Descubrir los libros

04 marzo 2013 12:12

Supongamos que los agentes de autores de lengua española empiezan a separar la venta de derechos digitales de los derechos en papel. Supongamos que en consecuencia pueden surgir auténticos editores digitales, que empiezan a adquirirlos y a publicar libros de calidad en cantidades apreciables. Supongamos incluso que tienen una buena política de precios, y que los colocan en todas las posibles librerías digitales. Entonces quedaría aún la parte más difícil: que los lectores potenciales los descubran.

Si en el mundo del papel uno puede confiar en que los lectores visiten las librerías o lean un suplemento literario, ¿qué ocurrirá con los ebooks? La cuestión es tan acuciante que ya tiene un nombre discoverability, tal vez traducible como descubribilidad.

Los datos parecen indicar que la mitad de las compras en Amazon provienen de búsquedas orientadas. En otras palabras: la gente que entra a comprar ya sabe lo que busca. Eso es lógico: ¿cómo va nadie a hacerse una idea de qué libro comprar navegando desde la portada de Amazon, o de iTunes? La recomendación algorítmica que inició Amazon, tipo “quien ha comprado X ha comprado también Y”, puede funcionar razonablemente… una vez que uno ha llegado a un libro que le interesa, y eso es precisamente lo que no acabamos de saber cómo funciona.

¿Qué se debería y qué no se debería hacer para hacer los libros descubribles? Vamos a centrarnos en el caso de la narrativa, que es el género que se lee predominantemente en ebook, y el más complicado para esta cuestión: la no-ficción (autoayuda, libro práctico, ensayo) tiene las cosas más fáciles, por el acceso temático.

Sí: la recomendación es una de las cosas que mejor funcionan para las lecturas, pero yo diría que las redes sociales de lectores (como Goodreads, sobre la que escribió Actualidad Editorial) son para lectores a) voraces consumidores de muchos libros al año y b) duchos en el ciberespacio. No veo a ese lector de un libro al mes o cada dos meses, que ni tiene cuenta en Facebook y sólo usa esporádicamente el correo electrónico, dándose de alta en una red de recomendación. No le compensaría…

Los sitios de márketing de libros centrados en los autores (como Open Road Media, imagen superior) no sirven, y hay que decirlo muy claramente. La información que suministran sobre ellos sólo interesará a quienes sean ya sus devotos lectores; no despiertan precisamente el deseo de leerlos. Y la información sobre las obras es defectuosa por mal orientada.

Los sitios de márketing centrados en las obras (como Small Demonds) pueden ofrecer un desmenuzamiento interior de las obras más orientador. Veamos qué hace el sitio, con el ejemplo de la novela de Stephen King 11/22/63, sobre el asesinato de Kennedy (imagen de arriba): con una interfaz muy tipo iPad (dan ganas de frotar la pantalla del ordenador con el dedo), y una presentación de datos a la Pinterest (sólo imágenes), nos informa de qué canciones, películas, programas de televisión, libros, etc.,  se mencionan en la novela. Además un mapa sitúa los lugares en que transcurrre la acción (es una pena que no pondere los pesos de cada uno en la trama). Podemos, así, saber que en el libro se habla de West Side Story, y a partir de ahí llegar a las otras 43 obras que hablan de ella. Claro: puede haber un lector que busque libros en que se mencionen ciertas películas, pero me extraña. O (quizás más probable) alguien que busque novelas que transcurran en un lugar al que piensa viajar. Pero tal y como está, veo el sitio mejor para el análisis de las obras (del que se podrían beneficiar los estudiosos de la literatura) que para buscar lectura…

Ah: y los videos no sirven. Una ojeada al canal de Youtube de Open Road Integrated Media muestra videos, sin duda caros de confeccionar, que dudo que atraigan a compradores, y que se han visto un número de veces muy bajo (y ni pensemos en qué proporción se convertirá en compra).

¿Qué podría servir, sin embargo?

Los buenos metadatos pueden mejorar el hallazgo de obras: en el caso de la narrativa, no sólo autor y título, sino además, lengua de origen, traductor, país de origen del autor, época en la que escribe, y género y subgénero si es el caso (para buscar ciencia ficción americana de los 60, o novelistas hungaros de entreguerras). Aunque los metadatos hay que estructurarlos de una manera diferente para cada una de las librerías por línea en que se quieran vender los libros, y son un dolor de cabeza para los editores… Además, recordemos que muchas veces los mejores metadatos de un libro son las mismas palabras que contiene, y en ese sentido Google Play puede hacer mucho por la obra indizándola (cuando el editor permite que se haga).

Aunque parezca algo que ya no se estila, la mejor solución es una buena web editorial, con contenidos generados por los propios editores, que son los que conocen sus libros: ni departamentos de márketing ni algoritmos serán capaces de mejorar ese conocimiento. Lo repito: una buena web editorial que incluya extractos de las obras, sí (aunque esto lo hacen también las librerías por línea); y además que publique información sobre los autores, sobre los movimientos a que pertenecen (información buena: ni copiar solapas ni la Wikipedia); que informe sobre la obra, y sobre su traducción (el lector literario sí agradece esos datos), y sobre todo, que explique por qué alguien debería leer ese libro.

Y no vendría mal una ayuda de algunos viejos conocidos: los suplementos culturales, en papel y en la web. Amigos: ya está empezando a haber, exclusivamente en versión digital, un montón de libros interesantes. ¿Por qué no echáis una mano?

El marcapáginas, y otras publicidades

10 julio 2012 10:10


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He hablado un par de veces de Hibris. Revista de Bibliofilia, bimensual editada en Alcoy (Alicante). Por el momento se publica sólo en papel, aunque me informan de que planean colgar en su web números atrasados. En el último número (65-66, septiembre-diciembre 2011) hay varios artículos de gran interés.

Uno de ellos es “Crónica de una señal anunciada: el biblión de los Manuales Soler”, de Concepción del Valle, que estudia la promoción que realizaba el editor barcelonés Manuel Soler desde finales del XIX, sobre todo con exitosa colección Manuales Soler luego rebautizada como Manuales Gallach, y por fin integrados en Espasa-Calpe, que los comercializó hasta los años 50. Pues bien: los Manuales Soler tuvieron un despliegue publicitario asombroso, con anuncios incluidos en otras publicaciones de la casa, regalos, cupones para conseguirlos, e incluso un mueble para agruparlos todos (la Enciclopedia Espasa también adoptaría luego ese poderoso argumento de venta).


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La difusión de los manuales se equiparaba, en la publicidad interior de los mismos (por lo general en las guardas), con el avance de la patria:

LA SIGUIENTE DEMOSTRACIÓN GRÁFICA DEL AUMENTO DE LECTORES  ES UNA PRUEBA DE QUE ESPAÑA PROGRESA
[sic, por tanta versal].

Por cierto; el histograma situado al pie de la página, que ilustra el aumento del número de lectores, que es vagamente proporcional al tamaño del personaje ilustrado, es toda una joya de la arqueología de la representación de datos. Además, obsérvese que los pocos que comienzan a leer los Manuales son ricos y eclesiásticos, y al final hay hasta un agricultor… [Esta imagen es la única que he encontrado, y si un lector en cuyo poder obre un Manual Soler con esta publicidad en las guardas me facilita una reproducción mejor se lo agradeceré eternamente]:


Fuente

Otro recurso promocional, nos dice Concepción del Valle, eran las postales humorísticas, que recalcaban el regalo. En una de ellas, un niño le dice al otro:

Oye, mamá ya no le riñe a papá si compra libros. ¡Como que los compra a la casa Sucesores de Manuel Soler de Barcelona y los regalos se los queda mamá!

Pues bien: uno de los obsequios era un marcapáginas, el primero que se registra en el mundo editorial español, y el primero con nombre propio: biblion (o biblión, como también lo escriben). Se presenta bajo los nombres de señal y de punto de lectura, lo que parece indicar cierta vacilación, o una terminología no asentada. La autora ha recopilado los siguientes nombres para el artefacto:

registro,
punto de libro
señal
guía de lectura
indicador
señalador
marcador

y los más infrecuentes

sujetador
marcapautas
indicador para señales
memorándum

En 1903, dice la autora, el impresor Víctor Oliva usa el anglicismo book-mark y el catalán senyal de plana (que sólo utilizó él). El que más se ha asentado hoy en día es marcapáginas, que creo de origen francés (marque-page o marque-pages, como este antiguo sitio web de coleccionista).

La casa Soler intentó el término biblión, que como sabemos tampoco se impuso, y lo ensalzó de esta manera:

Más que orientarse a recordar el punto donde se dejó la lectura, el biblión parece orientado al trabajo de estudio o consulta, como se ve por este ejemplo del folleto promocional:

Por su tipología, el biblión pertenece a los marcapáginas exentos (a diferencia de la cienta de registro y el punto de cursor); externo, porque se coloca en el corte delantero del libro, en vez de albergarse en  su interior; y lineal, porque apunta a una línea concreta del texto (en vez de señalar una página entera):

Para terminar, haré una referencia de pasada al futuro (o quizás el presente) de los marcapáginas en el medio digital: en iBooks para iPad una pulsación coloca en las páginas deseadas esta esqueuomórfica cinta:

Acudiendo después al menú de Marcadores, se pueden ver todas las páginas donde se ha llevado a cabo esta operación.

Coda: más marcapáginas, o como se llamen, en este blog:

Ring, riiiing… ¡Marchando!
Regalar saber
Marcapáginas

5 vías de acceso al contenido de New Yorker

02 julio 2012 10:10

Vimos hace poco, en el estudio del caso Vis-à-Vis, cómo las tabletas eran el medio natural para las revistas.

Sin embargo, estas publicaciones tienen un contenido muy heterogéneo. ¿Cómo guiar al lector por él? ¿Cómo hacerle participar de la multiplicidad de obras que contiene un número dado? Hoy veremos el caso del New Yorker en su aplicación en iPad. Nos servirá además para tratar algunas cuestiones sobre la relación entre la edición en papel y en tableta.

No voy a presentar a estas alturas al New Yorker… Es probablemente la mejor revista del mundo, y la única suscripción que he mantenido durante años. De hecho, un día me encontré con la sorpresa de que la edición íntergra en la Web y en iPad era gratuita para los suscriptores del papel (uno se encuentra con políticas diferentes en esto: los suscriptores al New York Times en la web no tienen acceso a la edición en iPad).

New Yorker fue durante toda su existencia una revista con una cubierta gráfica, que no informaba sobre el contenido interior. Cuando la compró Condé Nast, los ejemplares en kiosko (no así los enviados por correo) empezaron a mostrar una faja lateral con el índice. La versión iPad reproduce el mismo juego, y la faja aparece o desaparece a voluntad (arriba).

El índice detallado aparece en la misma posición inicial que en el papel, aunque ahora informa sobre los contenidos multimedia de cada artículo (arriba). Hay que señalar, de todas formas,  que antes de llegar a él se pasa un número variable de anuncios a toda página que no están presentes en la versión papel (a cambio, los pequeños anuncios a columna que salpican esta versión no aparecen en la app).

De todas formas, y accesible desde el menú hay un nuevo índice deslizable que presenta otro tipo de acceso a los contenidos. Hay que señalar que estos siguen muy fielmente la puesta en página del papel, excepto en el hecho de que a veces tienen adiciones multimedia. Por ejemplo, en este poema un icono indica que se puede oír leerlo al autor (curiosamente, la versión que lee difiere en bastantes puntos de la publicada):

Sigamos con las formas de exploración del índice: un cursor situado en el menú permite ver en su desplazamiento, bajo la forma de un cuadro inserto sobre el artículo abierto, los artículos que se encuentran antes o después de él:

Por último, un icono en el menú permite acceder a un plano (o mejor dicho, a la imagen íntegra de las páginas a menor tamaño) de la totalidad del número. La imagen se puede desplazar usando también un cursor, y he aquí dos momentos del recorrido:

Hay que recordar que New Yorker tiene una diagramación clásica, reconocible por sus lectores desde hace décadas. Los lectores habituales puede, así, detectar fácilmente la pieza de su interés a partir de este recorrido “a vista de pájaro”, que sustituye eficazmente a un hojeo de la revista en papel.

En resumen, y si no se nos ha pasado por alto alguna, he aquí cinco formas distintas de no perderse en el interior de la versión en tableta de un número dado de la revista.

Fonética de la Academia: un libro y un DVD mejorables

12 marzo 2012 11:11

Ya ha aparecido la tercera y última parte de la Nueva gramática de la lengua española de la Real Academia, Fonética y fonología (libro más DVD). La obra, aunque con muchos aspectos estimables, adolece de una serie de defectos que tienen que ver: a) con ciertas peculiaridades de las publicaciones de la institución, b) con mal diseño de la obra multimedia y c) con el desaprovechamiento conjunto de ambas modalidades de edición.

En Para la voz presento un detallado análisis de aspectos editoriales del libro y el DVD.

En Ante la gramática trato los dos primeros volúmenes (Morfología y sintaxis)

[Debido a su temática, este post ha sido también publicado en mi blog lingüístico; pido excusas por la repetición]

El texto frente al video

20 febrero 2012 11:11

Es mejor el texto; no tengo ninguna duda.

No es ninguna deformación profesional (o quizás sí). El texto es mejor para resolver de una ojeada si algo me interesa o no, para recorrer en diagonal un artículo a la búsqueda de palabras clave, para conocer de una ojeada su estructura, para copiar su contenido, para citarlo. Si se trata además de algo en un lengua que conozco imperfectamente, el texto es mejor para entenderlo, o para buscar el significado de una palabra.

Hasta que no avancen muchísimo las aplicaciones de búsqueda en el audio (y Google tenía una que ahora está discontinuada, GAudi), si tengo que decidir entre acceder a la informacion a través de la imagen y audio de un busto parlante o por medio de unos bloques de letras, lo tengo claro…

Sí, ya sé que el lenguaje corporal, las inflexiones de la voz y otros elementos pueden ser preciosos complementos de un mensaje. Y cuando se trata de un autor de mi predilección, por supuesto que, si puedo, veo y oigo lo que quiera contarme… Pero para trabajar, y ello incluye el desbroce de toneladas de materiales potencialmente interesantes, prefiero el texto, claro.

Sin embargo, la facilidad de grabación audiovisual que hay en la actualidad, unida a la inmediatez de colgar en la red el resultado, hace que estén proliferando los videos. Pensemos en un congreso o en un seminario: entre perseguir al ponente para que te dé (o no) unos folios con lo que dijo, folios que luego hay que editar y corregir, y grabarle según está contando algo, la mayor parte de los organizadores se quedan con lo segundo. Pero incluso el video de una intervención (lo he dicho varias veces) podría ser objeto de una mínima edición, por ejemplo, dividiéndolo en partes y creando distintos apartados con títulos explicativos. Aunque esto es más latoso y cuesta más.

O tal vez podríamos tener lo mejor de ambos mundos, aunque de nuevo es simplemente cuestión de dinero… Las conferencias TED son ampliamente conocidas por su excelencia: los temas escogidos tienen gran interés, y quienes los enuncian tienen una buena preparación (juraría que los supervisan, y que tienen preparadores para ensayar la charla y decirles dónde tienen que meter un chiste). Pero además se publican en la web acompañados de una “transcripción interactiva”; sí: lo que ha dicho el conferenciante está disponible en forma de texto apretando un botón, y además si uno lo lee y quiere oír cómo se ha enunciado determinada idea (o ver la diapositiva con la que se ilustró), le basta con hacer clic sobre la frase en cuestión para que el video/audio se sitúe en ese punto. Incluso se puede hacer esto sobre el texto traducido a distintas lenguas. En fin: una gozada, en la que sólo echo de menos un modo en el que el que el texto transcrito vaya iluminándose oración a oración a medida que avanza el orador. Pero quizás eso lo veamos pronto…

Pero mientras no tengamos esta maravilla de mundo bífido, seguiré prefiriendo el texto.

Cada vez más cerca

23 enero 2012 11:11

#buscador #social

Desde hace unos días, Google en inglés permite utilizar su función Search Plus (para ir desde el buscador configurado en español, hay que cambiar al pie de la página: “Google.com in English”). Está disponible únicamente para quieres se han dado de alta en Google+ y tienen una sesión activa.

Si la sesión se ha configurado para presentar resultados personales, entonces, y como respuesta a una búsqueda, además de los anuncios y de las páginas que el buscador ha considerado pertinente mostrar, aparecen imágenes,  noticias o videos que han compartido las personas que están en nuestros círculos de Google+. Eso significa que podremos ver algo que una persona de nuestros círculos comentó en Blogger en el año 2009, o una noticia que otra enlazó en noviembre pasado. Esto incluye, curiosamente, cosas que nosotros mismos habíamos enlazado en su día, lo que genera un bucle de recursividad en el que da vértigo pensar.

Las aportaciones de los individuos de nuestras redes refuerzan, así, los del buscador (o más bien se alían con ellos), y el resultado es un extraño “Fulanita te recomienda esto y Menganito eso de más allá”, unidas a las recomendaciones de los insondables algoritmos de Google. Estos resultados personales pueden ser tres o cuatro, o varios centenares, dependiendo de la amplitud y actividad de nuestra red.

Esta intrusión o complemento de nuestras relaciones en los resultados de búsqueda se puede, afortunadamente, personalizar, y la forma más sencilla es con la tecla doble que encabeza este post. El nuevo sistema se presenta bajo las caracteristicas de “seguridad, transparencia y control”: seguridad, se nos dice, porque nadie más que nosotros verá las recomendaciones de nuestra propia red (se aplica a los resultados de búsqueda el mismo criptografiado que a los correos en Gmail); transparencia porque las recomendaciones personales están señaladas con el icono de una persona, un pequeño busto azulado, y control porque se puede indcar en preferencias o sobre la marcha si se quieren o no ver (o si sólo se quieren ver las personales).

Este movimiento del buscador refuerza la tendencia hacia el localismo (ahora no sólo espacial, sino también social) en sus resultados que ya comentábamos hace un año en “El buscador que era algo más“. En su carrera con Facebook por explotar el conocimiento de la red del consultante, Google ha dado un paso más allá:

Mientras que puede haber 7.000 millones de personas […] y un billón de páginas web, pasamos nuestras cortas y preciosas vidas viviendo en una ciudad concreta, con amigos y familia concretos, […] y confiando en una porción diminuta de la información del mundo. Nuestro sueño es que la tecnología facilite a todos la experiencia de la riqueza de la información y la gente a su alrededor.

Del ciberarribismo de nuestras instituciones

25 noviembre 2011 16:16

#biblioteca #buscador #iPhone
Leo en la web del Ministerio de Cultura que

La Subdirección General de Coordinación Bibliotecaria presenta el servicio gratuito de realidad aumentada georeferenciada [sic, por la única r] y en tiempo real para móviles Smartphones [sic, por la mayúscula y la falta de cursiva] ANDROID, IPHONE o SYMBIAN con una capa de información digital sobre bibliotecas españolas.

Se trata de una aplicación creada con Layar que hace que el propietario de un teléfono avanzado (iPhone o similar) vea superpuesta sobre la imagen de la zona donde se encuentra qué bibliotecas hay próximas, y obtenga información sobre cómo llegar a ellas.

La verdad: las bibliotecas no son algo que, como las farmacias de guardia, uno tenga que localizar sobre la marcha y sin pérdida de tiempo. Caso de que fuera necesaria la consulta urgente de un libro, esta aplicación no dice qué fondos tienen disponibles las bibliotecas, ni uno puede entrar en una y sin más pedir un libro: hace falta sacarse un carnet de usuario o similar.

Los beneficios de este servicio de realidad aumentada (cuyo coste estaría bien saber) son mínimos, y a cambio falta una información equivalente, puesta al alcance de todos mediante un buen mapa web, en el sitio del Ministerio, que no ofrece más que un mapa global esquemático y listados. El trabajo de referencia que ha hecho falta para crear la aplicación en Layar está, además, enterrado en una aplicación privada y propietaria, que nadie puede recuperar para crear un servicio más útil para los usuarios. (He aquí, al margen del Ministerio de Cultura, mapas de situación de las bibliotecas de Barcelona y Madrid)

Creo que esta aplicación es una muestra más del ciberarribismo de muchas de nuestras instituciones: apuntarse un tanto tecnológico, con independencia de si sirve para algo o no, y con descuido de acciones más provechosas. Si suena bien, si es algo de móviles (que se supone que es lo único que usan los jóvenes), si es tan moderno como la realidad aumentada, si es algo sobre bibliotecas, ¡adelante, cueste lo que cueste, sirva para lo que sirva!

Los códigos QR avanzan

21 noviembre 2011 9:09

#QR #Wikipedia #iPhone
Los códigos QR, capturados por un móvil avanzado (como iPhone o los que funcionan con Android), llevan a una determinada dirección web. Desde hace algún tiempo empiezan a verse por nuestras calles en la publicidad, como podemos constatar en el  ejemplo de arriba, comentado en el blog de un publicitario. Están también en el envase de muchos productos, por ejemplo ciertas marcas de zumos; aunque a decir verdad, las veces que he probado ir a las correspondientes webs me he llevado una gran decepción: ¿para qué tienen esas webs? ¿Y para qué demonios querrán que vayamos a ellas?

Ya hemos comentado en post anteriores algunas posibilidades de estos códigos, pero se van ampliando. Wikipedia ha creado hace pocas semanas QRpedia, que, a partir de la URL de una entrada de la enciclopedia colaborativa, crea un código que se puede poner, por ejemplo, al lado de las piezas de un museo.

 

Las posibilidades de trabajar colaborativamente creando entradas de Wikipedia (por ejemplo, de monumentos y puntos notables de una ciudad), y luego dotándoles de sus correspondentes QR son asombrosas, y muy aptas para proyectos educativos…

Recordemos que muchos acortadores de direcciones generan el código QR de la URL acortada: lo hacen goo.gl y bit.ly. Y para la captura del código hay aplicaciones específicas, aunque otras más generales como la de Google para iPhone tambien lo hacen.

Como por arte de magia

18 noviembre 2011 9:09

#Google #iPhone
Así que quieren los fabricantes de programas o dispositivos que el usuario perciba lo que hacen sus productos. Y a medida que las personas que los utilizan se cuentan por millones, sus responsables van tomando más y más decisiones que apuntan al usuario-tipo, al que tiene el comportamiento que ellos piensan que tiene la mayoría… o el que acabará por tenerlo.

Este ha sido el caso de Google, decidido incluso a enmendar la plana a los usuarios: uno busca X, y se le responde “usted en realidad quiere decir Y”. Se corrigen automáticamente presuntos errores de escritura de la palabra, o se buscan también sinónimos, se contextualiza la búsqueda según la localización del consultante… Resumí los problemas que esto causa en “El buscador que era algo más” (y léanse sus sabrosos comentarios). Pero la cosa ha ido a más: se ocultan las opciones avanzadas, se suprime el útil operador +, se retira (o yo ya no encuentro)  la opción de buscar materiales con una determinada licencia y por último se priman los contenidos más recientes.

Hasta tal extremo este uso violenta el comportamiento anterior del buscador, que Google ha decidido dar la opción de volver a las búsquedas literales de antaño con su opción Verbatim.Porque:

In most cases, Google’s algorithms make things better for our users – but in some rare cases, we don’t find what you were looking for.

Bien: soy uno de esos casos raros, y usaré Verbatim. Pero para los que no quieran meterse en complicaciones, ahí tienen, en un clic, y como por arte de magia, excelentes respuestas a sus búsquedas de servicios, productos, noticias: consumo, en una palabra…


Buscaba la web de FANDE (Federación de Asociaciones Nacionales
de Distribuidores de Ediciones) y esto es lo que me encontré…

El universo de los productos Mac ha estado siempre en la onda de ocultar cuidadosamente qué ocurre en su interior, ya desde su adopción de la interfaz gráfica:

La introducción del Mac inició una especie de guerra santa en el mundo de la informática. ¿Eran las interfaces gráficas una brillante innovación tecnológica que convertía a los ordenadores en más accesibles para los humanos y por tanto para las masas, llevándonos a una revolución sin precedentes en la sociedad humana, o una insultante chorrada audiovisual diseñada por hackers zumbados de San Francisco, que despojaba a los ordenadores de su potencia y flexibilidad y convertía el serio y noble arte de la computación en un pueril videojuego?

La cita es de una obra que lleva desde 1999 siendo de lectura obligada, pero curiosamente cada vez más actual: En el principio… fue la línea de comandos, de Neal Stephenson en edición abierta en Sindominio.

Pues bien: las maravillas de la interfaz táctil, y el modelo de funcionamiento de los iPhone o iPad han llevado al paroxismo la situación descrita por Stephenson: aplicaciones que descienden de los cielos, que saben dónde estas y lo que quieres, pero que son absolutamente opacas con respecto a cómo funcionan, qué saben de ti o qué hacen con ello.

Estamos metidos hasta el cuello en un mundo mágico, manejando dispositivos que funcionan de maravilla a base de ocultar su complejidad, y se quedan a cambio con nuestra privacidad… Hasta qué punto es una trampa lo descubriremos cuando sea demasiado tarde.

Revistas de Vanguardia, presentación en Madrid

10 noviembre 2011 9:09

#visualización #digitalización #buscadores
El día 16 de noviembre, miércoles, a las 19:30 horas en la Residencia de Estudiantes de Madrid tendrá lugar la presentación de la publicación digital Revistas de la Edad de Plata, edición en la Web de una treintena de publicaciones de interés cultural de los años 10 a los años 30 del siglo pasado, dotadas de un buscador visual y otro lingüístico.

Intervendrán en el acto Juan Manuel Bonet, Carlos Wert y el firmante de estas líneas de forma no-presencial.