“Liberar” libros

25 enero 2007 12:12

En Culturas, el suplemento de La Vanguardia, apareció ayer un artículo de Reg Carr, director de la Biblioteca Bodleian de la Universidad de Oxford (Inglaterra), con el título “Libros al alcance de todo el mundo”. Como es bien sabido, La Biblioteca de Oxford fue la primera universidad no americana que hizo un acuerdo de digitalización con Google. Carr comenta la incorporación al proyecto de la Complutense y la Biblioteca de Catalunya:

Sin duda, esta ampliación de socios europeos potenciará no sólo la propia asociación de bibliotecas, sino que permitirá aumentar la cobertura y el alcance del servicio Búsqueda de Libros [de Google]. Pero, además, servirá para ofrecer aún más libros en distintas lenguas que estarán a disposición de cualquier persona que tenga una conexión a internet en cualquier parte del mundo.

Tras pasar revista a las críticas que ha recibido el proyecto (que prevén posibles problemas con los derechos de autor, merma de la industria editorial, debilitación del papel de las bibliotecas, e incluso daño que puedan sufrir los libros), Carr concluye:

Para la Biblioteca Bodleian, liberar (de las profundidades de sus numerosas estanterías) a millones de libros relativamente desconocidos y descatalogados (procedentes de prácticamente todo el mundo y escritos en diferentes idiomas) para hacerlos accesibles globalmente a través de internet, es una de las cosas que hacemos para conseguir un mundo mejor. […] Pero incluso la expresión abrir o hacer accesibles es insuficiente para describir la verdadera transformación que el servicio Búsqueda de Libros de Google va a suponer en cuanto a a la posibilidad de ofrecer y ampliar la enorme sabiduría recopilada del ser humano.

Entiendo la afirmación de Carr en un sentido muy concreto: más que acceder a los libros, más que ver imágenes de las páginas de los libros, la revolución comienza cuando se puede acceder a cada una de las palabras que contienen cada una de las obras, empezando por las que ni siquiera sabíamos que estaban allí…

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Las palabras de Bush, interactivas

24 enero 2007 12:12


Precioso ejemplo de gráfico éste del New York Times (medio del que ya hemos alabado algún otro): The Words in the State of the Union, es decir: las palabras que ha utilizado el presidente Bush en sus discursos sobre el “estado de la nación”. Presentadas en forma visual, las palabras o expresiones aparecen como marcas rojas en un esquema del texto del discurso. A primera vista, esto permite saber cuándo surgen, con qué frecuencia, y en qué punto de la alocución (al principio, en medio…).

En el ejemplo superior se ve el caso de “Irak”, que aparece con dos menciones en la primera mitad del de 2002 y sube hasta 34, ocupando prácticamente todo el final del discurso, en 2007. En el apartado “The word in context”, uno puede ir recorriendo una tras otras las apariciones de palabras, para obtener el párrafo donde surgieron (¡y qué pena que al hacerlo el gráfico sólo refleje a qué discurso pertenece el párrafo, y no marque éste en concreto!).

Un gráfico complementario compara esta evolución con otras palabras, ya desde un punto de vista puramente cuantitativo:

Aunque los gráficos no están disponibles más que para una treintena de palabras o expresiones, es cierto que están casi todos los nombres propios o conceptos que uno buscaría con gusto (como “presupuesto equilibrado”).

En resumen: una muestra sencilla y barata de cómo diseñar una herramienta visual que ayude a los lectores a manejar la información.

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Blog de Google para bibliotecarios

24 enero 2007 10:10

En una muestra más de cómo Google se ha propuesto cuidar a los bibliotecarios (por motivos evidentes), está el blog que ha abierto para atender a esta comunidad: Librarian Central. En él se suministran de forma oficial ideas o noticias. Como muestra, la entrada sobre creación de comunidades en las bibliotecas.

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El canon en la Ley del libro

24 enero 2007 10:10

El Proyecto de Ley de la lectura, del Libro y de las Bibliotecas está recibiendo la atención minuciosa de los blogs del sector, y con razón, porque afecta a un sector en constante movimiento, y en el que casi cada modificación tecnológica remueve las bases de prácticas comerciales y jurídicas arraigadas. Invito a leer las reflexiones de Joaquín Rodríguez y Txetxu Barandiarán que acabo de enlazar.

Pero ahora quiero centrarme en uno de los aspectos más dañinos y anormales de todo el proyecto de ley: el canon que fija para CDs y DVDs vírgenes, impresoras multifunción (fotocopiadoras), reproductores de MP3, tarjetas de memoria, y hasta móviles… (He aquí un buen resumen hecho por Darío Pescador). ¿Por qué?: porque son dispositivos idóneos para la copia no autorizada de material sujeto a derechos de autor. Y esto fue aprobado por unanimidad; como dijo Ignacio Escolar:

La crispación entre los principales partidos políticos ha llegado a un nivel intolerable, desconocido. Son incapaces de pactar cuestiones básicas, como el modelo de estado, la ley de educación o los planes sobre vivienda. ¿Todo está perdido? No. Hay algo en lo que casi todos los partidos del arco parlamentario sí han sido capaces de ponerse de acuerdo, pese a que se trata de una decisión tremendamente impopular. Casi todos han aparcado sus diferencias para aprobar el canon, ese impuesto privado que pagamos con cada CD virgen, con cada DVD grabable y, ahora, también con cada reproductor de MP3 o con cada móvil con música.

El canon lo paga no quien más copias ilegales hace, sino quien más tiene necesidad de copiar, con lo que se da la paradoja de que el mismo Estado, obligado por ley a grabar los juicios, es uno de los máximos pagadores del canon, como recuerda hoy Javier de la Cueva:

En la actualidad y en virtud de la vigente Ley de Propiedad Intelectual, cada juicio que se celebra en nuestro país paga canon puesto que es obligatorio grabar las vistas orales en formato audiovisual. Pero no sólo pagan canon los juicios sino toda la actividad estatal cuando se soporta en CD o DVD virgen.

La recaudación del canon las hacen las sociedades de gestión, entidades privadas, cuyo reparto de la recaudación entre sus miembros ha sido objeto de muchas críticas. Continúo citando a de la Cueva:

Desde un nacimiento del derecho que pudo ser justo, el canon ha devenido un robo del derecho de los autores no asociados a las entidades de gestión, autores que como no son socios nunca cobrarán el importe que les corresponde, importe por otra parte imposible de calcular para nadie: el reparto del canon se realiza en función del número de ventas que realiza un autor, presumiéndose que los que más venden son los que más pierden por copias privadas, por lo que son los más indemnizados.

Baste un ejemplo para demostrar el sofisma: un catedrático que no vende un solo libro porque sus alumnos lo fotocopian y se lo pasan entre sí, debiera ser el más indemnizado pero como no vende, no recibe compensación alguna.

Bajo la apariencia de compensación digital recaudada de forma no transparente a través de entidades de gestión en la que los autores no tienen voto (únicamente 5.000 de los 85.000 socios de la SGAE pueden votar), lo que se está haciendo es subvencionar a unas entidades no democráticas y que fundamentan la ausencia de voto de los autores con los mismos argumentos que los del voto censitario del siglo XIX: si no tienen fincas, no pueden votar.

Por otro lado, la voracidad recaudatoria puede no tener límites: ya se empezó a hablar de gravar también los discos duros y a las conexiones ADSL…

El canon nació ligado a soportes analógicos, como cassetes, pero ampliarlo a toda una serie de medios digitales conduce al absurdo, y por tres motivos. En primer lugar, la flexibilidad de la tecnología digital hace que sobre el mismo soporte se pueda grabar música, texto, programas, fotografías, películas, juegos… incluyendo los que produce el propio usuario (y por los que por tanto no tendría que pagar compensación alguna). En segundo lugar, el ciudadano de a pie, y no sólo el profesional de la informática, es hoy día también autor: de fotos, películas, etc., y es absurdo que se le penalice por guardar sus obras. Y en tercer lugar, una gran cantidad de obras de todo tipo hoy circulan sujetas a una licencia Creative Commons (o similar) que permite su copia y distribución libre (por ejemplo, sin usos comerciales): la acción de quienes distribuimos material con licencias abiertas ¡está conduciendo en la práctica al enriquecimiento de los artistas que más venden!

Recuerda Darío Pescador que

las credenciales de los diputados españoles en la sociedad de la información son escasas. En un estudio de la Universidad Complutense de 2005 se pudo comprobar que, a pesar de que el 87% de los diputados disponían de una cuenta de correo electrónico institucional, sólo el 17% respondía cuando se le mandaba un mensaje.

Legislar sobre lo que no se conoce bien, consultando imperfectamente a las partes implicadas, y resolver en favor de los lobbies más poderosos en contra del desarrollo de un país que se está convirtiendo casi exclusivamente en un consumidor digital, éste es el resumen de lo ocurrido.

No hace falta añadir mucho más: ¡todos contra el canon!

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Podcasting

23 enero 2007 10:10

Entre los muchos medios de expresión y de difusión que tiene hoy en día cualquier usuario de la Red, es necesario mencionar el podcasting: archivos de sonido (por ejemplo, mp3), que se difunden con tecnología similar a los blogs, y se pueden oír en el ordenador, o pasar a cualquier reproductor portátil (como el iPod). La palabra proviene de pod, acrónimo de portable device, ‘dispositivo portátil’, y broadcast, emisión de radio o televisión.

Digamos que así como muchos dejamos nuestros textos para que otros los lean, se suscriban a ellos y si quieren los comenten, en el podcasting se hace lo mismo con grabaciones de sonido. Los podcasts en nuestra lengua están agrupados en directorios como Podcastellano (que contiene más de 500).

Como ocurre con los blogs, o con las páginas web (o, por cierto, con los libros), hay todo tipo de podcasts: literarios, eróticos, científicos… Y también los hay sobre temas de los que frecuentamos en este blog. He aquí Ladridos al amo, un podcast de gran interés, en donde Karma Peiró y Luis Ángel Fernández Hermana comentan, por ejemplo, el sesgo de los medios periodísticos tradicionales, que comienzan a incorporar comentarios, noticias y fotografías creados por sus lectores.

¿Qué porvenir tendrá esta especie de radio a la carta, que se puede crear individualmente, incluso con programas y alojamientos gratuitos? Como en muchos otros casos, la respuesta es: lo que queramos quienes usamos la Red.

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El e-book según Forges

23 enero 2007 9:09

En El País, en una viñeta del gran Forges (que representa a un catedrático de Lógica del finales del siglo XXI) se ve, junto a un perro robot, este detalle: un avanzado e-book, que consiste en una pantalla conectada mediante un cable a ¡un libro!

Pues sí: mientras las obras no se conciban y generen digitalmente (lo que está empezando a ocurrir) tras los libros electrónicos lo que habrá serán… libros.

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La autobiografía de Stanislaw Lem

22 enero 2007 14:14


Stanislaw Lem, El castillo alto (Madrid, Funambulista, 2006)
traducción de Andrzej Kovalski
ISBN: 84-96601-18-8

¿Cómo buscar las raíces de la fascinación que nos produce un escritor concreto? Stanislaw Lem (el autor de Solaris, por mencionar su obra mediáticamente más conocida) es uno de los grandes escritores del siglo XX, y puedo decir que envidio a los lectores que aún no lo han tenido en sus manos, por el placer que les espera: irónico, brillante, inmisericorde, profundamente divertido pero terrible. Así es Lem. Pero hurgar en sus recuerdos de infancia y juventud me ha sumido en una clara frustración.

Me explico: no es que El castillo alto sea un mal libro (aunque algo inconexo sí que es), ni aburrido, pero, sencillamente, no me ha aportado ni una de las claves del estilo del escritor que yo buscaba. Lem tiene una personalísima visión del mundo, vehiculada en una prosa funcional y sorprendente, pero, ¡ay!: la historia de este niño de la ciudad polaca de Lvov, que no disponía de cama ni habitación propia y erraba de rincón en rincón de su casa, no nos aclara nada. Nada vemos del autor en el destructor de juguetes, o en el joven lector errático. Aunque, de pasada, tenemos una bonita visión de la lectura “superior” como una carrera de obstáculos:

Creo que fue al final de secundaria o al principio de la Escuela Superior cuando descubrí a Proust […] Como yo leía absolutamente todo cuanto caía en mis manos, y visto que Janek y Jeremi llevaban libros con intrigantes títulos, como A la sombra de las muchachas en flor, tomé prestado el primer volumen, pero me quedé clavado en las primeras páginas. Sorprendido, tomé carrerilla como un vallista para reunir el impulso necesario y me enfrenté al obstáculo en repetidas ocasiones, pero cada vez volvía hacia atrás, como si hubiera topado con un muro.

Aunque, en el fondo, podamos reconocer alguna de las pistas del mundo del autor en el entretenimiento que se nos revela a pocas páginas de finalizar el volumen: la creación solitaria de todo un sistema burocrático, de pases y permisos, librados en documentos cuidadosamente caligrafiados y decorados con sellos, con los que el joven Lem entretenía sus ocios…

Y quizás lo mejor del volumen: la tensión de asistir a la lucha entre los intentos del anciano Lem por recuperar su pasado, y la imposibilidad constante de lograrlo:

Y la memoria sigue negándome el acceso allá donde deseo ir, dejándome acceder únicamente a otros lugares y nunca a los que deseo. Estúpida puerta cerrada con llave. Máquina soberana estúpidamente preocupada con su función y su tarea: recordar, preservar indeleblemente, permanentemente. Aunque eso tampoco es cierto. Morirá conmigo, guardián fanático, misero tirano, burlón, rebelde, duro de mollera, tan invariable y al mismo tiempo tan incierto, despiadado y a la vez sensible, como una masa de carbón con la delicada impronta de una hoja. ¿Cómo puedo entender la memoria? ¿Cómo puedo aceptarla? ¿Redes neuronales, sinapsis, circuitos de McCulloch? No, no hay explicación en este sabio y absuramente científico sentido; es inútil, hay que dejar que la memoria siga siendo lo que es. La memoria y yo somos un par de caballos que se observan con suspicacia, que tiran del mismo carruaje. Así que vamos allá, inseparable y desconocido compañero mío, mi enemigo, mi amigo.

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Google prepara el libro electrónico

22 enero 2007 11:11

Vía Dirson llego a una noticia en el Times de ayer: Google prepara una tecnología para leer libros electrónicos. Como saben hace años los lectores de estas páginas, los libros electrónicos o e-books tienen dos aspectos, o dos posibilidades: un formato determinado (que luego se puede leer en la pantalla del ordenador, o en una Palm o en un teléfono móvil), o un dispositivo dedicado (un hardware especialmente diseñado para la lectura).

¿Por dónde irá Google (en compañía de “algunos de los mayores editores mundiales”)? Por el momento, y dado que se trata de una compañía de software, parece que por lo primero: un formato y un sistema de venta, aunque la declaración del Times es al menos ambigua: “esperan hacer por los libros lo que el iPod de Apple hizo por la música”.

Por supuesto, el punto de partida es el proyecto de Google Búsqueda de Libros: Jens Redmer, su director para Europa, declara que “están trabajando en una plataforma que dará acceso a libros por línea”. Semejante cosa no es ninguna novedad: de libros en el dominio público el mismo Google Libros ya proporciona PDFs, y diversos editores e intermediarios variados (entre ellos Amazon) venden e-books por acuerdo con sus autores o editores. Lo que probablemente podrá aportar Google es la gran masa de libros en el dominio público que está digitalizando, y por otro lado acuerdos sorpresa con grandes editores. No podemos descartar tampoco alguna sorpresa tecnológica, que podría venir por mejoras en la lecturabilidad de los textos en pantalla (aparte de la integración en búsquedas).

El modelo de negocio que habría detrás sería la publicidad (como en la mayoría de los productos estrella de Google), pero Redner habla también de alquiler de ciertas obras, como por ejemplo una guía turística.

En cuestión de libros parece que cualquier movimiento que se salga del sistema establecido despierta suspicacias (y entre muchos editores europeos, si proviene de Google, más), pero conviene recordar que el objeto material libro agrupa una gran diversidad de prácticas lectoras, entre otras, efectivamente, obras de consulta como guías, libros de usar-y-tirar (o, bueno: leer y abandonar en el asiento del avión), manuales y obras de enseñanza… Es posible que una operación bien concebida y bien diseñada de acceso por red a cierto tipo de obras las saque del soporte papel en el que habían venido estando, como ya ha ocurrido, entre otras obras, con enciclopedias o con la guía telefónica. Ya iremos viendo…

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Ladrones de libros

21 enero 2007 20:20

Bonito artículo en el Mercurio de Chile, que recomienda el librero Michelena. Su título es Ladrones ilustrados, y trata sobre las personas que roban libros en las librerías. Este es su comienzo:

La oportunidad hace al ladrón, dice el refrán. “Uno de los inconvenientes de robar libros sobre todo para un aprendiz como yo , es que la elección está supeditada por la oportunidad”, comprueba un personaje de Roberto Bolaño en Los detectives salvajes, volumen que curiosamente es uno de los más robados en las librerías de Santiago, y cuyo autor, en su juventud, fue uno de los grandes en el “oficio” de apropiarse de libros ajenos.

La tipología del ladrón en librerías es amplia: del que hurta lo que no puede comprar, al que agarra lo primero que pilla (si es caro, mejor) y lo revende, para acabar con el que actúa por encargo. Yo recuerdo en mi juventud madrileña un personaje que vivía de esta última modalidad, y que por cierto, acabó escribiendo una novela, que se publicó, aunque no creo que nadie encargara su robo… Es curioso: no conozco gente que haya robado otras cosas, pero depredadores de libros, bastantes. ¿Se pensará que es una mercancía diferente? En cualquier caso, el artículo recalca los costes añadidos que supone para el librero poner las medidas para evitar esta rapiña.

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La hospitalidad de la lectura

21 enero 2007 10:10

Los días y los libros. Divagaciones sobre la hospitalidad de la lectura (México, Paidós, 2006).
ISBN: 968-853-633-4

La figura del mexicano Daniel Goldin es bien conocida en el ámbito de la edición y la lectura; hasta hace poco dirigió las colecciones para niños y jóvenes del Fondo de Cultura Económica y sus programas de formación de lectores. Los días y los libros. Divagaciones sobre la hospitalidad de la lectura (editada en México, pero afortunadamente encontrable en España) reúne en una serie de breves ensayos recuerdos personales e indagaciones sobre procesos individuales y sociales de la lectura. Algunos de los capítulos son reelaboración de piezas ya publicadas, como el que da nombre al libro, a una de cuyas versiones anteriores se puede acceder en la revista Fractal, y que puede servir para dar al lector una buena idea de la prosa y las ideas de Goldin.

A mí, particularmente (y quizás por motivos biográficos), me ha atraído mucho el capítulo dedicado a “La paternidad y los libros”: la lectura como mediación con esos extraños a quienes de golpe vemos en nuestras vidas, o la paternidad como uno de los últimos reductos de la lectura en voz alta… Otros ensayos relacionan la lectura y la literatura infantiles en el marco de la invención histórica del niño, el evanescente modelo de “lector universal” o el papel de la lectura en la formación de ciudadanos.

En suma, una obra que parte de una intervención práctica del autor en el universo que describe, y que no duda en revelar la complejidad de los procesos implicados en la más prestigiosa de las prácticas culturales.

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