“En una librería no se hace más que leer, conversar con los amigos”

26 octubre 2011 9:09

Tengo que revisar las boletas de ayer y hacer la reposición. Tengo que mirar las facturas de los libros que entraron ayer y controlar los descuentos. Tengo que hacer las órdenes de compra para que el cadete vaya a buscar ─después de limpiar, por supuesto─ los libros señalados por los clientes, siempre que el teléfono funcione y pueda pedirlos previamente porque si no los pido antes va a perder dos horas en cada editorial y finalmente vendrá con otros y no los pedidos. Tengo que apartar las boletas de cuentas corrientes y pasarlas a las fichas. Tengo que hacer los resúmenes de cuentas y enviarlos para ver si alguno paga, porque comprar, compran fácil, pero para pagar no son tan rápidos. Tengo que hacer la caja. No me tengo que olvidar de mandar al contador los cheques para el pago de la jubilación y la cuota de réditos. Tengo que rehacer la vidriera porque los vecinos ya deben estar hartos de ver siempre los mismos libros. Y, al mismo tiempo, tengo que atender a los insoportables cobradores, a los alegres vendedores, a los cadetes suficientes y a los clientes. ¿Clientes qué? Clientes que compren, no que miren, que cumplan con su misión como cada cual cumple con la suya. Y tengo que remarcar Losada y limpiar el estante de la Bif porque ayer fui a buscar un libro y se me quedaron las manos negras de tierra y tengo que… y tengo que… ¡Hay que hamacarse con el trabajo que hay en una librería! Y pensar que hay gente que cree que una librería es una canonjía, una beca, un mecenazgo; que en una librería no se hace más que leer, conversar con los amigos sentados cómodamente en sillas de mimbre con almohadones rojos y tomar café o, por qué no, un whiskicito.

─Total, ¿qué hay que hacer? Viene la gente, pide un libro, se lo das y cobrás.

Creen que es un trabajo cómodo, descansado, donde lo que sobra es tiempo; lo piensan como si fueran vacaciones de por vida. Uno instala una librería, gana dinero y habla de literatura con gente distinguida. ¿Qué más se puede pedir?

(Héctor Yánover, 1994)
Recopilación de José Antonio Sánchez Paso

Revistas de la Edad de Plata

24 octubre 2011 13:13

Hoy se ha abierto al público la aplicación Revistas de la Edad de Plata en el Portal Edad de Plata, que mantiene la Residencia de Estudiantes de Madrid junto a otras instituciones.

Revistas de la Edad de Plata ofrece, en facsímil sincronizado con texto buscable, un valioso conjunto de 31 revistas literarias y culturales del periodo 1910 1917-1939, que totalizan más de 8.000 artículos (más de 9.000 registros, contando anuncios, ilustraciones y otras piezas breves), salidos de la pluma de 1.700 autores, correspondientes a los 316 ejemplares que constituyen las 31 colecciones, formadas por más de 14.000 páginas con más de 85 millones de caracteres.

Para acceder a este conjunto, una de las posibilidades es utilizar un buscador visual, que, desarrollado por Bestiario, da acceso a toda la riqueza de las relaciones entre los diferentes protagonistas (literarios, artísticos, científicos…) de la Edad de Plata. El buscador (arriba), permite acceder a 203 grupos (tertulias, movimientos…), 5.725 personas, 6.524 obras (libros, películas…) y 894 revistas, en sus ricas interrelaciones. En el ejemplo superior, el gráfico informa de que Alfonso Reyes, que participó en la Tertulia del Café Pombo, y es autor de las obras que aparecen el el círculo exterior, colaboró en El Sol, Héroe, Litoral…, y en esta última revista publicó “Trópico”. A partir de ahí, se puede acceder al facsímil y transcripción del poema en la siguiente herramienta:

El Publicador de Revistas da acceso al facsímil y texto electrónico sincronizados de cada uno de los más de 9.000 elementos contenidos en las 31 revistas, entre las que hay cabeceras tan importantes como La gaceta literaria, Caballo verde para la poesía… Entre los escritores que publicaron en ellas se cuentan los nombres más importantes de la cultura española, hispanoamericana y europea de la época: Federico García Lorca, Rafael Alberti, Paul Valery, Alfonso Reyes, Stephan Zweig, Jorge Luis Borges…

Este Publicador, que desarrolló Rafael Millán, está dotado de un potente buscador que permite busquedas literales, pero también por proximidad de palabras, y tiene integrado un vocabulario y morfología del español (lo que hace que pueda buscar todas las formas de un adjetivo, o de un verbo dados). Tiene también un potente lenguaje de interrogación que permite consultas del estilo de “apariciones de la preposición en seguida de verbo en gerundio”.

Las aplicaciones de investigación y educativas de estas herramientas son evidentes. Pero como la profesión va por dentro, una de las primeras cosas que curioseé fue la presencia de crítica de libros y publicidad de editoriales en el periodo. La digitalización de las revistas tiene metadatos, como la etiqueta “[anuncio]”, que permite recuperarlos.  Los ejemplos superiores aparecieron en la revista Ultra, del año 1921. Para ojos contemporáneos sorprende lo llamativo del nombre del editor frente al tamaño más pequeño del de los autores o las obras publicitadas.

Como muestra del alcance internacional de la cultura del momento, veamos otro caso, esta vez de La gaceta literaria de mayo del año 1928. Esta revista española anuncia la aparición de una antología de nueva poesía mexicana, al lado de la publicidad de un librero berlinés que manda libros en alemán a España y América. Más abajo, el librero parisino León Sánchez Cuesta se ofrece para enviar libros “de todos los países”.

Por último, he aquí un curioso caso de arqueología de la agencia literaria: la Agence Litteraire Internationale, a través de su aliado español que es la propia Gaceta, se ofrece para gestionar derechos de traducción.

Y estas son sólo algunas de las muchísimas perlas encerradas en las páginas de estos testimonios vivos de la vida cultural de la España de la Edad de Plata.

Advertencia: el autor de este blog, junto con Carlos Wert, Agustín García y todo el equipo de la Residencia de Estudiantes,  ha tomado parte en el desarrollo de la aplicación Revistas de la Edad de Plata.

Por qué Círculo de Lectores es una buena idea digital

20 octubre 2011 9:09

Cuando el grupo Bertelsmann decidió que iba a dejar el control del Circulo de Lectores a Planeta, algo cambió en el mundo editorial español. Con su millón de socios y cinco mil agentes seguía siendo un canal privilegiado para venta de libros, aunque en los últimos años no era un secreto que el numero de socios iba disminuyendo, y que el importe de la compra media, también. En los lustros que siguieron a 1962, cuando nació Círculo, el libro era un artículo no sólo cultural, sino de ascenso social: “Un libro ayuda a triunfar”. Círculo llevó libros al corazón de hogares no frecuentadores de librerías a través de unos agentes que visitaban las casas, dejaban su revista, y volvían por el encargo, o, si la familia no había elegido nada concreto, llevaban el libro recomendado: ¡venta directa y regular a cientos de miles de familias!

La verdad es que este tipo de clubs fueron el origen del Grupo Bertelsmann. Se fundó en 1835 dedicado a la literatura religiosa (como tantas editoriales europeas), pero en los 50 se fundó el Bertelsmann Leserring (club del libro) y también entró en el mercado musical con la creación del sello Ariola. El grupo llegó a tener muchos clubs del libro en todo el mundo.

En España, Círculo proporcionaba básicamente best sellers, libros de éxito y populares de venta en librería, editados por otros sellos (o a veces mediante un proceso de coedición), así como creaciones propias. Bajo la dirección de Hans Meinke, consiguió implantarse sólidamente en el corazón de los hogares, y constituyó un grupo fidelizado y activo de clientes a los que vender también música y películas.

Pero las cosas cambiaron: España se fue desarrollando, y la lectura perdió glamour social. Además, una circunstancia material imprevista conspiraba para que el perfecto mecanismo de agentes visitadores perdiera efectividad: con ambos cónyuges trabajando, en las casas ya no había nadie hasta caer la noche.

Yo he publicado varios libros en el Círculo y en Cercle de Lectors (la versión catalana, aparecida en 1989). Como editor que era, me sorprendía y me llenaba de envidia sobre todo una cosa: con el libro ya dispuesto para salir, se hacía una encuesta piloto entre una muestra de socios, y las tiradas se ajustaban milimétricamente. Los agentes visitadores no sólo se encargaban de fidelizar al socio con su relación personal y recomendaciones de libros; no sólo hacían el servicio de entrega de revista, recogida del pedido y entrega de los libros: también hacían circular la información en sentido opuesto: desde el cliente al editor.

En los últimos años hubo intentos de usar la web de Círculo para estrechar relaciones con los socios, y sustituir la mecánica del agente por mediaciones digitales, pero creo que no llegaron a cuajar. Mientras tanto, Bertelsmann perdía todo interés por los clubs del libro, aunque fueran, como era el caso del de España, rentables, y cerró los de Rusia y otros países de Europa del Este.

En España, cedió el control, como hemos dicho, a Planeta. Pero en el momento de la firma del acuerdo, en abril, los medios ya recogieron:

La alianza Bertelsmann-Planeta también contempla un gran lanzamiento en Círculo para la próxima Navidad en el tema del libro electrónico y los e-books aprovechando la red de agentes de ventas y el millón de socios.

Efectivamente: hace pocos días saltó la noticia:

El grupo Planeta cambia de estrategia: revisa el negocio de la venta por descarga y apuesta más por la lectura en la nube de libros electrónicos. La editorial lanzará antes de final de año dos proyectos vinculados al e-book. Uno de ellos será una plataforma de lectura en streaming (lectura sin descarga) con el Círculo de Lectores. Otra de las iniciativas será potenciar la librería online de Casa del Libro para vender contenido multiformato.

Bien: he aquí el modelo: un público cautivo, con pacto de compra regular, al que suministrarle no sólo libros físicos sino también e-books desde la nube. Un modelo al que los hogares contemporáneos, bien surtidos de ordenadores y de conectividad, pueden apuntarse, a poco bien que se haga…

Antes de conocer esta noticia, y hablando sobre 24symbols, Julieta Lionetti escribía en su artículo “A Thousand Flowers Bloom” (versión en español):

Las suscripciones no nos han sido ajenas. Si 24 Symbols ha de tener futuro, deberá buscar su modelo en los clubes del libro, como lo fueron el Círculo de Lectores o el Book-Of-The-Month Club, y traducirlos a la era de Internet.

¿De qué manera?

Pero hay algo más que explica la reticencia editorial ante 24 Symbols y se centra en el siempre tenso territorio de qué porcentaje de la renta del libro le toca a los distintos detentores del copyright. En el caso de los derechos secundarios, el editor debe ceder al autor entre el 40 y el 60 % de las sumas obtenidas por la explotación de la obra. Renegociar esos contratos es pedir a los editores que reabran una agria discusión con los agentes literarios, que ya han dado por cerrada, en lo que concierne a los derechos de explotación digital.

El modelo de suscripción es una opción más que interesante a explorar, pero 24 Symbols no puede proponerse a los editores como un canal minorista más. Porque en la lógica que rige los usos y costumbres de la edición no lo es.

Y si se proponen como un club del libro, se verán obligados a convertirse en editores que explotan derechos secundarios.

Esta, y no otra es la clave, y la aportación de Julieta Lionetti ha sido transparente: no se puede entrar en un modelo que fuerza demasiado el ya de por sí convulso reparto de derechos con el que editores y agentes (y autores) están funcionando.

Antes, había sitio para una plataforma de libros electrónicos en la nube que ofreciera títulos ‘en alquiler’. ¿Lo habrá también con el megagrupo Planeta y su masa de socios de Círculo?

Y respecto al potenciamiento de Casa del Libro: he aquí su penúltimo movimiento, la venta de libros de segunda mano… Habrá que hablar de ello.

“Traten de adivinar el precio”

13 octubre 2011 9:09

Una cita muy oportuna es estos momentos en que el precio de los e-books es un tema debatido en Frankfurt y en FICOD.

Hágase el siguiente experimento: poner en una mesa diez o veinte libros y pedirles separadamente a los clientes de una librería que traten de adivinar el precio. La falta de puntería resulta sorprendente. Todo el mundo dice que los libros son caros, pero a la hora de precisar lo que deberían costar, los juicios son muy divergentes. De hecho, dentro de ciertos límites, la demanda de un título es inelástica: indiferente al precio. Por eso, el editor puede equivocarse (dentro de ciertos límites), sin afectar a la venta.

(Gabriel Zaid, 1996)
Recopilación de José Antonio Sánchez Paso

Editores Digitales Independientes: quiénes son y qué hacen

10 octubre 2011 9:09


Nos vimos las caras en el Liber Digital. En el Grupo de  Editores Digitales Independientes están, por una parte, los comparecientes el 6 de octubre en la mesa: Ganso y PulpoMusa a las 9La Tortuga CasiopeaEditorial Intangible (de izquierda a derecha en la foto, ignorando al de en medio, que soy yo). También están entre ellos Sinerrata EditoresMinobitiaEdiciones con carrito, Rayo verde, y alguno que se me olvida… No son (todavía) una asociación, ni un lobby, ni están en él todos los que son editores, y digitales, e independientes, pero es una buena muestra representativa del quehacer digital joven en España.

A continuación, voy a intentar resumir algo de lo que se habló: como las mesas redondas no se graban, y lo único que hay es un meritorio tuiteo (gracias @Raquel_Kriz y a los que publicaron con el hashtag #grupoedi), trato de que no se queden del todo en el aire cosas interesantes. Por supuesto, quienes estuvisteis ahí, en la mesa o entre el público, sentíos libres de corregir o aumentar lo que digo…

Estos autodenominados Editores Digitales Independientes:

son muy jóvenes

tienen proyectos en fase de inicio

están por todas partes: Barcelona, Madrid, Valencia…

la mayoría editan sólo digitalmente (Minobitia lo hace también en papel, por ejemplo)

muchos están en la edición digital porque la ven como la única salida para publicar

se mueven entre la apertura más completa de la obra (gratuita y sin DRM en el caso de Ganso y Pulpo) y el uso de canales cerrados y de pago (apps para iOS, en el caso de La Tortuga Casiopea)…

…pero tienen por lo general una política anti DRM

abarcan un abanico amplio de géneros: de infantil a narrativa y ensayo, pasando por clásicos

algunos (Editorial Intangible) apuestan por géneros poco extensos, no aptos para una obra impresa

editan para un abanico de formatos y plataformas: web, iPhone/iPad, e-readers, …

muchos de sus proyectos quieren llegar al público más allá de las fronteras del estado español

no se fían de las distribuidoras digitales generales, por lo que…

…venden por lo general desde sus propias webs

algunos buscan complicidades en librerías y bibliotecas

tratan de llegar al público a través de las redes sociales…

…pero se quejan de que esto no les genera ni muchas ventas ni comunicación con sus lectores

tienen dificultad para dar visibilidad a las obras que editan

fijan el precio de venta procurando que sea bajo, aunque teniendo en cuenta con los deseos de retribución de sus autores (Musa a las 9)

el porcentaje para sus autores oscila entre el 10 y el 40%

su formación pocas veces es específicamente editorial

tienen estructuras empresariales mínimas o inexistentes

la edición no es para ellos su fuente de ingresos primaria

y, sobre todo:

tienen muchas ganas de editar, de probar procedimientos y caminos nuevos

Foto de Arantxa Mellado

Libros digitales, ¿parásitos del papel?

03 octubre 2011 9:09

La comercialización digital de los cómics es un hecho: ya hemos tratado el caso de Marvel y compañía. Me encuentro en un post de Avión de papel (que por cierto, no tiene ni un sólo enlace) un comentario sobre la situación en España. Su titular reza:

La industria del tebeo abarata hasta un 50% el precio de las descargas digitales, paga al autor un 25% de los ingresos y apuesta por la lectura en todos los formatos disponibles: ordenador, tabletas y móviles.

La entrada se refiere a la plataforma de distribución de cómics Koomic, que ha comenzado con 70 obras, y aumenta a razón de cuatro por semana, de prácticamente todos los editores españoles salvo Norma y Planeta. Uno de sus obras más famosas es Mortadelo y Filemón. Las obras distribuidas por Koomic se pueden leer sin descargar, en un navegador (con una realización viñeta por viñeta un tanto tosca), descargándoselos en el ordenador con DRM de Adobe, o en un iPhone o iPad.

Desde el punto de vista de la comercialización, y aparte de la compra por Web o app, han introducido unas tarjetas de prepago, de venta en librerías (ya conocemos otros casos en que una obra digital se adquiere mediante un cupón físico).

Pues bien: el mencionado post incide en la cuestión del precio:

Los precios finales también quieren ser un incentivo para los lectores. En Koomic dichos importes varían según editorial y tebeo, pero un cómic digital suele ser entre un 30 y un 50% más barato que su formato primigenio. Por ejemplo, el debut digital de Mortadelo y Filemón, ¡A reciclar se ha dicho!, cuesta 5,99 euros frente a los 12 euros en papel.

Y las siguientes, e interesantes, observaciones:

Desde Koomic aseguran que, dentro de los procesos de digitalización, la posterior actualización de los sistemas operativos para tabletas y móviles implica un coste importante.

Bueno: parece que cada vez se puede hablar más claro sobre los costes (y problemas) que tiene la proliferación de plataformas. Pero aún hay más:

De ahí que, en un futuro, puede que “los cómics nativos” no cuenten con precios de venta tan asequibles, como los que hoy resucitan en digital después de nacer impresos.

¡Exactamente! ¿No están muchas obras digitales parasitando inversiones que ya se amortizaron en papel? La respuesta es claramente que sí para obras ilustradas, pero también para gran parte de la ficción, si pensamos en los costes de traducción/composición. Quizás una obra nacida en papel pueda alcanzar un precio muy bajo al revenderla por línea, pero ¿y las obras nativas digitales?

A ver si la revolución del libro digital va a ser cierta sólo si tiene sus bases en el papel…

La patrulla de salvación

30 septiembre 2011 9:09

Hacía tiempo que quería hablar de este blog que la Sargento Margaret y sus amigas elaboran amorosamente. Si ya es meritorio que un grupo de sexagenarias empuñen la tecla para dar sus opiniones sobre el mundo editorial, no lo es menos el que lo hagan con ingenio, irreverencia y desparpajo, cosas todas que esperemos que nos lleguen a todos con la edad…

¿Por qué la Patrulla de salvación? En sus mismas palabras:

El libro está en peligro. Desde este blog, la sargento Margaret y sus amigas, estarán atentas a lo que ocurre en el mundo editorial en castellano para denunciar todo aquello que pueda hacer daño al libro.

Glups: parece que tiene mucho que denunciar… En la última entrada que he visto, Hemos montado una editorial, presentan un autor que no debe de tener desperdicio, “de origen italo-japonés es primo segundo por parte de madre del gran escritor Alessandro Baricco y es vecino en Tokio, puerta con puerta, del hermano de Haruki Murakami”.

Por cierto, se nos informa de que la edición aumentada de la obra (calificada de “edición especial con efectos especiales”) está también a la venta, eso sí, por unos eurillos más que la edición en papel…

Para más claves acerca del propósito que les guía, véase su comentario a Literatura y mercado, de Patricio Pon:

si las editoriales cumplieran con su labor (no me refiero a la de ganar pasta) y además no se empeñaran en hacer desaparecer las librerías, los autores se dedicaran solo a escribir y, lo más importante, la crítica no se hubiera vendido descaradamente a las editoriales, nosotras no estaríamos dejándonos los cuernos en esta ingrata labor que es la de denunciar tanta basura y engaño como hay en el mundo editorial. Estaríamos, si todo funcionara, tumbadas al solecito con una novela, leyendo

Dios, qué razón tienen…

El goteo de Amazon

26 septiembre 2011 9:09


Un paseo por la flamante Amazon española hace revisar algunas cuestiones de nuestro sector del libro no precisamente nuevas, pero sí vistas bajo una nueva luz.

¿Qué parte de la oferta editorial española tiene Amazon? Sabemos que una gran librería puede tener unos 70.000 títulos, pero para eso están las librerías por línea, para tener un stock mayor. Amazon ha bebido de las bases de datos de libros vivos de Dilve, que para eso está, con lo que debe contar con registros de unos 338.720 obras. ¿Tiene ejemplares de todas? Claramente no: de una gran mayoría tiene dos ejemplares, o incluso uno. Estos han sido los mensajes más repetidos en los muestreos que he hecho:

“Sólo hay 1 en stock. Cómpralo cuanto antes” (por cierto: Amazon nos tutea; eso no me acaba de parecer bien)

“Sólo hay 2 en stock. Cómpralo cuanto antes”

Y a veces, con información contradictoria:

Pero de muchos no hay ejemplares. De hecho, para comunicarlo pueden aparecen todas estos mensajes, cuyos matices no siempre quedan claros para el usuario:

“No disponible por el momento”

“No disponible temporalmente. Pídelo ya y lo enviaremos cuando esté disponible. Recibirás un e-mail con la fecha de entrega estimada en cuanto tengamos más información. El cobro a tu cuenta se realizará cuando se envíe el producto

“Regístrate para que te enviemos una notificación cuando este producto esté disponible”

“No disponible. Cómpralo ya y te lo enviaremos cuando esté disponible”

“Disponible en preventa. Este producto saldrá a la venta el 27 octubre 2011”

En algunas búsquedas que he hecho (pero dada la magnitud de la base de datos, no tienen gran valor estadístico) figuraban como no disponibles bajo una u otra forma entre el 20% y el 40% de los títulos. Alguna búsqueda me dio hasta el 75% de títulos sin stock.

Lógicamente, Amazon no puede comprar un gran stock de todos los títulos vivos, y ese goteo de dos o un ejemplares demuestra que su apuesta sigue siendo la larga cola: muchas ventas de pocas cantidades de muchos títulos. Pues bien: si quieren muchos títulos, están en el país indicado…

Sin embargo, este sistema depende estrechamente de la agilidad en la reposición de libros cuando se agote ese ejemplar suelto o esa pareja de ejemplares que tienen la mayoría de los títulos, o de la agilidad del envío cuando se pida uno que directamente no está en stock. Si hemos de juzgar por lo que dicen los libreros sobre la agilidad de la reposición o el envío, las cosas no acabarán de ir muy bien… Claro, que puede que Amazon sea un cliente de peso.

Seguiremos navegando por Amazon para contar algunas otras cosas. Por ejemplo: ¿por qué es tan difícil, o imposible, conseguir que emitan una factura con IVA a nombre de un autónomo como yo (la facturación con IVA para empresas parece estar más prevista)? Continuará.

LIBER Digital

20 septiembre 2011 9:09

Por primera vez la ya veterana Feria LIBER tiene una sección específicamente digital, con un apartado de talleres y mesas redondas y otro de presentaciones a cargo de una treintena de empresas en una zona denominada “corner digital“. LIBER Digital ha sido organizado por Arantxa Mellado y Silvia Mas.

Dentro del primer apartado, Valentín Pérez, de Minotauro Digital, me invitó, y con mucho gusto acepté, a moderar la mesa redonda Editores digitales independientes, el jueves 6 de octubre a las 17:30, que contará con:

– Pablo B. Aller, director de la editorial Ganso y Pulpo

– Noemí Pes Escofet, directora de la editorial Tortuga Casiopea

– Aharon Quincoces Lorén, director de Editorial Intangible

– Beatriz Rodríguez Delgado, directora de la editorial Musa a las 9

Me rumorean que LIBER Digital (una sección que es por otra parte absolutamente necesaria en los tiempos que corren) no ha contado con presupuesto: ni para viajes ni para retribuciones, tal vez por haberse presentado demasiado tarde a los organizadores. Esperemos que esto se subsane en futuras ediciones, porque el debate sobre la compleja situación actual no debe quedar al albur de invitar sólo a quienes “pasaban por ahí”.

Hay un pre-registro gratuito en la web hasta el 30 de septiembre (no puedo poner la dirección del registro porque la web de Liber en IFEMA es una antigualla…).

Del teléfono al libro

12 septiembre 2011 9:09

Los desarrollos de Google abarcan un conjunto inmenso de dominios, cuya integración acaba de comenzar, y probablemente  aún hemos visto muy poco de lo que ésta puede dar de sí.

Por ejemplo: el reconocimiento de imágenes del mundo real, que crea un cómodo puente entre las cosas y las informaciones digitales sobre ellas. Sí: disponíamos de los códigos QR (de los que hemos venido hablando), pero que son una representación abstracta creada ad hoc; el mundo (reconozcámoslo) no está lleno de estos cuadraditos listos para ser capturados por nuestros móviles. En el terreno de los libros está el código ISBN, fácilmente interpretables por aplicaciones como ZBar, pero de nuevo se trata de un constructo creado para ese fin.

Pero Google Goggles parte del mundo real: el usuario fotografía desde su smart phone monumentos, textos, etiquetas de productos u obras de arte, y el software reconoce qué son y aporta informaciones sobre ellos.

En el mundo del libro (que es el que interesa a efectos de este blog), se puede partir de la fotografía de una cubierta: una simple fotografía de móvil, no muy buena, como la superior.

La aplicación móvil de Google la escanea y comienza la labor de reconocimiento: se identifica la imagen de la cubierta (si pertenece al mundo del arte), se reconoce su autor y se lee el título del libro:

¡Cuánto sabe Google!, ¿no? La verdad es que la imagen de la Virgen con el niño y su atribución a Jean Fouquet son datos que están en la Web, porque ahí los hemos puesto nosotros: sin ir más lejos, en la Wikipedia. Los algoritmos de Google han identificado la fotografía con la imagen del cuadro en cualquiera de los miles de sitios donde aparece al lado del nombre de su autor.

Los programas de reconocimiento de caracteres, OCR, del buscador (que ya veíamos en acción en Google Docs) han leído las letras de la cubierta, y, tras plantear la hipótesis de que el objeto fotografiado es un libro, lo han localizado y han buscado todo lo que Google tiene sobre él, de modo que al pulsar “Book” en la pantalla superior obtenemos:

La obra está perfectamente localizada. Bajando por la pantalla se puede acceder a diferentes informaciones sobre la ella: el sitio web del autor, una reseña del New York Times, webs de discusión de lecturas, o muchos otros sitios:

El lector que ha encontrado el libro en casa de un amigo (o en una librería) puede así hacerse una idea de la obra, pero accediendo a Google Libros puede lograr algo mejor: explorar su contenido. ¿Hablará la History of the Breast sobre las “amas de cría” (wet nurses)? Hagamos una búsqueda:

En efecto: la expresion aparece 24 veces en la obra, y se ofrecen párrafos en los que está presente. Para una información más amplia sobre el contenido, la aplicación proporciona también la nube de expresiones y nombres de su interior, con su frecuencia relativa:

Supongamos que a estas alturas la persona interesada por la obra desea comprarla. Si está disponible como e-book, Google Books se la ofrecerá pronto como descarga, pero también está ahí el enlace a Amazon, donde igualmente descargarla, o bien comprarla como libro físico.

Si se quiere comprar como libro inmediatamente, y uno está en una gran ciudad, mediante el botón Google Shopping (aún no plenamente operativo en muchos países), se puede acceder a las librerías y otros lugares donde esté a la venta, naturalmente con indicación de qué precio tiene en cada uno. Mientras dure en España el precio fijo del libro, eso no supondrá una diferencia, aunque (si el usuario ha permitido que el dispositivo conozca su localización) sí que podrá tener el dato de cuál es el establecimiento más próximo que lo tiene en stock.

Pues bien: ése ha sido el recorrido, casi de ciencia-ficción, desde tener un ejemplar en la mano hasta saber casi todo lo posible sobre la obra y acceder a su compra. Naturalmente: este recorrido ideal supone, desde la parte del editor y del librero:

que Google puede acceder a una base de datos con el título del libro y sus metadatos: entre otros, autor, editorial, ISBN, materia…  (para España, sería DILVE)

que el editor haya consentido en integrar el texto completo del libro en Google Libros para que se pueda buscar en su interior

que los principales libreros hayan puesto sus stocks en tiempo real a disposición de Google

Sí: conectar el mundo real y el digital cuestan un esfuerzo suplementario a todos los actores de la cadena, pero es posible que valga la pena…