La huella del pasado
24 marzo 2009 9:09
La intervención de Milagros Pérez Oliva, Defensora del Lector de El País, este domingo toca un tema grave, o mejor dicho: dos. Por una parte las personas que han sido objeto de una noticia de cariz negativo hace tiempo, y cuyo nombre queda en la hemeroteca digital del diario. Por otra parte el rastreo que de esas noticias hace Google, y que tienen consecuencias indeseadas:
La casuística es infinita y, en algunos casos, sangrante. Es el caso de un cirujano cuya única referencia en Google es su imputación por negligencia a causa de un error médico del que más tarde fue absuelto; el de un toxicómano ya rehabilitado, cuyo pasado le persigue por un atraco en el que participó, o el de una mujer cuyo nombre remite a una noticia de cuando ella era menor y tuvo que presenciar cómo su padre mataba a su madre. Cosas nada agradables de recordar y que aparecen en Google con luces de neón.
El diario recibe “unas tres peticiones de retirada de noticias por semana” de modo que la cuestión no es baladí. Para el servicio jurídico del diario:
Es una problemática muy seria, que va en aumento y que en ocasiones provoca situaciones muy dolorosas. Pero EL PAÍS no puede de ningún modo modificar sus archivos. Eso sería falsear la historia. Los archivos son intocables. El problema radica en la facilidad con la que Google o cualquier buscador los hace accesibles, y el modo en el que lo hace. Es Google quien establece la selección de las noticias que aparecen.
El problema en realidad no es exactamente asi: el diario podría decir a Google (en realidad, a cualquier buscador) que no indice determinada noticia, dejándola sin embargo en su archivo y sin “falsear la historia” en absoluto. Eso es lo que ha pedido al parecer la Agencia Española de Protección de Datos.
Porque el problema no es sólo que determinada persona aparezca en una noticia de corte negativo, sino que aunque luego los hechos o un juicio laven su nombre, la prensa no suele recoger este hecho… Lo reconoce la Defensora del LEctor:
deberíamos poner fin a la tolerancia con que permitimos ciertas carencias en nuestro trabajo, como la de no hacer siempre un seguimiento de las noticias que publicamos. ¿Es lícito que publiquemos a cuatro columnas que alguien ha sido imputado y nunca informemos si ha sido condenado o absuelto? Deberíamos establecer normas al respecto. En casos como la Operación Gürtel o las causas por corrupción urbanística, con decenas de presuntos implicados, deberíamos especificar quiénes quedan libres de cargos conforme avanza el proceso, y hacer una recapitulación final cuando, seguramente al cabo de muchos años, se produzca la sentencia.
Si las hemerotecas en papel permitían el rastreo de un nombre sólo a las personas con medios, la unión del almacenamiento digital y los buscadores convierten esa tarea en algo mucho más sencillo. Pero esto convierte la labor de los diarios en una cuestión mucho más delicada, y que además exige que gestionen mejor su relación con los buscadores. La culpa de estas situaciones penosas no es de los mensajeros…