que me ofrece “5000 libros en 2 CD. ¡Tu biblioteca electrónica al instante!”, y todo por $49,50. La lista de obras contenida es heterogénea: Brian Aldiss al lado de Bécquer, Flavio Josefo con García Márquez, Hitler, Huxley y Haggard, Nostradamus, Virgilio y Octavio Paz, pero así, en genérico, sin indicación de títulos de obras… Dominio público y obras con copyright de las que dudo que hayan comprado derechos, todo en un confuso revoltillo. No viene indicación de quién es el “editor”. Para la compra (que yo no haré nunca, porque entre otras cosas me parece caro) basta contestar el email…

    Etiquetas: ,

    El plagio de Francisco Rico

    29 junio 2006 11:11

    • Una de las razones que da mucha gente contra la difusión de obras por Internet es que cualquiera la coge, la copia y la vende. Obviamente, no hay obra alguna que esté exenta de la posibiidad de plagio, ni aunque esté en papel: vean si no lo que le ha ocurrido al Profesor Francisco Rico, cuya traducción de 1978 del Carmina Burana (firmada por uno de sus heterónimos) ha sido plagiada por la editorial Áltera. Detectada la cosa, a través de un error del OCR, la cosa ha ido al juez, que ha dictado sentencia contra el copión, y ya está.

    Etiquetas: