“El oficio de editor”

13 abril 2011 9:09

El oficio de editor consiste en decir no. (Le métier d’éditeur consiste à refuser).

(Atribuido a André Gide)
Recopilación de José Antonio Sánchez Paso

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Buscador de e-books

12 abril 2011 9:09

Neotake es un buscador de e-books creado por una empresa en Málaga. Declara haber registrado cuatro millones y medio de e-books, en diversas lenguas, aunque echo en falta títulos que están en editoriales virtuales españolas bien conocidas, y otros presentes en Google Libros (supongo que porque están aún en fase inicial).

El buscador está dotado de funciones sociales de valoración y comentario, y tiene un rasgo que puede ser muy útil de comparador de precios. Para cada título informa sobre si es gratuito (o si no lo es, su precio), su lengua, los formatos en que está accesible y la presencia o no de DRM. En este primer resumen sería útil también tener el nombre el editor (o distribuidor virtual), que luego aparece cuando se hace clic sobre el título.

Seguiremos atentamente su desarrollo, porque puede ser muy útil con la proliferación de sitios de venta y descarga: un libro puede estar, incluso simultáneamente, en el sitio de su editor, del propietario del formato en el que se distribuye, de las librerías, de distribuidores virtuales, etc.

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Piratería y sobrecarga informativa en “El profesional de la información”

11 abril 2011 9:09

Ha aparecido el último número de El profesional de la información, dedicado a “Archivos administrativos e intranets”. Al final del post incluyo su índice. A los efectos de este blog, dos de sus artículos nos interesarán especialmente (recuerdo que sólo son accesibles en la edición en papel, o digitalmente mediante pago).

“Libros electrónicos: oferta comercial y redes p2p”, de José-Antonio Cordón-García, Raquel Gómez-Díaz y Julio Alonso-Arévalo, analiza la oferta de e-books en España examinando tanto la oferta legal de contenidos como la disponibilidad de obras en redes p2p, blogs y buscadores especializados en enlaces a contenidos no autorizados. Parten de la hipótesis de que en el campo del libro las descargas de contenidos carecen de la relevancia y magnitud que revisten en el de la música y el cine, y en gran parte están motivadas por la carencia de una oferta legal variada y actualizada, y por las deficiencias de las plataformas de distribución y venta. En primer lugar analizan, y critican, las estimaciones sobre pérdidas atribuibles a la “piratería”:

¿Realmente creen los responsables del estudio y los editores españoles que los datos de descarga se traducirían en compras en el caso de no existir éstas? El problema en el caso de los libros (no así en el de las películas o la música), como se intentará poner de manifiesto en el artículo, es la inexistencia de un modelo de negocio adaptado al formato digital y la falta de unas ofertas suficientes, equilibradas y atractivas.

En segundo lugar analizan la presencia de las obras más vendidas en las principales plataformas de venta y en diferentes redes de intercambio de archivos:

Se seleccionaron las obras más vendidas según el Barómetro de hábitos de lectura y compra de libros 2010. […] Para ver la disponibilidad de los libros se eligieron dos canales de distribución. Por un lado, los que representan la vía legal: plataformas y librerías online, y por otro, lugares de intercambio de archivos como redes p2p y otros que informan de  sitios donde descargar la información. Dentro de las plataformas y librerías se analizaron: Todoebook, Leer-e, Leqtor, y Laie en los sitios nacionales [a los que luego se añadió Libranda].

Y estas son las conclusiones:

La oferta en las plataformas de venta y distribución de libros electrónicos es escasa y poco actualizada. Las obras más vendidas en papel tienen poca presencia en formato digital, favoreciendo el recurso a las redes p2p por parte de aquellos interesados en la lectura digital. Las plataformas de venta, especialmente Libranda, cuentan con un catálogo reducido (en comparación con los títulos en papel de los grupos y editoriales que la alimentan), poco representativo y de compleja usabilidad.

“La contracción digital del presente”, de Joaquín Rodríguez-López, presenta un completo panorama de la relación de las personas con el flujo de información digital. Éste es su resumen:

Las herramientas de comunicación digital se han convertido en la atmósfera que respiramos, en el medio líquido en el que nos desenvolvemos, de manera que apenas podemos imaginarnos estar desconectados, dejar de contestar compulsivamente a los correos electrónicos que se amontonan por centenares, de seguir la lista de tweets que se actualizan a más velocidad de la que podemos leerlos, de intentar seguir el hilo roto de las conversaciones en Facebook, de anudar nuestros quebradizos lazos profesionales, de teclear torpemente con dos dedos mensajes SMS tan breves como a menudo ortográficamente incomprensibles, de hacer todo esto a la vez y por separado, de sumergirnos en esa corriente digital que nos promete una suerte de nueva libertad a través de ese movimiento dinámico permanente. Lo cierto, sin embargo, es que ocurre todo lo contrario de lo prometido, y que cada vez más se está tomando conciencia de los efectos antagónicos que esa velocidad sin objeto impone sobre nuestros sentidos, sobre nuestra capacidad de concentración y comprensión, sobre nuestra percepción del peso y la importancia del presente.

Índice de El profesional de la información, 2011, marzo-abril:

Los grandes temas relacionados con la gestión de documentos: desafíos y oportunidades, Carlota Bustelo-Ruesta

Artículos

Factores clave para el futuro de la archivística, María-Paz Martín-Pozuelo, Manuela Moro-Cabero y Cristina Sanz-Baena

Presencia de los archivos públicos en la prensa digital, José-Manuel Pestano-Rodríguez, Javier González-Antón y Carmen Rodríguez-Wangüemert

Libros electrónicos: oferta comercial y redes p2p, José-Antonio Cordón-García, Raquel Gómez-Díaz y Julio Alonso-Arévalo

Evaluación de la calidad de revistas científicas españolas: análisis de sus procesos de revisión, María-Ángeles Coslado, Izaskun Lacunza y Germán Ros

Open data y Linked open data: su impacto en el área de bibliotecas y documentación, Fernanda Peset, Antonia Ferrer-Sapena e Imma Subirats-Coll

Análisis

Conocimiento en la nube: evolución de las intranets, Pablo Lara-Navarra y David Maniega-Legarda

Entorno colaborativo de trabajo: la intranet 2.0 de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía, Javier Bejarano-Palma, Javier García-León, José-Daniel Soto-Alba, María-del-Carmen Ruiz-Rodríguez, Pilar Toro-Sánchez-Blanco, Ismael Vicente-Hernández y Javier Sánchez-Alberto

Aula permanente sin paredes. Uso de una intranet en la enseñanza universitaria, António Fidalgo y João Canavilhas

Uso de un sistema de elearning como intranet en la Fac. de Biblioteconomia i Documentació de la Univ. de Barcelona, Josep-Manuel Rodríguez-Gairín

Seguridad de los documentos de archivo: estudio de caso del Archivo del Ayuntamiento de Barcelona, Olga Giralt, Carme Vidal-Pijoan y Carlos Pérez-Soler

Evaluación de software libre para la gestión de archivos administrativos, José-Antonio Moreiro, Sonia Sánchez-Cuadrado, Vicente Palacios y Eduardo Barra

Zyncro: la intranet 2.0, Francesc Grau y Jordi Xifra

La contracción digital del presente, Joaquín Rodríguez-López

La documentación en los estudios de comunicación: aplicación de herramientas 2.0, Maribel Serra-Pallarés y Sílvia Espinosa-Mirabet

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El Averiguador y la corrección de pruebas

08 abril 2011 9:09

Me había quedado  sumergido en la cuestión tras publicar un post sobre la historia de los signos de corrección, cuando por pura serendipia (porque buscaba otra cosa) me topé con un bonito conjunto de datos.

El Averiguador fue una de las mejores iniciativas de revistas del siglo XIX. He contado su historia en un antiquísimo artículo. Reproduzco su comienzo:

En el año 1868 apareció en Madrid la revista El Averiguador, que más tarde pasaría a llamarse El Averiguador Universal. Su publicación sufrió varias interrupciones y —tras los respectivos eclipses— reapareció en los años 1871, 1876 y 1879 (tuvo también una tardía Quinta época en 1954). Su director durante mucho tiempo fue el presbítero José María Sbarbi.

¿Qué era el Averiguador? Sencillamente, una recopilación de correspondencia entre “curiosos, literatos, anticuarios, etc., etc.”, junto con una “revista […] de documentos y noticias interesantes”. Obsérvese de entrada lo amplio del universo de la publicación, representada en el doble “etc.” de los destinatarios y en el vago concepto de “interesante”, como única identificación de los contenidos. Pero precisamente esta era su virtud: ser un punto de encuentro entre gente con intereses muy diversos.

Pues bien, en el Año Segundo, número 37, de 15 de julio de 1880, págs. 199-201, figuraba un artículo titulado “Corrección de pruebas”, firmado por M. Ossorio y Bernard, que empezaba así:

Entre los factores indispensables del mundo literario, ningúno tan poco apreciado generalmente como el corrector de pruebas, cuyos inestimables servicios debieran proclamarse diariamente para que, siendo conocidos, pudieran ser debidamente recompensados.

En el número 39, del 15 de agosto de 1880 (que se abría con la esquela de Juan Eugenio Hartzenbusch), págs. 233-236, Alejandro Gómez Fuentenebro contestaba: “Más sobre correccion de pruebas”. Y en el número 40, del 31 de agosto de 1880 (que se abría con la “Advertencia” de que “no se sirven los pedidos [de la revista] sin anticipar el importe”), págs. 247-253, aparecía del mismo una “Explicación de los signos empleados para la corrección de pruebas; y reglas de buen gusto tipográfico que deberán tener presentes los correctores”.

Pues bien, quien quiera ver cómo se desenvolvió el diálogo, y las enseñanzas que se desprenden para el oficio de corrector, puede leer los artículos íntegramente. En vista de que mi ejemplar del Averiguador se está deshaciendo, no he podido escanearlos, sino sólo hacer unas fotos, que he subido a Flickr (al final del post van las direcciones) .

Pero además se me ha ocurrido que tal vez alguien, o mejor dicho álguienes, con medios de OCR (o con ganas de teclear) podría colaborar para transcribirlos. No tengo que contar a mis lectores cuánto más útil es disponer del texto electrónico que de la imagen de unas páginas. He creado un wiki para la transcripción (quien quiera usarlo deberá registrarse). Si logramos acabarlo, haré una edición digital de lujo de los artículos que, como todo lo que se cuelga en este sitio web, podrá reproducirse.

En fin; aquí están las páginas:

“Corrección de pruebas”, por M. Ossorio y Bernard:

Pág. 199: Entre los factores indispensables del mundo literario, ningúno tan poco apreciado generalmente como el corrector de pruebas, cuyos inestimables servicios debieran proclamarse diariamente para que, siendo conocidos, pudieran ser debida-
Págs. 200-1

“Más sobre correccion de pruebas”, por Alejandro Gómez Fuentenebro

Pág. 233
Pág. 234
Pág. 235
Pág. 236

“Explicación de los signos empleados para la corrección de pruebas…”, por Alejandro Gómez Fuentenebro

Pág. 247
Pág. 248
Pág. 249
Pág. 250
Pág. 251
Pág. 252
Pág. 253

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Un buscador gramatical

07 abril 2011 9:09

Acaba de completarse la edicion digital del AGLE, Archivo Gramatical de la Lengua Española. Permite buscar fenómenos gramaticales en un corpus de obras literarias y prensa. Más detalles en el blog de al lado.

(Pido excusas por la repetición del post en ambos blogs).

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“El marketing, palabra mágica”

06 abril 2011 9:09

El marketing, palabra mágica en el actual mundo editorial. Cuentan que cuando murió el buen papa Juan XXIII fue, claro está, al cielo, y como había sido un buen Papa, el Señor acudió a recibirlo, le dio la bienvenida y le dijo: “Como has sido tan buen Papa, te concedo, de entrada, tres deseos”. Y Juan XXIII contestó: “Quisiera saber tres cosas: si los franciscanos son tan pobres como dicen; si los benedictinos son tan ricos como se dice, y, en tercer lugar, ¿qué es el Opus Dei?”. Cuando yo me muera, si, por un error administrativo, me envían al cielo y Dios me concede un deseo (nada de tres), le preguntaré: “Señor, con referencia a las ediciones literarias, en las que he trabajado algo más de cuarenta años, ¿qué es el marketing?

(Mario Lacruz, 2000)
Recopilación de José Antonio Sánchez Paso

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Letras en relieve

05 abril 2011 9:09

Uno está tan curado de espantos, que hasta que no me fijé en la fecha, pensaba que iba en serio… Clásicos en 3D, que se deben leer con unas gafas especiales (gracias, Juan Pablo Torrente).

Aunque, bien pensado, quien sabe… Con esto de los libros aumentados, enjaezados y preparados para leer en ebooks, tabletos, teléfonos y ordenadores, parece que esto de posar los ojos, así, a secas, en la línea

Yo, señor, soy de Segovia; mi padre se llamó Clemente Pablo

sabe a poco, ¿no? Mejor que las letras salten, sobresalgan o se muevan…

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Por dónde iba yo…

04 abril 2011 9:09

Saber dónde se ha interrumpido una lectura es un requisito imprescindible para continuarla; si no, uno está condenado a errar arriba y abajo de las páginas del libro, medio reconociendo fragmentos, hasta localizar uno realmente novedoso. Los lectores hacen todo tipo de operaciones para preservar esta valiosa información. Los más cuidadosos utilizan un punto de lectura, también llamado punto de libro o marcapáginas, artilugio creado para tal efecto. Los más píos usan la cinta de registro que muchas Biblias llevan incorporada (y muchas ediciones buenas, como las de Círculo de Lectores, también). Otros doblan una esquina de la página (que los anglosajones llaman “a lo oreja de perro”, dog-ear; la práctica está tan extendida que una tienda de libros usados se llama Dog-Eared Pages). Los apresurados dejan el libro boca abajo (lo cual no acaba de ser bueno para la encuadernación). Los estudiosos cierran el volumen manteniendo en su interior el lápiz con el que han estado haciendo anotaciones. Etcétera.

Tan importante es esta función, que los programas de lectura de libros la hacen por lo general automáticamente (al encenderse se abren por la página en que se les dejó), e incluso se mantiene a través de las distintas plataformas de lectura, en los programas que lo permiten: puedes dejar de leer en tu dispositivo dedicado o e-book, y al reanudar la lectura en tu smart phone te encuentras la página en la que estabas.

Vía Diari d’un llibre vell llego al Bloc de la Biblioteca de Reserva de la Universitat de Barcelona, donde se informa del hallago de un “punto de cursor”, que al parecer es el nombre técnico de este señalador de página, básicamente una cinta (aquí, cuerda) dotada de una flecha movible verticalmente para indicar no sólo la página sino también la línea en la que el lector se detuvo. Estaba en el libro de Pedro de Alcántara Tratado de la oracion y meditacion, impreso en el año 1633. Podría objetarse que este ingenioso dispositivo no discrimina si la lectura se interrumpió en la página de la derecha o en la de la izquierda (todo caso que al cerrar el volumen se eliminaría esta distinción, de haberse hecho). Entonces me he dado cuenta de que yo suelo abandonar la lectura o bien al acabar un capítulo, o si no por lo general siempre en la página de la derecha.

Y ya puestos, abro una encuesta entre mis lectores: ¿dónde dejan la lectura (por ejemplo, cuando les rinde el sueño)?: ¿en una división mayor (capítulo, apartado), o no? Y, claro, a falta de un punto de cursor como el del Tratado de la oracion: ¿cómo señalan la página?

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Tras San Jerónimo y el león

01 abril 2011 10:10

San Jerónimo rodeado de códices en griego, hebreo y latín, quitándole la espina a un león
en la portada del libro de Pedro de la Vega Hystoria nueva (Zaragoza, Jorge Coci, 1528).

Aurora Egido, renombrada especialista en el Barroco, ha escrito un precioso Pregón de la VII Feria del Libro Viejo y Antiguo de Zaragoza. En él, y como corresponde a un género festivo y cultivado, se pasa revista a importantes hitos de la vida de la ciudad y de la historia de la lectura: desde la constitución de la Cofradía de Libreros de San Jerónimo de Zaragoza en 1537, hasta la defensa de las bibliotecas de Reino Unido utilizando Twitter.

Por su amabilidad, y la de la Asociación de Libreros de Viejo y Antiguo de Aragón, el pregón está disponible para nuestros lectores en una cuidada edición en PDF:

Una de las imágenes más enternecedoras de la iconografía tal vez sea la de San Jerónimo leyendo un manuscrito mientras un león está tendido a su lado escuchándole. Pues esa estampa, que cristianiza en cierto modo el mito de Orfeo cuando amansaba con su canto a las fieras, remite a toda una historia del libro y de la lectura que nos aparta del tráfago del diario vivir para sumergirnos en otro espacio y otro tiempo.

Texto íntegro del Pregón.

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