En el Mercat de Sant Antoni provisional

03 noviembre 2011 9:09

#segunda_mano
Hasta ahora no había podido ver la nueva instalación del mercado dominical de libro antiguo, viejo y de ocasión que antes albergaba el Mercat de Sant Antoni (ahora en trance de una gentrificación de la que no esperamos nada bueno).

Está en una nave abierta levantada en la calle Comte d’Urgell, desde el mercado hasta el cruce con Floridablanca, precisamente donde se yergue una de las intervenciones urbanas más alucinantes de Barcelona.

¡Qué voy a decir!: muchos preferíamos su emplazamiento anterior: éste provisional tendrá problemas en lo más crudo del invierno, y respecto al futuro, los propios libreros no las tienen todas consigo…

Por lo demás, un mercado como éste siempre ofrece cosas pintorescas, como un tebeo “original en facsímil”, que nos recuerda prácticas execrables en entornos más sagrados…

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Por qué Círculo de Lectores es una buena idea digital

20 octubre 2011 9:09

Cuando el grupo Bertelsmann decidió que iba a dejar el control del Circulo de Lectores a Planeta, algo cambió en el mundo editorial español. Con su millón de socios y cinco mil agentes seguía siendo un canal privilegiado para venta de libros, aunque en los últimos años no era un secreto que el numero de socios iba disminuyendo, y que el importe de la compra media, también. En los lustros que siguieron a 1962, cuando nació Círculo, el libro era un artículo no sólo cultural, sino de ascenso social: “Un libro ayuda a triunfar”. Círculo llevó libros al corazón de hogares no frecuentadores de librerías a través de unos agentes que visitaban las casas, dejaban su revista, y volvían por el encargo, o, si la familia no había elegido nada concreto, llevaban el libro recomendado: ¡venta directa y regular a cientos de miles de familias!

La verdad es que este tipo de clubs fueron el origen del Grupo Bertelsmann. Se fundó en 1835 dedicado a la literatura religiosa (como tantas editoriales europeas), pero en los 50 se fundó el Bertelsmann Leserring (club del libro) y también entró en el mercado musical con la creación del sello Ariola. El grupo llegó a tener muchos clubs del libro en todo el mundo.

En España, Círculo proporcionaba básicamente best sellers, libros de éxito y populares de venta en librería, editados por otros sellos (o a veces mediante un proceso de coedición), así como creaciones propias. Bajo la dirección de Hans Meinke, consiguió implantarse sólidamente en el corazón de los hogares, y constituyó un grupo fidelizado y activo de clientes a los que vender también música y películas.

Pero las cosas cambiaron: España se fue desarrollando, y la lectura perdió glamour social. Además, una circunstancia material imprevista conspiraba para que el perfecto mecanismo de agentes visitadores perdiera efectividad: con ambos cónyuges trabajando, en las casas ya no había nadie hasta caer la noche.

Yo he publicado varios libros en el Círculo y en Cercle de Lectors (la versión catalana, aparecida en 1989). Como editor que era, me sorprendía y me llenaba de envidia sobre todo una cosa: con el libro ya dispuesto para salir, se hacía una encuesta piloto entre una muestra de socios, y las tiradas se ajustaban milimétricamente. Los agentes visitadores no sólo se encargaban de fidelizar al socio con su relación personal y recomendaciones de libros; no sólo hacían el servicio de entrega de revista, recogida del pedido y entrega de los libros: también hacían circular la información en sentido opuesto: desde el cliente al editor.

En los últimos años hubo intentos de usar la web de Círculo para estrechar relaciones con los socios, y sustituir la mecánica del agente por mediaciones digitales, pero creo que no llegaron a cuajar. Mientras tanto, Bertelsmann perdía todo interés por los clubs del libro, aunque fueran, como era el caso del de España, rentables, y cerró los de Rusia y otros países de Europa del Este.

En España, cedió el control, como hemos dicho, a Planeta. Pero en el momento de la firma del acuerdo, en abril, los medios ya recogieron:

La alianza Bertelsmann-Planeta también contempla un gran lanzamiento en Círculo para la próxima Navidad en el tema del libro electrónico y los e-books aprovechando la red de agentes de ventas y el millón de socios.

Efectivamente: hace pocos días saltó la noticia:

El grupo Planeta cambia de estrategia: revisa el negocio de la venta por descarga y apuesta más por la lectura en la nube de libros electrónicos. La editorial lanzará antes de final de año dos proyectos vinculados al e-book. Uno de ellos será una plataforma de lectura en streaming (lectura sin descarga) con el Círculo de Lectores. Otra de las iniciativas será potenciar la librería online de Casa del Libro para vender contenido multiformato.

Bien: he aquí el modelo: un público cautivo, con pacto de compra regular, al que suministrarle no sólo libros físicos sino también e-books desde la nube. Un modelo al que los hogares contemporáneos, bien surtidos de ordenadores y de conectividad, pueden apuntarse, a poco bien que se haga…

Antes de conocer esta noticia, y hablando sobre 24symbols, Julieta Lionetti escribía en su artículo “A Thousand Flowers Bloom” (versión en español):

Las suscripciones no nos han sido ajenas. Si 24 Symbols ha de tener futuro, deberá buscar su modelo en los clubes del libro, como lo fueron el Círculo de Lectores o el Book-Of-The-Month Club, y traducirlos a la era de Internet.

¿De qué manera?

Pero hay algo más que explica la reticencia editorial ante 24 Symbols y se centra en el siempre tenso territorio de qué porcentaje de la renta del libro le toca a los distintos detentores del copyright. En el caso de los derechos secundarios, el editor debe ceder al autor entre el 40 y el 60 % de las sumas obtenidas por la explotación de la obra. Renegociar esos contratos es pedir a los editores que reabran una agria discusión con los agentes literarios, que ya han dado por cerrada, en lo que concierne a los derechos de explotación digital.

El modelo de suscripción es una opción más que interesante a explorar, pero 24 Symbols no puede proponerse a los editores como un canal minorista más. Porque en la lógica que rige los usos y costumbres de la edición no lo es.

Y si se proponen como un club del libro, se verán obligados a convertirse en editores que explotan derechos secundarios.

Esta, y no otra es la clave, y la aportación de Julieta Lionetti ha sido transparente: no se puede entrar en un modelo que fuerza demasiado el ya de por sí convulso reparto de derechos con el que editores y agentes (y autores) están funcionando.

Antes, había sitio para una plataforma de libros electrónicos en la nube que ofreciera títulos ‘en alquiler’. ¿Lo habrá también con el megagrupo Planeta y su masa de socios de Círculo?

Y respecto al potenciamiento de Casa del Libro: he aquí su penúltimo movimiento, la venta de libros de segunda mano… Habrá que hablar de ello.

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Fira del Llibre d’Ocasió Antic i Modern en Barcelona

22 septiembre 2011 9:09

Con esta imagen de Perico Pastor se presenta la 60ª edición de la  Fira del Llibre d’Ocasió Antic i Modern en Barcelona, en el Paseo de Gracia, del 16 de septiembre al 2 de octubre del 2011

Esta edición se conmemora con una exposición que recoge la historia de la Fira, sobre la que se ha editado un prospecto (vía Diari d’un llibre vell).

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Estampas bolonias I: i ladri di libri

09 septiembre 2011 9:09

Bajo uno de los bellos soportales de la ciudad, la librería A. Nanni; parafraseo:

La Biblioteca de Nanni, la más antigua de Bolonia, es sin duda la última de las bibliotecas históricas de laciudad y con el tiempo se ha convertido en un punto de referencia insustituible para cualquier persona de la cultura. El proyecto lo inició en 1825 la familia Marchesi, que compró la imprenta Stamperia della Colomba, especializándose en libro antiguo. En 1928 se hizo cargo de ella Arnaldo Nanni, e instaló en el Pórtico de la Morte puestos a la manera de los de París. Hoy en día la librería se dedica a la venta de libros nuevos y usados para los estudiantes.

Quizá es por esta clientela poco de fiar por lo que los puestos exhiben un cartel:

¡Plaga tremenda de los libreros!

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Trama & Texturas, 15

06 julio 2011 8:08

Ha aparecido el número 15 de la revista Trama & Texturas, del que voy a destacar al dossier dedicado a un tema clave y del que, según Julieta Lionetti, “no se habla”: el precio fijo del libro:

De eso no se habla, Julieta Lionetti

Falacias y mixtificaciones del precio fijo, Manuel Gil

El precio fijo y único del libro, Virgilio Núñez Cano

Además de este apartado (que debería haber sido más extenso y con más voces presentes, entre ellos la de los editores), contiene los siguientes artículos:

Homenaje al mérito editorial, Jaume Vallcorba

El camino hacia la revolución digital, Jason Epstein

Bibliotecas: tres jeremiadas, Robert Darnton

Cuando escribir ya no es suficiente, Neus Arqués

He escrito un libro… ¿y ahora qué?, Álvaro Sobrino

¡Los ‘blurbs’ se plantan en sus libros!, J. Dupuis, M. Payot & D. Peras

La cola más larga: la curva de distribución de Amazon, E. Brynjolfsson, Y. (Jeffrey) Hu & M. D. Smith

Miguel Martínez-Lage. In MemoriamActa de la reunión celebrada el 29 de octubre de 2010 en el Castillo de Dux, Duchkov, República Checa (antigua Bohemia), Joaquín Rodríguez

Excavaciones librescas, José Ángel Juristo

Cálida si gélida, Agustín Delgado

Confesiones de un vendedor de libros usados, Michael Savitz

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Sobre bibliofilia

16 junio 2011 9:09

He recibido el último número de Hibris. Revista de Bibliofilia, bimensual editada en Alcoy (Alicante). Por el momento se publica sólo en papel, aunque me informan de que pronto colgarán en su web números atrasados. Contiene informaciones temáticas y otras sobre novedades de las librerías anticuarias. El último número presenta:

Gollería para bibliófilos 8: Roberto el Diablo y otros pecadores arrepentidos. (Roberto el Diablo y otros del estilo).
Sobre Álvaro de Laiglesia, el que fuera director de la revista de humor La Codorniz, y prolífico autor.
Los viajeros germánicos olvidados. Libros de viajeros desde el siglo XVIII.
Catálogos y publicaciones recomendadas.
La península de los libros.

Esto de la bibliofilia… Uno (que tiene distintos vicios) se ha preguntado con fecuencia se debería incurrir en el de la bibliofilia, pero por fortuna algo me ha contenido siempre. En la web Bibiofilia, que mantienen los mismos editores de Hibris, leo una escalofriante Defensa del bibliópata, que me ha hecho comprobar que tenía razón. Reproduzco los últimos párrafos:

El amor por los libros es una pasión fuerte, reconcentrada y excluyente, capaz de producir el placer más intenso y el más intenso dolor (si usted quiere saber lo que es el dolor, repito, está en el sitio adecuado). Un alcaloide venenoso capaz de hacer palidecer las drogas más fuertes y las más bellas damas. La vida cambia y sólo queda jugar el Juego.

Jugar el Juego, el Juego multiforme y letal: las búsquedas obstinadas y perseverantes, las incesantes compras y adquisiciones, las pesquisas constantes e indesmayables. El estar perpetuamente insatisfecho, pues el momentáneo disfrute de una nueva adquisición largamente anhelada acompaña el deseo irreprimible y voraz (como un Prometeo al que se le devora eternamente un hígado que, eternamente, crece) de empezar a jugar el Juego de nuevo.

El Juego es multiforme (ya lo he dicho) y puede ser la sed insaciable de coleccionar el mismo libro o buscar el libro imposible o inexistente, de atesorar los frutos de un mismo editor o todos los libros en treintaidosavo, o los intonsos, o las vitelas, o los que tiene dedicatorias autógrafas, o los que hablan del Santo Graal.

Bienvenido al Juego, por que va a arrepentirse muy pronto…

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Por dónde iba yo…

04 abril 2011 9:09

Saber dónde se ha interrumpido una lectura es un requisito imprescindible para continuarla; si no, uno está condenado a errar arriba y abajo de las páginas del libro, medio reconociendo fragmentos, hasta localizar uno realmente novedoso. Los lectores hacen todo tipo de operaciones para preservar esta valiosa información. Los más cuidadosos utilizan un punto de lectura, también llamado punto de libro o marcapáginas, artilugio creado para tal efecto. Los más píos usan la cinta de registro que muchas Biblias llevan incorporada (y muchas ediciones buenas, como las de Círculo de Lectores, también). Otros doblan una esquina de la página (que los anglosajones llaman “a lo oreja de perro”, dog-ear; la práctica está tan extendida que una tienda de libros usados se llama Dog-Eared Pages). Los apresurados dejan el libro boca abajo (lo cual no acaba de ser bueno para la encuadernación). Los estudiosos cierran el volumen manteniendo en su interior el lápiz con el que han estado haciendo anotaciones. Etcétera.

Tan importante es esta función, que los programas de lectura de libros la hacen por lo general automáticamente (al encenderse se abren por la página en que se les dejó), e incluso se mantiene a través de las distintas plataformas de lectura, en los programas que lo permiten: puedes dejar de leer en tu dispositivo dedicado o e-book, y al reanudar la lectura en tu smart phone te encuentras la página en la que estabas.

Vía Diari d’un llibre vell llego al Bloc de la Biblioteca de Reserva de la Universitat de Barcelona, donde se informa del hallago de un “punto de cursor”, que al parecer es el nombre técnico de este señalador de página, básicamente una cinta (aquí, cuerda) dotada de una flecha movible verticalmente para indicar no sólo la página sino también la línea en la que el lector se detuvo. Estaba en el libro de Pedro de Alcántara Tratado de la oracion y meditacion, impreso en el año 1633. Podría objetarse que este ingenioso dispositivo no discrimina si la lectura se interrumpió en la página de la derecha o en la de la izquierda (todo caso que al cerrar el volumen se eliminaría esta distinción, de haberse hecho). Entonces me he dado cuenta de que yo suelo abandonar la lectura o bien al acabar un capítulo, o si no por lo general siempre en la página de la derecha.

Y ya puestos, abro una encuesta entre mis lectores: ¿dónde dejan la lectura (por ejemplo, cuando les rinde el sueño)?: ¿en una división mayor (capítulo, apartado), o no? Y, claro, a falta de un punto de cursor como el del Tratado de la oracion: ¿cómo señalan la página?

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Tras San Jerónimo y el león

01 abril 2011 10:10

San Jerónimo rodeado de códices en griego, hebreo y latín, quitándole la espina a un león
en la portada del libro de Pedro de la Vega Hystoria nueva (Zaragoza, Jorge Coci, 1528).

Aurora Egido, renombrada especialista en el Barroco, ha escrito un precioso Pregón de la VII Feria del Libro Viejo y Antiguo de Zaragoza. En él, y como corresponde a un género festivo y cultivado, se pasa revista a importantes hitos de la vida de la ciudad y de la historia de la lectura: desde la constitución de la Cofradía de Libreros de San Jerónimo de Zaragoza en 1537, hasta la defensa de las bibliotecas de Reino Unido utilizando Twitter.

Por su amabilidad, y la de la Asociación de Libreros de Viejo y Antiguo de Aragón, el pregón está disponible para nuestros lectores en una cuidada edición en PDF:

Una de las imágenes más enternecedoras de la iconografía tal vez sea la de San Jerónimo leyendo un manuscrito mientras un león está tendido a su lado escuchándole. Pues esa estampa, que cristianiza en cierto modo el mito de Orfeo cuando amansaba con su canto a las fieras, remite a toda una historia del libro y de la lectura que nos aparta del tráfago del diario vivir para sumergirnos en otro espacio y otro tiempo.

Texto íntegro del Pregón.

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Estampas languedo[c/qu]ianas II: las vidrieras de Fontfroide

14 septiembre 2010 17:17

Gustave Fayet con su esposa e hijos en el claustro de la abadía

La abadía de Fontfroide fue construida en el siglo XI y, tras diversas vicisitudes históricas, y habiendo perdido el uso religioso, fue comprada en 1908 por Gustave Fayet, que además de industrial adinerado era pintor, amigo y coleccionista de Gauguin y Odilon Redon.

Hombre de gran sensibilidad artística, se propuso reponer las vidrieras de la abadía, para lo que contó con la colaboración de René Billa (quien adoptaría el pseudónimo de Richard Burgsthal). Para ello, Fayet financió en 1912 la creación de una vidriería que resucitara las técnicas medievales.

Aparte de obras con vidrios elaborados ad hoc, Billa creó un singular conjunto de vidrieras que aprovecharon fragmentos de otras destruidas en la primera Guerra Mundial en las catedrales del norte de Francia, sobre todo la de Reims. Con estos elementos destrozados de obras anteriores, Billa compuso unos curiosos collages. A los lectores de este blog les interesarán sobre todo las obras que utilizan vidrios con escritura gótica, restos de antiguas inscripciones. Abajo ofrezco un detalle.

Quien quiera ver otras muestras de estas  vidrieras puede navegar con precauciones esta página dedicada a las abadías del Aude.

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Estampas languedocianas I: el pueblo del libro

03 septiembre 2010 14:14

El extraño gentilicio del título corresponde a la region francesa del Languedoc-Rosellón: no he encontrado otro mejor…

Pues resulta que esta región meridional de la Francia alberga uno de los “pueblos del libro” que empiezan a cundir por fortuna por distintos lugares, como el vallisoletano Urueña. Se trata de Montolieu.

Montolieu es un pueblo precioso, repleto de librerías de viejo, a las que sólo hay que reprochar la falta de una mayor especialización por temas, que haría más útil la visita. Abajo se puede ver una de las más grandes, La Manufacture, donde, por cierto, había un completo conjunto de la fabulosa colección “Que sais-je?“.

Tan libresco es todo en este pueblo (bellísimo, insisto), que hay hasta una estatua de plomo de un lector junto al bar…

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