Reacciones ante Libranda

14 junio 2010 9:09

Por fin ha aparecido Libranda (la plataforma de distribución digital liderada por Planeta, Santillana y Mondadori). No se trata de una plataforma de venta, sino que servirá títulos a librerías virtuales, y no a compradores finales. Pero no ha despertado grandes entusiasmos:

Libros en la nube publica un duro post (que vale la pena leer entero):

hemos organizado una juerga con mucho DRM, pocos títulos, ninguna inversión en metadata abundantes (el instrumento de marketing más decisivo para los libros digitales y no los widgets que prometen), y una estrategia centrada en la cadena de valor del paradigma Gutenberg.

Y Desde este otro lado, bajo el título “Nace Libranda y la Red se ríe” , cuanta cómo sus libros tendrán importantes limitaciones para ser leídos en ciertas plataformas.

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Subrayado comunitario

11 junio 2010 17:17

La imagen muestra la pantalla de una aplicación Kindle para iPad. Como ya saben nuestros lectores, el Kindle cuenta con aplicaciones para iPad e iPhone, que permiten leer en estos aparatos Apple (además de en el e-book Kindle y en el PC) los libros comprados en Amazon.

Pero donde quería llegar es a la cuestión de los subrayados: esta aplicación permite marcar pasajes, aunque su recuperación es mucho peor que en el Kindle, o en el programa para PC. Pero lo más interesante es que  superpuestos a los propios pasajes subrayados (en amarillo) se pueden ver lo que han marcado otros lectores (en trazo punteado). [Debo este ejemplo a Toni Matas].

La idea es poderosa: aunque ver lo que otro(s) ha(n) subrayado puede distraer, también puede llamar la atención sobre determinados pasajes. Pienso sobre todo en libros para estudio, manuales y obras así. Ignoro si Kindle requiere que un porcentaje importante de lectores señale un pasaje para mostrarlo en los libros de otros (probablemente sí: si no el “ruido” sería demasiado grande). Por otra parte, me pregunto si el lector/subrayador de un libro en Kindle puede deshabilitar el envio de sus marcas a la base de datos general de la obra…

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Contenidos y servicios ¿gratuitos?

10 junio 2010 9:09

Muchos sitios y servicios Web son gratuitos, pero requieren registro: el usuario sólo debe dejar su nombre, correo electrónico, y quizás algún dato más. (Por añadidura, la dirección IP desde la que se conecta uno da también otra información).

¿Cuánto valen estos datos? Recientemente, en un viaje con cuyos recuerdos he castigado a mis lectores, me encontré (por azares del destino) de huésped en un hotel bastante bueno. Era Nueva York, y estaba en Park Avenue. Resulta que la conexión WiFi era de pago, y caro (cuando dentro de unos años veamos esto nos producirá la misma estupefacción que si nos hubieran cobrado el agua), pero si uno se registraba en la web de la cadena de hoteles, salía gratis. Como el WiFi salía a 15 dólares diarios, e iba a estar cuatro noches, lo hice: me pidieron mi nombre, dirección, un email, y marcar algunas aficiones. Y tuve mi conexión sin pagar.

60 dolares: ¡mis datos personales valían 60 dólares! Cierto que el entorno podía hacer pensar que yo era un potentado, pero ¿cuánto valen los datos que dejamos en redes sociales, en registro para leer prensa y sitios así? ¿40, 30, 20 dólares? ¿Y la huella de nuestras búsquedas y navegaciones, muchísimo más específica respecto a nuestros gustos y habitos de consumo, cuánto vale?

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Salvar la firma de Muelle

09 junio 2010 9:09

Las calles de la ciudad no sólo están habitadas por las escrituras del Poder, bajo la forma de lápidas, inscripciones y rótulos de calles: personas anónimas o artistas dejan también sus huellas.

Uno de ellos, Juan Carlos Argüello Garzo, más conocido como Muelle, dejó su trazo en Madrid, hasta su temprana muerte en 1995. En realidad, Muelle fue artista de una sola obra: su firma, convertida en caligrama.

Hoy está en peligro una de las últimas obras que queda de él, realizada en 1989, situada en la calle Montera nº 30 de Madrid. Hay un grupo de Facebook Por la declaración de la firma de Muelle como B[ien de] I[nterés ] C[ultural] donde se puede apoyar esta acción.

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I Congreso de la Blogosfera Sanitaria en Madrid

08 junio 2010 9:09

El lunes 14 de junio tendrá lugar en Madrid, en el Salón de actos Ernest Lluch, Instituto de Salud Carlos III, el I Congreso de la Blogosfera Sanitaria, organizado por la Fundación Gaspar Casal y que cuenta con un interesante programa. Esta es su presentación:

El conocimiento ha escapado de los congresos y los libros a las pantallas de los ordenadores. Internet es el medio natural de búsqueda de información para profesionales y usuarios del Sistema Nacional de Salud. Analizar el estado de la blogosfera sanitaria y las iniciativas de generación de opinión e intercambio de información en Internet es una necesidad real. La blogosfera sanitaria de habla hispana es muy activa y dinámica, los bloggers particulares, revistas y foros digitales conviven con iniciativas horizontales de gran impacto que asumen responsabilidades de formación para profesionales y pacientes. Este Congreso persigue poner en valor y reivindicar la blogosfera sanitaria como un centro generador de opinión y conocimiento organizado y clave en un sistema sanitario moderno.

Dada la importancia de la información sanitaria (de la que ya hemos hablado), los blogs tienen un papel esencial que cumplir… En la Revista por línea E-RAS se puede ver una selección y clasificación de los más activos.

Los organizadores  del congreso me han pedido, y he aceptado encantado, que intervenga con una conferencia inaugural.

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Wired en iPad

07 junio 2010 9:09

Las primeras adaptaciones de publicaciones de papel ya están circulando para el iPad. Por ejemplo, la de Wired. Y también están empezando a recibir críticas.

El interesante artículo de Information Architects (que deja muy mal a la aplicación) se centra en dos cuestiones. La primera es la difícil conceptualización del concepto “siguiente” cuando uno no sabe si se refiere a la columna, a la página o al próximo artículo del número (arriba).

La segunda cuestión es la adaptación de las fuentes tipográficas, incluso las que funcionan bien en pantalla, a la específica resolución del iPad.

Un artículo básico para quienes se ocupen de crear o adaptar contenidos textuales para el iPad.

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Estampas neoyorquinas, IV: lectores

04 junio 2010 9:09

Abriremos este recorrido por la iconografía de la lectura en Nueva York con la imagen de aquello de donde todo brota, el Pensamiento, bifurcado en la palabra escrita (izquierda) y la palabra hablada (derecha), según la representación Art Decó del Rockefeller Center.

Muy en la línea alegórica, he aquí la sabiduría, bajo la forma de un anciano venerable, que consulta algo en un librote.

La lectura lúdica se encarna ahora en esta figura élfica, tan ricamente dedicada a esa actividad.

Y el lector retorcido (o tal vez el que aprovecha cualquier ocasión para leer) estaría representado por este esforzado habitante de un capitel en Park Avenue.

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Sobre la innovación y la ecología

03 junio 2010 9:09

David Owen publica en el New Yorker de 17 de mayo del 2010 un artículo sobre “The inventor’s Dilemma” (aquí un extracto: versión íntegra sólo para suscriptores).

El artículo trata sobre un inventor, Saul Griffith, comprometido con temas medioambientales, y que entre otras cosas, siguió los desarrollos de la llamada tinta electrónica (e-ink) desde sus comienzos. Esta tecnología es la que está detrás del Kindle y otros muchos lectores actuales. Es curioso (por lo menos para mí) ver el espacio de tiempo tan dilatado que supone el desarrollo y puesta a disposición del público de una tecnología ya inventada, como ocurrió con la tinta electrónica: fueron necesarios má de diez años.

Otra cuestión importante que plantea el artículo es la ecológica:

Buscar, acceder y almacenar un volumen creciente de páginas web, fotos familiares, correos, viejos libros, tweets, aplicaciones “en la nube”, videos humorísticos, programas de televisión, películas, pornografía y todo lo demás que se puede encontrar en línea requiere electricidad, y la mayoría de esa electricidad se genera normalmente quemando carbón. Las huellas de energía y carbono de la Internet ahora superan probablemente las del transporte aéreo, me dijo Griffith, quizás por tanto como un factor de dos, y están creciendo más rápido que las de cualquier otra actividad humana.

Ya se lleva hablando tiempo del coste real de lo digital, y de hecho esta es una cuestión que preocupa sin duda a los grandes agentes de la Red: Google.org, el brazo filantrópico de Google, que se dedica a temas medioambientales (y de donde procede el gráfico superior), es un gran inversor en las empressa de Griffith que trabajan en energías renovables.

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El fin de la Web abierta

02 junio 2010 9:09

Con este título ha publicado un artículo Virginia Heffernan en el New York Times.

La  Web es una prolífica ciudad comercial. Está falta de planificación. Sus espacios públicos muestran abusos, y aparecen muestras de decadencia urbana bajo la forma de enlaces rotos y proyectos abandonados. El malware y el spam han hecho que las condiciones de muchos barrios sean inseguras e insalubres. Matones y vendedores callejeros ocupan las calles.

Pero ahora, dice la autora, con la compra de un iPhone o un iPad, uno puede disfrutar de una “zona residencial ordenada, que te deja probar las oportunidades de la Web, sin tener que mezclarse con el desorden”. Resumiré el resto del artículo, que es breve, y merece leerse íntegramente (además, el NYT tiene un diccionario disponible a golpe de doble clic, para cualquier duda).

Heffernan analiza la tendencia creciente a crear zonas privadas (como FaceBook) y sitios de pago, y lo compara, como hemos visto, con la decadencia del centro comercial en grandes ciudades americanas, hoy habitado por mendigos, frikis, turistas y gente con ingresos bajos. Los productos Apple imponen un rígido control sobre el software, que entre otras cosas trata de impedir que se abran a la Web general (imponen también, aunque la autora no lo menciona, un gran control sobre los contenidos). Ellos, y los sitios protegidos crean un espacio con una “mejor experiencia”, libre de comentarios absurdos, anuncios, pop-ups, sonidos y malos diseños. Estos sitios “son más boutiques que bazares”. “Muchas apps [los programitas que, gratis o de pago, sólo pueden descargar los propietarios de un aparato Apple] son a la Web como el agua embotellada es al grifo: un nuevo medio ingenioso y privado de obtener, empaquetar y poner precio a algo que una vez pudo haber sido gratuito”.

Mucha gente está en vías de dejar la Web completamente, dice Heffernan. “Veo que la gente huyó de las ciudades, y veo por qué están huyendo de la Web abierta. Pero creo que pueden, también, un día lamentarlo”.

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Estampas neoyorquinas III: librerías

01 junio 2010 9:09

Los aficionados a esas cosas saben bien que uno de los alicientes de la ciudad del Hudson son las librerías. No crean: han desaparecido muchas en los últimos años, siguiendo la triste tendencia general (una de las más dolorosas, Gotham), pero aun así quedan suficientes como para causar más de un dolor de tarjeta al visitante.

Strand es una monstruosidad, propia de la ciudad de los rascacielos, y lo pregona bien claro la divisa que exhibe por doquier: “18 millas [casi treinta kilómetros] de libros”. Por cierto: juraría que la penúltima vez que fui por allí anunciaban “16 millas”. En cualquier caso, ahí está como prueba del cambio el dígito postizo de las unidades. En Strand hay de todo: desde primeras ediciones y obras firmadas por el autor a una cantidad descomunal de novedades de segunda mano (algunas con el sello de “servicio de prensa”), libros de bolsillo, saldos y cualquier obra imaginable. El comprador incontinente hará bien en despachar su pedido por vía marítima: al cabo de pocos meses recibirá unas primorosas cajas con todo tipo de maravillas, que para entonces ya habrá olvidado que compró. También (recogimos en este blog, en su forma arcaica, el 17 de enero del 2006) venden libros por metros.

Ah: y por si no fueran suficientes las 18 millas, las ventanas están adornadas con trampantojos de más y más libros…

The Complete Traveller es una muestra perfecta de librería anticuaria de calidad: una selección escogidísima, libros en perfecto estado, protegidos por fundas de acetato… A pesar de su nombre, no sólo tiene libros de viajes: en mi visita vi que disponían de una buena selección borgiana.

Printed Matter es una mezcla de librería y galería: libros de artista, libros sobre arte, ediciones extravagantes, pins con frases equívocas…

En su escaparate se muestra (en los neones tan frecuentes en la Gran Manzana) una curiosa frase: “una total reabsorción de todas las formas de discurso en una sola palabra, de todos los libros en una sola página, del mundo entero en un libro”. La firma un tal M.F., y si uno no posee un buen conocimiento de los iconos culturales de los intelectuales locales bien puede guglearla: ¡Michel Foucault!

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