Estampas neoyorquinas III: librerías

01 junio 2010 9:09

Los aficionados a esas cosas saben bien que uno de los alicientes de la ciudad del Hudson son las librerías. No crean: han desaparecido muchas en los últimos años, siguiendo la triste tendencia general (una de las más dolorosas, Gotham), pero aun así quedan suficientes como para causar más de un dolor de tarjeta al visitante.

Strand es una monstruosidad, propia de la ciudad de los rascacielos, y lo pregona bien claro la divisa que exhibe por doquier: “18 millas [casi treinta kilómetros] de libros”. Por cierto: juraría que la penúltima vez que fui por allí anunciaban “16 millas”. En cualquier caso, ahí está como prueba del cambio el dígito postizo de las unidades. En Strand hay de todo: desde primeras ediciones y obras firmadas por el autor a una cantidad descomunal de novedades de segunda mano (algunas con el sello de “servicio de prensa”), libros de bolsillo, saldos y cualquier obra imaginable. El comprador incontinente hará bien en despachar su pedido por vía marítima: al cabo de pocos meses recibirá unas primorosas cajas con todo tipo de maravillas, que para entonces ya habrá olvidado que compró. También (recogimos en este blog, en su forma arcaica, el 17 de enero del 2006) venden libros por metros.

Ah: y por si no fueran suficientes las 18 millas, las ventanas están adornadas con trampantojos de más y más libros…

The Complete Traveller es una muestra perfecta de librería anticuaria de calidad: una selección escogidísima, libros en perfecto estado, protegidos por fundas de acetato… A pesar de su nombre, no sólo tiene libros de viajes: en mi visita vi que disponían de una buena selección borgiana.

Printed Matter es una mezcla de librería y galería: libros de artista, libros sobre arte, ediciones extravagantes, pins con frases equívocas…

En su escaparate se muestra (en los neones tan frecuentes en la Gran Manzana) una curiosa frase: “una total reabsorción de todas las formas de discurso en una sola palabra, de todos los libros en una sola página, del mundo entero en un libro”. La firma un tal M.F., y si uno no posee un buen conocimiento de los iconos culturales de los intelectuales locales bien puede guglearla: ¡Michel Foucault!

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Los más caros de IberLibro

25 enero 2010 9:09

En el mundo de la venta por Internet del libro antiguo destaca la presencia de IberLibro, rama española de AbeBooks.

Recientemente IberLibros ha hecho pública la lista de los libros más caros vendidos por la compañia, así como los récords de AbeBooks.

El récord español lo tiene la obra España Artística y Monumental, Vistas y Descripción De Los Sitios y Monumentos Más Notables De España de Genaro Pérez de Villa Amil, vendido por 5.196 euros.

En los libros de AbeBooks me ha sorprendido ver el precio que alcanzan las primeras ediciones de los clásicos de ciencia-ficción, como La luna es una cruel amante de Heinlein (6.809 euros) y la trilogía de Fundación de Asimov (arriba), por 6.328.

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Estampas parisinas V: el libro y el ‘homeless’

21 enero 2010 16:16

Claramente, París es la ciudad de los libros: magníficas librerías, fastuosas tiendas de libros antiguos, bouquinistes (libreros de viejo) junto al Sena…

Lo que no podía imaginar era encontrarme con libros también en el improvisado campamento de unos homeless (o SDF, “sin domicilio fijo”, como los llaman en Francia) bajo un puente. Cabe pensar si estos ejemplares están a la venta, o si se trata más bien de la biblioteca privada de sus moradores…

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Creíamos que Amazon…

16 mayo 2009 12:12

Creíamos que era una librería, pero también era un supermercado.



Creíamos que vendía libros nuevos, pero también los vendía usados.


Creíamos que sólo vendía libros, pero también los hacía.


Creíamos que sólo libros para leer, pero también para escuchar.


Creíamos que vendía sólo libros, pero también vendía contendedores de bitios.



Creíamos que vendía e-books, pero también tenía un canal para leer libros electrónicos.



Creíamos que todo esto lo hacía con libros ajenos, pero ahora empiezan los libros propios, en un nuevo sello editorial.


Creíamos que publicaría libros más o menos al azar, por prueba y error, como todos…pero no:

AmazonEncore es un nuevo programa en el que Amazon utilizará información como las reseñas de lectores en Amazon.com para identificar libros que se han pasado por alto y autores con más potencial de lo que sus ventas indican. Amazon entonces se aliará con los autores para reintroducir sus libros a los lectores a través de apoyo de márketing y distribución en múltiples canales y formatos.

Por ejemplo, Legacy, una novela escrita por una adolescente (esa tendencia ya la veíamos venir hace tiempo), que había cautivado a sus también jóvenes lectores. En la imagen, la autora entrevistada por su hermana, al lado de la oferta del libro (editado por su primitivo, snif, editor), nuevo o usado, y de la versión en Kindle. ¿La versión comestible? No, todavía no…


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Estampas porteñas, V: El limpiabotas

06 mayo 2009 9:09


(He invertido la imagen, sacada desde detrás, para evitar que el lector se rompa el cuello).

En una céntrica calle de Buenos Aires un limpiabotas tiene a la venta un conjunto de revistas sobre tango, cuidadosamente alineadas a lado de los tarros de pomada (acepción 3).

Por cierto: aquí al lado se habla sobre porteños y porteños.

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Estampas porteñas, III

22 abril 2009 9:09

En el pasaje Buenos Aires, en la calle de Florida de la ciudad epónima, una singular confluencia de librerías de segunda mano y sastrerías (gracias, Roger por la pista).

En la foto, el reducido local de Aletheia, en transición hacia otro más holgado.

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Estampas porteñas, I

20 abril 2009 22:22

Preciosa librería de libros “viejos, descatalogados y únicos” en la calle Corrientes de Buenos Aires.

El mural, pintado a mano como se ve, presenta una heterogénea selección de autores.

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    El diorama plegable

    18 febrero 2009 9:09


    Hace pocos domingos me encontré una joyita en el Mercat de Sant Antoni, centro del libro viejo de Barcelona, por cierto abocado a una reforma de la que nos tememos lo peor… El mercado sigue siendo, a pesar de la irrupción de DVDs, mangas y juegos de ordenador, un lugar privilegiado: un esforzado bloguero va dejando huella de sus hallazgos en el lugar, semana tras semana.

    Lo que me encontré fue el humilde antepasado de los pop-up books, adecuadamente etiquetado como “diorama plegable”. En rigor se trata de un libro de tan solo cuatro páginas, que se vendía dentro de un sobre (anverso, arriba; reverso, abajo).


    El artefacto, que se anuncia como “patentado”, estaba editado por las Ediciones Barsal (Barguño & Salvat, S.L.). Esta casa debía de estar especializada en ediciones a color y troqueladas, a juzgar por los otros productos que hemos podido localizar de su catálogo, como los teatritos (en la colección de Lucía Contreras Flores), o los cromos a la venta en algún sitio de coleccionismo. El diorama plegable no presenta fecha, pero los pocos elementos localizados de la misma editorial son de los años 30/40 del pasado siglo.

    El texto del cuentecillo (apenas una quincena de líneas) se encontraba en la tapa, que está detrás del paisaje de fondo. La página cuatro, en la base del diorama, se dedicaba a la lista de títulos publicados y “próximos a publicarse”.

    Lo que proporcionaban estos dioramas era eso: escenas tridimensionales, no dotadas de más movimientos que los de apertura y cierre.

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    Diez años de Galatea

    07 diciembre 2008 12:12


    En el décimo aniversario de esta pequeña librería anticuaria de Salamanca (España), reflexiona en voz alta su dueña, Begoña Ripoll:

    En otoño de 1998, cuando era una joven librera que compraba y vendía libros por catálogo, empecé a pensar que me apetecía tener un local donde instalar mi Galatea. Entonces, como ahora, eran tiempos inciertos, los colegas de profesión decían que no
    había mucho negocio, que el mercado estaba cambiando, las librerías condenadas a desaparecer y que se impondría el comercio electrónico…

    Pero busqué y busqué, durante dos meses, tres, ya no me acuerdo bien, hasta descubrir un minúsculo espacio frente a una iglesita redonda donde anidaban las cigúeñas. Era demasiado oscuro y estrecho, pero hermoso y tranquilo a la vez; al atardecer los turistas muchas veces, cuando pasean, entran, miran al interior y esbozan una tímida sonrisa…

    Alquilé el nº 3 de la Plaza de San Benito, lo pinté, barnicé unas viejas estanterías y supe que los libros y yo habíamos encontrado un hogar donde envecejer en paz. Un martes de invierno coloqué un cartel que decía ?abierto?, le di la vuelta y me senté expectante a esperar que la puerta se abriera por primera vez… El resto es mi pequeña historia…

    Durante estos años todo tipo de gentes ha entrado en La Galatea; también mis libros la han abandonado para irse con el desconocido, con el estudioso, con el conversador, con aquel que un día encontró incluso aquello que no andaba buscando. Yo soy la única que me quedo, tecleo en el ordenador, hago paquetes, apago las luces y descubro una felicidad difícil de entender quizás, el mero gesto de girar la llave, pues mañana, como cada día, abriré otra vez la puerta de la librería.

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    Estampas japonesas V: una librería del XVIII

    26 noviembre 2008 9:09


    El precioso Museo Edo-Tokyo (gracias, Masaru, por la visita) presenta un rico conjunto de materiales y reconstrucciones del periodo Edo, que abarca de 1603 a 1868.

    Entre otras muchas cosas interesantes está la reconstrucción a tamaño natural de una librería de la época (en la imagen), que sigue la descripción de una librería real que estuvo abierta hacia 1780. Las librerías del periodo Edo vendían novelas ligeras con ilustraciones, y grabados que representaban escenas cotidianas o galantes de la época (beldades, luchadores de sumo…).

    Como los libros resultaban caros, florecieron también en ese periodo casas que prestaban libros (impresos o manuscritos), y que mantenían surtidos a sus clientes de las novedades que aparecían. Por su naturaleza semiprivada, estos establecimientos quedaron al margen de la censura gubernamental y fueron una fuente privilegiada de noticias para los ciudadanos.

    A diferencia de los museos europeos, los norteamericanos y los japoneses permiten sacar fotos sin problemas, y este museo Edo-Tokyo incluso fomenta la toma de fotos con flash en ciertos casos, como esta librería, con carteles que invitan a ello. Gracias a esta política, el lector puede disfrutar de esta imagen.

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