La novela de los emails

22 julio 2007 15:15

No es la primera novela epistolar basada en emails. Tampoco es la primera novela puesta abierta en la red con una licencia Creative Commons. Pero la novela Amor nada, de D. Levis Czernik (¿alguna relación con el especialista en cibercultura Diego Levis, cuya página la aloja?) me ha interesado, sobre todo en su aspecto de reconstrucción de una relación tramada a golpe de email.

La seducción mediante la escritura, el tránsito de una relación casual a otra más personal y la evolución de los sentimientos están mostrados, más que descritos, utilizando los recursos del correo electrónico: por supuesto los textos, pero también los elementos periféricos, desde los asuntos de cada correo hasta las firmas, las despedidas o los elementos ortotipográficos.

Se trata de una cuidadosa reconstrucción de un proceso de comunicación muy contemporáneo, con la ventaja (frente a las antiguas novelas epistolares, en que la distancia entre los presuntos originales manuscritos y la novela impresa es muy grande) de que el lector tiene casi la sensación de estar atisbando por encima del hombro un intercambio de mensajes que no le estaba destinado.

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Las revistas del CSIC

20 julio 2007 19:19


Hay que saludar con alegría la nueva página de revistas científicas del CSIC. De las 32 revistas que edita en papel en la actualidad el Consejo Superior, 12 ya están disponibles en formato electrónico, y otras seguirán pronto. El objetivo es:

facilitar el acceso a los diversos contenidos científicos de manera universal, fácil, rápida y completa, tanto a los científicos, profesionales y especialistas, como a la sociedad en general y a todos los interesados en la ciencia y la cultura.

El Consejo fue firmante de la Declaración de Berlín sobre el Acceso Abierto al conocimiento en Ciencias y Humanidades (versión en español), en enero del 2006, y esta puesta en Internet de las revistas obedece al compromiso adquirido.

Cada publicación parece tener su propio criterio de difusión: en algunas suelen estar cerrados (excepto para suscriptores) los últimos números aparecidos, o un determinado periodo de tiempo; otras ofrecen todos sus contenidos. La política de vedar los últimos números, aun resultando claramente preferible a que no haya ningún número abierto en línea, no deja de ser molesta para el consultante de las publicaciones, y dudo que a cambio funcione como eficaz promotora de suscripciones.

La noticia de copyright, que aparece en “Información de indexación” no deja suficientemente claro a qué tiene derecho el lector:

© CSIC, 2007 Los originales publicados en las ediciones impresa y electrónica de esta Revista son propiedad del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, siendo necesario citar la procedencia en cualquier reproducción parcial o total.

Dado que la Declaración de Berlín afirma que:

El (los) autor(es) y depositario(s) de la propiedad intelectual de tales contribuciones deben garantizar a todos los usuarios por igual, el derecho gratuito, irrevocable y mundial de acceder a un trabajo erudito, lo mismo que licencia para copiarlo, usarlo, distribuirlo, transmitirlo y exhibirlo públicamente, y para hacer y distribuir trabajos derivativos, en cualquier medio digital para cualquier propósito responsable, todo sujeto al reconocimiento apropiado de autoría (los estándares de la comunidad continuarán proveyendo los mecanismos para hacer cumplir el reconocimiento apropiado y uso responsable de las obras publicadas, como ahora se hace), lo mismo que el derecho de efectuar copias impresas en pequeño número para su uso personal.

la formulación de copyright resulta a un tiempo críptica e incompleta. ¿Por qué no se ha utilizado alguna de las diversas licencias disponibles para indicar clara e inequívocamente a qué tiene derecho el lector? Esta carencia no es exclusiva de esta publicación, sino que es un molesto rasgo general en el panorama de ediciones digitales desde el sector público, que sin embargo está experimentando un desarrollo notable.

Este portal de revistas del CSIC utiliza el Open Journal Systems 2.1.1.0, precisamente bajo Licencia Pública General GNU. Son muy destacables las herramientas de búsqueda proporcionadas por esta plataforma, que permiten expandir los temas o autores de un artículo dado en una serie de búsquedas en diversas bases de datos, Google Scholar, etc…

En resumen: es un placer disponer de esta eficaz herramienta de conocimiento de la labor de una de nuestras máximas instituciones científicas, y sus autores agradecerán la visibilidad suplementaria que esta plataforma da a sus obras.

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¿Qué es la cultura?

20 julio 2007 12:12

[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=PuyY7aWYBGA]
Una preciosa presentación que utiliza la tipografía, los diagramas y el movimiento para indagar sobre la naturaleza de la cultura.

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En peligro el ISBN

19 julio 2007 11:11

Rafael Martínez Alés, editor español de reconocido prestigio, publica hoy en El País una Elegía por el ISBN. Tras contar la génesis de este sistema internacional unificado de identificación de los libros, hace una llamada de alerta:

El nuevo marco estatutario español, cuyo diseño, mediante leyes orgánicas, en combinación con la recientemente aprobada Ley del Libro, se está configurando, amenaza con fraccionar este sistema, sin aportar ventaja alguna. Podrán aparecer bases de datos por autonomía. Nos parece que no hay ninguna justificación defendible en base a razones técnicas, políticas o ideológicas. Representa la consecuencia no deseada de una extraña vocación intervencionista de determinados políticos que entra en colisión con las aspiraciones y con los intereses de un sector industrial de alto significado cultural y que ha demostrado gran capacidad de sufrimiento, notable tenacidad y que no entiende de fronteras. Podemos asistir, pues, a los funerales del sistema del ISBN y lamentar la desaparición de tan entrañable compañero.

El ISBN es una herramienta insustituible para editores, libreros y, claro, compradores de libros. En España su base de datos, que gestiona el Ministerio de Cultura, permite localizar obras a partir a veces de escasos datos del autor o del título. La única crítica que se le puede formular es que sus contenidos no están indizados por los buscadores. Es decir: los datos de los libros forman parte de la llamada Internet oculta: una persona que busque un título en un buscador de la Red nunca llegará a saber que está editado en España, porque el buscador no llegará a la ficha correspondiente (sí lo encontrará, sin embargo, si hace la búsqueda directamente en la base de datos).

En una época en que el acceso a la información es, más que un derecho, una práctica extendida entre todas las capas de la población, torpedear esta herramienta de trabajo en aras de no se sabe muy bien qué principios es hacer un flaco favor a todo el sector del libro.

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¿Quasi-original?

19 julio 2007 10:10


Una visita a la preciosa catedral de Gerona. Pago por visitar su museo (no me sirve el carnet de prensa ni mi acreditación internacional de crítico de arte). Aparte de maravillas como el Tapiz de la creación, me lleva el deseo de ver uno de los pocos beatos que existen, esos comentarios al Apocalipsis copiados y dibujados en el siglo X.

El libro está encerrado en una vitrina. Mi mirada se recrea en él: estos son los trazos que se dibujaron en el scriptorium de San Salvador de Tábara, las letras que allí se escribieron hace mil años… Aunque, ¿qué es esto? ¿Qué dice la cartela?: “Quasi original”.

Pero vamos a ver: ¿es original o no lo es? ¿Es el libro copiado en el 900 o no? ¿Se puede ser casi-original? ¿No es un oxímoron? ¡Es como decir de alguien que es casi-virgen! ¿Dónde he leído yo semejante eufemismo? ¡Estos aviesos canónigos me han colado un facsímil!

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La novela prometida de Vázquez Figueroa

18 julio 2007 20:20

El departamento de prensa de Andén, editores de Por mil millones de dólares, la nueva novela de Vázquez Figueroa (que, como saben los lectores, ha prometido colgar gratis en la red), comunica que estará disponible a partir del 25 de julio en esta dirección: http://www.por1000millones.com.

Su nota se presenta bajo este dudoso título:

La primera novela «gratis» del gran autor español de best-sellers

e incluye una “carta del autor a los medios”, si no siempre clara sí bienintencionada, que saca a la luz temas interesantes, como la fiscalidad del escritor, o los gastos de documentación de una obra:

Mis novelas gratis
Alberto Vázquez-Figueroa

A partir de ahora mis novelas se editarán simultáneamente en edición “cara”, de las llamadas “de tapa dura”, en edición de bolsillo a mitad de precio, podrán descargarse gratuitamente en “Internet” y todos los periódicos o revistas que lo deseen están autorizados a publicarlas al estilo de las antiguas novelas por entregas con la diferencia que en este caso no tendrán obligación de pagarme nada en concepto de derechos de autor.

Me han preguntado si es que me he vuelto loco, me sobra el dinero o pretendo arruinarme y arruinar de paso a mi editor. No es el caso.

He meditado largamente sobre el tema y he llegado a la conclusión de que hoy en día hay público para todos los niveles adquisitivos del mismo modo que quien lo desea puede almorzar en un restaurante de lujo, en una simple hamburguesería e incluso acudir a un comedor social.

También puede hacerse un traje a medida, comprárselo en unos grandes almacenes o en un rastrillo dominguero.

Igual ocurre en la mayor parte de las facetas del consumo, excepto en lo que se refiere a los lectores que tienen que resignarse a pagar el precio que marca el editor que ha adquirido los derechos en exclusiva de un determinado libro o aguardar años hasta que se edite en bolsillo.

Y desde luego nunca lo obtendrá gratis.

Y se me antoja injusto porque la cultura es tan importante como comer o vestirse, y desde luego mucho más importante que adquirir un coche donde se ofrecen cien gamas de precios donde elegir.

Mi próxima novela trata sobre Irak y las oscuras maquinaciones de las grandes compañías americanas que inventaron la existencia de armas de destrucción masiva con el fin de iniciar una guerra que ha costado casi medio millón de muertos y nunca podrá ganarse, pero que produce miles de millones de beneficios a empresas directamente ligadas a lo mas altos cargos de la administración republicana.

Y a mis lectores, cualquiera que sea su condición social o capacidad adquisitiva, ese tema les interesa conocerlo a fondo en estos momentos, no dentro de dos años, que sería cuando cualquier otra editorial considerase que ya había exprimido al máximo el limón de la “tapa dura” y tuviera a bien editarla en bolsillo para unos lectores “De Segunda Categoría”.

No deben existir lectores de segunda ni de tercera categoría, porque lo que importa es su relación directa con el autor independientemente de lo lujoso que sea el vehículo que proporcione dicha relación.

Al cumplir cincuenta años como escritor muchas personas me han asegurado que se acostumbraron a leer con mis novelas de aventuras, y aunque algunas me han sido infieles con el paso del tiempo, lo que importa es el hecho de que empezaron a leer y aficionaron de igual modos a quienes les rodeaban.

Folletines del estilo de “Los tres mosqueteros”, “Los Miserables” o “El Conde de Montecristo” consiguieron que, al poder acceder gratuitamente a tan magníficos textos, en el transcurso de una sola generación el número de lectores franceses se multiplicara por tres.

Los editores no tienen derecho a quejarse de que “se lee poco” mientras mantienen el control sobre el precio de lo que en ese momento interesa, ni las autoridades deberían promover absurdas campañas publicitarias que no conducen mas que a gastar dinero; lo que deben hacer es presionar a los editores a la hora de poner los libros al alcance de todos los bolsillos.

Personalmente prefiero que me lean dos estudiantes, obreros o secretarias en el autobús por siete euros, que un alto ejecutivo en su cómodo despacho por veinte, porque aunque gane menos si el libro es bueno esos dos lectores se convertían en cuatro y luego en ocho, y resulta evidente que existen muchos mas obreros, estudiantes y secretarias que altos ejecutivos.

Y si el libro es malo ni unos ni otros lo compraran.

En cuanto al hecho de ofrecerlo gratuitamente en “Internet” tengo claro que quien lo descargue de la red nunca hubiera comprado mi novela, o sea que prefiero que me lea gratis a que no me lea.

Tal vez la próxima vez se decida a comprar un libro aunque no sea mío.

Algo es cierto: he vendido casi veinticinco millones de libros y todo el dinero que me han pagado me lo he gastado, pero una gran parte de los lectores que he conseguido, aun los conservo.

Y de todo el dinero que gané la mitad se lo llevo Hacienda.

Sin embargo Hacienda aun no ha logrado arrebatarme un solo lector.

En Inglaterra, país culto donde los haya, los escritores no pagan impuestos por el fruto de su trabajo, pero en España, pese a pertenecer también a la Unión Europea, cada año debo entregar la mitad de mis ingresos a Hacienda o me embargan.

Eso significa que un escritor ingles cuenta con el doble de medios económicos que yo para viajar o investigar a la hora de encarar un nuevo trabajo.

Eso no evita que las autoridades españolas se lamenten de que nos esté invadiendo la cultura anglosajona, y lo único que se les ocurre para remediarlo es adquirir los más emblemáticos y costosos edificios de cada capital con el fin de instalar un nuevo Instituto Cervantes en el que dar cobijo a “intelectuales” afines al partido que se encuentre en esos momentos en el poder.

Para nuestra voraz, inculta y derrochadora administración tan solo somos europeos cuando conviene, y esa es una de las razones por la que prefiero regalarle la mitad de mis ganancias a unos lectores anónimos que tal vez me lo agradezcan, que a un gobierno que no solo no lo agradece, sino que no acepta que para escribir un una novela interesante sea necesario viajar e investigar, e incluso amenaza con quedarse con mi casa.

Siento curiosidad por saber si las editoriales continuaran con su absurda política inmovilista o comprenderán que es hora de renovar unos hábitos que no han evolucionado un ápice en trescientos años mientras que a su alrededor el mundo se transforma a marchas forzadas.

En mi juventud una película se estrenaba en una única y enorme sala, estaba casi un año en cartel y tan solo entonces pasaba a los cines de barrio. Hoy se estrena en cuarenta multisalas, a los quince días se edita en “DVD”, al mes se compra en televisión, y se puede ver en las cadenas abiertas a los tres meses.

Si las grandes productoras cinematográficas, con sus complejos estudios de “marketing” han llegado al convencimiento de que esa es la formula que conviene en los tiempos que corren, las editoriales deberían tomar buena nota al respecto.

El mundo del libro tiene la enorme suerte de que no resulta rentable a los “piratas” del “Top-Manta” que tanto daño hace a las industrias del cine y la música, pero por eso mismo, y por la gran competencia de la televisión y to
do tipo de deportes de masas, los que lo gestionan deberían plantearse un cambio radical e intentar conseguir lectores antes que beneficios.

Sin lectores no hay beneficios, y cuando haya muchos lectores ya llegaran los beneficios.

Resultará muy interesante comprobar si los Ministerio de Cultura y Hacienda seguirán opinando que es preferible que los empresarios- en este caso los editores- continúen manteniendo el privilegio de abaratar los precios únicamente cuando les convenga sin tener en cuenta los intereses de los lectores, al tiempo que no cesan de apretarle las clavijas al pobre trabajador- en este caso el autor.

Por lo visto un gobierno que se autodenomina socialista considera que es preferible
proteger al que se beneficia económicamente de la cultura que al que la crea. Existen varias editoriales multimillonarias, pero ni un solo autor español mínimamente “acomodado”.

El viejo dicho, “En España escribir es llorar” ya no tiene sentido: debería decirse “En España escribir- y leer- es pagar”.

Aunque lo cierto es que a la hora de pagar la mitad de lo que se gana a una Hacienda que no da nada a cambio, entran ganas de llorar.

A.V-F

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Tipografía contra la falsificación

18 julio 2007 11:11


Como es bien sabido, cada tipografía construye el conjunto de los números y las letras del abecedario (y otros signos), bajo unos rasgos comunes. Es frecuente, por ejemplo, que la F sea igual que la E sin el trazo horizontal inferior, que la C sea como una O abierta, etc. Esta uniformidad, que en textos para lectura es imprescindible, puede ser un problema en caso de sartas alfanuméricas con fines de identificación, por la facilidad para ser alteradas. Sin ir más lejos: las matrículas de los coches.

El gobierno alemán quiso evitar que las placas pudieran ser transformadas por el sencillo recurso de pegar una tira de esparadrapo, y sustituyó la tipografía DIN por la FE-Mittelschrift, en la que cada signo tiene una forma diferente. FE significa Fälschungs-Erschwert, es decir: difícil de falsificar. La paradoja (comenta Javier Cañada en El Cosmonauta siguiendo a SpiekerBlog) es que un falsificador podría inventarse un signo de forma completamente nueva, pero diferente a los otros, y a la policía le costaría reconocerlo como falso.

Ahora bien: hoy en día las matrículas tienen como principales lectores no a humanos, sino a las máquinas que las leen en los accesos a aparcamientos, fotografías para multas, etc. Y ellas podrán recordar bien la forma única de cada letra (recuerda un comentario a SpiekerBlog).

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Preservación de datos antiguos

18 julio 2007 10:10

Leo en Bibioteconomía y Documentación (que sigue a NetYDea) que los National Archives ingleses han hecho un acuerdo con Microsoft para garantizar el acceso a documentos hechos con versiones antiguas de sus programas que corrían en versiones antiguas de sus sistemas operativos (por ejemplo, un Word 97 que corría en Windows 98). El sistema emulará en un PC actual configuraciones de sistemas operativos y programas de Office antiguos.

El problema del acceso a documentación digital del pasado es muy grande. Con la obsolescencia planificada que tienen los programas y sistemas operativos, no hará sino aumentar: constantemente aparecen nuevas versiones de Word o de Windows que muchas veces impedirán acceder a datos elaborados con versiones antiguas.

Para las instituciones que preservan documentación la solución no es pedir ayuda a los causantes del problema, sino más bien almacenar sus datos en formatos abiertos y accesibles, que permitan su recuperación bajo cualquier circunstancia.

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España y la sociedad de la información

16 julio 2007 9:09

La Fundación Orange ha presentado su informe anual sobre la sociedad de la información en España, en el que destacan dos hechos:

  • España pierde posiciones relativas (puesto 20) dentro de los 28 países europeos de referencia
  • España ocupa una posición destacada en Europa en cuanto al uso de aplicaciones Web 2.0

En efecto, según El Mundo:

En 2006 España se alejó de los países más avanzados en sociedad de la información en Europa, al pasar del índice 13 al 20, y sólo Italia ha tenido un evolución peor en el continente, según el informe anual sobre el desarrollo de esta materia de la Fundación Orange (antes Auna).

Las razones de esta desaceleración se deben, según el estudio, al freno en términos de financiación de políticas de fomento de la sociedad de la información entre los años 2001 y 2004, ya que este tipo de políticas tienen unos efectos temporales a medio o a largo plazo.

El informe elabora un índice propio eEspaña que sintetiza los resultados del estudio, la convergencia con Europa y que mide el grado de desarrollo de la sociedad de la información en 28 países distintos respecto al entorno, acceso y uso de las tecnologías de la información.

El estudio dice que la desaceleración de España en esta materia ha sido muy leve pero ha permitido que otras economías como la República Checa, Eslovenia, Eslovaquia, Lituania o Letonia hayan superado a España.

Pero miren, miren estos otros datos:

En formación, el estudio señala que España se encuentra a la cola de las empresas europeas en relación a la formación TIC de sus trabajadores ya que se prima el autoaprendizaje frente a la formación corporativa. A pesar de la debilidad del entorno TIC, España destaca por el fuerte y maduro mercado de telecomunicaciones móviles.

En acceso a las TIC muestra una mejoría con respecto al pasado informe y figura en el índice en el puesto 16. Señala la buena posición de España en banda ancha aunque estima que debería mejorare el ancho de banda medio, y también hace hincapié en el desarrollo de la Administración electrónica para empresa, por encima de la media europea.

“Maduro mercado de telecomunicaciones móviles”. O sea: que todo el mundo tiene móvil. No lo veo como un factor especialmente positivo en uso de las TIC. Y la banda ancha: ¿implica algo más que montones de gente bajándose música?

Curiosamente, no he visto comentarios sobre nuestras actividades Web 2.0.

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Moverse en el continuum

16 julio 2007 9:09

Me entrevista Diego Salazar para un número de Letras Libres dedicado a La Red. Entresaco algunas preguntas:

¿Qué otros cambios o mejoras de la experiencia lectora cree que obtenemos gracias a las nuevas tecnologías?

La experiencia clave es la de moverse por el continuum de los textos. Una búsqueda en la web, o en Google Books, es una experiencia no por cotidiana menos pasmosa. Ahí está: una frase, una cita de una obra que nos lleva al corazón de otra que no sabíamos que existía. Para un lector ávido es un delirio, o un paraíso.

¿Qué cambios cree que tendrán que realizarse al concepto tradicional de derechos de autor debido a las posibilidades de reproducción y producción que ofrecen las nuevas tecnologías, sobre todo dentro de la red?

Está muy claro que la estructura de derechos de autor vigente pertenece a una época determinada. Podríamos decir que tuvo su papel para defender a autores y editores en un cierto momento, pero hoy en día no sirve para los fines generales: a muchos autores y a lectores, por ejemplo, les hace un flaco favor.

Como usuario y lector de medios digitales, ¿qué es lo que guía sus lecturas? Se lo pregunto porque la llamada democratización de la información que ofrece internet tiene como consecuencia que tengamos al menos la sensación de sobreinformación.

Estar sobreinformado es no sólo posible, sino frecuente. El frecuentador de medios digitales hoy en día oscila entre la “diabetes infórmatica” (los nutrientes se excretan sin haber podido asimilarse) y el “síndrome del Dorito”: uno está picoteando todo el día, y al acabar está ahíto pero no alimentado. En ese sentido, los lectores de RSS, que permiten recibir lo que uno quiere, son una bendición para concentrarse y focalizar.

¿Vio Epic 2014 (y la versión posterior Epic 2015), ese falso documental que imagina un mundo donde Google se une a Amazon, creando Googlezon, y haciendo desaparecer al New York Times y todos los medios tradicionales, dominando la información global a través del control de los administradores de noticias, la blogósfera, etcétera? ¿Cree que un futuro así es posible?

Sí, y me interesó mucho. La verdad es que la situación ha cambiado tanto tan rápidamente que cabe hacer todo tipo de cábalas. Si nos hubieran dicho hace ocho años que un buscador podía revolucionar el mundo de la prensa y de la edición, habríamos dicho que era una locura. Pero las cosas que vemos a diario nos están enseñando muchísimo sobre la interrelación entre creadores, mediadores, lectores, indizadores… Estamos también en un continuum en el que los roles se solapan o simultanean: el buscador que lleva al comentario hecho a una entrada de blog que recoge el artículo de periódico que reseña la última novela de Fulano. ¡Son cinco niveles interrelacionados en una cadena trófica de la información! Y hay casos más complejos… Pues bien: es evidente que en estas cadenas hay elementos más débiles que otros. O, por decirlo de otra manera, algunos son imprescindibles (o eso creemos ahora), y otros… ya se verá.

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