Descubrir los libros

04 marzo 2013 12:12

Supongamos que los agentes de autores de lengua española empiezan a separar la venta de derechos digitales de los derechos en papel. Supongamos que en consecuencia pueden surgir auténticos editores digitales, que empiezan a adquirirlos y a publicar libros de calidad en cantidades apreciables. Supongamos incluso que tienen una buena política de precios, y que los colocan en todas las posibles librerías digitales. Entonces quedaría aún la parte más difícil: que los lectores potenciales los descubran.

Si en el mundo del papel uno puede confiar en que los lectores visiten las librerías o lean un suplemento literario, ¿qué ocurrirá con los ebooks? La cuestión es tan acuciante que ya tiene un nombre discoverability, tal vez traducible como descubribilidad.

Los datos parecen indicar que la mitad de las compras en Amazon provienen de búsquedas orientadas. En otras palabras: la gente que entra a comprar ya sabe lo que busca. Eso es lógico: ¿cómo va nadie a hacerse una idea de qué libro comprar navegando desde la portada de Amazon, o de iTunes? La recomendación algorítmica que inició Amazon, tipo “quien ha comprado X ha comprado también Y”, puede funcionar razonablemente… una vez que uno ha llegado a un libro que le interesa, y eso es precisamente lo que no acabamos de saber cómo funciona.

¿Qué se debería y qué no se debería hacer para hacer los libros descubribles? Vamos a centrarnos en el caso de la narrativa, que es el género que se lee predominantemente en ebook, y el más complicado para esta cuestión: la no-ficción (autoayuda, libro práctico, ensayo) tiene las cosas más fáciles, por el acceso temático.

Sí: la recomendación es una de las cosas que mejor funcionan para las lecturas, pero yo diría que las redes sociales de lectores (como Goodreads, sobre la que escribió Actualidad Editorial) son para lectores a) voraces consumidores de muchos libros al año y b) duchos en el ciberespacio. No veo a ese lector de un libro al mes o cada dos meses, que ni tiene cuenta en Facebook y sólo usa esporádicamente el correo electrónico, dándose de alta en una red de recomendación. No le compensaría…

Los sitios de márketing de libros centrados en los autores (como Open Road Media, imagen superior) no sirven, y hay que decirlo muy claramente. La información que suministran sobre ellos sólo interesará a quienes sean ya sus devotos lectores; no despiertan precisamente el deseo de leerlos. Y la información sobre las obras es defectuosa por mal orientada.

Los sitios de márketing centrados en las obras (como Small Demonds) pueden ofrecer un desmenuzamiento interior de las obras más orientador. Veamos qué hace el sitio, con el ejemplo de la novela de Stephen King 11/22/63, sobre el asesinato de Kennedy (imagen de arriba): con una interfaz muy tipo iPad (dan ganas de frotar la pantalla del ordenador con el dedo), y una presentación de datos a la Pinterest (sólo imágenes), nos informa de qué canciones, películas, programas de televisión, libros, etc.,  se mencionan en la novela. Además un mapa sitúa los lugares en que transcurrre la acción (es una pena que no pondere los pesos de cada uno en la trama). Podemos, así, saber que en el libro se habla de West Side Story, y a partir de ahí llegar a las otras 43 obras que hablan de ella. Claro: puede haber un lector que busque libros en que se mencionen ciertas películas, pero me extraña. O (quizás más probable) alguien que busque novelas que transcurran en un lugar al que piensa viajar. Pero tal y como está, veo el sitio mejor para el análisis de las obras (del que se podrían beneficiar los estudiosos de la literatura) que para buscar lectura…

Ah: y los videos no sirven. Una ojeada al canal de Youtube de Open Road Integrated Media muestra videos, sin duda caros de confeccionar, que dudo que atraigan a compradores, y que se han visto un número de veces muy bajo (y ni pensemos en qué proporción se convertirá en compra).

¿Qué podría servir, sin embargo?

Los buenos metadatos pueden mejorar el hallazgo de obras: en el caso de la narrativa, no sólo autor y título, sino además, lengua de origen, traductor, país de origen del autor, época en la que escribe, y género y subgénero si es el caso (para buscar ciencia ficción americana de los 60, o novelistas hungaros de entreguerras). Aunque los metadatos hay que estructurarlos de una manera diferente para cada una de las librerías por línea en que se quieran vender los libros, y son un dolor de cabeza para los editores… Además, recordemos que muchas veces los mejores metadatos de un libro son las mismas palabras que contiene, y en ese sentido Google Play puede hacer mucho por la obra indizándola (cuando el editor permite que se haga).

Aunque parezca algo que ya no se estila, la mejor solución es una buena web editorial, con contenidos generados por los propios editores, que son los que conocen sus libros: ni departamentos de márketing ni algoritmos serán capaces de mejorar ese conocimiento. Lo repito: una buena web editorial que incluya extractos de las obras, sí (aunque esto lo hacen también las librerías por línea); y además que publique información sobre los autores, sobre los movimientos a que pertenecen (información buena: ni copiar solapas ni la Wikipedia); que informe sobre la obra, y sobre su traducción (el lector literario sí agradece esos datos), y sobre todo, que explique por qué alguien debería leer ese libro.

Y no vendría mal una ayuda de algunos viejos conocidos: los suplementos culturales, en papel y en la web. Amigos: ya está empezando a haber, exclusivamente en versión digital, un montón de libros interesantes. ¿Por qué no echáis una mano?

Añoranza de la biblioteca: ebook y caos

30 enero 2013 11:11

…Y cuando me quise dar cuenta estaba leyendo libros (o artículos, o textos) en todos estos programas:

  • En iBooks (algunos, comprados en iTunes; otros son PDF que  leo en este programa)
  • En Kindle para tableta (comprados directamente en Amazon).
  • En Instapaper (artículos largos que he ido salvando de la Web)
  • Directamente en el navegador (de editoriales que únicamente dan acceso a los libros en un navegador).
  • En el navegador, a través de Delicious, para obras que no he salvado con Instapaper, pero cuyos enlaces he guardado etiquetados.

Por otra parte, utilizo para leer:

  • un ordenador de sobremesa
  • el mi portátil cuando viajo
  • el iPad
  • un e-reader

Mis lecturas son de varios tipos: profesionales, de placer, o ni se sabe: profesionales que me dan mucho placer, y obras placenteras de las que saco ideas profesionales. Esto quiere decir que no puedo conformarme con leer y tirar el libro, como si fuera un best-seller comprado en un aeropuerto para pasar unas horas. Tengo que tener un cierto control de las obras y de lo que he ido sacando de ellas.

Pues bien, el problema empieza con la gestión de los recursos disponibles: allí donde en mi biblioteca personal me basta pasearme por una estantería e ir siguiendo con el dedo los títulos de los lomos (llegando incluso a la curiosa experiencia de serendipia en tu propia casa), ahora debo mirar en no menos de cuatro o cinco sitios antes de recopilar “todo lo que tengo” sobre un tema. Por no hablar de los problemas que tiene anotar y recuperar las anotaciones.

Sí: los libros digitales nos están haciendo la promesa del acceso universal, desde cualquier sitio, pero nos dan poca ayuda para gestionar el caos en que nos sumen. Ciertamente uno puede usar Calibre, aunque a mí no me resuelve todos los problemas producidos por la proliferación de textos y formatos. No sé si los pacientes lectores de este blog (últimamente caracterizado por su aperiodicidad) tienen mejores experiencias que yo al respecto…

Leer en la era digital, jornada en Cáceres

14 diciembre 2012 11:11

El sábado 15 de diciembre tendrá lugar en Cáceres la Jornada Leer en la era digital, que se presenta así:
La lectura en el ámbito educativo es un objetivo estratégico, ya que está detrás de la mayor parte de los aprendizajes y sin duda supone una apuesta por la mejora de todo el sistema educativo en general.

La incorporación masiva de dispositivos electrónicos en nuestra vida diaria, y más aún en la de los jóvenes, plantea a la comunidad educativa multitud de retos. Leer un libro impreso no provoca la misma experiencia, ni los mismos aprendizajes que hacerlo en un ordenador, un móvil o una tableta. Las formas, los tiempos y los conocimientos cambian, y eso puede provocar un replanteamiento de la docencia en el siglo XXI.

Todos estos movimientos ¿provocarán un cambio en lo que conocemos por leer en el futuro? Esta es la pregunta que se tratará de responder a lo largo de la Jornada “Leer en la era digital” que contará con cuatro de los más importantes expertos en este ámbito de España.

Esta actividad se enmarca dentro del convenio “Leer para aprender” firmado entre el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes y la Comunidad Autónoma de Extremadura, a través de la Consejería de Educación y Cultura, que contempla apoyar actuaciones de la Comunidad Autónoma que tengan por objeto, entre otros, promover la lectura como herramienta básica de aprendizaje en todas las áreas del currículo y en todos los formatos, atendiendo a las nuevas alfabetizaciones.
Programa:
09:30 – 10:30 Javier Celaya. Escritor, articulista y socio-fundador del portal cultural “Dosdoce.com” (Videoconferencia)

10:30 – 11:00  Descanso

11:00 – 12:00  Luis González Martín. Director General Adjunto de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez

12:00 – 13:00  Daniel Cassany i Comas. Escritor, articulista y asesor en el ámbito de la lectura y la escritura (Videoconferencia)

13:00 – 14:00  José Antonio Millán. Escritor, articulista y colaborador de proyectos digitales

Siete consejos para jóvenes editores

04 diciembre 2012 12:12

El último día de mi curso en el 2º Diplomado en Estudios Editoriales del Instituto Caro y Cuervo en el marco del Seminario Andrés Bello en La Candelaria, Bogotá, pensé en sintetizar algunas de las cuestiones que había debatido con sus alumnos. Estos eran un conjunto heterogéneo y activo, curioso y entusiasta, como ha descrito otro de sus profesores, Martín Gómez.

Al final, mi resumen tomó la forma de un septenario de consejos (lo que no me importó nada, dado el prestigio del número)… Y reza así:

1 Aun si no sois editores de ebooks, ni siquiera editores de libros, ni libreros, ni gestores culturales, como ciudadanos y como profesionales os conviene claramente tener familiaridad con las tecnologías de la información.

2 ¿Cómo? Jugando con ellas. Jugando y experimentando: con Twitter, con Facebook, con blogs, con Delicious, con Instapaper… Jugar como los niños, para conocer.

3 Nunca vais a conocer una Internet tan abierta y tan libre como ésta. Aprovechadla.

4 Devolved a la Red algo de lo mucho que que recibís de ella. Haced tuits informativos, cread blogs que valga la pena leer, enriqueced con comentarios las webs, cread entradas y mejorad otras en la Wikipedia

5 Aun si sois editores exclusivamente en papel, tendréis que usar los recursos que brinda la tecnología para crearos una imagen, para promocionar vuestras obras: mediante los buscadores, las redes sociales, los blogs, las aplicaciones móviles…

6 Hay libros que deben estar en el papel, sólo en papel. Otros merecen ser sólo digitales. Otros exigirán tabletas o teléfonos avanzados. Otros, alguna combinación de estos medios. Vuestra misión será encontrar los dóndes y los cómos de cada qué.

7 Y, para terminar, recordad una cosa: los libros no son contenidos. Los fabricantes de dispositivos que necesitan ser llenados, los operadores de telecomunicaciones que precisan tráfico: ellos quieren relleno para sus cacharros. Cada vez más. Pero los autores no escribimos contenidos; los editores no editamos contenidos. Escribimos y editamos obras. No lo olvidéis…

Mucha suerte y no dejéis de jugar.

El lugar de la biblioteca pública

25 octubre 2012 10:10

Las siguientes líneas son el resumen de mi intervención en “La cultura de Madrid a debate. Jornadas de reflexión. Hacia el Plan Estratégico de Cultura del Ayuntamiento de Madrid 2012-2015 (PECAM)”, celebradas en Madrid el 24, 25 y 26 de octubre de 2012. Mi intervención se encuadra el jueves 25 dentro de la mesa: “La Biblioteca Pública: lugar de cohesión y conocimiento”.

El punto de partida no puede ser más negro. Como titulaba El País: “La cultura, ante su peor momento“. Y el dato: “En 2013, el Gobierno no pondrá dinero para que la red de bibliotecas públicas compre fondos”. Algo que parece tener que ver con la concepción de cultura como “entretenimiento” del ministerio de Hacienda.

Y sin embargo, afirma El Periódico, Las bibliotecas públicas vuelven a estar de moda. Con la crisis, entre el 2007 y el 2011 los usuarios con carnet en las bibliotecas públicas catalanas se han disparado el 38%, junto a otros datos que vale la pena citar en extenso (los subrayados son nuestros):

El número de personas que participan en actividades también creció el 38% —2.024.300 en números absolutos—; la demanda de internet y de ofimática subió el 31% (3.109.099 en el 2011), y el número de visitantes sumó 24.788.052, el 35% más que en el 2007. Sin embargo, el préstamo solo ha aumentado un 10%.

“Eso significa que vienen a por otros temas”, resume Jordi Cabré, director de Promoció i Cooperació Cultural y responsable de la red pública de bibliotecas. Los números fotografían una realidad social compleja, con más paro, menos dinero, menos recursos, más tiempo libre, más necesidad de formación y, agrega, de “encontrar puntos de referencia en un mundo empachado de información y sin embargo cada vez más desorientado”.

Esta es la situación, y no deja de ser paradójico que en el momento en que más falta hacen las bibliotecas públicas, en el momento en que muchos ciudadanos las están redescubriendo o sencillamente descubriendo, sea cuando en peor situación están. Las bibliotecas públicas están prestando servicios a quienes ya no pueden obtenerlos por sus propios medios: se han convertido en los comedores sociales del espíritu.

He entresacado cuatro áreas que creo pueden permitir acciones concretas:

Acceso a la Red

Un punto interesante, que aflora en cuaquier estudio sobre comportamiento de usuarios en bibliotecas es su utilización como puntos de acceso a Internet. Algunos usuarios los utilizarán para acceder a Wikipedia o a algunas de las bibliotecas virtuales que por suerte abundan (en el mismo Madrid, en la Residencia de Estudiantes he participado en la creación de la de las Revistas de la Edad de Plata).

Pero también hacen un uso extenso de este servicio ciudadanos que sólo quieren consultar el correo, leer la prensa, etc. En este sentido, podríamos pensar que una posible intervención del Ayuntamiento sería ampliar y mejorar la cobertura de wifi gratuito, que amplíen la cobertura que ya proporcionan diversos puntos de wifi gratuito, de iniciativa pública y privada. De esta forma se descargaría a lugares como las biliotecas de una función que puede no ser la suya.

Por cierto: el acceso wifi es hoy como alumbrado público de ayer. Igual que nos choca leer que hace siglos uno iba por las oscuras calles precedido por un criado con una luz, sorprenderá dentro de unas décadas el relato de cuando cada uno se tenía que pagar su acceso a la Red.

Defensa y cultivo del impreso

Pero en paralelo, no hay que olvidar que el universo propio de las bibliotecas es el de los libros de papel. Y cada vez hay más datos que avalan la necesidad y pertinencia de mantener su uso, en paralelo al desarrollo de las publicaciones digitales electrónicos. Parece mentira tener que repetirlo, pero es así: ni el libro digital va a sustituir al de papel, ni queremos que esto ocurra. Entre otras razones, porque dan lugar a tipos de lectura distintos, y porque no queremos caer plenamente en manos de oligopolios con prácticas dictatoriales. Las bibliotecas públicas deberían seguir siendo mayoritariamente, en países como el nuestro, lugares de cultivo de la letra impresa.

Interacción con la escuela

No sé si la interacción escuela/biblioteca pública es lo fuerte que debería ser. Me refiero a si se fomenta lo suficiente el conocimiento y el uso de la biblioteca pública desde la escuela: organizando visitas de los escolares, programando actividades que se deban realizar en ella, etc.

Reutilización de los libros de los particulares

¿Por que no aprovechar estos momentos aciagos para impulsar la circulación de libros por parte de particulares?

Una forma podría ser promocionar las prácticas de bookcrossing, que ya tienen tradición bibliotecaria. Usar las bibliotecas como hubs gratuitos y ciudadanos de redistribución de libros: no parece nada mal.

Y otra, aprovechar la donación de bibliotecas personales. Periódicamente llega a mis oídos o aparece en una Carta al Director la noticia de que un profesor retirado, o un buen lector que sencillamente se debe cambiar a una casa más pequeña, busca una institución que quiera sus libros, y se queja de las dificultades para conseguirlo. En una época de sequía institucional para nuevas adquisiciones quizás sería el momento de racionalizar el procedimiento de adopción de bibliotecas personales.

El enlace duradero entre el ereader y el diccionario

18 septiembre 2012 9:09

El ereader, ¡ese ciego amasijo de circuitos dotado de pantalla que permite descargarse y leer masas de texto!

¿Sólo eso?

Ya no: los ereaders (es decir: los dispositivos dedicados para la lectura, normalmente de tinta electrónica), van disponiendo de más y más recursos… Por ejemplo: ya saben lo que significan las alineaciones de letras que presentan en la pantalla, o al menos pueden ofrecer definiciones de las palabras que no conocemos, o traducirlas a otra lengua. También pueden darnos información enciclopédica: sobre acontecimientos, lugares o personas.

Sí, los ereaders están incorporando diccionarios completos: las dos mil y pico páginas del New Oxford American Dictionary están en el Kindle. Y el Tagus (en la imagen de arriba) contiene el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia. Naturalmente, detrás de esa fácil disponibilidad de una obra de consulta justo donde se la necesita hay complejas operaciones empresariales. Por ejemplo: Tagus es el ereader de una librería (la Casa del Libro) que es propiedad de una editorial, Espasa, que durante décadas ha comercializado el diccionario que ahora ofrece en el aparato.

Pues bien: la programación de interfaces que unan el texto de la pantalla con el diccionario no es una cuestión baladí, y menos aún si se quieren dar servicios lingüísticos avanzados. En un reciente artículo, El diccionario oculto, exploré algunos de los retos que hay planteados es este terreno.

En cualquier caso, en este matrimonio de conveniencia entre un presentador de letras en pantalla y una obra de consulta hay un tercero insustituible: la empresa de software que puede hacer el milagro de acercar la respuesta del diccionario a la demanda del lector.

Una de las que más está trabajando en este terreno con el español es Dixio, marca de la empresa Semantix (creada por el mismo fundador de Panda). Sus programas y datos  se pueden ver en el mencionado Tagus, y en otros ereaders: Movistar ebook bq incorpora diccionarios inglés, español y catalán en todas las combinaciones. O el libro electronico Fnac, que contiene el diccionario CLAVE del grupo SM y un diccionario inglés-español y español-inglés de Semantix.

Entre los objetivos de Dixio (que también funciona para Windows) está afinar los servicios lingüísticos al consultante:

La operación de llamar a una consulta de diccionario no siempre es sencilla en los lectores que no están dotados de pantalla táctil. Véase un ejemplo con el Kindle 4 (para nuestros efectos, es suficiente con ver de 0:30 a 1:30):

En los ereaders táctiles, o en sus emulaciones en tablet (por ejemplo, en el Kindle para iPad), la operación es considerablemente más fácil: basta una pulsación y surge la definición directamente, sin necesidad de usar el menú contextual:

El Kindle utiliza también el Diccionario de la Real Academia y, como se ve, con conocimiento de la morfología de la lengua: la consulta de defienda ha llevado al infinitivo defender.

El lector digital, la pensona que lee en pantalla, es hoy en día un lector multilingüe. Incluso en su propia lengua está expuesto a obras escritas en áreas geográficas que presentan variantes respecto a su norma, y también a una infinidad de obras del pasado. Las herramientas lingüísticas son puentes tendidos entre los textos y su lectores.

Entre los retos de la interfaz y los del mejor servicio al consultante se mueve esta nueva alianza del hardware de lectura y el software lingüístico.

Comprar un ebook en Barnes & Noble

04 septiembre 2012 12:12

A primera vista era un expositor más en la librería de Barnes & Noble de Broadway con la calle 82, en Nueva York. Pero fijándose bien, éste no contenía libros, sino unos tarjetones de cartón del tamaño de una edición de bolsillo.

Como en un juego de muñecas chinas, el tarjetón contenía la imagen de un ereader (el Nook que comercializa la propia cadena Barnes & Noble), y la pantalla del lector presentaba la portada de un libro y en su interior la imagen indolente de un muchacho en un bote, y el título: Aventuras de Huckleberry Finn. Encima de todo, la indicación “Lleve esta tarjeta a la caja para la compra”.

[Addendas unas horas después: El dorso de la trajeta presenta el habitual texto de cuarta de cubierta:

]

¡Todo este despliegue para proponer una compra que se podría llevar a cabo en Internet en un minutos! Sí, pero que nos enseña dos tres cosas:

1) la lucha por la visibilidad de los ebooks: ¿cómo hacer para que el potencial comprador se fije en una determinada obra de los miles que se apiñan en el  ciberespacio? Sencillamente, convirtiéndola en una de los muchas que se apiñan en una librería tradicional.

2) la compra como acto físico: a pesar de lo que parezca, mucha gente es aún renuente a la compra por línea. Con este sistema, uno escoge su obra, que como es un clásico ya es conocida de todos; mira la cubierta, la coge, la paga en la caja y se va con el código de descarga.

[3) la importancia de la información próxima al objeto de la compra: nada más girar el libro/tarjeta]

El lector Nook de Barnes & Noble se ha situado bien en el mercado USA, batallando contra la competencia. El Nook Book Store lo está haciendo igualmente bien. Como ocurre con otros lectores, tiene aplicaciones para Web, tabletas y teléfonos, que permiten comprar y leer.

De vez en cuando circulan rumores de su instalación en España…

Trece perlas de Trama & Texturas 17

25 junio 2012 10:10

Ha aparecido el número 17 de la revista Trama & Texturas. (Se puede conseguir en papel, y también en PDF, por un precio muy razonable).

Este número presenta una densidad de artículos interesantes realmente notable. En lo que respecta al tema de este blog, hay que destacar la presencia de un Cuaderno dedicado a la transición digital, compilado por Manuel Gil. Hemos seleccionado trece extractos de sus respectivos artículos, y empezaremos con una cita de la introducción de Manuel Gil:

Nuestro sector continúa sufriendo de algunas señas de identidad que ni cambian ni evolucionan: opacidad, secretismo, reservas… Si los nuevos actores digitales las adoptan y mantienen, nos tememos lo peor. Seguimos teniendo carencias y problemas graves para una transición digital ordenada y bien meditada, es preocupante la ausencia de plataformas digitales compartidas por libreros y editores independientes en un escenario en el que, todo parece indicar, los mercados generalistas se moverán en abanicos cuasi monopólicos.

Y este es el contenido del Cuaderno:

  • Convergencias y divergencias entre libros (en papel y digital) Luis Collado

Nos han enseñado a comprar aparatos, pero ¿quién se ha encargado de enseñarnos dónde encontrar un sitio para comprar un e-book?, ¿dónde conseguir información, ¿cuál es el mejor sitio, en el que mejor me tratan, más conocen mis gustos y más información y más adecuada a mí mismo me facilitan?

En los Estados Unidos, donde vivo hace 11 años, se ve a las Américas como una oportunidad […] En cambio, en Argentina […] los editores a menudo hablan del mercado latinoamericano más por sus escollos que por sus oportunidades.

  • Apuntes sobre la r-evolución digital en el mercado editorial Silvia Clemares

Las ediciones digitales están aún centradas en la reprodución simétrica del contenido impreso. Incluso cuando analizamos los procesos editoriales internos y las listas de precios digitales, la referencia continúa siendo el libro impreso.

  • Literatura infantil y juvenil digital. Un extenso reino creativo para nativos digitales Noemí Pes Escofet

Las iniciativas más arriesgadas [de libros infantiles para tablets] no provienen de los grandes grupos editoriales, sino de pequeñas iniciativas independientes desvinculadas en la mayoría de los casos del mundo editorial  y más cercanas al sector del diseño gráfico o la ilustración, la programación o la comunicación.

Se acercan buenos tiempos para los autores, probablemente los mejores desde el invento de la imprenta. Internet y la digitalización son la clave de esta nueva era en la que el autor vuelve a cobrar un peso que durante mucho tiempo se había aligerado en beneficio de los editores. [El artículo íntegro está accesible en el enlace desde su título]

¿Qué es un libro? En épocas de cambios profundos hay que aceptar una dosis de indefinición, de elementos indefinibles.

A veces me pregunto si soy editora. No trabajo rodeada de libros ni cuento con un catálogo de publicaciones para mostrar, ni siquiera tengo unos autores a los que mimar. Sin embargo, me paso el día rodeada de palabras y de contenidos que corrijo, editor, organizo y presento en un orden determinado, planificados para responder a unas necesidades concretas y publicados pensando en un tipo específico de lector o lectora.

  • Gato por liebre. Cómo hemos perdido dos años en la edición digital Jaume Balmes

En los últimos meses multitud de sitios web personales se han llenado de quejas. Se quejan por varios motivos: porque no pueden abrir el libro que han comprado en su aparato (que compró por mucho dinero con la promesa de usarlo para leer); también porque sí pueden abrirlo, pero está lleno de errores tipográficos; e incluso porque directamente al libro le falta un trozo.

Los precios de nuestros e-books son altos, los más caros de Europa. Los procesos de compra son tediosos. Penalizamos con un DRM absurdo (que se puede romper en tres minutos) a los usuarios que compran legalmente, y como resultado de este DRM encarecemos el precio de los libros para pagar las comisiones a las plataformas que nos ayudan a vender los libros de forma “segura”.

Nuestro único trabajo es tomar un formato casi perfecto (el libro) y trasladar su contenido a un formato más útil llamado también libro (digital).

El mercado del libro digital se ha convertido, al igual que muchos otros sujetos, en un campo de batalla más en el que los intereses de empresas tecnológicas, los conglomerados multimediales y sus representantes políticos se disputan la mercantilización y el control de este espacio y de su derivados, tanto económicos como ideológicos.

En primer lugar, expliqué al personal de Random House que, para poder ser prósperos e independientes, teníamos que hacer dinero, porque si haces dinero eres independiente, y si no haces dinero siempre estás con la mano pidiendo ayuda.

Otros artículos de este número:

Sobre revistas culturales:

Y además:

En resumen: ¡qué excelente número!

Las app de Planeta

05 marzo 2012 11:11

#iPhone #iPad

Las apps gratuitas son un interesante medio de promoción editorial. La semana pasada examiné algunas características de las app de la editorial Maeva para iOS (Apple). Voy a pasar revista ahora a algunas desarrolladas dentro del Grupo Planeta.

La app de Lorenzo Silva es un buen ejemplo de app de autor para iPad e iPhone: Silva es un escritor con muchos seguidores, y que además tiene una interesante interacción con sus lectores digitales, de modo que cuenta a priori con una base de de usuarios de esta aplicación. Quienes se la descarguen tendrán todo lo que puedan desear sobre su autor: videos, relación de sus obras, muestras de capítulos, noticias renovables que se amplían mediante conexión a la Web…  Y, por supuesto, enlace a la compra de los títulos.

Cercano a éste es otro caso de una autora también con numerosos  fans: Matilde Asensi.

La app de Planeta de Libros (para iPad e iPhone), sin embargo,  adolece de los mismos defectos de la general de Maeva que comentábamos: es un app sólo para fans de Planeta, si es que tal cosa puede existir. Además, mezcla promoción de libros que tienen edición electrónica, y de otros que sólo existen en papel (abajo). En su organización general refleja el mismo caos conceptual del sitio web de Planeta de libros.

Caso aparte es la app de Para Dummies (iPad),  que reúne los libros que empezaron en la famosa serie For Dummies, dedicada al libro práctico y de referencia, y hoy son una franquicia donde alterna la traducción de títulos originales y la creación de propios.  Como declaró hace dos días en Twitter su editor Roger Domingo:

Viendo las ventas de libros a través de la app de @ParaDummies del 1º mes. Sin duda, mucho mayores de lo esperado.

Haciendo números: si la app de @ParaDummies fuera un punto de venta estaría entre los 5 que + venden. Conclusión: tenemos nuevo gran p[unto ]d[e ]v[enta].

Bien: esta idea de app está más cerca de la app vertical, por área de interés, que comentábamos la semana pasada. Y es cierto: constituye en sí misma un punto de venta al que van asomando novedades, promociones, ofertas… Los libros de la serie tienen una identidad lo suficientemente marcada, y abarcan un abanico lo suficientemente grande de temas como para  hacer que los fans le reserven un espacio en un lugar donde éste es un recurso escaso: la pantalla del iPad.

La aplicación se convierte así en una mezcla de escaparate, librería de ebooks, y punto de encuentro para aficionados a la serie.

Booquo: ¿hacia los socios de Círculo, o a por todos?

16 febrero 2012 12:12

Ya comenté hace pocos meses por qué Círculo de Lectores es una buena idea digital. Ahora, viendo el lanzamiento de Booquo me da la impresión de que la apuesta de Planeta en realidad no es Círculo. Entendámonos: quiere conservar e introducir en Booquo todo lo que pueda de Círculo (cuya tendencia en número de socios y compra media, no lo olvidemos, es decreciente), pero sobre todo se propone captar a un público nuevo que ya es consumidor de obras digitales, e incluso servir de atractor para la entrada de nuevos usuarios, mediante un sistema cómodo y atractivo.

Ese sistema tiene dos pilares: las obras en la nube y el sistema de suscripción. El primero simplifica para el público todos los problemas que plantean los lectores y formatos. La suscripción, por su parte, es la misma estructura del club del libro. En el mundo de ebook tenía el precedente (que no acababa de despegar) de 24 symbols.

La modalidad de suscripción Premium permite leer todas las obras que se quiera de un conjunto llamado Biblioteca. Aparte de estas lecturas abiertas de un determinado conjunto, se puede conseguir un ebook más al mes. Naturalmente: están presentes aquí todos los fondos digitales de las editoriales españolas.

Las obras  se organizan por géneros amplios, tanto de fiction como de non-fiction, recordando la estructuración que hizo Planeta de nuevos sellos digitales en nichos lectores. De nuevo el mundo del libro está descubriendo (como antes habían hecho algunas editoriales y librerías especializadas) que los lectores no se organizan por amor a determinados sellos o puntos de venta, sino sobre todo por afinidades con ciertas materias y problemáticas.

El Premium presenta una cuota muy poco más reducida para quienes ya son socios de Círculo:

El coste de suscripción al canal es de 9,90 €  al mes. Los socios de Círculo de Lectores dispondrán de un descuento adicional y la cuota será de 7,90€ al mes.

Una parte importante de todo el proyecto es la actividad social, a traves de perfiles de usuario, y la intervención está incentivada.

Bien: Booquo está aquí, con toda la fuerza del Grupo Planeta que además, como recordaba Jorge Portland en Disquisiciones, ha obtenido “247.499 € de subvención y 2.684.284 € de préstamos para su proyecto de Círculo de lectores Virtual”. De ámbito español inicialmente, nada les impedirá traspasar nuestras fronteras, y a eso apunta la estructura de la URL:

http://booquo.com/es/ebooks/home

Sustitúyase es por mx o ar, y ya se tendrá el siguiente paso (replicando en lo digital una expansión que ya tuvo lugar en papel.