5 vías de acceso al contenido de New Yorker

02 julio 2012 10:10

Vimos hace poco, en el estudio del caso Vis-à-Vis, cómo las tabletas eran el medio natural para las revistas.

Sin embargo, estas publicaciones tienen un contenido muy heterogéneo. ¿Cómo guiar al lector por él? ¿Cómo hacerle participar de la multiplicidad de obras que contiene un número dado? Hoy veremos el caso del New Yorker en su aplicación en iPad. Nos servirá además para tratar algunas cuestiones sobre la relación entre la edición en papel y en tableta.

No voy a presentar a estas alturas al New Yorker… Es probablemente la mejor revista del mundo, y la única suscripción que he mantenido durante años. De hecho, un día me encontré con la sorpresa de que la edición íntergra en la Web y en iPad era gratuita para los suscriptores del papel (uno se encuentra con políticas diferentes en esto: los suscriptores al New York Times en la web no tienen acceso a la edición en iPad).

New Yorker fue durante toda su existencia una revista con una cubierta gráfica, que no informaba sobre el contenido interior. Cuando la compró Condé Nast, los ejemplares en kiosko (no así los enviados por correo) empezaron a mostrar una faja lateral con el índice. La versión iPad reproduce el mismo juego, y la faja aparece o desaparece a voluntad (arriba).

El índice detallado aparece en la misma posición inicial que en el papel, aunque ahora informa sobre los contenidos multimedia de cada artículo (arriba). Hay que señalar, de todas formas,  que antes de llegar a él se pasa un número variable de anuncios a toda página que no están presentes en la versión papel (a cambio, los pequeños anuncios a columna que salpican esta versión no aparecen en la app).

De todas formas, y accesible desde el menú hay un nuevo índice deslizable que presenta otro tipo de acceso a los contenidos. Hay que señalar que estos siguen muy fielmente la puesta en página del papel, excepto en el hecho de que a veces tienen adiciones multimedia. Por ejemplo, en este poema un icono indica que se puede oír leerlo al autor (curiosamente, la versión que lee difiere en bastantes puntos de la publicada):

Sigamos con las formas de exploración del índice: un cursor situado en el menú permite ver en su desplazamiento, bajo la forma de un cuadro inserto sobre el artículo abierto, los artículos que se encuentran antes o después de él:

Por último, un icono en el menú permite acceder a un plano (o mejor dicho, a la imagen íntegra de las páginas a menor tamaño) de la totalidad del número. La imagen se puede desplazar usando también un cursor, y he aquí dos momentos del recorrido:

Hay que recordar que New Yorker tiene una diagramación clásica, reconocible por sus lectores desde hace décadas. Los lectores habituales puede, así, detectar fácilmente la pieza de su interés a partir de este recorrido “a vista de pájaro”, que sustituye eficazmente a un hojeo de la revista en papel.

En resumen, y si no se nos ha pasado por alto alguna, he aquí cinco formas distintas de no perderse en el interior de la versión en tableta de un número dado de la revista.

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El caso Vis-à-Vis

18 junio 2012 10:10

Es muy posible que las obras que encuentren su medio natural en las tabletas (iPad y tabletas Android) no sean los libros, sino las revistas.

Vis-â-Vis es una nueva revista, creada para tabletas. La revista es nativa digital, y nace explotando a fondo las posibilidades de imagen, imagen en movimiento y sonido (las potencialidades multimedia, habríamos dicho hace unos años), y las de la pantalla táctil.

Cada número, de los cinco aparecidos hasta ahora, tiene un buen equilibrio entre los contenidos que se descargan con él (400 ó 500 MB) y las conexiones al exterior, de tal modo que el hojeo de la publicación, incluso off line, no se detenga.

Siguiendo la tendencia ya general en las revistas, el deslizamiento vertical permite recorrer los artículos en toda su longitud, mientras que el horizontal se utiliza para cambiar de artículo. Muchos de sus contenidos son visibles en formato apaisado o en vertical (aunque para algunos se advierte que es mejor una determinada orientación). Cuando la página se transforma de una en otra, el texto se adapta en ancho y número de columnas, para mantener una legibilidad adecuada, como en el ejemplo inmediato:

Conviene recordar que, desde el punto de vista de la producción, estos cambios no son automáticos, con lo que el diseñador de estas obras para tabletas en realidad debe muchas veces crear varios tipos de puesta en página: el de iPad vertical, el del apaisado, y quizás el de otra(s) tableta(s) con una proporción distinta. Sí: gran parte de la magia que albergan estos productos en realidad no es sino trabajo y previsión…

Vis-à-Vis hace un bonito uso de las posibilidades táctiles. Como muestra, véase el caso superior: la pantalla está dominada por un gran 7, y un icono y un texto avisan de que hay que deslizar el dedo sobre él. Al hacerlo, se va descubriendo el enunciado completo: “7 minutos para encontrar pareja”. El juego metaeditorial puede hacer uso de diferentes recursos combinados: el anuncio de un coche se activa con el deslizar del dedo del ¿lector?, y el vehículo arranca con ruido del motor, y atraviesa varias páginas de la revista antes de detenerse.

Entre las distintas secciones de la revista (en la que tiene una gran presencia la música, el cine y la moda) destaca la sección de recomendación de libros, que da acceso a capítulos para lectura y otras informaciones.

Vis-à-Vis pertenece a esa nueva generación de revistas que, como JotDown (en la Web y recientemente en papel) están arrojando un soplo de aire fresco sobre el panorama de nuestras publicaciones. Ambas son gratuitas, por lo que deben de confiar en los ingresos publicitarios. Vis-à-Vis apunta a un público joven, y JotDown es más “periodística”: sus largas entrevistas, por lo general de gran interés, se han hecho muy populares.

Vis-à-Vis es una joven aventura recién iniciada, y resulta refrescante ver cómo se ha apropiado de las posibilidades del nuevo medio, el tablet de pantalla táctil, para distraer, motivar y seducir al lector.

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Anotar un ebook en iBooks

14 mayo 2012 10:10

Una cosa es leerse un novelón, devorando páginas, y otra bien distinta es leer un libro del que queremos extraer notas, materiales de trabajo… Eso es lo que me encontré haciendo con el interesante libro de Walter Isaacson Steve Jobs, la biografía, que leía en iBooks en un iPad.

La verdad: no había pensado que la obra me aportara tantas cosas interesantes, de modo que me encontré bastante impremeditadamente subrayando pasajes y haciendo anotaciones. Recordaba vagamente haber visto una opción de exportación de notas, y, no menos vagamente, haber leído que no bastaba, pero no lo había experimentado en propia carne.

Al acabar la lectura, tenía un montón de notas. Éstas constaban de una selección de texto, que aparecía como un subrayado, y una zona donde yo escribía mis propias anotaciones.

Un índice me permitió ver, para cada una de mis notas, la cita que yo había subrayado (o su comienzo, si tenía más de un par de líneas), la página donde estaba, la fecha,  y la nota que yo había tomado para caracterizarla. Piénsese que el dato de la página es absolutamente contingente, dado que si uno cambia el tamaño de la letra, o sencillamente la orientación del iPad (de la doble página en horizontal a la página única vertical) varía la numeración.

Y ahí mismo estaba la opción de exportación (“Enviar”).

Pues bien: ésto es lo que se recibe por correo electrónico:

¡Una enjuta relación de las notas que tomé, clasificadas sólo por capítulo y fecha, y sin ningún contenido de texto! O sea: que el día 26 de abril yo tomé dos notas en el capítulo 4, llamadas así y asá, y otras dos en el 5, llamadas asá y así. Punto.

Naturalmente, hay formas de exportar lo que subrayas en iBook, pero son trabajosas, y no quiero ni pensar en interrumpir la lectura doscientas veces para hacerlo. Moraleja: si quiere conservar sus propias anotaciones más le vale no utilizar sistemas propietarios y cerrados como éste…

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Google Currents

16 abril 2012 10:10

Es bien sabido que parte sustancial de la edición digital de hoy en día se orienta a su consumo en smart phones y tabletas, tanto en iOS (iPhone e iPad) como Android . Los costes de desarrollo de las apps específicas son altos, y por eso no es extraño que aparezcan sistemas que permiten publicar contenidos en estos dispositivos manuales.

Este es el caso de Google Currents, aplicación aparecida hace unos meses, pero que ahora es accesible desde España, y que permite republicar materiales preexistentes en cualquier lugar (blogs, páginas web con RSS, fotos de Flickr…), de modo que sean accesibles en smart phones y tabletas. Es decir: la misma filosofía que hasta ahora tenía Flipboard (recientemente adaptado a iPhone)

Los usuarios que quieran acceder a los contenidos deben descargarse la aplicación de Google Currents, para instalarla en su tableta o teléfono. Una vez en ella, aparece la “biblioteca” (imagen de abajo, tal como aparece en un iPhone), en la que están las suscripciones sugeridas por la aplicación (en el ejemplo se ve Cosmopolitan), más aquellas a las que uno se la suscrito (como Libro de notas). La lupa conduce a un buscador en el que uno puede localizar contenidos de su interés.

También se puede llegar a través de una dirección web: haciendo clic en el enlace inferior se accede a la versión de este mismo blog en Google Currents, que he llamado

LyB portátil

La persona que quiera hacer disponible un cierto contenido en la aplicación debe usar el Google Currents Producer, que le permitirá ajustar todos los parámetros para ello. Producer presenta por el momento unos cuantos bugs, que pueden dificultar la inclusión de imágenes y algunas otras cuestiones.

La aplicación transforma bien la maqueta de origen en una más apropiada para la pequeña pantalla de un teléfono o para la grande, apaisada o vertical, de una tableta (en la imagen superior se puede ver cómo aparece en un iPad).

Permite incluir Analytics, de modo que se disfrute de las habituales estadísticas de uso y acceso.

Parece claro que esta aplicación (para algunos, “la cosa más cool que nunca haya hecho Google”) va a suponer un aumento cualitativo en la información disponible en los artefactos móviles. Pero también tiene otra consecuencia: es muy probable que por su gran adaptación al medio móvil acabe por suplantar a los lectores de RSS para Iphone/iPad, como NewsRack.

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¿El lugar de los libros es siempre la librería?

12 abril 2012 12:12

#librería

Estaba en una tienda de esas en las que se venden productos Apple. Como casi todos saben, el mayor placer de usar un producto Apple es comprar luego otras cosas que los hacen más útiles o deseables: fundas, adaptadores, cables, teclados externos, limpiadores de pantalla, kits de formación y un sinfín de complementos. Pues bien, cuando curioseaba entre ellos, ¿qué ven mis ojos? Libros. Sí, libros, de papel. Ahí estaba la biografía de Steve Jobs, junto a una serie de títulos para usuarios de Mac y para desarrolladores de productos en iOS.

Qué curioso (pensé): una oferta de libros específicamente dirigidos a un público, situada justo en el lugar al que van las personas que es más probable que los compren. Maravilloso, ¿no? Si yo soy un desarrollador de apps, ¿dónde es más probable que vaya: ¿a una librería, a la librería de una gran superficie o a la tienda de productos Apple? Y no sólo eso: veo que en la web de la tienda, repito: de informática, aparecen también a la venta los mismos libros (de papel), a veces formando pack con cacharrerías varias.

Extrapolemos: libros de recetas en el supermercado; o mejor aún: libros de recetas de pescado en la pescadería (del supermercado o no); libros sobre el cuidado de las plantas en la floristería; libros de viajes en la agencia de viajes (en las pocas que quedan…); libros de salud en farmacias; libros sobre dietas veraniegas y cuidado de la piel ante el sol en las tiendas playeras de toallas y flotadores; libros sobre “hágalo usted mismo” en las ferreterías; el lector puede añadir ejemplos, porque seguro que hay más. A ello se podría añadir: libros de un cierto tema en la web de venta de productos relacionados.

Cuando trabajaba para un grupo editorial (hace ya veinte años), hubo algunos intentos de colocar ciertos libros del amplio abanico de temas y sellos que publicábamos más cerca de sus compradores potenciales. Naturalmente, fracasaron. Fracasaron por las razones por las que fracasan muchas cosas en el sector editorial: las modalidades de comercialización, la falta de cuentas con establecimientos que no fueran librerías, y cosas de esas.

En una época en que las noticias sobre libros saltan a tu iPad o a tu lector, en el que las recomendaciones de las librerías digitales afinan tan bien, ¿es mucho pedir que el libro de papel vaya al encuentro de su público natural?

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Las app de Planeta

05 marzo 2012 11:11

#iPhone #iPad

Las apps gratuitas son un interesante medio de promoción editorial. La semana pasada examiné algunas características de las app de la editorial Maeva para iOS (Apple). Voy a pasar revista ahora a algunas desarrolladas dentro del Grupo Planeta.

La app de Lorenzo Silva es un buen ejemplo de app de autor para iPad e iPhone: Silva es un escritor con muchos seguidores, y que además tiene una interesante interacción con sus lectores digitales, de modo que cuenta a priori con una base de de usuarios de esta aplicación. Quienes se la descarguen tendrán todo lo que puedan desear sobre su autor: videos, relación de sus obras, muestras de capítulos, noticias renovables que se amplían mediante conexión a la Web…  Y, por supuesto, enlace a la compra de los títulos.

Cercano a éste es otro caso de una autora también con numerosos  fans: Matilde Asensi.

La app de Planeta de Libros (para iPad e iPhone), sin embargo,  adolece de los mismos defectos de la general de Maeva que comentábamos: es un app sólo para fans de Planeta, si es que tal cosa puede existir. Además, mezcla promoción de libros que tienen edición electrónica, y de otros que sólo existen en papel (abajo). En su organización general refleja el mismo caos conceptual del sitio web de Planeta de libros.

Caso aparte es la app de Para Dummies (iPad),  que reúne los libros que empezaron en la famosa serie For Dummies, dedicada al libro práctico y de referencia, y hoy son una franquicia donde alterna la traducción de títulos originales y la creación de propios.  Como declaró hace dos días en Twitter su editor Roger Domingo:

Viendo las ventas de libros a través de la app de @ParaDummies del 1º mes. Sin duda, mucho mayores de lo esperado.

Haciendo números: si la app de @ParaDummies fuera un punto de venta estaría entre los 5 que + venden. Conclusión: tenemos nuevo gran p[unto ]d[e ]v[enta].

Bien: esta idea de app está más cerca de la app vertical, por área de interés, que comentábamos la semana pasada. Y es cierto: constituye en sí misma un punto de venta al que van asomando novedades, promociones, ofertas… Los libros de la serie tienen una identidad lo suficientemente marcada, y abarcan un abanico lo suficientemente grande de temas como para  hacer que los fans le reserven un espacio en un lugar donde éste es un recurso escaso: la pantalla del iPad.

La aplicación se convierte así en una mezcla de escaparate, librería de ebooks, y punto de encuentro para aficionados a la serie.

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¿Tiene sentido una app editorial?

27 febrero 2012 11:11

#iPad #editorial

Las apps o aplicaciones son programas de propósito determinado que se descargan en los smart phones, tablets y otros dispositivos. De su éxito da idea el hecho de que Apple está a punto de llegar a las 25.000 millones de descargas de apps en sus aparatos. En España se descargan más de 16 por segundo.

Las apps empiezan a ser utilizadas desde el mundo editorial. Maeva, por ejemplo, tiene una app general, que contiene las novedades por colecciones, booktrailers, muestras de los libros y entrevistas con los autores, los inevitables enlaces a redes sociales, y un listado de librerías con acceso a un mapa de su situación. Lamentablemente, como desde la aplicación es imposible saber si alguna de estos establecimientos tiene determinado título disponible, éste es un recurso poco útil.

Además la editorial saca las novedades de temporada en apps específicas: otoño 2011invierno 2012.

Aparte de esto, están las apps dedicadas a un autor concreto, como CamillaMaeva, dedicada a la autora Camilla Läckberg, “la reina de la novela negra europea”, que contiene juegos y test para lectores de sus obras, y AuelMaeva, dedicada a la famosa serie de “Los hijos de la Tierra”.

Tanto estas apps de autor como las de novedades son gratuitas.

¿Quién, que no sea un profesional del medio, podría querer descargarse las apps de catálogos de una editorial y de novedades? No parece tener mucho sentido… Otra cosa son las app de autor, que apuntan claramente a seguidores de un cierto tipo de obras, pero la fidelidad de los lectores no creo que llegue a extremo de querer ser fans de una editorial.

Las apps son un sistema ecológico más bien cerrado (aunque puedan tener enlaces a páginas web). Maeva utiliza codigos QR en emails para llevar a sus contactos hasta la página de descarga en iTunes, pero el movimiento inverso, desde la app hasta la compra de libros, parece más difícil.

Dado los costes nada desdeñables que tiene colocar apps en Apple (aunque las de Maeva han sido subvencionadas por el Ministerio de Cultura) , las editoriales tendrán que plantearse qué quieren hacer exactamente con ellas. Se me ocurre que podría haber apps gratuitas por géneros (¿novela negra, romántica, histórica, márketing?), para que las descargaran los aficionados; las promoverían un conjunto de sellos que proporcionaran masa crítica de novedades. Servirían de canal de promoción, y mediante notificaciones y otros procedimientos de descarga de materiales complementarios podrían ser un canal cómodo y constante de información al público.

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Tipografía cinética

06 febrero 2012 11:11

#tipografía

Cuando la palabra escrita se presenta en movimiento (aparte del juego clásico con fuentes, cuerpos, diacríticos, colores y maquetación), se introduce un elemento más. Las letras o las palabras pueden saltar, caer, desplegarse, girar… Es lo que se llama tipografía cinética.

Hasta ahora se ha utilizado básicamente para piezas cortas, porque nadie aguantaría leer, por ejemplo, el Quijote, de esta manera. Ahora bien: para poemas, enunciados expresivos, canciones o exposiciones breves resulta muy adecuado. Como ejemplo, véase la pieza de arriba, en la que el gran Stephen Fry habla sobre el lenguaje, y dice cosas que muchos ignoran…

A lo largo del tiempo hemos rastreado diversos usos de las tipografías cinéticas: los precedentes en el mundo de los títulos de crédito cinematográficos, ejemplos interactivos, utilización para booktrailers, y algún ejemplo hecho entre nosotros. Faltan sin embargo (o yo no conozco) muestras de autores españoles. Sería divertido también intentar un “animador de textos”, que dotara de movimiento a un párrafo a partir de su estructura; o todavía mejor: un animador que convirtiera una locución en su forma cinética.

Con la llegada de los tablets y teléfonos avanzados se ha abierto un flanco nuevo: ¿existen ya relatos para iPhone o iPad que saquen buen partido de las tipografías cinéticas? Por el momento lo que sí tenemos es una app de animación, Spout, que funciona en estos aparatos.

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La triple matriz de la lectura

09 enero 2012 11:11

#lectura #ereader

¿Cómo representar la complejidad de las modalidades y formas de lectura? En la sección de al lado he publicado un intento:

El conjunto de los dispositivos de lectura electrónica y modalidades de obras digitales dibuja un panorama ciertamente abigarrado. Cualquiera que se asome a él se verá desbordado por las novedades tecnológicas, propuestas editoriales, y movimientos empresariales. ¿Cómo resumir el encuentro entre la compleja práctica social de la lectura y los no menos complejos retos tecnológicos asociadas a ella?

Con frecuencia me ha sido útil representar gráficamente una situación. Lo que voy a mostrar aquí no es ni mucho menos una obra acabada, sino una propuesta de comprensión, que empiezo por presentarme a mí mismo.

seguir leyendo…

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Antes del multimedia, 7: el libro inmersivo

16 diciembre 2011 9:09

#infantil #iPad

¿Cómo transmitir a los pequeños lectores que vivimos en un planeta grande, donde caben varios continentes, cada uno con sus países, llenos de cosas y de personas?

La solución de antes del multimedia era, como mínimo, pintoresca: sepultar al niño materialmente en un libro gigantesco (para su pequeña escala). Existen diversos atlas infantiles con dimensiones notables, por ejemplo: un metro por setenta centímetros (que se convierte en metro por metro cuarenta, abierto). Allí Europa es un espacio del tamaño de la cabeza del pequeño lector y dentro trabajan los agricultores, pastan las vacas y se alza el Coliseo.

Hubo, en CD-ROM, buenos atlas infantiles multimedia (como el Gran Atlas del pequeño aventurero, Barcelona, Zeta Multimedia, 1997), donde los leones africanos rugían y se movían. Ahora estos productos se han pasado a las tabletas, como el iPad. La aplicación Kids World Maps (abajo) permite hacer zoom sobre el mapa, con el típico pellizco en la pantalla. Pero la pequeñez de la tableta nunca conseguirá transmitir al pequeño lector la sensación de estar en un gran mundo.

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