Cuando el grupo Bertelsmann decidió que iba a dejar el control del Circulo de Lectores a Planeta, algo cambió en el mundo editorial español. Con su millón de socios y cinco mil agentes seguía siendo un canal privilegiado para venta de libros, aunque en los últimos años no era un secreto que el numero de socios iba disminuyendo, y que el importe de la compra media, también. En los lustros que siguieron a 1962, cuando nació Círculo, el libro era un artículo no sólo cultural, sino de ascenso social: “Un libro ayuda a triunfar”. Círculo llevó libros al corazón de hogares no frecuentadores de librerías a través de unos agentes que visitaban las casas, dejaban su revista, y volvían por el encargo, o, si la familia no había elegido nada concreto, llevaban el libro recomendado: ¡venta directa y regular a cientos de miles de familias!
La verdad es que este tipo de clubs fueron el origen del Grupo Bertelsmann. Se fundó en 1835 dedicado a la literatura religiosa (como tantas editoriales europeas), pero en los 50 se fundó el Bertelsmann Leserring (club del libro) y también entró en el mercado musical con la creación del sello Ariola. El grupo llegó a tener muchos clubs del libro en todo el mundo.
En España, Círculo proporcionaba básicamente best sellers, libros de éxito y populares de venta en librería, editados por otros sellos (o a veces mediante un proceso de coedición), así como creaciones propias. Bajo la dirección de Hans Meinke, consiguió implantarse sólidamente en el corazón de los hogares, y constituyó un grupo fidelizado y activo de clientes a los que vender también música y películas.
Pero las cosas cambiaron: España se fue desarrollando, y la lectura perdió glamour social. Además, una circunstancia material imprevista conspiraba para que el perfecto mecanismo de agentes visitadores perdiera efectividad: con ambos cónyuges trabajando, en las casas ya no había nadie hasta caer la noche.
Yo he publicado varios libros en el Círculo y en Cercle de Lectors (la versión catalana, aparecida en 1989). Como editor que era, me sorprendía y me llenaba de envidia sobre todo una cosa: con el libro ya dispuesto para salir, se hacía una encuesta piloto entre una muestra de socios, y las tiradas se ajustaban milimétricamente. Los agentes visitadores no sólo se encargaban de fidelizar al socio con su relación personal y recomendaciones de libros; no sólo hacían el servicio de entrega de revista, recogida del pedido y entrega de los libros: también hacían circular la información en sentido opuesto: desde el cliente al editor.
En los últimos años hubo intentos de usar la web de Círculo para estrechar relaciones con los socios, y sustituir la mecánica del agente por mediaciones digitales, pero creo que no llegaron a cuajar. Mientras tanto, Bertelsmann perdía todo interés por los clubs del libro, aunque fueran, como era el caso del de España, rentables, y cerró los de Rusia y otros países de Europa del Este.
En España, cedió el control, como hemos dicho, a Planeta. Pero en el momento de la firma del acuerdo, en abril, los medios ya recogieron:
La alianza Bertelsmann-Planeta también contempla un gran lanzamiento en Círculo para la próxima Navidad en el tema del libro electrónico y los e-books aprovechando la red de agentes de ventas y el millón de socios.
Efectivamente: hace pocos días saltó la noticia:
El grupo Planeta cambia de estrategia: revisa el negocio de la venta por descarga y apuesta más por la lectura en la nube de libros electrónicos. La editorial lanzará antes de final de año dos proyectos vinculados al e-book. Uno de ellos será una plataforma de lectura en streaming (lectura sin descarga) con el Círculo de Lectores. Otra de las iniciativas será potenciar la librería online de Casa del Libro para vender contenido multiformato.
Bien: he aquí el modelo: un público cautivo, con pacto de compra regular, al que suministrarle no sólo libros físicos sino también e-books desde la nube. Un modelo al que los hogares contemporáneos, bien surtidos de ordenadores y de conectividad, pueden apuntarse, a poco bien que se haga…
Antes de conocer esta noticia, y hablando sobre 24symbols, Julieta Lionetti escribía en su artículo “A Thousand Flowers Bloom” (versión en español):
Las suscripciones no nos han sido ajenas. Si 24 Symbols ha de tener futuro, deberá buscar su modelo en los clubes del libro, como lo fueron el Círculo de Lectores o el Book-Of-The-Month Club, y traducirlos a la era de Internet.
¿De qué manera?
Pero hay algo más que explica la reticencia editorial ante 24 Symbols y se centra en el siempre tenso territorio de qué porcentaje de la renta del libro le toca a los distintos detentores del copyright. En el caso de los derechos secundarios, el editor debe ceder al autor entre el 40 y el 60 % de las sumas obtenidas por la explotación de la obra. Renegociar esos contratos es pedir a los editores que reabran una agria discusión con los agentes literarios, que ya han dado por cerrada, en lo que concierne a los derechos de explotación digital.
El modelo de suscripción es una opción más que interesante a explorar, pero 24 Symbols no puede proponerse a los editores como un canal minorista más. Porque en la lógica que rige los usos y costumbres de la edición no lo es.
Y si se proponen como un club del libro, se verán obligados a convertirse en editores que explotan derechos secundarios.
Esta, y no otra es la clave, y la aportación de Julieta Lionetti ha sido transparente: no se puede entrar en un modelo que fuerza demasiado el ya de por sí convulso reparto de derechos con el que editores y agentes (y autores) están funcionando.
Antes, había sitio para una plataforma de libros electrónicos en la nube que ofreciera títulos ‘en alquiler’. ¿Lo habrá también con el megagrupo Planeta y su masa de socios de Círculo?
Y respecto al potenciamiento de Casa del Libro: he aquí su penúltimo movimiento, la venta de libros de segunda mano… Habrá que hablar de ello.
Etiquetas: E-book, Librerías, Lo que hay que hacer para vender..., Segunda mano