La mayor revolución en el mundo del libro digital aún no ha llegado, dicho sea para desazón de mucha gente del mundo del libro, y alborozo de periodistas.
Muy pronto Google Editions (del que ya hemos hablado extensamente, o todo lo extensamente que se puede hablar de algo que aún no se ha lanzado al público) va a abrir sus puertas.
Se tratará de un servicio que servirá de mayorista para que distintas webs, de libreros o editores, vendan obras, pero que también las suministrará directamente al público.
Como decía Peter Osnos en The Atlantic, Google ya ha hecho acuerdos con 35.000 editores, entre ellos (me consta) algunos en lengua española, por millones de libros. Su opción será suministrar obras que podran ser leídas en toda una variedad de aparatos, incluidos telefonos avanzados, tablets y demás (frente a los formatos cautivos, que sólo se pueden leer en un dispositivo). Los libros no se bajarán como archivos, sino que estarán “en la nube”, y se borrarán del dispositivo lector cuando la conexión se interrumpa, con lo cual al menos en teoría no habrá copia no autorizada (aunque las mentes más preclaras del Lado Oscuro se apresurarán a intentarlo… y conseguirlo).
La situación será revolucionaria, de entrada para los usuarios, que tendrán ocasión de practicar una compra y acceso al libro mucho más sencilla que con los sistemas ahora vigentes. La situación venía siendo paradójica: a mayor facilidad para el lector (que venía dada por plataformas cerradas como el Kindle o el iTunes de Apple), mayores cortapisas para el editor, sometido a las condiciones muchas veces abusivas de sus distribuidores electrónicos. Ahora será posible, al menos en teoría, que editores menores o libreros gocen de una situación más igualitaria frente a los actores dominantes.
Dos elementos más indican que el cambio es potencialmente revolucionario. La edición de un libro en Google Editions no será equivalente a la de la misma obra vendida como un archivo: equivaldrá más bien a otra modalidad de edición, que por lo tanto puede ser objeto de un nuevo contrato (igual que la edición de club o de bolsillo de un mismo libro, para entendernos). Esto significa que los autores cuyos agentes hayan vendido las ediciones digital a sus mismos editores en papel tienen ahora otra oportunidad: vender los derechos de explotación “en la nube”, quizás con mejores perspectivas.
Y otra cuestión: Google puede aportar aquí otro aspecto que está siendo mal gestionado: los derechos territoriales de los libros. Según la legislación vigente (absurda en el mundo digital, pero vigente al fin y al cabo), un determinado editor tiene licencia para vender una obra en una determinada lengua, y en ciertos países (por ejemplo: derecho en español para España). La venta de libros electrónicos como archivos, en webs de editores o librerías, no puede discriminar eficazmente la procedencia de una compra, con lo que, si no me equivoco, el contrato de edición puede ser incumplido. Las tecnologías que usa Google permitirían regular este aspecto.
Vamos a ver en seguida cosas muy curiosas…