Grafismo y revolución, exposición en Barcelona

09 noviembre 2009 9:09

El Lissittzky, Broom, vol. 5, nº 4, 1923

La Galería A | 34 de Barcelona presenta hasta el 28 de noviembre la muestra De Rusia a la URSS. Grafismo y revolución, que agrupa un cuidado conjunto de obras representativas del quehacer gráfico de las tres primeras décadas del siglo pasado, en la transición del zarismo a la Revolución.

Es un hecho feliz (que expone muy bien Juan Manuel Bonet en la introducción al catálogo: “Los libros en la calle”), que la vanguardia rusa colaborara en proyectos editoriales destinados a un público general: tanto revistas y carteles como libros y obras ilustradas para la infancia.

Los recursos empleados son notablemente reducidos: el negro y el rojo tipográfico, y un sabio uso de la página en blanco, las líneas y las letras.

En suma: una exposición que ningún amante del libro o de la tipografía debe perderse, acompañada por un cuidado catálogo.

A Rodchenko, nº S (Nueva poesía) de Maiakovski, 1928

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Los quince libros con títulos más enloquecidos

19 junio 2009 10:10


Parece que hay momentos en los que ciertos temas se ponen súbita y repentinamente de moda, como los títulos (de los que hablábamos hace poco). Ahora localizo una selección de los quince libros con los títulos más enloquecidos, y creo que sería difícil no darles la razón…

Addenda (y de paso compruebo qué tal republica el blog): Tal vez los lectores puedan aportar ejemplos de títulos españoles igualmente (ejem) afortunados…

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Lo primero que se encuentra

16 junio 2009 11:11

Richard Curtis publica en e-Reads un bonito artículo sobre títulos, titulado:

Mi vida en títulos
o
El juego de los títulos,
o
Aventuras de un experto en títulos,
o
Títulos: la herramienta indispensable del escritor
o
¿Qué hay en un título?
o…

El autor empieza recordando que las obras que empezaron llamándose Trimalchio in West Egg y My Valley vieron la luz bajo títulos más apropiados, como The Great Gatsby y East of Eden, y se pregunta si habrían tenido el mismo éxito caso de haber aparecido con sus títulos iniciales. Quizás los lectores conozcan casos similares en la literatura española o hispanoamericana.

El título es básico: puede conquistar al lector o rechazarle, marca el tono de la obra y puede influir sobre su desarrollo. Hay también convenciones de título dentro de los géneros. Por ejemplo: el de una novela policiaca o de serie negra puede empezar con El caso de…, y contener las palabras muerte o asesinato.

Hay modas en los títulos: los largos y rocambolescos de los 60, como la obra teatral. Oh, papá, pobre papa, mama te ha metido en el armario y a mí me da tanta pena, de Arthur Koppit.

Pero, ¡ay!: no siempre está de acuerdo el escritor con el editor o su “fuerza de ventas”, y ahí están algunos de los ejemplos más divertidos del artículo de Curtis, como cuando cuenta sus choques con el Vicepresidente a Cargo de Rechazar Grandes Títulos de Bantam. Aunque a veces la enmienda editorial puede ser una bendición: si se me permite un ejemplo personal, mi propuesta de título El triunfo de Tomate mejoró claramente, por insistencia personal de Jorge Herralde, en El día intermitente, como título de la novela proto-cyberpunk que me publicó Anagrama en 1990.

Las obras de no-ficción, dice el autor, se pueden beneficiar de subtítulos explicativos qu compensen títulos opacos. ¡Que me lo digan a mí, que tuve que suplementar mi tal vez extraño El candidato melancólico con De dónde vienen las palabras, cómo viajan, por qué cambian y qué historias cuentan!

En fin, aparte de recomendar leer entero el artículo de Curtis (vale la pena), conviene recordar que los títulos se cambian también en la traducción, y eso da lugar a fenomenos monstruosos, sobre todo en el cine español.

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Cubiertas de Daniel Gil

12 junio 2009 9:09


Vía BCNDesign me entero de la existencia de una extensa recopilación, obra de Álvaro Sobrino, de las famosas cubiertas que el diseñador Daniel Gil fue haciendo a lo largo de un cuarto de siglo (1966-1992) para Alianza Editorial.

La colección, estupendamente alojada en Flickr (para cosas así tiene que servir estos sitios) abarca 938 cubiertas, casi la mitad de la producción de Daniel Gil. Los ejemplos están escaneados de ejemplares reales, usados, con lo que además son un bonito testimonio de la perdurabilidad de los libros.


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Las fotos de cubiertas de Thomas Allen

13 mayo 2009 10:10


Las descubrí a través del precioso blog Zumaques. Thomas Allen es un fotógrafo que crea sus obras a partir de imágenes de las cubiertas de libros populares norteamericanos de los años 40 y 50. La verdad es que esta es la época dorada de la ilustración editorial, y que las imágenes de estas cubiertas tienen una fuerza y una expresividad que los montajes de Allen no hacen más que subrayar.

Más información en el post: “Los libros? no, los dioramas? tampoco. Venga, dejémoslo así: Las fotografías de Thomas Allen”.


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La cubierta de 2666

19 diciembre 2008 10:10

Un bonito subproducto de la auténtica bolañomanía que se está viviendo en los Estados Unidos: el sitio dedicado a diseño de libros Faceout Books presenta el proceso de creación de la cubierta de la edición americana de 2666, debida a Charlotte Strick. En realidad se trata de dos soluciones diferentes: la edición en un volumen en tapa dura, y la caja con tres volúmenes en rústica (se recordará que 2666 consta de varias novelas, unitarias pero relacionadas, y que la idea original del autor fue editarlas por separado).

Como es habitual en Faceout Books, la propia diseñadora es la que narra el proceso creativo. Para las cifras que constituyen el título, y que resultan bastante misteriosas, escogió finalmente la digitalización de tipos en madera, con la característica de que cada uno de los tres seises es diferente. Está también explicada la elección de las imágenes de las cubiertas, finalmente una obra de Gustave Moreau, Jupiter and Semele, otra de Cy Twombly y una ilustración del XVIII: del Gabinete de Curiosidades de Albertus Seba.

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Diseñar un diccionario

28 noviembre 2008 18:18


Si uno examina el Dictionary de Samuel Johnson, de 1755, encontrará a primera vista un parecido muy grande con los diccionarios actuales, pero las diferencias son también muy grandes.

El diseñador gráfico Mark Thompson, Director de Arte en Taschen 1993?97 y de Collins desde el 2003, publica en Typotheque un precioso ensayo sobre el diseño de los diccionarios Collins. Su escrito, muy bien documentado con imágenes, va desde los niveles microtipográficos hasta la maquetación general. Especialmente interesantes son las consideraciones sobre el cuerpo (o tamaño) de las letras y sobre el modo de destacar los encabezados: un diccionario no se lee, por lo general, de forma continua, sino que el consultante va a la búsqueda de una determinada entrada. En la imagen superior el Collins de 1890, con encabezados a 13 puntos y texto a 7 puntos.

No puedo resumir aquí todo el conjunto de decisiones que Thompson va explicando y justificando históricamente : recomiendo su lectura. Pero sí señalaré que su intervención llegó hasta las cubiertas:

Allí donde los antiguos diccionarios habían sido solemnes, poseídos de sí mismos, casi autoritarios (al menos en el exterior), he tratado de hacer algo ligero, accesible y convincente. En vez del azul oscuro o negro planos de la mayoría de los diccionarios de inglés, con aroma a monarquía e instituciones académicas, las nuevas cubiertas plata de los diccionarios Collins reflejan la luz modulada y, para ser básicamente un ladrillo, parecen ligeramente desmaterializados. No dan la impresión de ser tan pesados como son. Allí donde las cubiertas anteriores tenían algo de masculino ?una especie de imagen de traje oscuro y corbata? las nuevas cubiertas de Collins son más neutras respecto al género, si no más femeninas.


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Estampas japonesas I: el libro oculto

06 noviembre 2008 9:09


Una de las primeras cosas que sorprenden en Tokyo es la cantidad de gente que lee en el metro.

La segunda cosa que sorprende es ver que los libros están forrados, de modo que no puedes saber qué lee la persona que tienes enfrente. Los forros pueden ser sencillamente de papel (como en el detalle de debajo), y estos los dan en las librerías cuando uno compra un libro.


Pero también pueden usarse bonitos forros de tela, por lo general estampada, como el de debajo que, con instrucciones para su uso, fotografié en una papelería de la Avenida de Ginza. Los tamaños de los libros, sobre todo de los populares, están muy estandarizados en Japón, y eso hace que con un tamaño básico de forro se cubran prácticamente todos los volúmenes en rústica.

Y queda la cuestión más curiosa: ¿por qué se forran los libros? Podría pensarse que es para protección de las cubiertas. Pero visto con los ojos de mis informantes japoneses la cuestión es aún más sutil: se cubre la cubierta del libro para no emitir públicamente ningún juicio. Muchos libros están revelando al exterior las opiniones de sus portadores y esto, en una sociedad como la japonesa, sencillamente no se hace.

Pensar sobre estas cosas me ha recordado mi juventud, cuando llevábamos en la mano los libros mostrando bien ostentosamente sus cubiertas, precisamente para revelar nuestros gustos políticos o literarios al universo mundo…

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Propuestas de diseño de White’s Books

29 octubre 2008 9:09


El exitoso diseñador de la colección de Penguin Great Ideas, David Pearson ha iniciado el proyecto de clásicos White’s Books, sobre la base de alta calidad material (papeles, encuadernaciones) y gráfica (arriba, cubierta del misterioso artista y colaborador del grupo musical Radiohead Stanley Donwood). (Vía CR Blog, en donde vale la pena ver más ejemplos de cubiertas).

White’s Books llega también con nuevas propuestas tipográficas: Pearson ha resucitado (arriba) una práctica que nace en el manuscrito, y llega hasta bien entrado el siglo XVIII: la inclusión de reclamo (en inglés catchword) al final de cada página. El reclamo es la “palabra o sílaba que antiguamente solía ponerse debajo de la última línea de cada página, la misma con que empezaba la página siguiente”. La definición es de José Martínez de Sousa, Diccionario de bibliología y ciencias afines, Gijón, Trea, 2004, s.v. Y añade el gran Sousa: “para la ordenación de las hojas, bifolios o cuadernos”.

Bien: no digo que no sea así, pero además tiene una función para el lector. Como dice el diseñador, el reclamo:

Ayuda al flujo de lectura, especialmente cuando se trata de una página grande y pesada que se tarda en pasar.

Abajo, página de una obra de 1716, Para todos, exemplos Morales, Humanos, y divinos: En que se tratan diversas …, de Juan Pérez de Montalván, ejemplo tardío de uso del reclamo. La obra, digitalizada en Google Libros, se puede hojear íntegramente para hacerse una buena idea de esta práctica.

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Editores: un directorio con las cubiertas

09 septiembre 2008 9:09

Cubierta de Seven Hundred Penguins,
recopilación de 700 cubiertas de la editorial

Si están leyendo estas líneas es que el traumático proceso de la migración de servidor ha culminado con éxito. Veamos…

En el siempre grande BoingBoing de Cory Doctorow leemos un post que reza: “Los editores deberían tener un directorio /covers [‘cubiertas’, en inglés]”. En él, propone, debería haber imágenes de buena resolución de las cubiertas de sus libros.

Cuando hoy en día queremos poner la foto de una obra en nuestra web buscamos en Google Imágenes y por lo general encontramos una foto que nos proporciona Amazon, no siempre de buena calidad y a veces equivocada. Si cada editor tuviera en su web imágenes buenas de las cubiertas de sus libros (a las que se podría rotular con su número de ISBN para más fácil referencia), cualquiera ?periodista, bibliotecario, librero o bloguero? podría hacer uso de ellas. Las imágenes serían buenas; si hay un cambio de cubierta en una reedición, el editor la pondría al día, y llegado el caso incluso podría añadir una faja “¡Número 1 en ventas!”.

Ah: si algún editor teme el sobrecoste por consumo de tráfico que le proporcionarían las descargas de sus imágenes, Cory ofrece diez dólares de su propio bolsillo para cubrirlo ;-) .

Es una idea simple y excelente. Ahora que los editores españoles están haciendo un esfuerzo sin precedentes para meter en el sistema DILVE materiales de sus obras, cubiertas incluidas, ¿no sería el momento de ponerlas a disposición de todos?

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