Acortadores de URL (y algo más)

04 julio 2011 9:09

El espacio que ocupa el texto se ha convertido de nuevo en un bien escaso. Pasó con los telegramas, luego con  los SMS y ahora con Twitter. El límite de 140 caracteres se acerca peligrosamente a su fin cuando se inserta una dirección web o URL: sin ir más lejos, cualquiera de este mismo blog, como: “http://jamillan.com/librosybitios/2011/06/la-prueba-pisa-de-lectura-digital/”, ¡76 caracteres!.

Los acortadores de URLs lo transforman en algo más breve. TinyURL, uno de los primeros servicios de este tipo que conocí, lo cambiaría a “http://tinyurl.com/6z7jrb9”, de 26 caracteres. Hoy hay muchos:  El País ofrece cort.ascos.as… Y sí: el juego entre el nombre y el dominio es frecuente, como estos dos últimos ejemplos, que hacen uso de un .as, que en realidad se usa para “Samoa Americana y para Emiratos Árabes Unidos (aunque está asignado oficialmente a dichos países, también es usado por algunas asociaciones privadas en Asturias)”.

Un servicio complementario que dan los principales acortadores es detectar si el enlace conduce a un sitio potencialmente peligroso, y en ese caso no se activan. Es decir, funcionan como filtros de seguridad.

Mientras que puede ser difícl para muchos gestores de sitios saber cuántos y quiénes hace clic en un determinado enlace, la ventaja del acortador es que supone un paso intermedio que sí que permite registrar esos datos (de hecho, es un valor que obtienen quienes ofrecen esos servicios gratis). Un usuario registrado puede obtener algunos de esos datos en bit.ly.

Y ése es precisamente uno de los valores del acortador de Google, goo.gl. Si el usuario tiene una cuenta con el buscador, podrá tener información de cuántas veces a lo largo de un determinado periodo se ha hecho clic en esa URL acortada, junto con alguna información sobre el origen de estos usuarios (captura superior). También sabrá si otros usuarios de goo.gl han creado URLs cortas para ese mismo destino.

Por último, se le proporciona un código QR para  esa URL corta. Estos códigos, de los que hemos hablado alguna vez, sirven para ser impresos o presentados de cualquier otra forma en el mundo físico y luego, capturados por  un smart phone (como un iPhone), conducen a una página web. Este es el código QR de mi URL de ejemplo, en versión goo.gl:

Twitter, que al fin y al cabo ha sido el causante de la necesidad, proporciona también su propio acortador, que a veces aplica también sobre una URL ya corta, de modo que al final lo que tenemos es un enlace que pasa de servicio en servicio, dejando huella por supuesto, e incrementando estadísticas de uso, que en el mejor de los casos se compartirán con quien ha enlazado…

La prueba PISA de lectura digital

29 junio 2011 11:11

Es curioso comparar la nota de prensa del Ministerio de educación (Un 77% del alumnado español de 15 años tiene un rendimiento medio o alto en lectura digital) y la noticia en El País (A los alumnos españoles se les atraganta la lectura digital. “España ocupa el puesto 14 de los 19 países que han participado en la nueva prueba del informe PISA de la OCDE”), porque demuestra las distintas interpretaciones que se pueden dar a unos mismos datos.

Pero no nos ocuparán aquí por el momento las interpretaciones, sino el diseño de la prueba. Esta es la primera vez que PISA analiza la “lectura digital”, y conviene examinar de cerca en qué ha consistido el test. Aquí está el Resumen ejecutivo. Y estas son las pruebas (usuario: public, contraseña: access). Hay que ir a la columna “Spain Spanish” y hacer clic en la lupa para ver la prueba tal y como el alumno la realizó y al documento Word para su evaluación.

El alumno se vio frente a una pantalla con un falso navegador de Internet (imagen superior), y fuera de ella estaban las instrucciones específicas. Estas no siempre eran simples. Por ejemplo:

Mira el comentario de Marga del 10 de marzo. Pincha en “Escribe una respuesta” y contesta a Marga. En ella, responde a su pregunta sobre qué participante, en tu opinión, sabe más sobre este tema. Justifica tu respuesta. [Nota: usa el botón Atrás para consultar la página del foro.]

Pincha en “Envía la respuesta” para añadir tu respuesta al foro.

Salta a la vista una dificultad: interpretar las instrucciones. Operaciones que muchos usuarios hacen sin problema se pueden convertir en difíciles cuando se las desmenuza en una secuencia de órdenes. Cierto que todos los que hicieron el test estaban ante las mismas dificultades, con lo que los datos comparativos probablememente indican una realidad.

Estas son las pruebas:

La primera prueba (“Quiero ayudar”) es una comprensión lectora sobre el texto de un blog, con una pequeña excursión por su menú, salida a una web ajena y uso del correo electrónico.

La segunda (“Olor”) comienza en un buscador simulado, y plantea la evaluación de los recursos a los que se accede desde él.

La tercera (“El café de los filósofos”) presenta una interfaz gráfica anticuada (pero aún presente en productos didácticos), cuya posibilidad de navegación repite el menú lateral. Un ejercicio comprende el uso de menús desplegables.

La cuarta (“Helado”) se realiza toda sobre un buscador, la pertinencia de cuyas respuestas hay que evaluar sin entrar en las páginas concretas.

La quinta (“Phishing”) es una simple comprensión lectora pero sobre un tema propio de la red: parece creada para comprobar si la información que en la propia Web alerta sobre malas prácticas en ella es adecuadamente entendida.

La sexta (“Búsqueda de trabajo”) parte de un buscador, y reparte la información pertinente a través de varias pestañas; hace uso también de menús desplegables.

La séptima (“Hablemos”) se desarrolla en un foro, y el usuario tiene que lidiar con los hilos y la cronología de los mensajes (imagen superior), y por fin escribir un mensaje.

Las pruebas están razonablemente bien diseñadas. Pero reflejan no sólo habilidades de lectura/interacción/producción digital, sino también las preocupaciones actuales sobre evaluación de los recursos en línea, problemas de privacidad y engaño, etc.

¿Qué sería “lectura digital”? La suma de un complejo conjunto de habilidades de extracción de información, pero también de producción (estamos en lo del 2.0, ¿no?). Observen el conjunto de etiquetas que están al pie de este post: todos estos temas están (o deberían estar) presentes en la lectura/escritura digital.

He echado en falta pruebas que pongan en juego la habilidad de interpretación de páginas multilingües (pues la información en inglés acecha casi en cualquier rincón, a pesar de los esfuerzos de Google por confinarnos a una lengua). La cumplimentación de formularios complejos (como los que deben rellenar los jóvenes para hacerse miembros de cualquier red social) no está evaluada. Tampoco la capacidad de trabajar con distintas ventanas abiertas simultáneamente (más allá de la presencia anecdótica en las pruebas de pestañas del navegador): los usuarios trabajan así… Las operaciones de construir documentos a partir del copia-y-pega son básicas en cualquier contexto, y están también ausentes de esas pruebas. Las dinámicas de saltar de página en página en pos de una información, para eventualmente volver al punto de partida, están sólo esbozadas. Y el importante mundo de las licencias de reutilización brilla también por su ausencia…

Por último: las habilidades digitales ya no están confinadas a un ordenador con navegador: los teléfonos móviles son el soporte de mucha lectura y escritura (en SMS), y los avanzados (tipo iPhone) permiten juego en redes sociales y Twitter… ¿Me quivoco al pensar que una mayoría de las interacciones digitales de los jóvenes transcurren ahí? Pero estas pruebas se empezaron a diseñar a principios del 2009, y todo va (demasiado) deprisa…

Ojalá que el debate público sobre qué deberían hacer nuestros alumnos en el mundo digital sirva no sólo para perfeccionar estas pruebas, sino sobre todo para reflexionar sobre las trampas y las carencias, pero también las promesas del medio .

Antes del multimedia, I: gorjeos

27 mayo 2011 20:20

Allá por 1998, en la sección Rinconete del Centro Virtual Cervantes, empecé a publicar una serie de breves colaboraciones agrupadas bajo el lema “Antes del multimedia”. Los articulos reflexionaban sobre los recursos que habían desplegado las publicaciones en papel antes, mucho antes de que aparecieran los libros electrónicos y, con sus nuevas posibilidades, los libros aumentados, enriquecidos o enjaezados. Por aquel entonces la tentación que acechaba a los editores de CD-ROMS era que los libros hicieran cosas, cantaran, se movieran… Veo con preocupación cómo la actual avalancha de apps para móviles avanzados e iPads lleva a los editores a idéntica trampa. ¿Para qué, con la de cosas que han hecho siempre los libros?

Este revival de los excesos multimedia (que ya en su época fue definido en dos pinceladas como “la solución para un problema que nadie tiene”), me ha hecho volver sobre aquella serie y, una docena de años después, republicar piezas de entonces, modificadas en lo que haga falta y tal vez (tiemblo al decirlo) aumentadas, enriquecidas o enjaezadas, y crear otras nuevas.

La primera, y lejana, entrega estaba encabezada por esta reflexión:

¿Cómo se las arreglaba la gente antes del advenimiento de todas estas técnicas o tecnologías que tanto nos ayudan? Pues había de todo.

Por ejemplo…

En El Averiguador Universal (preciosa revista de la que ya hemos hablado) del 15 de enero de 1880 leo que un investigador alemán, un tal Bechstein, había transcrito el canto del ruiseñor del siguiente modo. (La revista advierte que “es preciso pronunciar silbando los sonidos indicados por las letras”):

Tiou, tiou, tiou, tiou,
Shpe tiou tokua,Tio tio tio tio,
Kuutiu, kuutiu, kuutiu, kuutiu,
Tskuo, tskuo, tskuo, tskuo
Tsii, tsii, tsii, tsii, tsii, tsii, tsii
Kuoror tiu, tskua pipitskuisi
Tso, tso, tso, tso, tso, tso, tso, tso, tso, tso, tso, tso, tsirrhading!
Tsisi si tosi si si si si si si si,
Tsorre tsorre, tsorre, tsorrehi,
Tsatn, tsatn, tsatn, tsatn, tsatn, tsatn, tsatn, tsi
Dlo dlo dlo dlo dlo dlo dlo dlo dlo
Kuioo trrrrrrrritzt

Como complemento de este apasionante documento de la era pre-fonográfica, escúchese arriba el canto de un rusieñor, y compárese. Advertencia: el ruiseñor grabado en Youtube en modo alguno puede ser el mismo que el registrado por Bechstein la friolera de 130 años atrás. Es posible que no sea ni siquiera de la misma especie. Y, por último, siempre cabe la posibilidad de que ambos, el ruiseñor grabado y el transcrito, estén hablando de cosas diferentes…

Los libros destacan en el medio millón de apps en Apple

25 mayo 2011 9:09

Puede que sea una cifra aproximada, dice mocoNews, pero cerca andará: Apple ha aprobado en los 34 meses desde que comenzó su App Store medio millón de apps, o programas descargables en dispositivos como iPhone e iPad, ya sean gratuitos o de pago (a un precio medio de 3,64$). En el mercado hay también un abundante número de apps para el sistema operativo Android.

Hace justo dos años nos enterábamos de que los libros era la categoría de más crecimiento entre las apps de Apple. Pues bien: en el resumen gráfico que han compilado Chomp, el blog 148apps.com y Chillingo los libros están en la segunda categoría más descargada (14%), a poca distancia de los juegos (15%).

85.500 desarrolladores de apps (y en este concepto entrarían tanto “programadores” de juegos como “editores” de libros) han trabajado en su creación. La App Store  ha permitido que pequeñas empresas oferten sus productos en el mercado mundial.

Conviene recordar que Apple supervisa el software de los desarrolladores de las apps, pero también censura los contenidos.

En el gráfico inferior se puede ver cómo han evolucionado las distintas categorías de apps a lo largo del tiempoy cómo a lo largo del 2010 los libros fueron la categoría más abundante.

Comics en HTML5

15 febrero 2011 9:09

Con la aparición de lo comics en iPhone cayeron las barreras que separaban las creaciones gráficas contemporáneas de la pantalla. El éxito se exportó rápidamente al iPad. Pues bien: una vez comprobado que los cómics y la pantalla no estaban reñidos, ha venido el paso al browser o navegador de Web. Marvel, la gran compañía de historietas de superhéroes, utiliza el estándar HTML5 para exhibir cómics, por el momento sólo en el navegador Chrome, de Google, para PC o Mac.

La idea ha sido pasar a la pantalla del ordenador algunas de las prestaciones que se tenían en la del iPhone y el iPad, lo que se consigue (a falta de pantalla táctil) a través de teclas, del uso del ratón y de mandos en la interfaz. Los deslizamientos, zooms y cambios de página típicos de las aplicaciones en los aparatos Apple para adaptar las obras a la pantalla se mantienen, porque la base sigue siendo la página impresa, que debe adaptarse al campo de presentación .

Quien compre los cómics a traves de iTunes (la tienda de los aparatos Apple) podrá leerlos también en Chrome, pero no viceversa. Aunque hay cómics gratis, la mayoría cuestan sobre los 2 dólares, y también hay una opción de suscripción: un año a 60 dólares, durante el que se pueden leer cualquiera de los 8.000 que están digitalizados, más los que se añaden diariamente. Esta fórmula de suscripción estilo buffet libre sólo podrá estar sostenida por los sitios que dispongan de una gran oferta.

Readability: notas y patrocinio

04 febrero 2011 9:09

Como ya saben nuestros lectores, Readability es un programa que sirve para convertir un texto situado en una página web confusa en  algo legible. Funciona como un add-on en Firefox que instala dos botones en el navegador. Uno sencillamente transforma la página ante nuestros ojos, y el otro además la guarda para consulta posterior en teléfono móvil o en un navegador  (como hace también Instapaper). La función es tan útil que Apple la ha incorporado a su navegador Safari, y Amazon al Kindle (cuenta el New York Times).

Las últimas versiones de Readability añaden otra característica interesante: separan los enlaces como notas al pie (arriba se puede ver una muestra de la conversión de este mismo post). La nota al pie es un dispositivo libresco (de hecho se remonta al manuscrito) y tiene la ventaja de que la pulsión de hacer clic en el enlace no estorba la lectura. La conversión en nota preserva la frase que estaba enlazada, que como sabemos forma parte de la retórica del enlace, es decir, de las intenciones de su creador.

Pues bien: las innovaciones de Readability no acaban ahí: la nueva versión tiene una modalidad de pago mensual de 5 dólares (que coexiste con la gratuita), y que redistribuirá el 70% de lo recaudado entre aquellos blogs o páginas más leídas con su servicio. A falta de un sistema cómodo de hacer micropagos, esta iniciativa de Readability intenta redistribuir los beneficios entre la auténtica fuente de sus ingresos: los autores de páginas que la gente quiere leer. Pero el New York Times señala también que estos servicios de lectura simple, al limpiar la página de molestias entre otras cosas están suprimiendo los anuncios, con lo que privan al periódico de una fuente de ingresos, y no descarta que tengan que llegar a acuerdos futuros para compartir ingresos.

ISBN: el cocktail de los datos sobre libros

24 enero 2011 9:09

Nuestros lectores habituales lo recordarán: hace algo más de tres años, Rafael Martínez Alés daba la voz de alarma acerca de la posible fragmentación del registro del ISBN en España. Pues bien, el ISBN, que venía estando regulado por el Ministerio de Cultura, ha pasado ya a manos de la Federacion de Gremios de Editores. Esto impedirá la división de la base de datos, pero por otro lado representa una privatización, como ha explicado muy bien Elvira Huelbes. Durante un periodo de transición que puede durar un año la base de datos consultable de ISBNs seguirá siendo la del Ministerio.

Es bien sabido que el ISBN es un identificador estándar e internacional (las siglas corresponden a International Standard Book Number) que se asigna a cada edición diferente de una obra que está en el circuito de venta, ya sea en una librería o en la web. En la versión en papel, el ISBN figura como un código de barras.

Para conocer algunas de sus repercusiones de la privatización hemos hablado con el Director de la nueva agencia del ISBN, Miguel Jiménez. A diferencia de la gratuidad anterior, ahora dar de alta un ISBN costará dinero, “aunque menos, o incluso mucho menos, que en cualquiera de los países similares al nuestro”. Las tarifas definitivas aún no han sido aprobadas, pero sí que parece que rondarán los 3 euros por ISBN, en una escala que irá abaratando el precio de quienes más ISBNs compren: en grandes cantidades, pueden llegar a salir a 30 céntimos de euro la unidad. Las pequeñas editoriales, por tanto, serán las más gravadas.

Los autores-editores, las personas que utilizan por ejemplo los servicios de una empresa como Lulu para hacerse sus propios libros, deben obtener un ISBN sólo si quieren que su obra esté a la venta por los canales habituales. Las empresas de impresión bajo demanda a veces prestan también el servicio de conseguir un ISBN, cobrándolo. Estos autores-editores serán claramente los más perjudicados en la nueva situación española, porque se les puede llegar a cobrar 10 veces más que los editores profesionales, por el hecho de que “registrar el ISBN de un autor-editor puede ser tan trabajoso, o más, que procesar los que presente un editor normal”.

Hay que recordar que el ISBN hoy no es un trámite obligatorio, salvo que se quiera llevar el libro a las librerías, físicas o virtuales. En teoría, una obra que no va a pasar por el circuito abierto de venta (por ejemplo, un libro a la venta sólo en la web de su editor, ya sea en papel o en edición digital), no requeriría ISBN, señala Jiménez. El trámite tampoco protege la propiedad intelectual. La sección “Qué no es el ISBN” de la web de la agencia aclara todos estos extremos.

Normalmente, las bases de datos de ISBN además de información sobre autor, título, editor, etc., tienen también otras informaciones, como lengua de origen (en el caso de las traducciones), o la materia. Ya expusimos en su día la importancia de la clasificación por materias, así como el hecho de que DILVE, la joven base de datos de libros en venta, auspiciada por los editores, ha elegido el sistema BIC. ¿Qué va a hacer en este aspecto el ISBN? Dejará de lado, dice Miguel Jiménez, la CDU que venía usando, y utilizará también BIC.

El hecho de decantarse por un sistema mejor de clasificación no es una garantía por sí solo: quienes asignan la materia son los editores, y si ellos no lo hacen bien, el libro quedará mal encuadrado. Y la experiencia demuestra que las editoriales, en las que no hay por lo general documentalistas ni personas que puedan cumplir su papel, delegan esta fina tarea en el último becario. Si para una novela perecedera esta cuestión puede no afectar mucho a las ventas, para libros científicos, de ensayo o de enseñanza la mala visibilidad en las bases de datos de materias puede ser todo un handicap. En el caso de los libros electrónicos, de la calidad de los metadatos dependerá su adecuada inserción en el ecosistema informativo.

El mencionado DILVE es una base de datos que impulsaron los editores como complemento al ISBN (que gestionaba el Ministerio): éste recogía todos los libros editados, aunque estuvieran agotados, y el DILVE las obras efectivamente a la venta que añadieran, de forma voluntaria, sólo los editores agremiados (que son la mayoría, pero no todos). Por otra parte esta base de datos de libros en venta contiene no sólo los datos bibliográficos, sino también cubiertas, solapas, capítulos de muestra, y otros elementos orientados a informar mejor al posible comprador. DILVE ha tenido desde su creación un buen desarrollo: a estas alturas gestiona casi 290.000 libros. ¿Habrá entonces dos sistemas prácticamente con los mismos objetivos y contenidos? Opina Miguel Jiménez: “ISBN y DILVE deben ir convergiendo”. DILVE ya tiene una pasarela con el ISBN, .

Pero esto no es todo: los libreros (que parecen hacer rancho aparte , o tal vez son los editores quienes lo hacen respecto a los libreros: nunca se sabe) tienen su CEGAL en Red, que reúne datos de ISBN, de DILVE y de otras fuentes.

¿Acaba aquí la proliferación de almacenes de prácticamente los mismos elementos? No, por cierto: de nueva creación es el ISTC (International Standard Text Code), un identificador de la “obra”, al que luego habría que ligar las “manifestaciones” de la misma, sea una edición en tapa dura o un archivo ePub. De extenderse su uso, habría obras con un código ISTC, localizables fácilmente en una base de datos común, que luego enlazaría con todas y cada una de las versiones en libro o en archivo digital.

Hablando de esto, ¿y los libros digitales? Ya en el 2005 la Agencia Internacional señaló que cada edición electrónica diferente debe tener también su propio ISBN. La Agencia Internacional del ISBN ha emitido un conjunto de directrices y Preguntas Frecuentes “para ayudar a las agencias nacionales de ISBN, editores, intermediarios y otras partes interesadas en la identificación apropiada de medios digitales, incluyendo ‘aplicaciones’ [los programas que permiten leer obras en [teléfonos avanzados, de Apple y otras marcas 16.02.2011]]”. En resumen: sigue habiendo la necesidad de tener un ISBN diferente para cada archivo en un formato distinto, más además, si un mismo formato presenta dos DRMs distintos (llamados extrañamente en la traducción GDD, por “gestión de derechos digitales”), cada uno de ellos debe tener su propio ISBN. ¿Acaba aquí la cosa? Tampoco… Si uno quiere distribuir capítulos o partes separadas de un libro (algo que en la edición científico-técnica es mucho más frecuente que en las novelas…) cada una de ellas debe tener su ISBN propio. Un manual sobre programación, por ejemplo, que constara de diez capítulos y que se quisiera explotar en dos formatos, en dos mercados diferentes bajo restricciones de uso (DRM) distintas, y con venta de capítulos independiente podría llegar a acumular 44 ISBNs, si he contado bien.

Pero (dirán algunos) ¿no existía el DOI, Digital Object Identifier precisamente para eso? Bueno: el identificador DOI (que lleva dando vueltas por ahí al menos desde hace catorce años; ) resulta que se puede integrar también en la cadena de caracteres del ISBN.

Editores, libreros, gestores ministeriales que dejan de serlo, estándares internacionales, supraestándares internacionales, estándares para obras digitales, fabricantes de formatos para e-book, fabricantes de medidas anticopia… Agítese y sírvase con una aceituna. ¿Será el ISBN el vaso que contenga todo?

Editores españoles en Ipad e iPhone

13 diciembre 2010 9:09

Estos días han coincidido noticias de distintos lanzamientos de editoriales españolas en iPhone (o iPod Touch) e iPad.

La editorial Anillo de Sirio ha sacado para ambas plataformas Entre Tinieblas #1, Cazador de Medianoche, publicado originalmente por Aleta Ediciones.

Nórdica (editorial de la que ya hemos hablado en varias ocasiones) ha creado Nórdica Libros, una aplicación gratuita sólo para iPad que presenta sus libros, junto a materiales complementarios como videos y capítulos en audio.

Por último, Barcelona Multimedia (de quien ya comentamos su Biblia para estos mismos medios) ha lanzado en iPhone e iPad un “calendario de Advient0” bajo el Título de La Navidad de los niños. Es una app gratuita en siete lenguas, que tiene por objeto llevar al público hasta sus otras publicaciones, sobre todo el best-seller La Biblia de los niños.

Decididamente, dos tendencias se van dibujando en el uso de las aplicaciones de Apple: la promocional (aplicaciones gratuitas que llevan clientes hacia otras de pago) y el desarrollo de cómics (floreciente, como ya escribimos en su día). Incluso empiezan a surgir en España empresas como Esdecomic que se plantean distribuir cómics en formato digital. ¿Permitirá la e-distribución que los números de los editores de cómics [vía Qué me cuenta mi librero] salgan mejor?

Ya están allí los libros de Google

08 diciembre 2010 17:17

Ya se ha abierto la tienda de ebooks de Google (lo que parecía que iba a llamarse Google Editions). Tras “años de planificación y meses de demoras”, como dice el New York Times, después de un acuerdo con 4000 editores, y por el momento sólo para Estados Unidos. El lema: “Reading unbound”, o sea, tanto ‘lectura desencuadernada’ como ‘sin límites’. Como señalamos en su día, los libros comprados (o descargados gratuitamente) pueden leerse en casi cualquier dispositivo (menos en el Kindle): en el navegador, iPhone o iPad, como e-pub… A pesar de estar “en la nube”, los libros podrán leerse off-line en ciertas condiciones.

En España aún no están disponibles, salvo las obras gratuitas y en la versión de lectura en el navegador, que por cierto, funciona muy bien, incluso redimensionando la pantalla:

La aplicación para iPad o iPhone tampoco está disponible en el iTunes español, aunque tendrá esta pinta:

Y la gran pregunta, ¿realmente beneficiará a las librerías, como pretende el lanzamiento? Para el NYT:

El Google eBookstore podría beneficiar significativamente a librerías independientes, como Powell’s Books en Portland, Ore., que se ha apuntado para vender e-books de Google es sus sitios web a través de Google.

Es decir: ¿por qué debería cualquier lector comprar el e-book de Google en la web de su librería, en vez de directamente en Google? De las posibles respuestas a esta pregunta depende el futuro digital de los libreros como mediadores, y he aquí algunas posibles:

  • Porque ya es comprador en la web de librero
  • Porque lo ha encontrado en la web del librero, que ofrece una información mejor sobre las novedades
  • Porque en la web del librero ha leído un artículo sobre un cierto género de obras que le interesan, y ha descubierto una que no conocía, y ha seguido el enlace para comprarla

Pero nuestros lectores puedes descubrir más…

FaceBook-Instapaper-Blog-Tweet-RSS, etc.

06 diciembre 2010 9:09

Está claro que uno de los mayores desafíos actuales es la gestión de la información en el ámbito digital. La cuestión se complica cuando al lado de la Web abierta surgen zonas acotadas para ciertos tipos de personas: usuarios de iPhone, de redes sociales, de sistemas de mensajería… Por suerte, los puentes entre aplicaciones también están aumentando.

Pongamos el caso más simple: el de la persona que intenta estar al tanto de las noticias que aparecen sobre un determinado tema. Sí: existen alertas, por ejemplo las de Yahoo Alerts, o las de Google, pero no funcionan muy bien. Por fortuna, mucha gente está comentando lo que descubre en sitios web o en blogs a través de Twitter. Como este servicio tiene muchos usuarios, casi 106 millones de personas en el pasado abril, y como existen formas automáticas de convertir los post de los blogs en tweets (perdón por la sarta de anglicismos, con y sin cursivas), en la práctica una gran parte del contenido de la web se convierte en titulares en Twitter.

La búsqueda de Twitter funciona muy bien, y además tiene un servicio de RSS para cada búsqueda concreta, lo que quiere decir que cualquier lector de RSS puede recibir las que nos interesen (arriba, la búsqueda del tema “Google Editions” en Twitter, según llega al lector de RSS Google Reader).

Si a la comunicación entre aplicaciones añadimos la de dispositivos y programas, la cosa puede ser aún más compleja. Supongamos que en un iPhone se acccede a una búsqueda de Twitter vía Newsrack.

Desde NewsRack podemos enviar el post o la página web de nuestro interés, que Twitter nos localizó, a distintos servicios (ver arriba), como Instapaper. Allí podemos leerlo cómodamente y, si nos interesa, enviarnos el texto por email con el objeto de generar más tarde un post en el blog en nuestro ordenador de sobremesa. A su vez la publicación del post puede crear automáticamente (vía FeedBlitz) una noticia en Twitter o integrarse también automáticamente en Facebook. Puede que nuestro post atraiga la atención de un miembro de nuestra red de Facebook, que la twitee y que luego alguien lea ese tweet en su móvil y ¡a lo mejor lo convierta en un post de su propio blog!

Etcétera.