Gloria y desaparición del diccionario en la era digital

01 agosto 2011 12:12

Con este título he publicado un artículo en El País. Comienza así:

Los diccionarios son uno de los muchos objetos que han desaparecido de la mesa de trabajo de escritores, estudiantes, investigadores…, junto con bolígrafos, cuadernos y tablas de logaritmos, sustituidos todos por un rectángulo iluminado provisto de teclado. No es que hayan perdido su utilidad, sino que las funciones que cumplían las cubren ahora un conjunto de programas y sitios web.

En él analizo características lingüísticas y técnicas de los diccionarios digitales, por lo que me perdonarán que incluya este post tanto en mi blog de lengua como en el de edición.

Foto:  diccionario de húngaro y tabla de logaritmos
ayer en un mercadillo de Cadaqués

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Gutenberg 2.0

31 mayo 2011 10:10

Ha aparecido en Trea el libro de José Antonio Cordón García, Raquel Gómez Díaz y Julio Alonso Arévalo, Gutenberg 2.0. La revolución de los libros electrónicos. La obra tiene vocación enciclopédica, como se puede comprobar por el índice, y véase también la reseña en Territorio E-Book.

A petición de los autores, buenos amigos, he hecho un prólogo, y me ha salido en forma de nubes de tags. Es mi resumen de la obra, y se puede ver aquí: Mis tag clouds de Gutenberg 2.0. La de abajo es una de ellas:

Por cierto, José Antonio Sánchez Paso (infatigable compilador de la serie Libros y citas de este blog) ha tenido a bien comentar este prólogo en una bonita “nota paratextual“, también aparecida en Territorio E-Book.

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Comics en HTML5

15 febrero 2011 9:09

Con la aparición de lo comics en iPhone cayeron las barreras que separaban las creaciones gráficas contemporáneas de la pantalla. El éxito se exportó rápidamente al iPad. Pues bien: una vez comprobado que los cómics y la pantalla no estaban reñidos, ha venido el paso al browser o navegador de Web. Marvel, la gran compañía de historietas de superhéroes, utiliza el estándar HTML5 para exhibir cómics, por el momento sólo en el navegador Chrome, de Google, para PC o Mac.

La idea ha sido pasar a la pantalla del ordenador algunas de las prestaciones que se tenían en la del iPhone y el iPad, lo que se consigue (a falta de pantalla táctil) a través de teclas, del uso del ratón y de mandos en la interfaz. Los deslizamientos, zooms y cambios de página típicos de las aplicaciones en los aparatos Apple para adaptar las obras a la pantalla se mantienen, porque la base sigue siendo la página impresa, que debe adaptarse al campo de presentación .

Quien compre los cómics a traves de iTunes (la tienda de los aparatos Apple) podrá leerlos también en Chrome, pero no viceversa. Aunque hay cómics gratis, la mayoría cuestan sobre los 2 dólares, y también hay una opción de suscripción: un año a 60 dólares, durante el que se pueden leer cualquiera de los 8.000 que están digitalizados, más los que se añaden diariamente. Esta fórmula de suscripción estilo buffet libre sólo podrá estar sostenida por los sitios que dispongan de una gran oferta.

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Qwiki: sorprendente y peligroso

02 febrero 2011 9:09

El nuevo buscador Qwiki, que estaba en acceso restringido por invitación, se ha abierto al público en pruebas (alfa).

El rigor, se trata de un agregador que reúne distintos materiales multimedia. Qwiki ofrece una película o presentación sobre el tema solicitado, con un breve texto en inglés, que lee una voz sintética pero bien entonada, y una sucesión de imágenes: fotografías, mapas, y algunas infografías simples (abajo, la cronología vital de Mozart). No he encontrado casos con audios o videos, pero deben poderse incorporar, porque el apartado que permite al usuario criticar el contenido o proponer más datos ofrece la posibilidad de integrar un video de Youtube.

Qwiki es sorprendente, pero peligroso. Es sorprendente porque sus confesados dos millones de entradas han sido generadas automáticamente, a partir de materiales con licencia para reutilización: básicamente Wikipedia y los Commons de Wikimedia. Este es un ejemplo más (si hicieran falta) de cómo los proyectos abiertos y bien licenciados generan saber y obras derivadas.

Creo que es peligroso también, porque el grado de acabado que presenta, y la habilidad de su puesta en escena (por no hablar de la locución), remite a productos que hasta ahora estaban generados por humanos. Pero una coctelera de algoritmos semánticos bien tuneados, operando sobre materiales desiguales, no sustituye una tarea de selección, crítica de fuentes y redacción de una síntesis. Si conocen el mal uso que hacen muchos de nuestros estudiantes de la Wikipedia (al fin y al cabo, un instrumento mucho más rico y complejo) esperen a ver cómo usan Qwiki

Claro: el proyecto apela a la intervención humana, sobre todo a posteriori,  denunciando errores o proponiendo mejoras, pero este es un proceso que (si capta un suficiente número de usuarios colaboradores), llevará mucho tiempo.

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ISBN: el cocktail de los datos sobre libros

24 enero 2011 9:09

Nuestros lectores habituales lo recordarán: hace algo más de tres años, Rafael Martínez Alés daba la voz de alarma acerca de la posible fragmentación del registro del ISBN en España. Pues bien, el ISBN, que venía estando regulado por el Ministerio de Cultura, ha pasado ya a manos de la Federacion de Gremios de Editores. Esto impedirá la división de la base de datos, pero por otro lado representa una privatización, como ha explicado muy bien Elvira Huelbes. Durante un periodo de transición que puede durar un año la base de datos consultable de ISBNs seguirá siendo la del Ministerio.

Es bien sabido que el ISBN es un identificador estándar e internacional (las siglas corresponden a International Standard Book Number) que se asigna a cada edición diferente de una obra que está en el circuito de venta, ya sea en una librería o en la web. En la versión en papel, el ISBN figura como un código de barras.

Para conocer algunas de sus repercusiones de la privatización hemos hablado con el Director de la nueva agencia del ISBN, Miguel Jiménez. A diferencia de la gratuidad anterior, ahora dar de alta un ISBN costará dinero, “aunque menos, o incluso mucho menos, que en cualquiera de los países similares al nuestro”. Las tarifas definitivas aún no han sido aprobadas, pero sí que parece que rondarán los 3 euros por ISBN, en una escala que irá abaratando el precio de quienes más ISBNs compren: en grandes cantidades, pueden llegar a salir a 30 céntimos de euro la unidad. Las pequeñas editoriales, por tanto, serán las más gravadas.

Los autores-editores, las personas que utilizan por ejemplo los servicios de una empresa como Lulu para hacerse sus propios libros, deben obtener un ISBN sólo si quieren que su obra esté a la venta por los canales habituales. Las empresas de impresión bajo demanda a veces prestan también el servicio de conseguir un ISBN, cobrándolo. Estos autores-editores serán claramente los más perjudicados en la nueva situación española, porque se les puede llegar a cobrar 10 veces más que los editores profesionales, por el hecho de que “registrar el ISBN de un autor-editor puede ser tan trabajoso, o más, que procesar los que presente un editor normal”.

Hay que recordar que el ISBN hoy no es un trámite obligatorio, salvo que se quiera llevar el libro a las librerías, físicas o virtuales. En teoría, una obra que no va a pasar por el circuito abierto de venta (por ejemplo, un libro a la venta sólo en la web de su editor, ya sea en papel o en edición digital), no requeriría ISBN, señala Jiménez. El trámite tampoco protege la propiedad intelectual. La sección “Qué no es el ISBN” de la web de la agencia aclara todos estos extremos.

Normalmente, las bases de datos de ISBN además de información sobre autor, título, editor, etc., tienen también otras informaciones, como lengua de origen (en el caso de las traducciones), o la materia. Ya expusimos en su día la importancia de la clasificación por materias, así como el hecho de que DILVE, la joven base de datos de libros en venta, auspiciada por los editores, ha elegido el sistema BIC. ¿Qué va a hacer en este aspecto el ISBN? Dejará de lado, dice Miguel Jiménez, la CDU que venía usando, y utilizará también BIC.

El hecho de decantarse por un sistema mejor de clasificación no es una garantía por sí solo: quienes asignan la materia son los editores, y si ellos no lo hacen bien, el libro quedará mal encuadrado. Y la experiencia demuestra que las editoriales, en las que no hay por lo general documentalistas ni personas que puedan cumplir su papel, delegan esta fina tarea en el último becario. Si para una novela perecedera esta cuestión puede no afectar mucho a las ventas, para libros científicos, de ensayo o de enseñanza la mala visibilidad en las bases de datos de materias puede ser todo un handicap. En el caso de los libros electrónicos, de la calidad de los metadatos dependerá su adecuada inserción en el ecosistema informativo.

El mencionado DILVE es una base de datos que impulsaron los editores como complemento al ISBN (que gestionaba el Ministerio): éste recogía todos los libros editados, aunque estuvieran agotados, y el DILVE las obras efectivamente a la venta que añadieran, de forma voluntaria, sólo los editores agremiados (que son la mayoría, pero no todos). Por otra parte esta base de datos de libros en venta contiene no sólo los datos bibliográficos, sino también cubiertas, solapas, capítulos de muestra, y otros elementos orientados a informar mejor al posible comprador. DILVE ha tenido desde su creación un buen desarrollo: a estas alturas gestiona casi 290.000 libros. ¿Habrá entonces dos sistemas prácticamente con los mismos objetivos y contenidos? Opina Miguel Jiménez: “ISBN y DILVE deben ir convergiendo”. DILVE ya tiene una pasarela con el ISBN, .

Pero esto no es todo: los libreros (que parecen hacer rancho aparte , o tal vez son los editores quienes lo hacen respecto a los libreros: nunca se sabe) tienen su CEGAL en Red, que reúne datos de ISBN, de DILVE y de otras fuentes.

¿Acaba aquí la proliferación de almacenes de prácticamente los mismos elementos? No, por cierto: de nueva creación es el ISTC (International Standard Text Code), un identificador de la “obra”, al que luego habría que ligar las “manifestaciones” de la misma, sea una edición en tapa dura o un archivo ePub. De extenderse su uso, habría obras con un código ISTC, localizables fácilmente en una base de datos común, que luego enlazaría con todas y cada una de las versiones en libro o en archivo digital.

Hablando de esto, ¿y los libros digitales? Ya en el 2005 la Agencia Internacional señaló que cada edición electrónica diferente debe tener también su propio ISBN. La Agencia Internacional del ISBN ha emitido un conjunto de directrices y Preguntas Frecuentes “para ayudar a las agencias nacionales de ISBN, editores, intermediarios y otras partes interesadas en la identificación apropiada de medios digitales, incluyendo ‘aplicaciones’ [los programas que permiten leer obras en [teléfonos avanzados, de Apple y otras marcas 16.02.2011]]”. En resumen: sigue habiendo la necesidad de tener un ISBN diferente para cada archivo en un formato distinto, más además, si un mismo formato presenta dos DRMs distintos (llamados extrañamente en la traducción GDD, por “gestión de derechos digitales”), cada uno de ellos debe tener su propio ISBN. ¿Acaba aquí la cosa? Tampoco… Si uno quiere distribuir capítulos o partes separadas de un libro (algo que en la edición científico-técnica es mucho más frecuente que en las novelas…) cada una de ellas debe tener su ISBN propio. Un manual sobre programación, por ejemplo, que constara de diez capítulos y que se quisiera explotar en dos formatos, en dos mercados diferentes bajo restricciones de uso (DRM) distintas, y con venta de capítulos independiente podría llegar a acumular 44 ISBNs, si he contado bien.

Pero (dirán algunos) ¿no existía el DOI, Digital Object Identifier precisamente para eso? Bueno: el identificador DOI (que lleva dando vueltas por ahí al menos desde hace catorce años; ) resulta que se puede integrar también en la cadena de caracteres del ISBN.

Editores, libreros, gestores ministeriales que dejan de serlo, estándares internacionales, supraestándares internacionales, estándares para obras digitales, fabricantes de formatos para e-book, fabricantes de medidas anticopia… Agítese y sírvase con una aceituna. ¿Será el ISBN el vaso que contenga todo?

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Los números de los “libros digitales”: conclusión provisional

02 noviembre 2010 11:11

En un post anterior, Los libros digitales en números, planteé la cuestión de cuántos libros digitales habría disponibles, y hasta hace muy poco he estado recibiendo, en comentarios al blog y por correo, precisiones y sugerencias. Muchas gracias a todos; lo he dicho varias veces, pero lo repito: estas páginas tienen unos lectores que son un privilegio. Muchas veces estarán agazapados, sin dar muestras de existencia, pero cuando hace falta y tienen algo que decir, ¡vaya si lo dicen! En el post inicial y en sus comentarios queda constancia de quiénes me ayudaron (algunos han preferido quedar en la oscuridad).

Para mayor claridad, voy a empezar exponiendo algunos principios metodológicos que han ido surgiendo al hacer esta recopilación:

¿Qué es un libro digital?

En obras libres de derechos: cualquier obra que en su día constituyó un libro (o a veces parte de un libro, o un folleto), y que se ha digitalizado.

En obras con derechos vigentes, podríamos decir que “libro digital” sería cualquier obra a la venta en formato electrónico, que tiene asignado un número de ISBN. A ello se podría añadir que tuviera metadatos correctos, y estuviera compuesto por texto digital (que no fuera un simple escaneado). Pero esto no siempre es así: Bubok, que declara 30.000 libros digitales, ha tramitado sólo 1.120 ISBNs. Tampoco depende del formato o la extensión: hay a la venta obras digitales que son PDFs de una docena de páginas y se siguen llamando “libros”.

Puestas así las cosas, hay que concluir que por el momento  “libro digital” es cualquier cosa en formato electrónico que su editor o difundidor llame “libro”.

Libros, ¿o qué?

En bibliotecas y archivos hay muchos otros materiales, aparte de libros, que se han digitalizado: revistas, legajos, documentos, mapas, grabados… Hispana, por ejemplo, tiene más de 2,6 millones de documentos, pero no he conseguido saber cuántos de estos son libros, y por tanto no lo incluyo en esta recopilación. Como la Biblioteca Digital Hispánica distingue los “carteles, dibujos, grabados…”, sí que se pueden calcular los libros del total.

Las cifras y las categorías las asignan muchas veces los propios interesados

Google afirma que tiene digitalizados 13 millones de libros en el dominio público. Pero todo lo dice Google: tanto que son “libros”, como la cantidad que hay. Puede que hayan llamado “libros” a cualquier otra cosa, por ejemplo, tomos de revistas, pero no lo sabemos. Hathi Trust, por ejemplo, habla de “volúmenes”.

Hay solapamientos

No podemos sumar todas las cifras que aportamos para obtener un total, porque muchos conjuntos incluyen a otros. En el resumen hemos señalado los solapamientos más importantes detectados.

Lenguas

Nos ha interesado ver el estado de la edición digital en español y otras lenguas cooficiales en España, pero hemos incluido también otros conjuntos que pueden servir para dimensionar el sector. Con frecuencia es difícil desagregar los datos: ¿cuántos libros en español ha digitalizado Google?; las buenas librerías españolas ofrecen también libros electrónicos en otras lenguas, etc.

Hay distintos canales

Hay libros sólo disponibles para bibliotecas. Otros son obras en autopublicación, disponibles sobre todo en la web del editor.

¿Qué hay de nuevo?

Respecto a los datos recopilados en el post inicial hasta el 22 de octubre, he incorporado los libros en “edición electrónica” editados en España desde el 2005, según el ISBN.

Los datos:

Obras libres de derechos

Libros digitalizados en Google: 13.000.000

Internet Archive [muchos provienen de Google]: 2.500.000

Volúmenes digitalizados en Hathi Trust [muchos provienen de Google]: 1.583.000

Libros digitalizados en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (español en su mayoría): 60.000 [fuente: Biblioteca Virtual]

Libros digitalizados en el Proyecto Gutenberg: 33.000

Libros disponibles para Kindle: 30.000 [según TUAW]

Libros digitalizados en la Biblioteca Digital Hispánica, de la Biblioteca Nacional (español en su mayoría): 14.000

Libros digitalizados en El Aleph (español): 3.600

Obras con copyright vigente

Libros digitalizados en Google por acuerdo con editores: 2.000.000

Libros disponibles para Kindle: 670.000 [según TUAW]

Libros disponibles en Lulu (distintas lenguas, no autopublicación): 200.000

Libros disponibles en la librería Laie (distintas lenguas, muchos en español): 124.000 [fuente: Laie]

Libros disponibles en E-libro.com (para bibliotecas, en español): 38.000 [fuente: E-libro]

Libros en “edición electrónica” editados en España entre enero del 2005 y septiembre del 2010: 50.000 [fuente: ISBN]

Libros disponibles en iBook (para iPhone o iPad): 30.000 [fuente: TUAW]

Libros disponibles en BuBok (autopublicación, sobre todo en español): 30.000 [fuente: BuBok]

Libros disponibles en Publidisa (sobre todo en español): 25.000 [fuente: Publidisa]

Libros en español en P2P: 25.000 [estimación]

Libros disponibles en Grammata: 23.000 [comprende también libros sin derechos, varios cientos provenientes de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes]

Libros en “edición electrónica” editados en España en los primeros 9 meses del 2010: 12.839 [fuente: ISBN]

Libros que alcanzará Libranda este año: 4.000-5.000

Libros digitalizados en la Biblioteca Digital Hispánica, de la Biblioteca Nacional de España, a través de Enclave: 3.300 [fuente: Boletín del Observatorio del Libro y de la Lectura, nº 2, Octubre 2010]

Libros en español disponibles en Lulu (autopublicación): 2.885 [haciendo la búsqueda desde España, en la categoría ebooks]>

Libros disponibles en Edi.cat: 2.400 [1.700 de Libranda, y el resto entre Edi.cat y EdiBooks; fuente: Edi.cat]

Libros disponibles en E-libro.net [en español]: 2.000 [fuente: E-libro]

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Organizar por materias: dos elecciones

18 octubre 2010 9:09

Pensemos en la visita a una buena librería, o a una buena biblioteca de las que dan acceso abierto a las  estanterías. Uno llega a la zona de su interés y ahí están: al lado de libros que ya hemos leído, y de otros cuya existencia conocíamos, aquellos de los que ni habíamos oído hablar, y que sin embargo encontramos a nuestra disposición…

Las clasificaciones temáticas permiten explorar lo existente, y por eso son herramientas insustituibles en un universo como el de los libros, complejo y extensísimo. Y en el terreno del acceso digital a las obras son un elemento sencillamente vital. La clasificación temática es uno de los elementos que, como el autor, el título, el editor, el año de publicación y otros metadatos, van a servir para guiar al lector al encuentro del libro. Y quizás será uno de los más importantes para la exploración y la serendipia.

Se encuentran dos orientaciones en este delicado tema: la bibliotecaria (siglos de organización de vastos conjuntos de obras especializadas, orientadas a la consulta) y la librera-editorial (décadas de organización de conjuntos contemporáneos, con miras a la venta).

Pues bien: dos decisiones de sendos mediadores entre los libros y el público muestran el papel creciente que va a tener esta cuestión en el campo de las obras digitalizadas.

Google, para Google Libros (y, suponemos, para las futuras Google Editions) está utilizando el sistema BISAC (Book Industry Standards And Communications), división del Book Industry Study Group. El problema es que BISAC está orientado al comercio: es lo que  “la industria del libro [de Estados Unidos y Canadá] usa para decir a los libreros dónde poner los libros en las estanterías”, como señaló Geoff Nunberg en su post de hace un año, titulado expresivamente: “Google Libros: un descarrilamiento de metadatos”.

Cito a Nunberg:

La pregunta es por qué Google decidió  en primer lugar utilizar estos encabezamientos [los de BISAC]. (Clancy [ingeniero en jefe del proyecto de Google Libros] niega que fueran los editores quienes se lo pidieron, aunque esto podría tener que ver con sus propias ambiciones de competir con Amazon). El esquema BISAC se adapta bien para organizar las estanterías de una moderna cadena de librerías con 10 kilómetros de estanterías, o una pequeña biblioteca pública donde los consumidores ordinarios o los clientes buscan libros en las estanterías. Pero no ayuda particularmente si vuelas a ciegas por una biblioteca  con varios millones de títulos, incluyendo obras académicas, extranjeras, y grandes cantidades de libros de los primeros periodos.

Con la llegada de Google Editions, está todo más claro: Google clasificará sus libros según el estándar comercial, porque quiere venderlos (o que los vendan a través de su servicio). Los muchos errores de clasificación que denunció Nunberg pueden irse subsanando, pero la clasificación de materias seguirá apuntando a compradores o lectores de base, y además de cultura norteamericana, y no a usuarios especializados de cualquier parte del mundo.

La buena noticia paralela es que  un proyecto que agrupa muchas universidades americanas y que se nutre básicamente de las digitalizaciones de Google, Hathi Trust (hablamos de él hace dos años), está trabajando para dar acceso a las obras a un público profesional con herramientas más avanzadas y criterios más bibliotecarios.

Mientras tanto, el servicio de información sobre libros españoles en venta, DILVE, promovido por las editoriales españolas, está trabajando también en la clasificación por materias. Hasta ahora lo único que funcionaba era la clasificación del ISBN, basada en un estándar bibliotecario utilizado desde hace años en España y en otros lugares: el la CDU. Ya fuera por inadecuación progresiva de la clasificación a la realidad cotidiana, o por descuido de las editoriales en la asignación de materia (que de todo hubo, y quizás más de lo segundo), el sistema se ha revelado insuficiente.

Una comisión recién creada, y en la que participan FGEE, FANDE, CEGAL, Grupo Planeta, Grupo SM, Grupo Santillana, Casa del Libro, El Corte Inglés, FNAC, Librerías Bertrand, Librería Diógenes, Troa Librerías y Libranda ha elegido el sistema BIC, Book Industry Communication, también de intención comercial (no bibliotecaria), nacido en la Gran Bretaña y utilizado además en Australia y Nueva Zelanda. El sistema deberá adaptarse en materias concretas a la realidad española.

DILVE funcionará como el eje en torno al que se articulará la información tanto sobre obras en papel como electrónicas, lo que da idea de la importancia de este paso.

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Los libros digitales en números

15 octubre 2010 9:09

Bueno, bueno… Una reciente avalancha de cifras nos aconseja hacer un post de resumen. O sea que:

[NOTA: marco tachadas las enmiendas y <entre ángulos> las adiciones posteriores a la aparición del post. He pedido datos complementarios, que iré incorporando a este post durante unos días, y luego publicaré un nuevo post con el resultado final ]

Obras libres de derechos

Libros digitalizados en Google: 13.000.000

<Internet Archive [muchos provienen de Google]: 2.500.000>

<Volúmenes digitalizados en Hathi Trust [muchos provienen de Google]: 1.583.000>

<Libros digitalizados en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes: 60.000 [fuente: Biblioteca Virtual]>

Libros digitalizados en el Proyecto Gutenberg: 33.000

<Libros disponibles para Kindle: 30.000 [según TUAW, gracias a jjclerici y a Toni Matas]>

Libros digitalizados en la Biblioteca Digital Hispánica, de la Biblioteca Nacional: 14.000

<El Aleph: 3.600 [gracias, Julieta]>

Obras con copyright vigente

Libros digitalizados en Google por acuerdo con editores: 2.000.000

Libros disponibles para Kindle: 700.000 670.000 [corrección según TUAW, gracias a jjclerici y a Toni Matas]

<Libros disponibles en Lulu (distintas lenguas, no autopublicación): 200.000>

<Libros disponibles en Laie: 124.000 [fuente: Laie]>

<Libros disponibles en E-libro.com (para bibliotecas, en español): 38.000 [fuente: E-libro]>

Libros disponibles en iBook (para iPhone o iPad): 30.000 [fuente: TUAW, gracias a Toni Matas]

Libros disponibles en BuBok (autopublicación): 30.000 [fuente: BuBok]

Libros disponibles en Publidisa: 100.000 25.000 [fuente: Publidisa]

<Libros en español en P2P: 25.000 [estimación de Gorki]>

<Libros disponibles en Grammata: 23.000 [comprende también libros sin derechos]>

<Libros en “edición electrónica” editados en España en el primer semestre del 2010: 9.546 [fuente: Boletín del Observatorio del Libro y de la Lectura, nº 1, Agosto 2010]>

Libros que alcanzará Libranda este año: 8.000 4.000-5.000

Libros digitalizados en la Biblioteca Digital Hispánica, de la Biblioteca Nacional de España, a través de Enclave: 2.700 3.300 [fuente: Boletín del Observatorio del Libro y de la Lectura, nº 2, Octubre 2010, borrador]

<Libros en español disponibles en Lulu (autopublicación): 2.885 [haciendo la búsqueda desde España, en la categoría ebooks]>

<Libros disponibles en Edi.cat: 2.400 [1.700 de Libranda, y el resto entre Edi.cat y EdiBooks; fuente: Edi.cat]>

<Libros disponibles en E-libro.net [en español]: 2.000 [fuente: E-libro]>

… Y esto es lo que hay, según las fuentes citadas. Me gustaría oír opiniones al respecto.

(autopublicación)

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Para evitar la oscuridad

18 junio 2010 9:09

Tan temprano como en 1813, el gobierno de Estados Unidos creó un programa para descentralizar y difundir la información oficial. Durante siglos las bibliotecas norteamericanas han preservado todo tipo de documentación. Pero hoy en día, gran parte de ella es nativa digital. Magnífico, ¿no?

Pues no tanto: ¿cómo cerciorarse de que lo que alguien dijo en determinada comisión del Congreso no ha sido alterado? Esto no es una preocupación conspiranoica: James Jacobs, bibliotecario de las Bibliotecas de Stanford University afirma:

Ha sucedido antes. Desde mediados de la década de 1980 hasta final de los 90 la American Library Association publicó un informe anual con ejemplos de lo que el gobierno no quería que los ciudadanos conocieran, con oscurecimiento consciente del registro. Sucede más de lo que nos gustaría.

Para evitar esto se ha creado LOCKSS (Lots of Copies Keep Stuff Safe, ‘Muchas copias aseguran las cosas’ ), un consorcio internacional con base en Stanford, que agrupa más de 200 bibliotecas universitarias que recolectan y preservan contenido electrónico. Más detalles en el artículo “Stanford helps to digitally preserve mountains of documents” (gracias, Adán Griego).

¿Y quién asegura que los contenidos de los libros digitalizados no han sido alterados? Por supuesto, la existencia del mismo libro en papel. No: la digitalización de una obra no debe ser nunca excusa para descartar su original…

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Máster en edición

17 junio 2010 9:09

El prestigioso máster en edición de la Universidad de Salamanca está en periodo de preinscripción.

Dirigido por José Antonio Cordón,  Profesor titular de Documentación de la Universidad de Salamanca, y Joaquín Rodríguez, Vicedecano de la Escuela de Organización Industrial y autor de FUTUROSDELLIBRO.COM, cuenta con un excelente plantel de profesores.

De su presentación:

En este undécimo año, el Máster renueva sus contenidos de acuerdo con los extraordinarios y decisivos cambios, inducidos por la digitalización y los nuevos soportes, que la edición está experimentando. Para abordar esta nueva etapa la Universidad de Salamanca se ha rodeado de alguno de los más prestigiosos sellos editoriales, empresas de digitalización y producción, y de los mismos profesionales que durante toda su historia previa han venido impartiendo sus clases.

La originalidad del Máster radica en su método de trabajo, en el aprender haciendo, en el  hecho de someter a los alumnos, convertidos en verdaderos editores, a situaciones reales que deben resolver por sí mismos con los conocimientos y las herramientas que utilizaría un editor profesional. Desde la formación de la empresa hasta el desarrollo del Plan de negocio, pasando por la ideación del catálogo, la selección de autores y títulos, la negociación de los derechos o el cálculo de la viabilidad económica de los proyectos, pasando por la maquetación y diseño de los libros y por la concepción de los planes de comunicación más adecuados al producto elaborado y la selección de los canales de difusión y comercialización más convenientes a los contenidos editados, no dejan de abordarse todos y cada uno de los elementos que conforman la cadena de valor del libro.

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